Lenguajes del amor (4º parte)

jueves, 21 de julio de 2011
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No tengas miedo. Es lo que me dice el corazón

Pero no puedo. No quiero perder otra ilusión

Me enamoré

Sé que no debió pasar pero pasó. Y ahora estoy en medio de esta confusión

Trato de encontrarte algún defecto, y más me gustas

Tu me gustas. Te miro y sube un temblor, pierdo el control

Pero no quiero equivocarme. Por eso espero que me des una señal

 

Levanta el vuelo. Dale riendas sueltas si es amor

Acepta el juego, no intentarlo es ya ser un perdedor ¿Que puedo hacer?

Te clavaste en medio de mi soledad. Ahora hasta podría yo cambiar por un beso tuyo, libertad

 

Tu me gustas, eres todo lo que yo soñé, me gustas

Me gustas tanto amor! Me vuelvo loco poquito a poco

Como me gusta todo de ti. Como quisiera enredarme en tus besos

Me gustas, me gustas tanto

Por eso espero que me des una señal

 

            En su libro “Los lenguajes del amor”, Gary Chapman desarrolla la hipótesis de que muchas veces las personas se quieren y no dan en la tecla con el lenguaje del amor del otro. Este autor desarrolla 5 lenguajes. Yo en realidad creo que hay muchos más. Por ejemplo: el lenguaje de la obediencia (“me obedece porque me ama”)

 

            Tan difícil como para dos personas que se aman es comunicarse el amor hablando distintos idiomas, de la misma manera cada uno de nosotros tiene una especial capacidad, es más sensible, para recibir el amor con determinados códigos, en determinados lenguajes. Hay mensajes que uno recibe con mayor importancia o jerarquía que otros.

            – Ya hablamos en otros programas sobre el lenguaje de afirmación: hay personas para las cuales es importante recibir palabras que afirmen su valoración, sus aciertos, su belleza, su inteligencia, en definitiva, los dones que la caracterizan, de manera tal que pueden convivir con alguien que valora muchos sus cualidades, pero si esa persona no se las expresa aunque sea de vez en cuando asertivamente, comienza a sentir que el amor se va ‘vaciando’

            – Otro lenguaje sobre el cual hablamos es el de los regalos: costosos o no, hay personas particularmente sensibles, sienten que son amadas, cuando ven que el otro ha pensado en uno y ha traducido ese pensamiento a través de un regalo.

            – También hablamos ya del lenguaje del amor expresado en ‘tiempo de calidad’: hay personas que experimentan un duro desamor cuando el que aman no les dedica el tiempo necesario. Y comienzan entonces a reprochar, a reclamar ese tiempo de calidad, de atención plena.

            – Y otro del que ya hablamos es el lenguaje del amor traducido en actos de servicio. Hay personas físicamente muy ‘duras’, pero el abrazo que físicamente no pueden dar –tal vez porque no lo han aprendido- lo traducen en actos de servicio.

            En concreto: muchas veces sentimos que no somos amados, reclamamos amor, o nos sentimos perplejos cuando el otro nos reclama, nos reprocha no tener para con ellos actitudes amorosas, y no se nos ocurre pensar que aún queriéndonos mucho estamos fallando en el lenguaje, y no podemos descubrir que tanto nosotros como el otro, tenemos a veces distintos lenguajes y entendemos por amor aquello para lo cual tenemos una sensibilidad más desarrollada.

            Sería bueno que nos preguntemos: ¿cuál es el lenguaje que llega particularmente mas directo a mi corazón y llena los vacíos de amor que todos tenemos? Y ¿cuál es el lenguaje de los que amamos? ¡No sea cosa que nos empecinemos en usar un lenguaje y el otro esté necesitando otro!

LA OREJA DE VAN GOGH

Si fuera más guapa y un poco más lista, si fuera especial, si fuera de revista,
tendría el valor de cruzar el vagón y preguntarte quién eres.
Te sientas enfrente y ni te imaginas que llevo por ti mi falda mas bonita,
y al verte lanzar un bostezo al cristal se inundan mis pupilas.

De pronto me miras, te miro y suspiras, yo cierro los ojos tu apartas la vista,
apenas respiro me hago pequeñita y me pongo a temblar.
Y así pasan los días de lunes a viernes, como las golondrinas del poema de Bequer,
de estación a estación, de frente tu y yo va y viene el silencio.

De pronto me miras, te miro y suspiras, yo cierro los ojos tu apartas la vista,
apenas respiro me hago pequeñita y me pongo a temblar.

Y entonces ocurre, despiertan mis labios, pronuncian tu nombre tartamudeando,
supongo que piensas ‘que chica mas tonta’, y me quiero morir.

Pero el tiempo se para, te acercas diciendo:
yo aun no te conozco y ya te echaba de menos,
cada mañana rechazo el directo y elijo este tren.

Y ya estamos llegando, mi vida ha cambiado,
un día especial este 11 de marzo,
me tomas la mano, llegamos a un túnel que apaga la luz.

Te encuentro la cara gracias a mis manos, me vuelvo valiente y te beso en los labios,

dices que me quieres y yo te regalo el ultimo soplo de mi corazón.

            Hoy vamos a hablar sobre el lenguaje de LAS CARICIAS, o el lenguaje del CONTACTO FÍSICO.

            El reino de los mimos, de las miradas, del contacto físico, yo diría que es el reino privilegiado por mayoría, quizá por reminiscencia de esa etapa con que nos iniciamos en la existencia y en nuestra vida, en la que sin contacto físico, sin la presencia de la calidez de la piel de la mamá o de quien cumpla ese rol, no sobrevivimos emocionalmente. Los niños que reciben el amor a través de ese contacto son –según estudios científicos- mucho más saludables.

Tenemos una especial sensibilidad para expresar y recibir amor en el lenguaje corporal. Si la caricia, el abrazo, el mimo, son sinceros, es difícil que no alcancen las fibras de nuestro corazón y hagan vibrar sus melodías. Pero aunque parezca difícil, aún es muy frecuente encontrar personas que no han sido alfabetizadas en este lenguaje, y no porque no hayan tenido ese contacto de bebés, sino porque una cultura dura, patriarcal, alejada de la ternura, ha establecido reglas muy rígidas y muy distantes sobre todo a partir de determinada edad. ‘Hay que hacerlo hombre a los golpes’ –por decirlo de alguna manera. Y cuanto mayor distancia se impone, mejor, porque eso es garantía de que el hombre se haga fuerte a los golpes de la vida, que los va a tener y muchos.

Otro mecanismo semejante tiene que ver con las madres que comulgan con el temor de que ‘el nene les salga maricón’, o ‘demasiado blandito’, entonces reprimen sus caricias y su contacto físico bajo la sombra de un miedo. Otra cosa frecuente es que las personas que han vivido situaciones de vida duras (por ejemplo quienes han tenido que sufrir exilios, hambrunas, muertes, etc), o quienes están permanentemente en contacto con situaciones límites (por ejemplo los médicos) no tengan mas que, de alguna manera, poner un ‘callo’ en el corazón, porque tienen que mantener la cabeza fría porque el dolor del paciente o sus familiares lo hacen vulnerable y le dificultan su tarea. De alguna manera, son situaciones que le emiten el mensaje de “mas vale mantente lejos de tu corazón y de tu necesidad de ternura, mas vale endurécete, porque así sufrirás menos”. Causas mas, causas menos, todos conocemos las dificultades que tienen muchas personas de hablar el lenguaje del contacto físico.

 

COMO DECIRTE José Luis perales

CÓMO DECIRTE LO QUE MIS OJOS GRITAN SIN PALABRAS
SON TANTOS AÑOS YA QUE ANDAMOS JUNTOS,Y LAS MIRADAS SON SIEMPRE DISTINTAS
QUE PARA CIERTAS COSAS SE NOS QUEDÓ PEQUEÑO EL DICCIONARIO
EXPRESAR CON PALABRAS LO MÁS BELLO ES INTENTAR EN VANO TOCAR EL CIELO
INTENTAR CON PALABRAS,DECIR TANTO, ES PONERLE FRONTERAS AL CORAZÓN

CÓMO DECIRTE SI SER ADIVINADO ES TAN GRANDE
QUE NO HAY NECESIDAD DE LAS PALABRAS
QUE LAS PALABRAS SON SIEMPRE LAS MISMAS
MIENTRAS EN EL SILENCIO ESCUCHAN LOS LATIDOS LOS QUE SE AMAN

DESVELAR CON PALABRAS EL MISTERIO ES SOFOCAR LA LLAMA QUE PRENDE EL FUEGO
 Y DECIR CON PALABRAS LO INDECIBLE ES SILENCIAR EL GRITO DEL CORAZÓN
CÓMO DECIRTE QUE TE AMO SIN PALABRAS

Hubo una época en que yo percibía en el ambiente que se asociaba al cristianismo con una religión solemne, rígida, conceptual, racional, seria, pero ‘epidérmicamente fría’. Y eso me enojaba, porque al leer el Evangelio yo descubría que hay muchas alusiones a que ‘Jesús tocaba’, o ‘se dejaba tocar’. Incluso más fuerte aún: cuando Jesús cura al ciego, hace barro con su saliva, y lo unta sobre los ojos del ciego: es como un beso. En Jesús tenemos una referencia revolucionariamente cariñosa: este Dios encarnado, que se hace bebé, que se deja tocar, que se cuelga a los brazos de su mamá, que después crece y pide que dejen que los chicos se acerquen y lo toquen. Es un Dios extremadamente próximo, diría ‘sensual’ si entendemos esa expresión como ‘cercano a los sentidos’. El Evangelio pone especial atención en lo sensitivo de Jesús en su paso por esta tierra: en su mirada, en lo que toca y se deja tocar. El cristianismo debiera enseñar lo sagrado del contacto físico, de la caricia, la presencia divina elegida especialmente para definitivamente desbloquear, barrer todas esas connotaciones represivas, a veces malintencionadas, otras veces turbias, que tienen que ver con el contacto físico. Las cartas de las primeras comunidades cristianas hablan de comunidades realmente cariñosas, afectivas. Para los cristianos y su tradición, es este un lenguaje muy importante junto con el de las actitudes de servicio. De manera que creo que la síntesis de esto, es la invitación de Jesús, especialmente a los que podemos tener trabas o dificultades –por herencia, por cultura, o por otros motivos-. Cuando dice “dejen que los niños se acerquen a mi”, “sean como niños, porque de ellos es el reino de los cielos, y el que no recibe el reino como un niño, no entrará en él”, en este contexto, recibir el reino tiene que ver con abrir los sentidos, con la posibilidad de dejarse abrazar. Nos pueden acariciar, y mucho, pero si tenemos muy cerrado el corazón y no dejamos que ese contacto físico penetre, no lo disfrutamos, no lo acogemos, no lo guardamos, no estamos recibiendo el reino, porque el reino de Dios es muy cariñoso.

Te ofrezco mi mirada, no es mucho pero tampoco es nada.

Quizas la necesites mas que yo cuando pienses en mi.

Te ofrezco las razones que tengo de escribir estas canciones

que son el argumento de lo que ahora siento al decir…

 

Que te ofrezco sin mal ni medidas mi mareo, mi calma, mi risa, mi ocaso

mi manera de curar las heridas, mi pasión, mi razón es que estas en mi corazón

Por eso vengo a ofrecerte lo que vivo lo que ando , lo que ves, lo que soy

Agarra fuerte mi mano que tambien te la doy.

 

Te ofrezco la historieta en la que cuento todas mis aventuras.

Te ofrezco mis locuras y las que quedan por dibujar.

Te ofrezco mi cabeza con las ideas desde que nací,

incluso mi memoria para que siempre recuerdes así.

 

 

 

 

Hace unas décadas atrás todavía se decía que se seducía al varón a través del estómago. Esto implicaba de alguna manera pensar fundamentalmente que la misión o mantener vivo el amor de una pareja tenía que ver con cocinar bien. En realidad la cocina es un símbolo fundamentalmente de los actos de servicio, tanto como tener la casa limpia, la ropa planchada….era el lenguaje de amor que una mujer debía usar con su esposo. Los otros no, porque…eran medio prohibidos. Eran propios de ‘otra clase de mujeres’. Esa era la cultura, y en eso tenían que ser sumamente discretas las mujeres. Debían darle preeminencia a ese lenguaje (¡como si todas las personas fueran iguales!).

 En ese contexto, en esa época, un esposo comentaba justamente lo doloroso, lo duro que eso era para él – y muchos lo habrán vivido así y no se animaron tal vez a expresarlo-, “mi esposa es una cocinera de primera categoría, pasa horas en la cocina”, Ella pensaba que de esa manera estaba amando a su esposo. “ella hace comidas muy elaboradas, y yo soy un hombre de carne y papas. Yo le digo que está desperdiciando su tiempo, que lo único que quiero es una comida sencilla pero ella se ofende y dice que no aprecio lo que hace”.

Encima que ella estaba poniendo todo en un lenguaje de amor que consideraba ideal, el otro le decía ‘no lo quiero’. “Yo lo único que quiero es que no se complique tanto con las comidas y que pasemos mas tiempo juntos”. Ahí está clarito que un diálogo que para él lo importante era estar juntos. Ojo! Hoy una mujer que escucha esto va a decir’ ‘¡qué divino!’ pero para esta mujercita ¿cuál era la historia? Cuando ella era niña su madre era una excelente cocinera, entonces cuando su papá se sentaba a comer decía ‘cuando me siento ante comidas como éstas es fácil para mi amar’ de manera que a ella le ha quedado claramente asociado el amor con una buena comida. Ese era el lenguaje en el que fue entrenada. Es decir, su papá tenía un lenguaje de amor ligado a esto: a este acto de servicio Y así fue durante mucho tiempo para mucha gente: ligar el amor al acto de servicio. Pero ella no se casó con su papá. Se casó con un hombre que tenía un lenguaje diferente, para quien lo importante era estar tiempo juntos y al mismo tiempo sentir el cuerpo de su esposa cálidamente abierto en las relaciones sexuales. El justamente sentía en el contacto físico, en la relación sexual, que era su lenguaje amoroso, que ella no ponía amor. Y por eso él no se sentía amado, y por más contacto físico que él quisiera establecer, con eso ella no se sentía amada. Ella necesitaba sentirse querida a través del aprecio, la valoración, las palabras de afirmación sobre su idioma amoroso, y él necesitaba contacto físico en su idioma amoroso. Entonces a veces puede ser devastador no saber hablar el idioma del otro.

Por supuesto que como ocurre no siempre pero sí muchas veces, en la formación antigua de una buena mujer, esto estaba excluido, y por lo tanto era muy frecuente que las habilidades culinarias se contrapusieran a las habilidades sexuales porque pertenecían como a roles diferentes.

SERA PORQUE TE AMO Alberto Plaza

            Aunque suena escandaloso, te digo: en el amor el cuerpo está para tocarlo, porque todo lo que hay en mi está en mi cuerpo ¿cómo puedo si no entrar en contacto con el yo? No tenemos otra vía: a través de la piel. Alejarme de mii cuerpo es alejarme de mi. Si estoy en contacto conmigo misma estoy en contacto con mi cuerpo. Es en la corporeidad donde se integran todas las facultades del ser humano: la afectiva, la volitiva, la espiritual. Cada una de las sociedades organiza este saber de manera diferente: en una se dan la mano, en otras se dan un beso, en otras se dan abrazos, en otras se hacen inclinaciones del cuerpo… pero siempre es el cuerpo el primer lenguaje, siempre es el cuerpo la primer herramienta que utilizamos para expresar respeto, cariño, odio, discordia. Y es en el cuerpo donde impactan en primer lugar las heridas, el rechazo, el odio, la indiferencia, el miedo, de manera que en verdad es un lenguaje privilegiado.

