San Pablo, “vaso de elección”
Estamos hoy sábado 28 en la víspera de San Pedro y San Pablo, día del Papa pero además inaugurando un año paulino. Un año dedicado a San Pablo ya que se cumplen 2000 años de su nacimiento. Este año paulino comienza hoy y termina en junio de 2009.
Los invito a invocar al Espíritu Santo de Dios con esa misma disposición, apertura, disponibilidad, que tenía San Pablo para dejarse llevar por el viento del Espíritu Santo. Vamos a invocar al Espíritu Santo de Dios.
Invocación al Espíritu Santo
Ven Espíritu Santo, atiéndenos.
Espíritu del Padre, vivifícanos.
Espíritu del Hijo, sálvanos.
Amor eterno, llénanos.
Con tu fuego inflámanos, con tu luz, ilumínanos. Fuente viva, sácianos. De nuestros pecados, lávanos.
Por tu unción, fortalécenos. Por tu consuelo, confórtanos. Por tu gracia, guíanos. Por tus ángeles, Espíritu Santo, protégenos.
No permitas jamás que nos separemos de vos. Dios, Espíritu Santo, escúchanos. Con el dedo de tu Gracia, tócanos. Derrama en nosotros el torrente de la virtud.
Fortalécenos con tus siete dones y con tus frutos. Líbranos del maligno enemigo. En la última batalla, úngenos. A la hora de la muerte, defiéndenos y entonces llámanos hacia vos para que con todos los santos alabemos al Padre, al Hijo y a vos, fortalecedor piadoso y eterno.
Ven Espíritu Santo, ven Ruaj Santa, ven aliento de vida, ven a derramar en nosotros ese espíritu de hijos e hijas, de discípulos y discípulas testigos de la Palabra para encarnar el mensaje, para hacernos mensaje, para hacernos Palabra, para comunicar palabras de vida.
Ven Espíritu Santo, ven a través de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María. María Reina de la Paz ruega por nosotros y por el mundo entero. Amén.
Abrimos las puertas al año Paulino
Estamos en las vísperas de San Pedro y San Pablo, día del Papa, del Sumo Pontífice, una fiesta muy importante en toda la Iglesia y queremos saludar muy especialmente a todos los que celebran su onomástico, el día de su santo, ya sea porque se llaman Pablo o Pedro o Paulo, Paula, Paulina.
San Juan Crisóstomo, hablando de San Pablo, Pablo de Tarso, lo exalta como personaje incluso superior a muchos ángeles y arcángeles. Y Dante Alighieri, en la Divina Comedia, inspirándose en una narración de Lucas en los Hechos de los Apóstoles 9, 15 lo define simplemente como “Vaso de Elección” que significa instrumento escogido por Dios. Otros le han llamado el décimo tercer apóstol, y realmente el insiste mucho en el hecho de ser un auténtico apóstol habiendo sido llamado por el resucitado, o incluso el primero después del único. Ciertamente después de Jesús el es el personaje de los orígenes del que más estamos informados. De hecho no sólo contamos con la narración que hace de él Lucas en los Hechos de los Apóstoles sino también de un grupo de cartas que provienen directamente de su mano y que sin intermediarios nos revelan su personalidad y su pensamiento. Lucas, por ejemplo, nos informa que su nombre original era Saulo (Hechos 7,58). En hebreo, Saúl (Hechos 9, 14) entre otros. Como el Rey Saúl (Hechos 13,21) Y era un judío de la diáspora, dado que la ciudad de Tarso se sitúa entre Anatolia y Siria. De la diáspora, o sea de la dispersión de aquellos judíos que se habían tenido que ir en siglos anteriores quizás de Jerusalén. Había ido a Jerusalén, había vuelto para estudiar a fondo la Ley Mosaica, la de Moisés, a los pies del gran rabino Gamaliel (Hechos 22,3) Había aprendido también un trabajo manual y rudo, la fabricación de carpas de telas (Hechos 18, 3) que más tarde le permitiría sustentarle en lo que eran los gastos personales sin ser de peso para las comunidades, la Iglesia (Hechos 20,34 1Corintios 20,32, etc)
