Tiempo de balances, de volver a pasar por el corazón.
Es tiempo de repasar aquel enero y febrero que son lejanos,tan lejanos que parecen de otro año.
Tiempo de recordar la energía y las corridas de los meses donde pareciera que el año se activa y comienza a marchar.
Es tiempo de traer a nuestra memoria el frío del invierno y la alegría de volver a tener primavera.
Otra vez, estamos terminando. Otra vez, esperamos un nuevo comienzo.
Guardamos como un tesoro todos los momentos hermosos que vivimos, todas las personas que supieron ser nuestro sostén cuando estábamos cayendo, guardamos esa mano valiente que nos agarró bien fuerte, aquellas carcajadas que nos hicieron llorar. Guardamos los abrazos,los besos y las caricias. Guardamos y atesoramos todo aquello que nos dio vida.
Dejamos las tristezas, los pesares, los malos momentos y empezamos a decirles momentos de crecimiento. Cuantos momentos de crecimiento vivimos este año, cuantos tropezones y caídas tuvimos, seguramente fueron varias pero muchas veces más te levantaste. Y justo ahí, estaba Él, en ese preciso momento estaba Dios.
Quizás al hacer el balance te das cuenta que pasaste muchas tormentas,muchos momentos que te sirvieron para crecer, para ver la vida de una forma distinta. O quizás viviste muchos momentos hermosos. Lo importante es que siempre tuviste a Dios caminando a tu lado, dándote la mano,llenándote de su Gracia, de su Espíritu.
¡Que en este tiempo de balances, puedas mirar al cielo y agradecer, por lo bueno y por lo malo, porque todo te hizo crecer!