            Esto no implica que no debamos aprender el lenguaje del contacto físico, porque lo que le brinda placer, bienestar, satisfacción a uno, no necesariamente le brindará placer a tu pareja, tu hijo, tu amigo. El cuerpo es tan complejo, tan rico tan abarcativo, tiene tantos receptores –sobre todo táctiles y sensoriales-, es un mapa tan repleto de memorias, recuerdos, esperanzas, que conocer el cuerpo del otro, recorrer su geografía (y esto vale para el hijo, para el amigo, para el cónyuge….) y saber tocando qué parte de su cuerpo evocan en el otro qué vivencias, qué sensaciones, lindas, buenas, malas , feas… es todo un arte: es el arte del amante. Y por supuesto que la relación sexual es uno de los dialectos en el lenguaje amoroso del toque físico. Ese dialecto es solo un aspecto de este lenguaje. El que no sabe hablar el lenguaje del toque físico y cree saber a la perfección un dialecto, está equivocado. Eso requiere aprendizaje, diálogo, requiere sobre todo querer saber qué le produce placer o bienestar al otro, qué clase de placer le produce –porque no es lo mismo el placer de la ternura que el placer de la excitación sexual, no es lo mismo el placer de sentirse cobijado que el de sentirse necesitado- Son distintas palabras dentro de este lenguaje-.

            El contacto de amor puede ser implícito o explícito. Si yo le estoy haciendo al otro un masaje en la espalda –excepto que yo esté contratando al otro para eso, lo cual no invalida que lo trate con mucho respeto, cariño, dedicación-, estoy emitiendo al otro un mensaje. El contacto físico explícito. Pero ¿qué hay de todos los contactos implícitos, que requieren poco tiempo, pero mucho más sutileza y entendimiento? Una guiñada de ojos, una caricia al pasar, un apretón de manos, un tomarle de la cintura, un ponerle las dos manos en el hombro cuando le digo algo y lo miro a los ojos… simplemente un pequeño contacto físico en la vida cotidiana, puede a veces tener implicaciones mucho más ricas y mas profundas que tener una relación sexual con mi pareja. ¡cuántas mujeres dicen ‘durante el día me ignora por completo, y a la noche salta sobre mí dispuesto a brindarme todo el amor físico que no tuvo durante el día’ ¿qué se siente entonces? La mujer se siente ‘usada’, siente que su cuerpo está usado para ser tocado, pero no necesariamente está llegando a llenar sus emociones y afectos. Es decir: hay que ser un buen amante en todo sentido: en el conocimiento de este lenguaje, justamente porque es muy rico, variado, complejo, porque es un mapa que está allí para ser explorado por aquel que quiera conectarse con el otro a través de la ternura.

Participan los oyentes

          Soy de las que usan más el lenguaje del servicio ¿cómo sé que el destinatario necesita otra cosa y qué es lo que necesita?

GL: en realidad, el camino recorrido juntos si es que son convivientes,(no en la amistad), te va dando pistas y referencias mas que claras. A la hora del reclamo, a la hora de la carencia o de la crisis, aparece con bastante claridad cuando el otro dice que yo no lo quiero o no lo quiero lo suficiente, o no se siente querido ¿qué aduce como ejemplo? Los ejemplos que el otro pone está como marcando de alguna manera alguna preferencia o una tendencia. Segundo, le pueden preguntar ¿qué lenguaje de amor para vos es el más importante? En general cada uno sabe mas o menos, tiene una referencia. De todas maneras, se puede ampliar un poquito más y hacernos algunas preguntas. Será en otro tema central, para descubrir con mayor precisión cuál es el lenguaje de amor de cada uno.

         Mi hija me pide que le haga una comida, y yo sufro en hacer servicios. Me gusta abrazar

GL: hay dos lenguajes que no coinciden, pero es frecuente que esto suceda (que el idioma del amor de uno no sea el idioma del amor del otro), porque la tendencia es a buscar lo que complementa, no lo idéntico. Si yo tengo mucha tendencia a la ternura, probablemente busque alguien firme, voluntarioso. Es una tendencia natural, está en los genes. Los géneros diferentes se atraen justamente porque están buscando lo que falta, lo que complementa. Eso está para que aprendamos a salir de nosotros mismos hacia el encuentro del otro y construir el amor.

         Muchas veces me pasa que tengo que ‘contenerme’ con mi marido en darle durante el día pequeñas demostraciones de cariño a nivel físico, porque él entiende que ‘quiero más a la noche’, y eso me pone molesta.

