18/06/2018 – A nosotros nos resulta connatural responder: el que me la hace me la paga. Jesús dice que esto debe ser superado, que no hay posibilidad de romper el círculo de violencia en escala ascendente si no a partir de una actitud superadora que sea capaz de sanear y superar pacificando las ofensas recibidas. Esto es posible gracias a una ley de amor misericordioso dispuesto a dar la espalda a la ofensa, perdonar y mirar hacia delante. Esto no quiere decir que no debemos resistir al mal, sino que no nos debemos dejar enredar por él.
Jesús, dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra. Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él. Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado.
Mt 5,38-42
En estos días venimos escuchando en el evangelio de Mateo : a ustedes se les dijo pero yo les digo. Es ahora la quinta de las antítesis del discurso del monte de los Olivos: A ustedes se les dijo ojo por ojo, diente por diente. Yo les digo: “no hagan frente al que los agravia”. En síntesis, vida por vida, ojo por ojo, diente por diente. Es decir podes vengarte en la medida que hayas sido ofendido, cobrando o pagando con la misma moneda.
A nosotros nos resulta connatural responder: el que me la hace me la paga. Jesús dice que esto debe ser superado, que no hay posibilidad de romper el círculo de violencia en escala ascendente si no a partir de una actitud superadora que sea capaz de sanear y superar pacificando las ofensas recibidas. Esto es posible gracias a una ley de amor misericordioso dispuesto a dar la espalda a la ofensa, perdonar y mirar hacia delante. Esto no quiere decir que no debemos resistir al mal, sino que no nos debemos dejar enredar por él.
Eso solo es posible por la fuerza del amor. Ante la acción violenta y la descalificación, sólo el amor que firme, sostiene y promueve y que marca límites, lo hace posible. Un amor crecido, convencido y maduro, nos permite mantenernos de pie.
Hay escenarios de la vida que nos ponen en este dar un paso más allá de lo que nuestra propia naturaleza nos da. Es cuando nos sentimos sacudidos por vientos fuertes de injurias, calumnias y mal entendidos. Allí donde la vida se hace tensa, para poder dar un paso superador a la acción primera, necesitamos que el Espíritu Santo sople sobre una particular gracia. Es la de poder resistir y superar la reacción primera por una superadora en el amor.
No se trata de ser superior sobre el resto. Sino que sólo es posible a partir de reconocer la propia realidad y en medio de la dificultad, de lo que nos brota del corazón, pedir la gracia de que el Señor sea quien obre para poder superar nuestras reacciones más bajas.
En realidad el mejor bálsamo para vencer nuestras debilidades y fortalecernos es el amor. El amor del que hablamos es un don y lo da el Espíritu Santo.
Es la fuerza del amor, el que supera perdonando, el amor que supera misericordiando y dejándose misericordiar, resistiendo a no reaccionar en el embestida, y ese amor que se hace grande al estilo del Padre Dios que como dice Jesús “hace salir el sol sobre buenos y malos”.
Padre Javier Soteras
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