Crean que no existe en el mundo ni amigo, ni hermano, ni padre, ni madre, ni esposo, ni novio que los ame más que su Dios. La gracia divina es ese tesoro de gran valor, ese tesoro infinito del que habla el Sabio. Del momento que nos valemos de ella, nos hace partícipes de la amistad con Dios (cf. Sb 7,14). Delante de Dios, somos sólo débiles criaturas, pobres servidores. Pero he aquí que devenimos los amigos, los amigos muy queridos de nuestro Creador.
En vista de hacernos confiar en él, se anonadó (Flp 2,7), abajándose hasta hacerse hombre, para conversar familiarmente con los hombres (cf. Ba 3,38). No era suficiente: se hizo niño, se hizo pobre, por decreto de justicia se dejó poner a muerte delante de todo el pueblo, sobre una cruz. Más aún, va hasta situarse bajo las especies de pan para hacerse nuestro compañero de cada día y unirse, con unión íntima a cada uno de nosotros: “El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él” (Jn 6,56). Se diría que tiene amor sólo por ustedes, tanto los ama.
Por eso, deben amarlo a él y a nadie más. De él ustedes pueden y deben decir: “Mi Amado es a mí y yo soy a Él” (Ct 2,16). Mi Dios se ha dado sin reservas y sin reservas me doy a él. Fui elegido por él como objeto de su ternura. Él entre miles, entre todos, blanco y bermejo (Cf. Ct 5,10), amable y amante, elegido de mi corazón, el único que quiero amar.
San Alfonso María de Ligorio
Jesús dijo a los judíos: Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría. Pero hay otro que…
Jesús recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo.Se acercaba la fiesta judía de las…
El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida…
Había un hombre enfermo, Lázaro de Betania, del pueblo de María y de su hermana Marta.María era la misma que…
Jesús fue al monte de los Olivos. Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces…