12/07/2017 – Junto al Padre Javier Soteras seguimos desandando el camino de los 10 mandamientos. Hoy reflexionamos en torno al 8º mandamiento: No dirás falso testimonio ni mentirás
El octavo mandamiento: No dirás falso testimonio ni mentirás “No des falso testimonio contra tu prójimo” Éxodo 20,16
El octavo mandamiento: No dirás falso testimonio ni mentirás “No des falso testimonio contra tu prójimo”
Éxodo 20,16
El octavo mandamiento nos enseña a no mentir. Mentir significa hablar u obrar consciente y voluntariamente contra la verdad. Quién miente se engaña a sí mismo y conduce al error a otros que tienen derecho a no ser engañados. [2464,24672468,2483,24852486]
Toda mentira atenta contra la justicia y la caridad. La mentira es una forma de violencia; introduce el germen de la división en una comunidad y socava la confianza sobre la que se funda toda comunidad humana.
Vivir en el respeto a la verdad no significa únicamente ser fiel a uno mismo. Mirado de cerca, ser veraz significa ser fiel ante Dios, pues él es la fuente de toda verdad. La verdad sobre Dios y toda la realidad la encontramos directamente en Jesús, que es “el camino y la verdad y la vida” (Jn 14,6). [24652470,2505]
Quien sigue realmente a Jesús es cada vez más veraz en su vida. Suprime toda mentira, falsedad, fingimiento y ambigüedad de sus actos y se hace transparente para la verdad. Creer quiere decir convertirse en testigo de la verdad.
Todo cristiano debe dar testimonio de la verdad y con ello seguir a Jesús, que dijo ante Pilatos: “Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad” (Jn 18,37). [2472-2474]
Esto puede suponer incluso que un cristiano entregue su vida por la verdad y por amor a Dios y a los hombres. Esta forma suprema de defender la verdad se llama martirio.
Ser veraz significa que uno actúa con sinceridad y habla con franqueza. La persona veraz evita la duplicidad, la simulación, el dolo y la hipocresía. La forma más grave de faltar a la veracidad es el perjurio. [2468,2476] Un mal grave en toda comunidad es hablar mal de otras personas y la transmisión de lo oído: A dice a B “en confianza” aquellas cosas desfavorables que C ha dicho sobre B.
Toda falta contra la verdad y la justicia exige, aun cuando haya sido perdonada, una reparación. [2487]
Cuando no es posible reparar en público una mentira o un falso testimonio, hay que hacer todo lo que se pueda, al menos en secreto. Si no se puede indemnizar directamente al afectado por el daño causado, se está obligado en conciencia a ofrecerle una reparación moral, es decir, hay que hacer todo lo posible para alcanzar al menos una compensación simbólica.
La comunicación de la verdad debe hacerse con inteligencia y enmarcada en la caridad. Con frecuencia se emplea la verdad como arma arrojadiza, que tiene entonces un efecto destructivo en lugar de constructivo. [24882489, 2491]
Al comunicar informaciones hay que pensar en los “tres filtros” de Sócrates: ¿Es verdad? ¿Es bueno? ¿Es útil? Se exige también discreción en los secretos profesionales. Siempre deben ser guardados, excepto en casos excepcionales, que hay que justificar rigurosamente. Es igualmente culpable quien hace públicos informes confidenciales que se revelaron bajo reserva. Todo lo que se diga debe ser verdad, pero no hay que decir todo aquello que es verdad.
El secreto de confesión es sagrado y no puede ser revelado bajo ningún pretexto, por importante que sea. [2490]
Ni siquiera el mayor de los crímenes puede ser denunciado por un presbítero. Tampoco las pequeñeces de la confesión de un niño las puede revelar un sacerdote, ni siquiera bajo tortura. 238
Los que hacen los medios tienen una responsabilidad ante los usuarios de los mismos. Ante todo, deben informar conforme a la verdad. Tanto la investigación de los verdaderos hechos como su publicación, deben tener en cuenta los derechos y la dignidad de la persona. [24932499]
Los medios de comunicación social deben contribuir a la construcción de un mundo justo, libre y solidario. En realidad, no pocas veces los medios se emplean como arma en las disputas ideológicas, o, en aras del mayor alcance (“cuota de pantalla”), se abandona el necesario control ético de sus contenidos y se convierten en instrumentos para seducir y hacer dependientes a las personas.
Muchas personas, y en especial los niños, consideran verdad lo que ven en los medios. Cuando, con el fin de divertir, se ensalza la violencia, se aprueba el comportamiento antisocial y se banaliza la sexualidad humana, pecan tanto los responsables de los medios como las instancias de control que deberían atajar esto. [2496, 2512]
Las personas que trabajan en los medios deben ser siempre conscientes de que sus productos tienen un efecto educativo. Los jóvenes deben examinar continuamente si son capaces de usar los medios en libertad y con sentido crítico, o si ya son adictos a determinados medios. Cada hombre es responsable de su alma. Quien consume, a través de los medios, violencia, odio y pornografía, se embota mentalmente y se causa daño a sí mismo.
La verdad y la belleza van unidas, pues Dios es la fuente tanto de la belleza como también de la verdad. El arte, que se orienta a la belleza, es por ello un camino propio para llegar al todo y a Dios. [25002503, 2513] Lo que no se puede decir con palabras ni comunicar con el pensamiento, se expresa en el arte. Es “una sobreabundancia gratuita de la riqueza interior del ser humano” (CCE 2501). En gran similitud con la actividad creadora de Dios, en el artista se unen la inspiración y la habilidad humana para dar forma válida a algo nuevo, un aspecto de la realidad desconocido hasta ese momento. El arte no es un fin en sí mismo. Tiene que elevar al hombre, conmoverlo, hacerlo mejor y en definitiva llevarlo a la adoración y la acción de gracias a Dios.
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