Para el fue decisivo conocer la comunidad de quienes se profesaban discípulos y seguidores de Jesús. Por ellos tuvo noticias de una nueva fe, un nuevo camino (método), como se decía, que no ponía en el centro la ley de Dios sino la persona de Jesús crucificado y resucitado a quién se le atribuía la remisión de los pecados. Como Judío celoso consideraba este mensaje inaceptable, es más, escandaloso, y sintió el deber de perseguir a los seguidores de Cristo incluso fuera de Jerusalén. Era un apasionado, un colérico. Precisamente en el camino hacia Damasco, a inicios de los años 30 Saulo, según sus palabras, fue “alcanzado por Cristo Jesús” (Filipenses 3,12)
Alcanzado, qué maravilla, alcanzado en el camino. Mientras Lucas cuenta el hecho con abundancia de detalles, la manera en que la luz del resucitado le alcanzó cambiando fundamentalmente toda su vida, en sus cartas Pablo va directamente a lo esencial y habla no sólo de una visión, (1Corintios 9,1) sino de una iluminación (2 Corintios 4,6) y sobre todo de una revelación, un llamado, una vocación en el encuentro con el resucitado (Gálatas 1, 15-16) De hecho se definirá explícitamente apóstol por vocación o sea por llamado (Romanos 1,1) o apóstol por voluntad de Dios (2Corintios 1,1 Efesios 1,1) como queriendo subrayar que su conversión no era el resultado de bonitos pensamientos, de reflexiones, o de emociones fuertes, sino el fruto de una intervención divina, de una gracia divina imprevisible. A partir de entonces todo lo que antes constituía para el un valor se convirtió paradójicamente, según sus palabras, en pérdida y basura (Filipenses 3,7-10) y desde aquél momento puso todas sus energías al servicio exclusivo de Jesucristo y de su Evangelio. Su existencia se convertirá en la de un apóstol que quiere hacerse todo a todos (1Corintios 9,22) sin reservas de ningún tipo. De aquí se deriva una lección muy importante para nosotros, lo que cuenta es poner en el centro de la propia vida a Jesucristo, en el centro de la propia vida a Jesucristo, vivo, resucitado, de manera que nuestra identidad se caracterice esencialmente por ese encuentro renovado, recreado diariamente. La común unión con Cristo y su Palabra. Bajo su luz cualquier otro valor debe ser recuperado y purificado de posibles escorias. Es como que ese encuentro renovado, recreado diariamente, pone en su lugar, en su escala de valores a cada cosa, a cada actividad, a cada “valor” humano.
Otra lección fundamental dejada por Pablo es el horizonte espiritual que caracteriza a su apostolado. Sintiendo agudamente el problema de la posibilidad para los gentiles, es decir los paganos, los que no eran del pueblo de Israel de alcanzar a Dios también ellos, que en Jesucristo crucificado y resucitado ofrece la salvación a todos los seres humanos sin excepción, entonces se dedicó a dar a conocer esta Buena Noticia, este Evangelio a todos. El anuncio de gracia destinado a reconciliar al ser humano con Dios, consigo mismo y con los demás. Desde el primer momento había comprendido que ésta es una realidad que no afectaba sólo a los judíos o a un cierto grupo de hombres sino que tenía un valor universal para todos los hombres y mujeres de todos los tiempos, de todas las culturas, de todas las naciones y afectaba a todos.
La Iglesia de Antioquia de Siria fue el punto de partida de sus viajes donde por primera vez el Evangelio fue anunciado a los griegos, donde fue acuñado también el nombre de cristianos (Hechos 11,20) es decir creyentes en Cristo Jesús. Desde allí tomó rumbo en un primer momento hacia Chipre y después en diferentes ocasiones hacia regiones de Asia Menor, Piscidia, Nicaonia, Galacia, y después a las de Europa, Macedonia, Grecia. Más reveladoras fueron las ciudades de Éfeso, Filipos, Tesalónica, Corinto. Sin olvidar tampoco Verea, Atenas y Mileto. Todo esto en Grecia.
En el apostolado de Pablo no faltaron dificultades a las que el afrontó con valentía por amor a Cristo. El mismo recuerda que tuvo que soportar trabajos, cárceles, azotes, peligros de muerte, naufragios, es decir muchas veces. “Tres veces fui azotado con varas, una vez apedreado, tres veces naufragué, viajes frecuentes, peligros de ríos, peligros de salteadores, peligros de los de mi raza, peligros de los gentiles, peligros en ciudad, peligros en despoblados, en campos, peligros por mar, peligros entre falsos hermanos, trabajo y fatiga, noches sin dormir, hambre y sed, muchos días sin comer, frío y desnudez y aparte otras cosas, responsabilidad diaria, la preocupación por todas las comunidades” (2Corintios 11, 23-28)
En un pasaje de la carta a los romanos, (Romanos 15, 24) se refleja, a propósito de llegar hasta España, el confín de occidente, para anunciar el Evangelio por doquier, hasta los confines de la tierra entonces conocida, la Península Ibérica. Y como no admirar a un hombre así, como no dar gracias al Señor por habernos dado un apóstol de esta talla. Está claro que no hubiera podido afrontar situaciones tan difíciles y a veces tan desesperadas si no hubiera tenido una razón de valor absoluto ante la que no podía haber límites para Pablo, esta razón, lo sabemos, es Jesucristo de quién escribe: “El amor de Cristo nos apremia, murió por todos para que ya no vivan para sí los que viven sino para aquél que murió y resucitó por ellos, por nosotros, por todos” (2Corintios 5, 14-15) y de hecho, el apóstol ofrecerá su testimonio supremos, con la sangre, bajo el emperador Nerón en Roma, donde se conservan y veneran sus restos mortales en la hermosísima Iglesia de San Pablo extra muros.
Clemente Romano escribió: “Por celos y discordia Pablo se vio obligado a mostrarnos como se consigue el premio de la paciencia. Después de haber predicado la justicia a todos en el mundo y después de haber llegado hasta los últimos confines de occidente, soportó el martirio ante los gobernantes y de este modo se fue de este mundo y alcanzó un lugar santo convertido de este modo en el más grande modelo de perseverancia”.
Entonces qué hermoso que es comenzar a vivir el año de San Pablo con esta síntesis maravillosa de la vida del apóstol. Eso es lo que yo quería hacer con ustedes en este día.
La ruta de San Pablo, la ruta del corazón
Hoy quiero compartir, en este programa dedicado a San Pablo, que el corazón es como la verdadera ruta que interesó a San Pablo. Un experto en el corazón humano. Digo de las rutas de San Pablo porque, por ejemplo, ustedes saben que existe una peregrinación llamada “El camino de San Pablo”. Es una peregrinación que recorre los lugares donde el Apóstol Pablo predicó.
Impresiona la gracia que deja el recorrer los caminos de San Pablo, pero creo también y sin menospreciar lo importante que es la peregrinación, porque no es una peregrinación no es una excursión sino un tomar conciencia de lo que uno es, un peregrino. La palabra peregrinación significa caminar “per agros” por los campos, esto implica ciertamente austeridad, toma de conciencia de que somos caminantes, peregrinos hacia la casa del Padre. Creo que es importante la peregrinación, nos ayuda a tomar conciencia de que somos un pueblo de Dios peregrino, caminante, en busca de una meta y eso nos da parte de un conocimiento rico en este caso de lo que es la teología paulina. Una peregrinación espiritual a través de las cartas y de la vivencia en cada lugar.
Todo eso es importante pero más importante todavía es descubrir otros caminos que San Pablo recorrió y que son los caminos o rutas y que hoy me interesa especialmente compartir con ustedes. Intentaré explicarme mejor. Hay un texto completo en los Hechos de los Apóstoles con el que he querido introducir estas reflexiones y es el siguiente: Hechos 16,9: “Durante la noche, Pablo tuvo una visión: Un macedonio puesto en pié le suplicaba: ven a Macedonia y ayúdanos”.
Este es el texto que me parece importante destacar, sí. Dos o tres elementos conviene destacar con el fin de adivinar eso que he llamado los otros caminos de San Pablo o las otras rutas de San Pablo. Por un lado el elemento del sueño. Por otro el grito concreto del macedonio: “Ven y ayúdanos”. Y finalmente, como sabemos por lo que sucedió después la respuesta inmediata y generosa en San Pablo, respuesta a lo que el macedonio le pedía. Podemos afirmar que los caminos más genuinos de San Pablo, los caminos que siempre serán paradigmáticos en su vida y misión, son los caminos del corazón humano. Lo que a Pablo le interesaba eran los corazones concretos de los seres humanos, lo que el quería conocer y sanar, recorrer con la llama del Evangelio era el corazón de cada ser humano. Esos eran los caminos con los que Pablo soñaba y recorría. No tanto los caminos físicos de todas y cada una de las naciones de los gentiles. En esos caminos o rutas gastó Pablo la vida en la evangelización de los corazones. Destrozó sus pies, cansó su cuerpo día y noche por tierra, por mar, con comida y sin comida, en esos caminos hizo rutas del anuncio del Evangelio.
