El Fiel que cumple su Palabra

lunes, 23 de agosto de 2021
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23/08/2021 – Porque en él sólo hay verdad, el Señor es fiel a sí mismo, no se retracta de sus promesas de amor y cercanía: “No es un hombre para mentir ni un hijo de hombre para arrepentirse. ¿Lo ha dicho y no lo hará? ¿Lo prometió y no lo mantendrá?” (Num 23, 19). Aun cuando nosotros pecamos o lo olvidamos, él nos dice: “Yo, Yahvé, no he cambiado” (Mal 3, 6). Él mantiene su palabra, porque su amor no cambia ni se debilita: “Yo, el Señor, el primero, y seré el mismo al final” (Is 41 4). Y en sus palabras no caben la mentiras, las apariencias ni las falsedades: “Fiel es el Señor en todo lo que dice” (Sal 145, 13). Si él nos ha prometido algo en su Palabra, y nosotros hemos confiado en esa promesa, con el paso del tiempo veremos que él ha sido fiel, aunque hayamos atravesado tormentas espesas, y veremos que él ha cumplido su promesa de un modo misterioso, quizás muy diferente a lo que nosotros deseábamos. Entonces le daremos gracias: “Te doy gracias por tu amor y tu verdad, porque tu promesa supera a tu renombre” (Sal 138, 3).

Lo alabamos por su fidelidad aunque por alguna razón nos parezca que tarda en respondernos (ver 2 Pe 3, 9) o aunque cumpla lo que le pedimos de un modo diferente a lo que nosotros imaginamos. A veces el Señor está avanzando para cumplir ese plan que tiene para tu vida, pero en el medio se cruzan muchos obstáculos que le ponemos nosotros mismos u otras personas. Entonces él, en su amor, tiene que ir sorteando esos obstáculos para procurar realizar su plan de otra manera sin coartar nuestra libertad. Son cosas muy complejas que nosotros no alcanzamos a percibir. Lo importante es que sabemos que él ha sido y será fiel porque no está distraído, y él no nos olvida: “¿Acaso olvida una mujer a su criatura? ¿No se compadece del hijo de sus entrañas? Pero aunque ella se olvide de ti, yo nunca te olvidaré” (Is 49, 15). Estuvo y estará, siempre fiel: “Yo te amé con un amor eterno, por eso he guardado fidelidad para ti” (Jer 31, 3). Jesús es fiel y nos refleja la fidelidad del Padre: “Aquel que ha hecho la promesa es fiel” (Heb 10, 23). Porque él, como el Padre, es “fiel y verdadero” (Ap 19, 11).

Su fidelidad a nosotros es lo que hace posible que nosotros seamos fieles a su amor y a nuestros más bellos propósitos. Su fidelidad hace que siempre esté disponible la gracia que necesitamos para mantenernos en el buen camino: “El los mantendrá firmes. Porque Dios es fiel” (1 Cor 1, 8-9). “Dios es fiel, y él no permitirá que sean tentados más allá de sus fuerzas” (1 Cor 10, 13). “El que los llama es fiel y así lo hará” (1 Tes 5, 24) “El Señor es fiel, él los fortalecerá” (2 Tes 3, 3). Pero la fidelidad es cuestión de amor, sólo puede ser realmente fiel el que ama.