28/10/2025 – El 28 de octubre marca el 60º aniversario de la promulgación de la Declaración «Nostra Aetate» del Concilio Vaticano II, un documento fundamental sobre las Relaciones de la Iglesia con las Religiones no Cristianas. La nota, según información de Vatican News, destaca que este texto, aprobado por los Padres conciliares y promulgado por San Pablo VI en 1965, se gestó en un contexto de profundas heridas tras la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. Su origen se remonta al encuentro entre San Juan XXIII y el historiador judío Jules Isaak, quien solicitó una nueva visión en la relación con el judaísmo.
El documento conciliar se centra desde su inicio en la unidad fundamental de la humanidad, a pesar de las diferencias. Subraya que la familia humana tiene un único origen y destino, afirmando que «Los diversos pueblos constituyen una sola comunidad. Tienen un mismo origen, pues Dios ha hecho habitar a todo el género humano sobre toda la faz de la tierra». En este contexto, el Papa Pablo VI recordó la sensibilidad religiosa presente incluso fuera del cristianismo, exhortando a «respetar y venerar» ese conocimiento de la Divinidad, como indicó la Declaración.
«Nostra Aetate» se convirtió en un hito para las relaciones entre la Iglesia Católica y la religión judía. San Juan Pablo II, en 1990, destacó la vitalidad de este texto «breve pero significativo», recordando que la Iglesia «reconoce que los inicios de su fe y su elección se encuentran ya, según el divino misterio de la salvación, en los patriarcas, en Moisés y en los profetas». La Declaración también expresó una profunda estima por los musulmanes, quienes adoran al «único Dios, vivo y subsistente, misericordioso y omnipotente, creador del cielo y de la tierra».
Otros grandes líderes de la Iglesia también han resaltado la vigencia de este documento. El Papa Benedicto XVI, por ejemplo, enfatizó que «Nostra Aetate» no ha perdido relevancia, ya que parte del principio de que «todos los hombres constituyen una sola comunidad» y la Iglesia «tiene el deber de promover la unidad y el amor entre los pueblos». La Declaración propuso verdades esenciales, como el vínculo especial entre cristianos y judíos, la estima por los musulmanes, y la confirmación de un espíritu de fraternidad universal que prohíbe toda discriminación o persecución religiosa.
La declaración conciliar también reconoce el valor de la búsqueda espiritual en otras grandes tradiciones, como el hinduismo y el budismo, que exploran el «misterio divino» y buscan la «perfecta liberación». Sin embargo, el capítulo final de «Nostra Aetate» establece la conclusión ética más apremiante: «No podemos invocar a Dios como Padre de todos los hombres si nos negamos a comportarnos como hermanos con algunos de entre los hombres, creados a imagen de Dios.»
En este camino de fraternidad, el Papa León XIV liderará un encuentro especial en el Aula Pablo VI, titulado «Caminando Juntos en la Esperanza», cuyo punto culminante será un discurso seguido de una oración silenciosa por la paz. Este acto sigue la línea de la Declaración, que ha impulsado importantes iniciativas como los encuentros de Asís. El Papa Francisco, en el 50º aniversario del documento, recordó que «el mundo nos mira a los creyentes» y destacó el gran recurso de la oración para responder a los problemas globales: «Los creyentes no tenemos la solución a estos problemas, pero sí tenemos un gran recurso: la oración. Y los creyentes oramos. Debemos orar.»
Fuente: Vatican News.
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