Bien, es tu misión bautizado, bautizada, es mi misión, es la misión de la Iglesia toda, es la misión que todos tenemos en la Iglesia, vos, joven, adulto, anciano, casado, soltero, viudo, separado, vos bautizado, sacerdote, religiosa, religioso, obispo, anunciar el nombre de Jesucristo, su Evangelio, por todo el mundo y a todos los hombres de todos los tiempos y de todas las culturas. Lo tenemos que hacer como Pablo, con su mismo estilo y pasión aunque la tarea y la circunstancias sean difíciles, o sean otras, bueno, difíciles han sido siempre.
Soñar, escuchar, responder
Al hilo del texto que estamos comentando podemos o debemos algunas lecciones de Pablo y estas son me parece algunas:
San Pablo, modelo de padre y madre en la fe
Me alegro que ustedes lean las cartas de San Pablo, se entusiasmen por ellas, les lleguen cada vez más porque en estos tiempos vamos a darle espacio a San Pablo porque yo creo que Pablo es un apóstol maravilloso y actual pero por sobre todo porque me llega al corazón a los Gálatas, en esa expresión que encontramos “Hasta que Cristo se forme en ustedes”. Me parece maravilloso. Dice que los exegetas, que estudian las cartas de Pablo, dicen que ahí se expresa el desahogo de Pablo porque es la imagen de la paternidad la que encierra y revela el amplio mundo de relaciones que une a Pablo con aquellas comunidades que había fundado. El se siente padre de todos aquellos que había engendrado por la fe, por la predicación de la Palabra, porque era un evangelizador y un fundador de comunidades cristianas. Esta imagen de paternidad de Pablo como padre que engendra vida me parece que es la que tenemos un poco todos los catequistas, misioneros, evangelizadores, a la hora de anunciar la Palabra, engendramos vida, por gracia de Dios, en los corazones de los demás.
En el judaísmo, el primer responsable de la educación religiosa de los hijos es el padre. Al ver al padre colocarse en el brazo y en la frente las cajas de cuero que contienen fragmentos de la Biblia, al hijo se le introducía visiblemente en la profesión de fe, contenida en Deuteronomio 6, 4-5 “Escucha Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”. Este breve texto, “Escucha Israel” estaba trascripto en un minúsculo rollo de pergamino y colocado dentro de un estuche que el papá tenía colocado en la frente. Probablemente sea esta imitación del padre el trasfondo de la exhortación que Pablo dirige con frecuencia a los miembros de la comunidad que el fundaba para que sean sus imitadores, por ejemplo en 1Corintios 4,16 “Les suplico por tanto que sigan mi ejemplo”. También en 1 Corintios 11,1 “Sigan mi ejemplo como yo sigo el de Cristo”.
El, entonces, con respecto a los que ha evangelizado tiene conciencia de ejercer el mismo papel que el padre en la familia judía. Por ejemplo leemos en 1Tesalonicenses 2, 11 “Bien saben que hemos sido para cada uno de ustedes como un padre para sus hijos”. Esta misma paternidad espiritual es la que descubrimos en otros textos, por ejemplo “Sufro por ustedes como si les estuviera de nuevo dando a luz” En este caso Pablo recurre a la imagen simbólica de la maternidad para expresar mejor el vínculo con los miembros de las comunidades cristianas por el fundadas. A eso lo encontramos en 1 Tesalonicenses 2, 7 “Hemos sido toda bondad en medio de ustedes, más aún como una madre cuida cariñosamente a sus hijos” Se trata de una imagen intensa y significativa. Fíjense que Pablo la reserva únicamente para las comunidades por él fundadas, no para las otras, para las que el mismo había fundado. Esto explica su uso de Gálatas 4,19 donde asume un significado especial para los destinatarios de este escrito paulino. Toda la terminología de este texto es voluntariamente materna porque del griego verbo “odino”, “sufrir los dolores de parto”, se aplica exclusivamente a la madre, mientras que el verbo “engendra” , en griego “genao” se aplica tanto al padre como a la madre como por ejemplo 1Corintios 4,15. Si Pablo ha sido padre en la fe para los Gálatas según el modelo de la figura del padre en el judaísmo, ahora es también madre en su regeneración o renacimiento al Evangelio. De hecho los Gálatas habían claudicado ante la predicación o la propaganda de los judaizantes, es decir en los que insistían a la vuelta de la práctica del judaísmo como por ejemplo la circuncisión ignorando la obra de Jesús y se habían alejado del Evangelio incluso anunciado por Pablo, entonces el apóstol se propone reconducirlos a los Gálatas a la fe en Jesús sometiéndose como a los dolores de un parto. Imagínense como si fuera una comunidad mal sembrada, mal enseñada, qué difícil que es poder encauzarla. Entonces digo que esto es importante: para poder llamarlos de nuevo con el nombre cristiano de “hijitos” y de criaturas nuevas en Cristo. Cuánta ternura hay en esto de Pablo.
