“Dialoguemos”, pidió el Papa a los poderosos

miércoles, 14 de mayo de 2025

14/05/2025 – León XIV recibió en audiencia a los participantes en el Jubileo de las Iglesias Orientales y relanzó el llamamiento para devolver al mundo la “dignidad de la paz”: “Para que esta paz se difunda, emplearé todos mis esfuerzos. La Santa Sede está disponible para que los enemigos se encuentren y se miren a los ojos. Con el corazón en la mano, digo a los responsables de los pueblos: ¡encontrémonos, dialoguemos, negociemos!”. Para que “la paz se difunda, emplearé todos los esfuerzos” y la Santa Sede está a disposición “para que los enemigos se encuentren y se miren a los ojos, para que a los pueblos se les devuelva la esperanza y se les dé la dignidad que merecen, la dignidad de la paz”. Este es el mensaje de cercanía y aliento que León XIV dirigió a los fieles y representantes de las Iglesias orientales, en una audiencia celebrada esta mañana, 14 de mayo, en el Aula Pablo VI. “Me alegra encontrarles y dedicar a los fieles orientales uno de los primeros encuentros de mi pontificado”, dijo el Papa a la multitud reunida en Roma con motivo del Jubileo dedicado a ellos, que se celebra del 12 al 14 de mayo. En su discurso, el Pontífice llamó a los líderes de los pueblos al diálogo para que “callen las armas”, recordando los conflictos que afectan muchas de las regiones de las que proceden estos fieles: “de Tierra Santa a Ucrania, del Líbano a Siria, de Oriente Medio a Tigray y el Cáucaso, ¡cuánta violencia!”. A pesar de estos difíciles contextos, llamó a los cristianos de las Iglesias orientales a seguir “brillando por la fe, la esperanza y la caridad”, porque son “preciosos” para la Iglesia. “¿Quién más que ustedes puede cantar palabras de esperanza en el abismo de la violencia? ¿Quién más que ustedes, que conocen de cerca los horrores de la guerra, tanto que el Papa Francisco llamó «martiriales» a sus Iglesias?”.

En un enérgico llamamiento a la paz, León XIV recuerda «el horror» vivido por tantos fieles orientales, enfrentados a guerras y tensiones que provocan «masacres de tantas vidas jóvenes» que mueren «en nombre de la conquista militar». «Pienso en la variedad de sus orígenes, en la historia gloriosa y en los amargos sufrimientos que han padecido o padecen muchas de sus comunidades». En este contexto «sobresale un llamamiento: no tanto el del Papa, sino el de Cristo, que repite: “¡La paz esté con ustedes!», subrayó el Pontífice, repitiendo las primeras palabras que pronunció tras su elección. «Recemos por esta paz, que es reconciliación, perdón, valor para pasar página y volver a empezar», prosigue, añadiendo que «la paz de Cristo no es el silencio sepulcral tras el conflicto, no es el resultado de la opresión, sino que es un don que mira a las personas y reactiva sus vidas. Los pueblos quieren la paz y yo, con el corazón en la mano, digo a los responsables de los pueblos: ¡encontrémonos, dialoguemos, negociemos! La guerra nunca es inevitable, las armas pueden y deben ser silenciadas, porque no resuelven los problemas sino que los aumentan; porque pasará a la historia quien sembrará la paz, no quien cosechará víctimas; porque los otros no son ante todo enemigos, sino seres humanos: no villanos a los que odiar, sino personas con las que hablar. Rechacemos las visiones maniqueas típicas de las narraciones violentas, que dividen el mundo en buenos y malos.

«La Iglesia no se cansará de repetir: que callen las armas», vuelve a repetir León XIV. Y recuerda especialmente a «los cristianos -orientales y latinos- que, sobre todo en Oriente Medio, perseveran y resisten en sus tierras, más fuertes que la tentación de abandonarlas». Hay que dar a los cristianos la posibilidad, no sólo de palabra, de permanecer en sus tierras con todos los derechos necesarios para una existencia segura. Por favor, ¡que se esfuerce por ello! El Papa citó también a su predecesor que inspiró su nombre, León XIII, «quien dedicó por primera vez un documento específico a la dignidad» de las Iglesias orientales, publicando la Carta Apostólica Orientalium dignitas el 30 de noviembre de 1894. Ya entonces, el Pontífice había hecho «un sentido llamamiento» para subrayar la importancia de preservar las liturgias y tradiciones de las Iglesias orientales, que aún hoy se ven a menudo amenazadas. En efecto, la preocupación de León XIII «es muy actual», subrayó el Papa. En nuestros días, tantos hermanos y hermanas orientales, entre ellos varios de ustedes, obligados a huir de sus territorios de origen a causa de la guerra y la persecución, la inestabilidad y la pobreza, corren el riesgo, al llegar a Occidente, de perder no sólo su patria, sino también su identidad religiosa. Y así, con el paso de las generaciones, se pierde el inestimable patrimonio de las Iglesias orientales.