En el gesto de tomar el mate, se expresa el símbolo de familia, amistad, unidad, encuentro, compartir, lo mismo entre hermanos y amigos, un gesto muy lleno de contenido humano, cristiano. ¿Por qué entonces no compartirlo también con nuestra Madre y Ella con nosotros, sus hijos, acercándola y poniéndola muy dentro del hogar, en la cocina, con el mate entre sus manos como bendiciendo a la vez y santificando todo lo humano nuestro?
El Santo Padre Juan Pablo II -con fecha 1° de Mayo de 1993- expresó: “De todo corazón otorgamos la implorada bendición apostólica, bajo los auspicios de Nuestra Señora Gaucha del Mate”. La colocó a la Virgen junto a nuestras vidas, sin tantos lujos de ropas, sin collares y colgaduras, cosas que no llevan normalmente nuestras mamás y, si Ella es nuestra madre, así la queremos hoy, humildemente sencilla, y no por eso dejará de ser menos maravillosa como bendita entre todas las mujeres y Madre de Dios.
La imagen de “Nuestra Señora Gaucha del Mate” a la que se hace referencia fue creada por la pintora María Inés Rosñiski y representa a la Virgen como una pequeña y joven campesina, con sus ropas típicas, trenzas en su pelo, sentada a la sombra de un árbol en medio de un campo abierto. Como se explica más arriba, tiene un brasero a su lado y el mate entre las manos, ofreciéndolo.
El mate es una infusión realizada con las hojas del árbol de yerba mate, ampliamente consumida en Argentina, Paraguay, Uruguay y el sur de Brasil. Cada zona tiene sus particularidades a la hora de cebar y tomar mate, pero siempre es un medio para celebrar la amistad o crear nuevos vínculos.
Oración a Nuestra Señora Gaucha del Buen Mate
María del Buen Mate
Del mate de las frías madrugadas,
del mate de las tardes otoñales,
del mate de las noches de estudiantes,
del mate de la espera…
del mate del amigo y del encuentro
del mate que reemplaza los almuerzos
del mate que calienta los inviernos,
del mate que reúne y que celebra…
del mate oportuno en la visita,
del mate silencioso en los abuelos,
del mate espumoso de la rueda,
del mate que no hace diferencias…
del mate que está siempre dispuesto,
del mate que nunca se resiente,
del mate que se alegra en ser usado,
del mate que se brinda a cada hora…
enséñanos a tomar mate
que no sea el mate frío de la rutina,
que sea el mate del amor fraterno
que nos deje sabor a vida nueva.
Que sea el mate “que pierde tiempo”
cuando hay otro que quiere compartirlo.
Que sea el mate que celebre siempre
al amigo oportuno que se acerca,
que sea el mate creador de espacios
donde el otro encuentre la paz y la confianza
que sea el mate que suavice las heridas
y acorte las horas de cansancio y soledades.
Que sea el mate una buena nueva,
un canto a la amistad,
un modo de amar y dar la vida.
Amén.
Hna. María Virginia Gette. Misionera Sierva del Espíritu Santo.
(Convento Cristo Rey, Esperanza)