Los jóvenes “nos llaman a asumir junto con ellos el presente con mayor compromiso”

miércoles, 3 de octubre de 2018
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03/10/2018 – En la homilía de la misa inaugural de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, el Papa Francisco dijo: “Que el Espíritu nos dé la gracia de ser Padres sinodales ungidos con el don de los sueños y de la esperanza para que podamos, a su vez, ungir a nuestros jóvenes con el don de la profecía y la visión”. Recordemos que el tema de la asamblea será “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”.

En una soleada plaza de San Pedro, Francisco se dirige a los presentes congregados invocando, al comienzo de la homilía, al Espíritu Santo para que, en este “momento de gracia” que es el Sínodo, “ayude a hacer memoria y a reavivar las palabras del Señor” y suscite “el ardor y la pasión por Jesús”. “Memoria que puede despertar y renovar en nosotros la capacidad de soñar y esperar. Porque sabemos, aseguró el Papa, que nuestros jóvenes serán capaces de profecía y visión en la medida en que nosotros, ya adultos o ancianos, seamos capaces de soñar y así contagiar y compartir los sueños y esperanzas que llevamos en nuestros corazones”.

El Papa rezó al Espíritu para que los Padres sinodales no se dejen “asfixiar y aplastar por los profetas de calamidades y del infortunio” o por sus propios “límites, errores y pecados”, sino que sean capaces “de encontrar espacios para inflamar el corazón y discernir los caminos del Espíritu”.

Después de haber dado una “cálida bienvenida” a los dos obispos de China Continental que “por primera vez” pueden participar en un Sínodo, el Papa espera que este “nuevo encuentro eclesial” pueda ser “capaz de ensanchar horizontes, dilatar el corazón y transformar aquellas estructuras que hoy nos paralizan, nos separan y nos alejan de nuestros jóvenes, dejándolos a la intemperie y huérfanos de una comunidad de fe que los sostenga, de un horizonte de sentido y de vida (cfr. Exhortación a los Apóstoles Evangelii Gaudium, 49)”.

“La esperanza nos desafía, nos moviliza y rompe el conformismo del ‘siempre ha sido así’, y nos pide que nos levantemos para mirar de frente el rostro de los jóvenes y las situaciones en las que se encuentran. La misma esperanza nos pide que trabajemos para revertir las situaciones de precariedad, exclusión y violencia a las que están expuestos nuestros muchachos”, dijo Francisco.

Los jóvenes, fruto de muchas de las decisiones tomadas en el pasado, nos llaman a asumir junto con ellos el presente con mayor compromiso y a luchar contra lo que de alguna manera impide que sus vidas se desarrollen con dignidad. Nos piden y reclaman una entrega creativa, una dinámica inteligente, entusiasta y esperanzadora, y que ‘no los dejemos solos’ en manos de tantos mercaderes de la muerte que oprimen sus vidas y oscurecen su visión.

Francisco pide a los Padres sinodales que se escuchen unos a otros “para discernir juntos lo que el Señor está pidiendo a su Iglesia”. Y esto, señaló el Pontífice, requiere estar alertas y velar para que no prevalezca la lógica de la autopreservación y la autorreferencialidad, que termina convirtiendo en importante lo superfluo y haciendo superfluo lo importante”.

Es necesario “escuchar a Dios, escuchar con él el clamor del pueblo; escuchar al pueblo, hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama” (cf. Discurso en la vigilia de oración de preparación al Sínodo sobre la Familia, 4 de octubre de 2014). Hay que evitar la “tentación de caer en posiciones eticistas o elitistas y también en la atracción por ideologías abstractas que no se corresponden nunca con la realidad de nuestro pueblo.

El Papa cita el Mensaje a los jóvenes de Pablo VI al final del Concilio Vaticano II, en los años ’60: “Durante cuatro años la Iglesia ha trabajado para rejuvenecer su rostro, para corresponder mejor al designio de su fundador, el gran Viviente, Cristo, eternamente joven. Y al final de esta impresionante “reforma de vida”, se dirige a ustedes: es para ustedes, jóvenes, sobre todo para ustedes, que la Iglesia con su Concilio acaba de encender una luz, luz que alumbrará el porvenir, su porvenir”. Y concluyó: “ Padres sinodales, la Iglesia los mira con confianza y amor ”