Configurar las comunidades en Cristo
Lo que en el conjunto de las Cartas de Pablo se conoce como espiritualidad paulina es, sobretodo, una espiritualidad centrada en la persona de Jesucristo y de su evangelio que al apóstol le gusta llamar “mi evangelio” (Romanos 2,16) y el trabajo interior de Pablo está marcado profundamente por la tensión hacia la plena configuración con la persona de Cristo Jesús hasta decir en Gálatas 2,20, “Ya no vivo yo, pues es Cristo quien vive en mi” o también “Para mí la vida es Cristo” (Filipenses 1,21) Esta configuración con Cristo ilumina también el texto de Gálatas 4,19 donde aparece la obra formadora de Pablo como padre y madre de sus comunidades. Formar a Cristo en estas sus comunidades es para el apóstol un trabajo profundo, el que con más fuerza revela su paternidad espiritual y apostólica. Formar a Cristo en sus comunidades o configurarlas con el. No significa darles una semejanza con Cristo solo externa o superficialmente o más bien actuar profundamente en el ser y en el obrar de las comunidades nacidas por el Bautismo y por la Pascua de Jesucristo.
A vos, que estás trabajando en la tarea de catequesis, animación, evangelización o misión, me parece que tenés que sentirte profundamente identificado con esto que estamos diciendo sobre San Pablo, sobre su paternidad y maternidad a la hora de relacionarse con las comunidades por él fundadas, alimentadas, fortalecidas. Me parece maravilloso.
Oración Final
Señor, yo quiero arriesgar mi vida.
¿Para qué sirve si no es para darla?
A veces no soy más que un cómodo, un perezoso, producto de una sociedad que busca seguridad, dinero, placer, eliminando todos los riesgos.
Señor, vos que naciste en el cansancio de un viaje, vos que moriste como un malhechor después de haber recorrido sin dinero todos los caminos, arráncanos de nuestro egoísmo, de nuestra indiferencia, de nuestra comodidad.
Marcados con tu cruz que no tengamos miedo a la vida dura, a los trabajos en los que se arriesga la vida, a las tareas que exigen responsabilidad, sobre todo en la catequesis, en la misión, en la evangelización, en el anuncio.
Señor, ayúdanos a que estemos dispuestos para la gran aventura a los que nos llamas a cada uno de nosotros por el bautismo.
Jóvenes, adultos, hombres, mujeres, queremos como Pablo y con el comprometer nuestra vida confiando en la certeza de tu Palabra.
Queremos jugarnos la vida por tu amor que es gratuito, incondicional, maravilloso, único, original, irrepetible, porque nunca nadie nos ha amado así ni nunca nadie nos amará así.
Queremos ser prudentes con los demás y queremos creer que por la presencia del Espíritu Santo podemos ser artífices de orden, armonía, equilibrio.
Queremos creer que el amor que viene de esa fuente inagotable que es el Espíritu Santo, recrea y regenera todo lo que está muerto, inerte, todo lo que está desperdiciado, descalificado, desvalorizado, retorcido.
Vos me estás diciendo Señor que siga caminando, que te mire a vos, que mire tu rostro, que siga adelante, que no me detenga, que no tenga miedo al fracaso, que no me deleite del éxito, que solamente ponga la confianza en vos y no en mi, que te mire a vos y no a mí, que pueda ejercitar y celebrar mi fe cada día, una fe pascual, sin preocuparme de las consecuencias.
Y finalmente, saber que cuento cada día, cada momento, cada minuto, con tu amor.
Señor, por momento me parece extraño esto de ser cristiano, de ser tu seguidor, el seguidor de tus huellas, de seguirte a vos Jesús, persona viva, pero hoy, con esta luz que me han dado las palabras de Pablo, me doy cuenta que no podría dejar de hacerlo porque si dejo de hacerlo ya no sería yo y no tendría sentido mi vida.
Señor, gracias por este regalo de Pablo a la Iglesia, a la comunidad.
Gracias por este año paulino.
Gracias por su testimonio y gracias por las palabras vivas que a través de Pablo nos seguís regalando.
Y que por intersección del Corazón Inmaculado de María, los bendiga el Buen Dios Todopoderoso. Los sane, salve y libere el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, Amén.
Padre Francisco Rubén Bellante