Los Abuelos

viernes, 31 de julio de 2009
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Ven Espíritu Santo, ven Rua santa, ven Espíritu de Dios, ven aliento de vida, aliento de vida que anticipa la vida eterna, la vida plena, la vida que ahora estamos gozando como en un claro oscuro, ven porque si vos no venís nos faltarán las alas para la plegaria desgastaremos el silencio y las palabras, siendo escondido tu voz no clama. Ven Espíritu Santo porque si no venís será imposible el abrazo del reencuentro con el hermano que la ofensa puso lejos. Si vos no encendés de nuevo el fuego pero si venís a recrearnos y a sanarnos y con un soplo das vida barro como un artista irás plasmando un rostro nuevo de hijos y hermanos. Por eso, ven Espíritu Santo, si no vienes olvidaremos la esperanza que llevamos, sucumbiremos al desánimo y al llanto si no venís a consolarnos, si no venís evitaremos el camino aconsejado por el Señor de las espinas y el calvario si no venís a recordarlo pero si venís a sostenernos y nos conducís como un maestro en nuestra carne se irá escribiendo cada palabra del evangelio. Por eso vení, Espíritu de Dios, amor del padre y del hijo, derrámate sobre nosotros Si vos no venís nuestra mirada será ciega de tus rastros. La poca fe dominará lo cotidiano si no nos donas el ser más sabios. Si vos no venís y sacudís con tu viento nuestra casa y con un sello de profeta n os consagras, tendremos miedo, temores, angustias pero si venís y en el silencio del alma escribís renglones nuevos entre nosotros se ira tejiendo la historia cierta del nuevo reino a pesar de todo y con todo. Por eso, vení Espíritu Santo derrámate sobre cada oyente, sobre cada familia. Danos una nueva unción de Tu presencia, fortaleciendo a los débiles, a los vacilantes, a los enfermos, a los ancianos, a los que nos cuidan, ven Espíritu Santo a aumentar nuestra fe, nuestra esperanza, nuestra caridad. En Espíritu Santo, ven mediante la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María.  Amen

Como lo venimos haciendo vamos a compartir el testimonio del padre Huaper historia de un misionero pampeano en el África. Este testimonio lo escribí yo mismo y lo publique el 20 de Mayo de 1999 en  un periódico local o sea que se han cumplido 10 años de la Pascua, de la partida del padre Oscar Huaper. Siendo yo seminarista en el seminario San Carlos Borromeo en Rosario, en los años 80 me enteré de la existencia del padre Oscar a través de una entrevista en la desaparecida revista Esquiú. Allí supe que era de nuestra zona, del sur Santafecino, que había nacido en Venado Tuerto, que creció en Santa Lucía cerca de Santa Teresa. Tenía 16 años cuando experimentó el imperioso llamado misionero, hacer que Cristo llegue a todos. Ingresó a la congregación de los padres misioneros de La Consolatta. Estudio filosofía y teología y fue ordenado sacerdote en Santa Teresa, su pueblo natal

Decidí entonces escribirle. El estaba en África. No tardó en responderme una y otra vez. Esperaba sus cartas ansiosamente, en cada una de ellas encontraba un inefable aliento a mi vocación. Me hablaba de sus mambetus la tribu del Zaire que atendía. Del vuelco cultural que suponía su vida en el África. Me hablaba de valores maravillosos en medio de sencillez, austeridad y carencias materiales. Me decía, aquí cuando muere un viejo es como si se quemara una biblioteca para explicarme la veneración por la sabiduría de los ancianos. Esa gante le enseñó a vivir de otra manera a Oscar eligiendo lo esencial cada día. Allí no había muchos medios de comunicación ni televisión, ni radio, ni teléfono  Los sonidos de la sel