Cada 16 de noviembre celebramos a San Roque González de Santa Cruz, misionero jesuita paraguayo y compañeros mártires. Fundó 10 reducciones. Uno de esos pueblos fue la actual Yapeyú, cuna del Libertador General San Martín y otras a orillas del Río Paraná y del Uruguay. Murió mártir junto a otros dos sacerdotes jesuitas. Roque González, de 52 años, y su compañero Alfonso Rodríguez, murieron en la reducción de Todos los Santos del Caaró, el 15 de noviembre de 1658, y Juan del Castillo, dos días después en el pueblo de Asunción de Ijuhí. Los tres mártires fueron canonizados en 1988 por Juan Pablo II durante su visita apostólica al Paraguay.
Roque González de Santa Cruz nació en 1576 en Asunción. Era el menor de los diez hijos de don Bartolomé González de Villaverde, escribano real, natural de León, y de doña María de Santa Cruz, natural de Toledo; ambos provenientes de la nobleza hispana.
Desde muy joven Roque demostró su preferencia por una vida de devoción religiosa, de la que hacía partícipe a sus amigos. Cuando tenía doce años, los jesuitas llegaron a Asunción y fue con el padre Juan Saloni (1540-1599), primer superior de la orden, con quien hablaba sobre temas espirituales. A los veintidós años fue consagrado sacerdote en Asunción por el obispo de Córdoba, monseñor Hernando Trejo y Sanabria. Años más tarde el obispo de Asunción lo nombró párroco de la Iglesia Catedral y después vicario general de la Diócesis. Después de 11 años, al no desear títulos ni cargos, renunció a los nombramientos y el 9 de mayo de 1609 se unió a la Compañía de Jesús, recibido por el padre Lorenzana, que había sido su maestro en letras y en espíritu.
Fue el primer santo criollo nacido en el Río de la Plata. Evangelizador de los nativos y el fundador de numerosas misiones jesuíticas. Fue un explorador incansable y el primero en navegar el río Uruguay. Llegó hasta Buenos Aires, donde fue recibido por el gobernador Francisco de Céspedes, autoridades eclesiásticas y por el pueblo; maravillados por su audacia como explorador navegante y su celo apostólico. Fue un evangelizador incansable, explorador y fundador de numerosos pueblos, entre ellos las actuales ciudades de Posadas y Yapeyú. Abarcó el actual Paraguay, el noroeste argentino y el Sur del Brasil, donde padeció el martirio. En Paraguay se le tiene gran veneración, ocupa un lugar en el Panteón de los Héroes en la ciudad de Asunción y es considerado el santo protector del Paraguay, y junto con Santa Teresita es el patrono de las misiones.
Gran amante de la Virgen María. Con ella conquistaba corazones para Cristo. Por eso le llamaba “conquistadora”.Se cuenta que muchas veces con solo levantar el cuadro de la imágen de nuestra Señora, los índios admiraban la belleza de María y sin pronunciar palabras se convertían.
Su desempeño como misionero fue notable y demostró especial habilidad para comunicarse con los guaraníes en su misma lengua. Sus éxitos como misionero, al extenderse a las riberas del Río Grande do Sul en Brasil, junto con dos jóvenes sacerdotes españoles, ordenados en Córdoba y recién asignados para ayudarlo, los padres Alfonso Rodríguez y Juan del Castillo, originaron la hostilidad de algunos indios encabezados por el hechicero “Ñezú”, que finalmente los mandó a martirizar y asesinar y mutilar en plena selva, en la recién fundada reducción de “Todos los Santos” de Caaró, situada al Sur del actual territorio de Brasil, el día 17 de noviembre de 1628.
Hechos sorprendentes, milagrosos, ocurrieron durante el martirio de San Roque. Según cuenta la historia, estaban reunidos los indígenas alrededor de la hoguera humeante donde se consumían los cadáveres mutilados de los misioneros, y oyeron aterrorizados la voz de Roque que decía: “Aunque me maten no muero porque mi alma va al cielo”, al mismo tiempo que les prometía ayuda espiritual. Ante semejante situación el cacique Caarupé, entendiendo que tales palabras no podían ser expresadas ya que la cabeza del padre Roque se hallaba destroncada, mandó que le abrieran el pecho y le atravesaran su corazón con una flecha. El capitán Manuel Cabral partió desde Itatí al saber sobre el martirio de los tres misioneros para castigar a los indios, comprobando el hallazgo del corazón de Roque atravesado por una flecha, y según la historia de la religión, el corazón de san Roque González de Santa Cruz se encuentra incorrupto.