23/08/2018 – “Por sus frutos los conocerán”, es la frase que recordó la hermana Clara María Berceche, para comenzar a hablar sobre la santidad schoenstatteana. Reflexionó en torno a la exhortación del Papa Francisco, “Alégrense y regocíjense”, donde dice que “La santidad es vivir el propio testimonio en ocupaciones de cada día, o sea, la santidad de la vida diaria, una santidad con el delantal puesto”, señaló la hermana Clara María.
En este sentido expresó que “Estamos justamente por celebrar los cincuenta años de la partida al cielo del Padre José Kentenich, a quien nosotros consideramos un gran santo. Y el hecho de presentar a los hijos de este gran hombre de Dios, nos parece que es un camino muy favorable para que también él sea muy prontamente beatificado y luego canonizado. Nosotros queremos que se canonice una familia espiritual, el padre de la familia, que es el padre José Kentenich y sus hijos, que son millares de personas que lo continúan, que lo veneran”.
“La hermana Emilie, fue una de las primeras integrantes de la comunidad de las Hermanas de María. Esta gran mujer, era buena, servicial, maternal, equilibrada, inteligencia aguda, pero, Dios deja en cada uno de nosotros una pequeña espina, para que podamos trabajarla. Su espina era grande, ya que era muy sensible, escrupulosa, propensa a tener estados de angustia. Vivía con miedo de no agradarle a Dios, y esto la llamó a estar en estados de depresión” indicó la hermana Clara.
Resaltó que “Gracias a la guía del Padre Kentenich, quien le mostró la imagen de Dios Padre misericordioso, y después de muchos años de luchas interiores logró conquistar una total libertad interior”. Su gran deseo era ser una hija de la divina Providencia. La Hna. M. Emilie, fue declarada venerable Sierva de Dios, el 10 de mayo de 2012, por el Papa Benedicto XVI.
“Don Joao, era brasilero, hijo de inmigrantes, padre de siete hijos, comerciante. Cursó la escuela hasta cuarto grado. Diácono. En un momento fue invitado a acompañar a una imagen de la Virgen peregrina de Schönstatt. Dicen que quedó tan profundamente impresionado por esta experiencia de rezar el rosario en familia, que decidió seguir con el proyecto”, señaló la hermana Clara María.
“Cada día iba a la casa de una familia distinta de la ciudad donde vivía, de este modo, inició esto de que la Virgen fuera, en una imagen que pesa doce kilos, él también tenía una valijita, primero a las familias, después a las escuelas, luego a las cárceles”, contó la hermana Clara.
“Ella, la Virgen, me fue conquistando. Me conquistó del todo”, dijo el siervo de Dios. Por su iniciativa surgió la Campaña de la Virgen Peregrina de Schönstatt, que después de su muerte se expandió con rapidez a nivel internacional.
“Es un muchacho que falleció a los veinte años, durante la Primera Guerra Mundial. Fue uno de los primeros que siguió al Padre Kentenich, en el Seminario menor”, contó la hermana Clara.
Siguió relatando que “Descubrió su ideal personal “Ser todo por todos, perteneciendo enteramente a la Madre de Dios”, y en medio de la guerra llevó a la práctica el examen particular y el horario espiritual como si estuviese en un monasterio. Mientras las granadas caían en su entorno José ofreció su vida a su “querida Madrecita”, como solía llamar a la Virgen. “Soy tuyo. Dispón de mí y de lo mío como quieras”.
“Para él fue decisiva “su vinculación personal a la cabeza de la Familia, es decir, a su Director espiritual, y Fundador de la Obra”.
“Fue un joven ingeniero que quiso ser santo. Lo que él quería era unir el trabajo profesional con la fe”, indicó hermana Clara. Nació en Santiago de Chile, en 1931. Estudió en la Universidad Católica y recibió su título de ingeniero. A los 17 años conoció el Movimiento Apostólico de Schönstatt, y se comprometió con entusiasmo al encontrar el camino para que sus ideales se plasmaran en vida. Allí maduró su gran amor a la Virgen y por ella a Jesús Eucaristía.
“Lo único que me importa es recibirte, Señor, para que habites en mí y yo en ti”, escribió Mario Hiriart.
“Fue beatificado en 1996. Es conocido como el sacerdote de la única misa”, contó la hermana Clara. “Este muchacho fue apresado porque era un apóstol entre la juventud de Alemania, estaba como en la Pastoral juvenil, lo que sería para Argentina en la actualidad”.
“Allí en el campo de concentración clandestinamente se ordena sacerdote, porque allí había un obispo francés. Karl celebró una misa y por su tuberculosis, murió poco tiempo después”.
“Ese es el último sentido de mi vida: ¡Vivir a Cristo en esta época!, dijo el beato Karl Leisner.
Finalmente, la hermana Clara María Berceche, presentó la vida de santidad de María, “La santa entre las santas, dijo, es quien nos acompaña, intercede por nosotros y nos espera en la cumbre de la santidad a la que somos llamados”, concluyó.
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