27/03/2017 – El sábado 25 de marzo por la tarde en el parque milanés Monza, el Papa Francisco culminó su visita en Milán con un emotivo encuentro multitudinario con los jóvenes, aproximadamente 70.000 chicos y chicas procedentes de varias diócesis italianas, que recibirán este año el sacramento de la confirmación y que tuvo lugar en el Estadio de San Siro.
Los jóvenes estaban acompañados por padres, maestros y catequistas, estuvo marcada por un ambiente de alegría y complicidad entre los jóvenes y el Pontífice, que escucharon con gran atención las palabras que les dirigió el Santo Padre centradas especialmente en la importancia de vivir la vida cristiana con “docilidad al Espíritu Santo”.
-Pregunta de David, un joven: ¿Cuando tenías nuestra edad, qué cosas te ayudaban a hacer crecer la amistad con Jesús?
Buenas tardes. David ha hecho una pregunta muy simple que para mí es fácil de responder porque solamente debo hacer un poco de memoria. Memoria de los tiempos en los cuales yo tenía la edad de ustedes, y la respuesta tiene tres elementos con un vínculo en común. Los primeros que me han ayudado han sido los abuelos. Ustedes se preguntarán…pero cómo Padre… ¿los abuelos pueden hacer crecer la amistad con Jesús qué piensan ustedes? ¿Pero … cómo? Ustedes dirán…Los abuelos son de otra época, los abuelos no saben usar el ordenador, no tienen celulares. ¿Pregunto una vez más, los abuelos pueden ayudarnos a hacer crecer la amistad con Jesús?
Si, claro que sí. Esta ha sido mi experiencia, los abuelos me han hablado normalmente de las cosas de la vida. Un abuelo mío era carpintero, el mismo oficio de Jesús, así cuando miraba a mi abuelo pensaba en Jesús. El otro abuelo me decía: “nunca vayas a la cama sin decirle una palabra a Jesús”, mi abuela me ha enseñado a rezar, también mi madre y mi otra abuela igual.
Lo importante es que los abuelos tienen sabiduría de la vida. Ellos con esa sabiduría nos enseñan cómo estar más cerca de Jesús. A mí me lo enseñaron. Un consejo: hablen con los abuelos, háganles todas las preguntas que quieran, hablen… es importante en estos tiempos hablar con los abuelos. Después me ha ayudado mucho jugar con los amigos porque jugar bien y sentir la alegría del juego con los amigos sin insultarse, hace sentirnos más cerca de Jesús, nos hace pensar que así jugaba Jesús, pero les pregunto ¿Jesús jugaba? Él era Dios, ¿puede jugar Dios?…
Sí, la respuesta es sí. Jesús jugaba, jugaba con los demás. A nosotros nos hace bien jugar con los demás con los amigos, porque cuando el juego es limpio, se aprende a respetar a los otros, a hacer el trabajo en equipo, todos juntos y esto nos une a Jesús. Así que jugar con los amigos.
Uno de ustedes ha preguntado, ¿pelear con los amigos ayuda a conocer a Jesús?
No. Por eso, si uno discute (porque es normal pelear), pide perdón y se termina la historia, ¿está claro? A mí me ha ayudado mucho jugar con los amigos. Y una tercera cosa que me ha ayudado a crecer en la amistad es la parroquia, el oratorio, reunirme con los otros. Esto es muy importante. A ustedes les gusta ir a la parroquia. Estas tres cosas, les harán crecer en la amistad con Jesús, es un consejo que les doy. Porque con estas tres cosas rezarán más. Y la oración es ese vínculo que une las tres cosas.
-Los abuelos, mis amigos y la Parroquia.
-Pregunta de un padre: ¿Cómo transmitir a nuestros hijos la belleza de la fe? A veces parece verdaderamente difícil poder hablar de este tema sin ser aburridos y mundanos y peor aún, autoritarios?
