Recuperar la magia de la sonrisa – Padre Ángel Rossi

viernes, 24 de agosto de 2018
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24/08/2018 – El Padre Ángel Rossi, habló sobre el valor de la sonrisa. “Hombres como Descalzo y Hurtado, hombres muy comprometidos con la realidad, y que hablaban sobre la importancia de la sonrisa”, me animan a hacerlo también a mí, en estos tiempos difíciles, expresó.

Delcalzo, indicó el Padre Ángel, hablaba sobre el sacramento de la sonrisa, él decía: Si yo tuviera que pedirle a Dios un don, un solo don, un regalo, le pediría, creo que sin dudarlo, que me concediera el supremo arte de la sonrisa. Es lo que más envidio en algunas personas. Es, me parece, la cima de las expresiones humanas”.

“Hay, ya lo sé, sonrisas mentirosas, sonrisas irónicas, despectivas, esas de la que Shakespeare decía en una de sus comedias que «se puede matar con una sonrisa». Quizás las escenas que hemos visto en este tiempo, los rostros en el Congreso, de un lado y del otro, hay de esas sonrisas, que no son de alegría, ciertamente, son irónicas, mediocres”.

Continuó el Padre Ángel Rossi diciendo que “Pero no es de ellas de las que estoy hablando. Hablo más bien de las que surgen de un alma linda, ésas que milagrosamente vemos surgir en el rostro de un niño de ocho meses y que algunos humanos -¡poquísimos!- consiguen conservar a lo largo de toda su vida”.

“Lo dice estupendamente Rosales cuando escribe que «es cierto que te puedes perder en alguna sonrisa como dentro de un bosque y es cierto que, tal vez, puedas vivir años y años sin regresar de una sonrisa». Debe de ser, por ello, muy fácil enamorarse de gentes o personas que posean una buena sonrisa. Y ¡qué afortunados quienes tienen un ser amado en cuyo rostro aparece con frecuencia ese fulgor maravilloso!

“Pero la gran pregunta es, me parece, ¿cómo se consigue una sonrisa? ¿Es un puro don del cielo? ¿O se construye como una casa? Yo supongo que una mezcla de las dos cosas, pero con un predominio de la segunda. Una persona hermosa, un rostro limpio y puro tiene ya andado un buen camino para lograr una sonrisa fulgidora. Pero todos conocemos viejitos y viejitas con sonrisas fuera de serie. Tal vez las sonrisas mejores que yo haya conocido jamás las encontré precisamente en rostros de monjas ancianas: la madre Teresa de Calcuta y otras muchas menos conocidas”, acertó.

“Por eso yo diría que una buena sonrisa es más un arte que una herencia. Que es algo que hay que construir, pacientemente, laboriosamente. La receta de poner a todos nuestros cócteles de palabras unas gotitas de humor sonriente suele ser infalible”, señaló el sacerdote jesuita.

“Porque la sonrisa es, ante todo, una gran fidelidad interior a sí mismos. Un amargado jamás sabrá sonreír. Menos un orgulloso.
Un arte que hay que practicar terca y constantemente. No haciendo muecas ante un espejo, porque el fruto de ese tipo de ensayos es la máscara y no la sonrisa”.

“Aprender en la vida, dejando que la alegría interior vaya iluminando todo Cuanto a diario nos ocurre e imponiendo a cada una de nuestras palabras la obligación de no llegar a la boca sin haberse chapuzado antes en la sonrisa, lo mismo que obligamos a los niños a ducharse antes de salir de casa por la mañana”.

“Y es que en toda sonrisa hay algo de transparencia de Dios, de la gran paz”.

Finalmente, el Padre Ángel dijo que “construir la sonrisa, ver cómo está en nuestro ritmo cotidiano, es una materia pendiente a revisar”, concluyó.