09/01/2015 – Esta semana los argentinos recibimos con dolor e indignación la noticia de la muerte de Néstor, un niño de 7 años perteneciente a la comunidad Qom en Chaco, por sufría tuberculosis y se encontraba en una situación de desnutrición extrema que terminó con su vida.
Frente al suceso se volvió a despertar la pregunta por la pobreza en un país productor con capacidad para alimentar a una población notablemente superior a los 40 millones de personas que vivimos en la Argentina. Políticos, periodistas y agentes sociales se expresaron a través de los medios de comunicación y redes sociales. Entre ellas se destacó la polémica expresión de Jorge Capitanich, el actual Jefe de Gabinete y Gobernador de Chaco hasta 2013, que calificó el hecho como “un caso aislado”. Además dijo que “produce profunda consternación y dolor, pero eso no invalida lo mucho que se ha hecho desde el punto de vista de infraestructura sanitaria, de infraestructura de agua potable, para la provisión de alimentos y de inclusión social”.
En la “Síntesis de noticias” quisimos resaltar la editorial del Dr Abel Albino publicada ayer por el Diario La Nación. El médico referente en la lucha contra la desnutrición en nuestro país dijo que encuentra a los desnutridos ” Porque los busco. Yo salgo a la mañana temprano a buscar a estos niños. ¿Dónde están estos niños? ¿Van por la peatonal, los encontrás en el cine, van a la escuela? No. Están en cajas de zapato o cajones de manzana en las esquinas de los ranchos”.
Un niño que no es bien alimentado en la Argentina es un niño que no accede a la educación ni a lo básico.
La educación es una semilla maravillosa, pero como toda semilla, necesita un sustrato donde sembrarse, y el sustrato ideal para sembrar educación es un cerebro intacto, estimulado y alimentado adecuadamente. Hay que hacer de la patria una gran escuela, advertía Sarmiento hace 150 años y esa pasión, esa filosofía, llevó a la Argentina a ser el primer país del mundo en quebrar el analfabetismo. El “asombro del mundo” nos llamaban, y seguimos siendo el asombro del mundo porque del séptimo lugar del planeta bajamos a la posición 86.
La etapa más importante del desarrollo cerebral es el primer año. ¿Cuánto pesa el cerebro del chico al año? Casi un kilo. ¿Y de adulto? 1,200. Ese primer año marca la vida del sistema nervioso central, de ese individuo, de ese pueblo y de esa nación. ¿A quién tengo que proteger? El embarazo, el primer año, y el segundo año, que es cuando se cierra la fontanela. Son 365 días, más otros 365, más 270 del embarazo: son los famosos 1000 días. La campana de Gaus, y es el primer año prácticamente cuando se forma el 80% del peso que el cerebro tendrá de adulto.
¿Saben por qué encuentro desnutridos yo? Porque los busco. Los pibes que andan con la onda destrozando pajaritos también los encuentran porque los buscan. Yo salgo a la mañana temprano a buscar a estos niños. ¿Dónde están estos niños? ¿Van por la peatonal, los encontrás en el cine, van a la escuela? No. Están en cajas de zapato o cajones de manzana en las esquinas de los ranchos. Y uno entrá al rancho, saluda y pregunta: ¿Qué hace esta criatura? “No sé, me nació enfermito”, me responden. Y preguntamos si quiere que lo llevemos a nuestro hospital a recuperarlo (en el que ya recuperamos 1500 desnutridos graves). Lo primero que hacemos es bañarlo porque el desnutrido es maloliente, flacucho y feucho. No dan ganas de abrazarlo ni de contenerlo. Por eso lo bañamos, lo perfumamos y lo vestimos bien bonito, y así ya es distinto. Y empezamos a alimentarlo con gotero porque no se les puede dar biberón porque lo vomita. Tenemos que probar tolerancia. Así hasta que empieza a succionar, a lo mejor al día siguiente o a los dos días. Y entonces traemos a la madre y vemos si es analfabeta. Y generalmente sí, es analfabeta. Entonces, le enseñamos a leer y escribir.
Uno cree que un pobre es una persona igual que nosotros, pero sin plata. Y no es así, el pobre es pobre en familia, alimento, estímulos, fuerza, entusiasmo, sueños, ideales, introspección, retrospección, experiencia adquirida y encima… no tiene plata. Yo tengo un primo judío que vino a principios del siglo XX y se ganaba la vida tocando el violín o el piano en los cines mudos. Llegó a Buenos Aires con lo puesto. ¿Era pobre? No, su intelecto estaba intacto. Hablaba cinco idiomas, tocaba cuatro instrumentos y tenía 11 años. Terminó la escuela, ingresó a la universidad y volvió a Europa como embajador argentino. Europa sale de sus dos guerras absurdas porque el intelecto estaba intacto. América Latina no sale de su atraso crónico porque el intelecto está dañado. Allá, pobreza externa. Aquí, pobreza interna.
La desnutrición es el resultado final del subdesarrollo, genera pobre cableado neurológico y su consecuencia es la debilidad mental: ese niño desnutrido estará condenado de por vida, no tendrá posibilidades de aprender y, por ende, estará condicionado al desempleo y subempleo, repitiendo el ciclo de miseria, pobreza desocupación y subdesarrollo del cual fue víctima. ¡El daño es individual y social!.
El autor es médico pediatra, presidente de la Fundación Conin
* Publicado por el Diario La Nación el 8 de enero del 2015
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