-Creo que esta es una de las cuestiones clave que toca nuestras vidas como padres, como pastores, como educadores: la transmisión de la fe. Y me gustaría encomendarla a ustedes. Los invito a recordar cuáles han sido las personas que han dejado una huella en su fe y qué cosa de ellas les impresionó más.
Los invito, a ustedes padres, a volver a ser niños por unos minutos y a recordar las personas que los ayudaron a creer. ¿Quién me ha ayudado a creer? El padre, la madre, los abuelos, una catequista, una tía, el párroco, un vecina quizás… todos llevamos con nosotros en la memoria, pero especialmente en el corazón, a alguien que nos ha ayudado a creer. Ahora los invito a hacer un minuto de silencio y a preguntarse… ¿Quién me ha ayudado a creer? Y yo respondo también y para responder con sinceridad debo regresar en el recuerdo a Lombardía, a mí me ha ayudado a crecer en la fe un sacerdote muy bueno que me ha bautizado y luego me ha acompañado hasta la entrada al noviciado. Y esto lo debo a ustedes los lombardos. Y no me olvido más de aquel sacerdote, nunca, nunca, era un apóstol del confesionario. Misericordioso, bueno, trabajador y así me ha ayudado a crecer en la fe. Se preguntarán el porqué de este pequeño ejercicio. Nuestros hijos nos miran constantemente, aunque no nos demos cuenta, ellos nos observan todo el tiempo e intentan imitarnos. Conocen nuestras alegrías, nuestras tristezas y preocupaciones. Cuánto sufren los niños cuando los padres pelean, cuando se separan. Cuando se trae un hijo al mundo, ustedes deben tener conciencia de esto. Ustedes deben tomar la responsabilidad de hacer crecer en la fe a este hijo. Les ayudara tanto leer la exhortación Amoris Laetitia, sobre todo los primeros capítulos sobre el amor en el matrimonio, el capítulo cuatro. No se olviden … cuando ustedes pelean los niños sufren y no crecen en la fe.Consiguen captar todo y como son muy intuitivos, sacan sus propias conclusiones y enseñanzas. Saben cuando les hacemos trampas o cuando no. Lo saben, son muy listos. Por eso, una de las primeras cosas que les digo a ustedes es, cuídenlos, cuiden el corazón de sus hijos, cuiden sus alegrías y esperanzas. Los “ojitos” de sus hijos, poco a poco memorizan y leen con el corazón cómo la fe es una de las mejores herencias que han recibido de sus padres, de sus ancestros. Mostrarles como la fe te ayuda a salir adelante, no con una actitud pesimista sino con confianza.
Hay un dicho que dice : “Las palabras se las lleva el viento”, pero lo que se siembra en la memoria, en el corazón, permanece para siempre”.
En segundo lugar, en varios países, muchas familias tienen la costumbre de ir a misa juntos, después van a un parque y llevan a sus hijos a jugar juntos. Esto es bello porque ayuda a cumplir con el mandamiento “ santificar las fiestas”. No sólo ir a Misa a rezar, o a dormirse… (sucede eh)… risas…No sólo ir a misa sino estar un poco juntos recuperando una bella tradición que en Buenos Aires llamamos “dominguear”, es decir, “vivir el domingo”. Creo que esto es un elemento bello para redescubrir y valorar. Estos tiempos son muy difíciles, porque tantos padres para dar de comer a sus hijos deben trabajar también los domingos. Yo siempre les pregunto a los padres cuando me dicen que pierden la paciencia con los hijos, les digo… ¿tú juegas con tus hijos? y no saben qué responder. Los padres en estos tiempos no pueden o han perdido el hábito de jugar con sus hijos. Quédense con esto: jugar con los hijos, “perder el tiempo” en jugar con ellos y transmitirles la fe de nuestros antepasados, es la gratuidad de Dios.
