“El futuro de la Iglesia está en África” – Pablo Sigismondi

lunes, 27 de marzo de 2017
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Rep Centroafricana

27/03/2017 – Pablo Sigismondi, es geógrafo cordobés y uno de los argentino que más  ha recorrido el mundo: visitó 156 países. Con sus fotografías y sus viajes es un testigo único de los modos de vida en la Tierra, en especial, de aquellas culturas invisibles y pueblos ocultos para los ojos occidentales.

Desde hace algunos días se encuentra en la República Centroafricana, un pequeño país con 4,6 millones de habitantes, desolado por la guerra y el olvido. Desde allí denunció a este medio que mientras el mundo centraba su mirada en el atentado de Londres que dejó 4 muertos el 22 de marzo de este año, en la República Centroafricana mueren 40 o 100 personas al día y “eso no sale en los medios”. (Leer nota aquí)

En su recorrida le ha llamado mucho la atención la presencia de la Iglesia Católica que salva vidas y el cariño que tienen por el Papa Francisco quien visitó la capital de Banguí en noviembre del 2016 y abrió la Puerta Santa dando inicio al Año de la Misericordia. “Nadie puede permanecer indiferente a la obra que la Iglesia católica romana en la cual nacimos, hace acá. Todas las acciones malas que sabemos existen en sus pecados quedan empequeñecidas por el anuncio del Evangelio; de hecho en esta parte del mundo la Iglesia no solo desborda de alegría y Fe; desborda de fieles y vocaciones. Cuando uno lo vive en carne propia se da cuenta que el futuro de la Iglesia está en África, sin dudas. De alguna manera, yo también lavo mis abundantes pecados al peregrinar en esta tierra santa como pocas” escribe Pablo Sigismondi desde el corazón de África.

“La presentación de las ofrendas es algo increíble”

Así describe Pablo Sigismondi su experiencia en una misa de domingo en Banguí. “La misa comenzó a las 8,30 y terminó a las 13. Allí conocí al cardenal más joven” dijo Pablo en referencia a monseñor Dieudonné Nzapalainga, el arzobispo de Banguí de 50 años, quien junto al Imán trabajan desde hace años en el proceso de paz.

Las presentaciones de las ofrendas fue algo increíble, cuenta Pablo: “La gente lleva al altar su vida, lo que hace, lo que cultiva, el fruto de la tierra; del trabajo; del intelecto. Sobrecogedor verlos ir hacia el humilde altar bailando, gritando, llevando en sus manos y en sus cabezas lo que hacen, lo que son, desde bananas hasta aceite, carretillas, escobas, pollos vivos, pescados, verduras, huevos…gritando de felicidad, tocando flautas, tambores, palmas, mientras los celebrantes encabezados por el primer Cardenal que tiene el país los reciben”.