10/04/2015 – El próximo domingo en la Basílica de San Pedro se celebrará una misa para los fieles de rito armenio, en el año en el que se conmemora el centenario del Genocidio, durante la cual se proclamará a San Gregorio de Narek Doctor de la Iglesia.
El patriarca armenio católico Nerses Bedros XIX, en compañía de veinte de obispos armenios católicos se encuentran en Roma por el Sínodo de la Iglesia Armenio – Católico. El Papa Francisco se reunió en el día de ayer con ellos.
A continuación te invitamos a leer el discurso del Santo Padre al Sínodo patriarcal de la Iglesia Armenio Católica.
Beatitudes, Excelencias.
Les saludo fraternamente y les agradezco por este encuentro, que se realiza en la proximidad de la celebración del próximo domingo en la Basílica Vaticana. Elevaremos la oración del sufragio cristiano por los hijos y las hijas de su amado pueblo, que fueron víctimas hace cien años. Invocaremos la Divina Misericordia para que nos ayude a todos, en el amor por la verdad y la justicia, a resanar cada herida y a acelerar gestos concretos de reconciliación y de paz entre las naciones que todavía no consiguen alcanzar un razonable consenso sobre la lectura de tales tristes acontecimientos.
En ustedes y a través de ustedes saludo a los sacerdotes, los religiosos y las religiosas, los seminaristas y los fieles laicos de la Iglesia Armenia-Católica: sé que son muchos los que les han acompañado en estos días aquí en Roma, y que muchos más estarán unidos espiritualmente a nosotros, desde los países de la diáspora, como los Estados Unidos, Latinoamérica, Europa, Rusia, Ucrania hasta la Madre patria. Pienso con tristeza en particular a aquellas zonas, como la de Alepo, el obispo me ha dicho la ciudad mártir, que hace cien años fueron puerto seguro para los pocos sobrevivientes. Tales religiones, en este último periodo, han visto amenazada la permanencia de los cristianos, no solo armenios.
Su pueblo, que la tradición reconoce como el primero en convertirse al cristianismo en 301, tiene una historia bimilenaria y custodia un admirable patrimonio de espiritualidad y de cultura, unido a una capacidad de recuperarse después de las tantas persecuciones y pruebas a las cuales ha estado sometido. Les invito a cultivar siempre un sentimiento de reconocimiento al Señor, por haber sido capaces de mantener la fidelidad a Él también en las épocas más difíciles. Es importante, además, pedir a Dios el don de la sabiduría del corazón: la conmemoración de las víctimas de hace cien años nos coloca de hecho delante al obscuro mysterium iniquitatis -misterio de la iniquidad-. No se entiende si no es con esta actitud.
Como dice el Evangelio, desde el íntimo del corazón del hombre puede desencadenarse las fuerzas más obscuras, capaces de alcanzar a programar sistemáticamente la aniquilación del hermano, a considerarlo un enemigo, un adversario, o incluso individuo privado de la misma dignidad humana. Pero para los creyentes la pregunta sobre el mal hecho por el hombre introduce también al misterio de la participación a la Pasión redentora: no pocos hijos e hijas de la nación armenia fueron capaces de pronunciar el nombre de Cristo hasta el derramamiento de la sangre o la muerte por inanición en el éxodo interminable al cual fueron obligados.
Las páginas dolorosas de la historia de su pueblo continúan, en cierto sentido, la pasión de Jesús, pero en cada una de estas ha sido puesta el retoño de su Resurrección. No disminuya en ustedes pastores el compromiso de educar los fieles laicos a saber leer la realidad con ojos nuevos, para alcanzar a decir cada día: mi pueblo no es solamente aquel de quienes sufren por Cristo, sino sobre todo el de los resucitados en Él. Por este motivo es importante hacer memoria del pasado, pero para extraer savia nueva para alimentar el presente con el anuncio alegre del Evangelio y con el testimonio de la caridad.
Les animo a sostener el camino de formación permanente de los sacerdotes y de las personas consagradas. Ellos son sus primeros colaboradores: la comunión entre ellos y ustedes será reforzada por la fraternidad ejemplar que podrán ver en el Sínodo y con el Patriarca.
Nuestro reconocimiento se dirige en este momento a aquellos que trabajaron por llevar un poco de alivio al drama de sus antepasados. Pienso especialmente en el Papa Benedicto XV que intervino con el sultán Mehmet V para detener las masacres de armenios. Este Pontífice fue gran amigo del Oriente cristiano: él instituyó la Congregación para las Iglesias Orientales y el Pontificio Instituto Oriental y en 1920 inscribió a San Efrem el Sirio entre los Doctores de la Iglesia Universal. Tengo el gusto de que este encuentro se realice en la vigilia del análogo gesto que el domingo tendré la alegría de realizar con la grande figura de San Gregorio de Narek.
A su intercesión, confío especialmente el diálogo ecuménico entre la Iglesia Armenia-Católica y la Iglesia Armenia-Apostólica, quienes recuerdan el hecho de que hace cien años como hoy, el martirio y la persecución han realizado “el ecumenismo de la sangre”. Sobre ustedes y sus fieles invoco ahora la bendición del Señor, mientras que les pido de no olvidarse de rezar por mí. Gracias.
Fuente: Radio Vaticana
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