Y en tercer lugar, es fundamental la educación familiar en la solidaridad. Me gusta acentuar la importancia de la alegría, la gratuidad y el buscar a otras familias para vivir y compartir la fe como un espacio de gozo familiar. “No hay fiesta sin solidaridad, ni solidaridad sin fiesta”, porque cuando uno es solidario es alegre también y si es alegre es solidario. Educar a los hijos en la solidaridad que cuesta, no la que sobra. Y esto nuestros hijos lo aprenden en casa.
-Pregunta de un catequista: Nuestro Arzobispo nos ha animado desde hace tiempo a constituir una “comunidad educadora”, en la que el compartir fraterno entre catequistas, maestros, padres y entrenadores sostenga el deber educativo común. ¿Qué consejos nos puede dar para abrirnos a la escucha y al diálogo con todos los educadores que tienen que ver con nuestros jóvenes?
–Primero, una educación basada en el pensar, hacer y sentir ( cabeza, manos, corazón). El conocimiento es multiforme y nunca uniforme. Muchas veces los maestros piensan que su materia es la más importante de todas. Muchos piensan que su área de enseñamiento es única. Somos un poco celosos de nuestras cosas, y no nos damos cuenta de que todos estamos formando al mismo niño o joven. Por eso es fundamental ponernos de acuerdo para mostrar que todos los saberes son importantes y que cuanto más se desarrollan, más rica es la educación.
En cuanto al punto precedente, entre nuestros estudiantes hay algunos que destacan más en el deporte, otros en las ciencias, las matemáticas, etc. Un buen maestro, educador o entrenador sabe estimular las buenas cualidades de sus alumnos, sin descuidar a los demás, buscando siempre la complementariedad. Ninguno puede ser bueno en todo y esto debemos enseñárselo a nuestros alumnos.
Otro punto que considero importante es la educación por proyectos. Poder enseñar a trabajar de manera poliédrica y no lineal. Que puedan estudiar el mismo fenómeno de diversas perspectivas y hacer propuestas. Sí, hacer propuestas de mejora, que ellos se sientan partícipes de su propia educación. A veces veo programas educativos que quieren convertir a los alumnos en super hombres y super mujeres. De esta manera se les somete desde pequeños a presiones muy fuertes. Está bien estimularlos pero atención: los niños también tienen necesidad de jugar, de divertirse, de dormir. Esto forma parte del crecimiento. Los descansos, el reposo, el juego, así como la frustración, son partes importantes del crecimiento.
Recuperar el asombro de equilibrar el determinismo. La tecnología nos ofrece muchas cosas y permite a nuestros jóvenes conocer tanto y de manera instantánea. Han llegado a tener un acceso a la información que jamás habríamos imaginado. Muchas veces hablando con algunos de ellos me sorprendo de las cosas que saben, o las buscan sin problema y te dicen: “ahora lo busco”. Esto les ofrece muchos instrumentos y posibilidades. Pero hay una cosa que la tecnología no puede dar: la compasión. Y esto se aprende sólo entre humanos, con los demás.
Por último, quisiera mencionar un fenómeno muy feo en esta época que me preocupa mucho: el bullying. Estén atentos. Y ahora les pregunto a ustedes jóvenes que se van a confirmar. Les pregunto: ¿en su barrio hay algún joven del cual se ríen o se burlan? ya sea por su aspecto físico o que incluso le peguen. Esto se llama bullying. Por favor, les pido que para recibir el sacramento de la santa confirmación hagan la promesa de que jamás harán esto y de que jamás permitirán que esto le pase a otros. ¿Me lo prometen?.
¡Sí!, contestan los jóvenes a gritos.
El Papa continúa: Nunca por favor, se rían o se burlen de un compañero, un vecino, un amigo…¿me lo prometen? Ahora en silencio piensen que cosa fea es esto y piensen si son capaces de prometérselo a Jesús. ¿Prometen a Jesús que jamás harán este bullying?
Gracias, que el Señor los bendiga y no se olviden de rezar por mí.
Fuente: New.va
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