05/04/2019 – El padre Ángel Rossi comenzó su reflexión sobre la Cuaresma diciendo que “Estamos en Cuaresma, y en este tiempo hablamos de un camino cuaresmal, y si es un camino, es porque se sale desde algún lado y se va hacia algún lugar también”. “Y este es un poco el sentido -explicó- el éxodo que va de Egipto a la Tierra prometida, a Canaán, Egipto como símbolo de la esclavitud del pecado y la Tierra prometida como símbolo de la liberación”, reflexionó el sacerdote jesuita y Superior de la Compañía de Jesús de la ciudad de Córdoba.
En este sentido, indicó que “Toda vida cuando nos dejamos llevar de la mano del Señor tendría que ir del Egipto de la esclavitud a la Tierra prometida, este es el desafío, pero en el medio -dijo- está el desierto y cruzar el desierto no es mágico, al pueblo de Israel le significó cuarenta años”.
“Es dejar los ajos y las cebollas y aspirar a los alimentos de la Tierra prometida”.
Por otro lado, señaló que “A veces en nuestra vida cuando hemos dejado el alimento de esclavitud, sea cual sea, a veces también en el camino que es tedioso, a veces uno se tienta de volver la vista atrás, se tienta de volver a los ajos y las cebollas, y en cambio el desafío es ir para adelante con paciencia”.
“El éxodo es un camino interior, en el que no basta huir de algo, hay que dirigirse hacia alguien, hacia Jesús que nos dice: <Yo soy el camino>”, expresó el padre Ángel.
“Este camino cuaresmal para nosotros también es animarnos a dejar el país lejano, que uno sabrá un poco qué forma tiene el país lejano personal de cada uno de nosotros”. “Cuando me alejo del cariño, de la ternura y de la misericordia del Padre, a qué chiquero suelo ir a parar”, revisó el sacerdote.
“La peregrinación es salir del chiquero del país lejano hacia la casa del Padre: <Me levantaré e iré>, como dijo el Hijo pródigo”.
“En el fondo convertirse que es todo una peregrinación interior, es caer en la cuenta que no estamos en nuestro sitio, que no estamos en casa, es caer en la cuenta que nuestra lógica no es la lógica del Señor, es caer en la cuenta que nuestros sentimientos desentonan con los sentimientos del Señor, es caer en la cuenta que nuestros pasos no están sincronizados con los pasos del Señor”.
“Entonces -indicó el padre Ángel- conversión es cambiar de ruta, cambiar la cabeza, el corazón, cambiar la mirada”, destacó.
Finalmente, el sacerdote jesuita nos invitó a hacernos cargo de este camino, a preguntarnos: ¿Cuál es me levantaré e iré? ¿De dónde me quiere levantar Dios en esta Cuaresma? ¿De dónde me quiere sacar y traer de vuelta a la casa paterna, a la Tierra prometida?”, concluyó.
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