18/06/2018 – El Padre Mateo Bautista, sacerdote Camilo, Master en pastoral de la salud y Licenciado en teología moral y espiritual, nos acompaña en el ciclo: “Te cuento un cuento para sanar. En esta ocasión el nombre del cuento fue: “Regalos”. Lo transcribimos a continuación:
Don Eugenio es un autodidacta muy culto, de gran experiencia de vida y con un peculiar don de gentes.
Don Eugenio cuida esmeradamente las relaciones humanas. Sus contactos los hace con mucho tino, consciente de que de ellos pueden resultar encuentros, desencuentros o encontronazos.
Don Eugenio es muy humanista y espiritual. No quiere se manipulado ni manipulador. Es un ser de gran generosidad, pero le gusta amar y servir en verdad y libertad. Por eso, su concepción acerca del regalar es un tanto llamativa.
Hete aquí que doña Rosa necesitaba pedirle un favor a don Eugenio y por ello, generosamente, quiso obsequiarle un detallito.
–¿Cómo está, don Eugenio? He traído un presente para usted. Espero que le guste.
–Es usted muy generosa, señora, pero tenga a bien disculparme y aceptar que no admita regalos –declaró con diplomacia don Eugenio a una doña Rosa sorprendida.
Pero el buen varón de don Eugenio, consciente de que toda comunicación es educación, no quiso desaprovechar la oportunidad.
–Mire usted, nunca debe imponerse un regalo sin pedir permiso. ¿Me explico, señora?
–La verdad sea dicha … –atinó a responder la “dadivosa obsequiante” contrariada.
–¡Claro, mujer! Dígame ¿quién regala a quién: el que ofrece o quien recibe?
–Pues la verdad… –contestó aún más extrañada doña Rosa.
–¡Alma cándida! Quien regala es quien acepta el regalo. ¿Sabe el porqué?
Doña Rosa movía la cabeza de derecha a izquierda, mientras mantenía los ojos firmes. Además, ya no sabía qué hacer con su regalo, si entregarlo o retirarlo.
Don Eugenio, todo un caballero, se predispuso a explicar con detalle su filosofía sobre el cómo se debe regalar, hecho que, hasta ese momento, le había parecido a doña Rosa la cosa más sencilla del mundo.
-Mi querida dama, éste es el quid de la cuestión. Quien recibe la gratificación no es tanto el receptor, sino el donante, porque es recibido su ofrecimiento. Por eso, nunca debe imponerse un obsequio. Es más, se ha de pedir permiso en este tenor: “¿Usted me haría el favor de aceptar un regalo?”. El oferente no debe enojarse, si el obsequiado dice que no, porque no debe privársele de su libertad de decisión. ¿Me explico?
–Si usted lo dice –se limitó a musitar la desconcertada doña Rosa.
–Y una vez que se ha obtenido el permiso para regalar, ha de manifestarse: “¿El presente es de su agrado?” Si no lo es, el receptor debe expresarlo con naturalidad. No debe privársele del ejercicio de su libertad. También el donante debe aceptar con naturalidad y sin enojo la posible negación.
–¡Ah, ah! –exclamaba más atónita aún doña Rosa ante tal peculiar opinión.
–Y concluyo, mi querida señora, recordando que además se ha de dar las gracias al receptor: “Gracias por tener la gentileza de aceptar este presente”. ¡Qué satisfacción que alguien acepte nuestro regalo! –se explayó don Eugenio–. ¿No es cierto que un regalo no se debe imponer?
–¡Por supuesto, por supuesto…!
Doña Rosa, con el regalo en mano, no tuvo más remedio que proceder según el ritual diseñado por don Eugenio, aunque sin mucha convicción.
De vuelta a su casa, nuestra protagonista pasó por delante de una iglesia y aprovechó para orar.
–¡Ah, Señor! ¡Cuánto sufro! ¡Tú sabes cuánto te amo! Yo te ofrezco todos mis sufrimientos.
Y en ese momento, se oyó una voz como divina…
–Dime, Rosa querida, ¿acaso me has pedido permiso para regalarme tan generosa dádiva?
–¡Oh, Dios mío, también tú! –se oyó como un suspiro.
El Padre Mateo comenzó la explicación del cuento con una observación: “La persona pobre no es la que tiene menos dinero, es la que es pobre en comunidad, comunicación y comunión.” Y rescató una costumbre que nuestros padres generalmente nos enseñan cuando somos niños: saludar, pedir por favor y agradecer. “La persona que tiene un corazón capaz de agradecer es una persona riquísima, es una joya; porque el corazón agradecido es un corazón dilatado”, agregó.
“Todos tenemos que pedir en oración el don del agradecimiento.”
El sacerdote camilo explicó que Don Eugenio, el protagonista del cuento, al regalar, sigue algunos pasos a modo de ritual:
1-El que regala pide permiso para regalar 2-El que regala da las gracias por haber regalado 3-El que regala pregunta si el presente que le entregamos a otra persona es de su agrado. 4-El que regala vuelve a dar las gracias porque la persona aceptó el obsequio
El Padre Mateo comparó esta serie de pasos a nivel espiritual con el modo de ser de Dios al regalarnos diversas gracias para nuestra vida. “Dios no impone las gracias que nos da, ¿no será que Dios sí practica el ritual que propone Don Eugenio? “.
El Padre Mateo nos explicó que en nuestra fe cristiana hay una gran antropología: “La otra persona, el prójimo, siempre es superior a nosotros”, dijo. Para que se cumpla esto el cristiano debe tener una autoestima extraordinaria, una autonomía centrada. Si el otro es superior no lo podemos juzgar, no lo podemos manipular, no lo podemos obligar, no lo podemos presionar, no lo podemos utilizar ni comprar. En relación a la mística, el otro no sólo es superior a nosotros, sino también es otro Cristo. Esto implica que cuando nos relacionamos con los demás, nos tenemos que relacionar en verdad y en libertad. “Cuando Don Eugenio propone este ritual, todos estamos aprendiendo a ser libres y a hacer más libres a los demás”, reflexionó. Y finalizó:” Dios nunca nos obliga, nunca nos presiona, nunca nos utiliza, nunca nos manipula. Cuando Dios nos hace una donación en el fondo siempre está unida a un deseo nuestro.”
+ ¿Qué enseñanzas te ha dejado este cuento para tu vida?
Te invitamos a escuchar la entrevista completa en la barra de audio debajo del título.
Podcast: Reproducir en una nueva ventana | Descargar | Incrustar
Suscríbete: RSS