18/03/2019 – El tiempo de vacaciones, cuando nos abrimos a la novedad y a reflexionar sobre las experiencias que vivimos, puede ser también un espacio de profundos aprendizajes. Carolina y Cintia se organizaron para poder participar de un voluntariado en un hogar de niños en la Provincia de Salta. Lo vivido dejó una huella. Se animaron y nos comparten su testimonio de servicio.
Antes de irnos de vacaciones, Dios nos invitó a conocer la fragilidad del amor. Fue así cómo Él nos sorprendió inesperadamente. Somos dos jóvenes, Cintia y Caro en búsqueda del plan del amor de Dios en nuestras vidas. Nos conocimos en la maravillosa Acampada Mariana de Radio María del año pasado; en un cierto espacio de distracción, mientras mateamos nos íbamos conociendo, ambas estudiantes de maestra jardinera. Los niños son nuestro mayor tesoro, especiales para nuestro corazón. Tan así, que en Febrero, de éste año, estuvimos una semana en un refugio de niños, ubicado en Cerrillos, Salta. Dando, sirviendo como voluntarias, entregando lo que en nuestro corazón desbordaba. Nos encontramos con mundos diferentes, sensibles historias de vidas, sueños vibrantes, colores de sonrisas que pintaron más las nuestras. Pero lo que más nos enamoró, fue revivir la inocencia. Poder sentir cómo esos “locos bajitos”, nos aterrizaban a vivir plenamente con lo poco y ser parte de su sueños. Exprimimos lo más que pudimos vivir. Desde al abrir los ojos tempranito, iniciando una mañana en oración y en presencia del amor de Dios, que nos acompañó durante la última estrella del cielo, porque no sólo entregamos nuestra atención y las ganas de escucharlos, jugar y educarlos, sino que ellos mucho más nos enseñaron. A vivir y ser feliz con lo necesario. Aprendamos de ellos, tienen un arco iris de cielos, son puros, te sacan los miedos y sentís cómo Dios está en ellos, en sus corazones radiantes de sueños. Misionar, salirse de nuestro metro cuadrado, lejos de toda comodidad y entregarse a lo desconocido con total valentía y sin miedo alguno, es la mayor aventura que un joven puede emprender. A nosotras nos tocó regalar Amor y dejarnos amar por lo más puro del Amor, los niños … Y regresamos con más amor del que pudimos ofrecer.
Antes de irnos de vacaciones, Dios nos invitó a conocer la fragilidad del amor. Fue así cómo Él nos sorprendió inesperadamente. Somos dos jóvenes, Cintia y Caro en búsqueda del plan del amor de Dios en nuestras vidas. Nos conocimos en la maravillosa Acampada Mariana de Radio María del año pasado; en un cierto espacio de distracción, mientras mateamos nos íbamos conociendo, ambas estudiantes de maestra jardinera. Los niños son nuestro mayor tesoro, especiales para nuestro corazón. Tan así, que en Febrero, de éste año, estuvimos una semana en un refugio de niños, ubicado en Cerrillos, Salta. Dando, sirviendo como voluntarias, entregando lo que en nuestro corazón desbordaba.
Nos encontramos con mundos diferentes, sensibles historias de vidas, sueños vibrantes, colores de sonrisas que pintaron más las nuestras. Pero lo que más nos enamoró, fue revivir la inocencia. Poder sentir cómo esos “locos bajitos”, nos aterrizaban a vivir plenamente con lo poco y ser parte de su sueños.
Exprimimos lo más que pudimos vivir. Desde al abrir los ojos tempranito, iniciando una mañana en oración y en presencia del amor de Dios, que nos acompañó durante la última estrella del cielo, porque no sólo entregamos nuestra atención y las ganas de escucharlos, jugar y educarlos, sino que ellos mucho más nos enseñaron. A vivir y ser feliz con lo necesario.
Aprendamos de ellos, tienen un arco iris de cielos, son puros, te sacan los miedos y sentís cómo Dios está en ellos, en sus corazones radiantes de sueños.
Misionar, salirse de nuestro metro cuadrado, lejos de toda comodidad y entregarse a lo desconocido con total valentía y sin miedo alguno, es la mayor aventura que un joven puede emprender. A nosotras nos tocó regalar Amor y dejarnos amar por lo más puro del Amor, los niños … Y regresamos con más amor del que pudimos ofrecer.
Caro Amat, contó lo que supuso volver a casa para darle cause a lo aprendido.
Por mi parte, me vi llamada a dar una iniciativa en hacer algo respecto al precio del pasaje del colectivo que en mi ciudad (Recreo) sale muy caro. Toda la comunidad está afectada porque es el único servicio que nos traslada. Entonces digo, en lo personal… ¿Qué puedo hacer como ciudadana frente a ésta problemática? Con todo lo que aprendí en el voluntariado, en servir al otro, salir de mi yo para ayudar y ser motor en progresar, no puedo quedarme en la comodidad, en la queja. Se trata de actuar, buscar una solución. Asique me levanté temprano me fui a Santa Fe, especialmente a la Defensoría del Pueblo y ellos escucharon mi reclamo. Hoy día, es un expediente las notas firmadas por todos los vecinos, para esperar una respuesta por parte del gobierno provincial. Creo y siento que Dios me está llamando a hacer lío, a convencerme de que se puede cuando se quiere.
Buscan sumar firmas para pedir que el boleto a Santa Fe baje