Que seamos uno

lunes, 30 de septiembre de
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Tan diferentes, pero tan humanamente iguales y defectuosos somos.

Cuánto duele ver que muchas veces no somos capaces de aceptar con amor esos defectos, o no estamos dispuestos a intentar comprender y sortear esas diferencias que se nos presentan como grandes obstáculos a la hora de tender lazos.

Mucho nos cuesta acercarnos al otro, dialogar, para entenderlo y estrechar nuestros vínculos. ¡Qué cerrados somos! ¡Cuántas veces nos enojamos, dejando a un lado la corrección fraterna, el aceptar con amor los defectos del otro, el buscar comprender y perdonar!

Actuar como verdaderos hermanos, reconociéndonos como parte de una misma familia, esa que cada domingo se reúne a compartir la mesa, es lo que nos va a hacer más cercanos.

Alguien tiene que encargarse de dar ese primer paso, dejando todo prejuicio y diferencia a un lado. Se trata de dar lugar a ese Amor que se nos da y quiere desbordar cada corazón, y ser capaces de ver verdaderamente en cada rostro a ese Jesús vivo, hermano y amigo nuestro que día a día nos llama a seguirlo en cada paso.

¡Está en nuestras manos!: hoy te invito a que seamos uno, para que el mundo lo conozca y crea.