San Juan Berchmans y la santidad en las pequeñas cosas

martes, 26 de noviembre de
image_pdfimage_print

Juan Berchmans, fue un santo jesuita. Una enfermedad repentina apagó su vida a las 22 años. ¿Y por qué santo? “La fidelidad en las pequeñas cosas”, decía él.

Nació en Bélgica, el 13 de marzo de 1599 y comenzó sus estudios en el Seminario de Malinas, luego entró en el Noviciado de los jesuitas de la misma ciudad. Más tarde pasó a Roma. En el Seminario y en el Noviciado se distinguió por su estudio y piedad.

Él deseaba practicar todas las virtudes, pero su locura de santo, era la fidelidad en observar perfectamente sus obligaciones, sin excusas ni escapismos. «La virtud más eminente, es hacer sencillamente, lo que tenemos que hacer», decía Pemán en El Divino Impaciente.

Aparentemente no había hecho nada llamativo. Pero vivió «apasionado por la gloria de Dios», que ya es demasiado. «Quiere trabajar sin perder la más pequeña parte de su tiempo». Aprovecha las cruces de la vida diaria: «Mi mayor penitencia, la vida común». «Quiero ser santo sin espera alguna».

Cuentan que hacía cada cosa en su momento, y sobrenaturalizando la intención. Cuando hay que orar, decía, ora con todo amor. Cuando hay que estudiar, estudia con toda ilusión. Cuando hay que practicar deporte, practícalo con todo entusiasmo. Y siempre con más amor, en cada instante del programa diario, bajo la dulce mirada maternal de la Virgen María. Estudiaba con la mirada puesta en el futuro apostolado, en las almas que se le encomendarían.

Tenía un gran amor por María y sentía hacia ella un cariño tierno, profundo, confiado y filial. «Si amo a María, decía, tengo segura mi salvación, perseveraré en la vocación, alcanzaré cuanto quisiere, en una palabra, seré todopoderoso».

Un resfriado degeneró en una grave enfermedad en pleno invierno.  Fallece en Roma el 13 de agosto de 1621 con gran pesar de toda la comunidad del Colegio Romano quienes ya lo consideraban un santo. Sus últimas palabras fueron: Jesús, María. Fue Beatificado por Pio IX en 1865 y canonizado por el Papa León XIII en 1888.

Pidámosle a Señor, por intercesión de San Juan Berchmans, que nos ayude también en este seguimiento pequeño y cotidiano.