GL: Eso tienen que hablarlo. Un beso es un beso, un abrazo es un abrazo, una palabra es una palabra, y no la antesala de una llamada sexual. Cada cosa tiene un fin en sí misma. Está llena de contendido. No hay por qué subordinarla a otro fin. Es cuestión de ser explícito y claro: cuando yo tenga deseos de tener relaciones lo voy a manifestar con claridad, mientras tanto, todo lo demás, ¡recibilo, nutrite! ¡Te hace bien, te hace falta!

TEMAS MUSICALES “LOS ENAMORADOS SE MIRAN DE FRENTE…” MIS MANOS EN TU CINTURA PERO MIRAME CON DULZOR..”

 

Entrevista con Inés Ramaciotti, licenciada en psicología

 

GL: “Te quiero, pero no te soporto” ¿será posible eso?

IR: Parece una ambigüedad, pero no lo es. En realidad esto tiene que ver con toda la desilusión. Cuando estamos en los primeros tiempos del noviazgo todo es lindo, todo es bienvenido. Pero ni bien empieza a transcurrir la convivencia comienza la desilusión de que el otro no es exactamente como yo quiero, no hace exactamente las cosas como yo las hago. Hay un listado de expresiones simples –dejar desordenada la ropa, no enjuagar la taza, etc- que parece imposible que ese tipo de cosas puedan llegar a molestar tanto al punto de llegar a plantearse una separación. Creo que viene por el lado de la frustración: la otra persona dejó de proporcionarnos ese estado de idealización, y aparecen las características propias de la personalidad, los modos que cada uno trae de su familia (hay quienes son mas ordenados, quienes son mas aguantadores…). En medio de toda esta intolerancia, lo que falta es diálogo y aceptación de que el otro es otro distinto de uno, no el alma gemela sino el complemento. Debemos buscar la posibilidad de replantearnos qué es lo que nos molesta del otro: ¿nos molesta algo que nosotros no deseamos? ¿nos molesta algún aspecto nuestro no resuelto? ¿nos molesta no poder manejar a la otra persona como yo quisiera?

En realidad, en general toda esta molestia está apoyada en la falta de diálogo. Si a mi me molesta que el otro ronque, cuando el ronquido no es algo voluntario, que el otro haga para estorbarme, es porque detrás de todo esto hay otras situaciones no resueltas que yo las estoy llevando allí.

 

GL: entonces, el camino sería indagar “lo que está detrás de…”

IR: y después de indagar, cuál es la posibilidad de ceder, de tolerar. Tenemos que poner en la balanza qué es lo bueno que tiene la pareja, y qué es lo que no toleramos. Si lo que no toleramos es mucho más que lo que estamos recibiendo, es para replantearse el no querer convivir, por ejemplo, si no tolero infidelidades u otras cuestiones serias. Pero cuando la intolerancia tiene que ver con cosas de la cotidianeidad permanente de roces diarios, hay primero que ver si es que estamos saturados por otras cosas, porque tenemos problemas laborales o económicos, por ejemplo, hace que al llegar a casa todo nos caiga mal. Ver entonces cómo lo reacomodamos, quién cede, qué cosas vamos a decir: cuando yo lo/a elegí ¿era así o lo/a idealicé? ¿la voy a poder ‘remar’ en esta situación? Pero lo fundamental es poder repensarlo y dialogarlo. Porque si decimos o pensamos ‘ya sé que es así y lo/a aguanto? Va a llegar el punto en que no lo aguanto. Hay que hablarlo, explícitamente decir ‘me vas a tener que aguantar en esto porque me cuesta mucho modificarlo’. Todos tenemos cosas en que nos aguantan y cosas que tenemos que aguantar. Las parejas que llevan muchos años de casados no es porque todo haya sido siempre color de rosa, sino porque han encontrado un punto de inflexión para poder seguir la convivencia.

 

GL: Hay una vieja canción que dice “en el amor, hay quien ama y quien se deja amar”. Llegado a este punto, hay quien tiene más facilidad para ceder, tolerar. Cuando una pareja se establece con este equilibrio en que hay uno, digamos, que tiene más capacidad de adaptación, es menos quisquilloso, ‘más maduro’ porque tiene mayor cantidad de aprendizajes sobre la vida, mayor flexibilidad. Cuando en una pareja es uno el que contiene, sostiene, aguanta más durante mucho tiempo ¿qué suele ocurrir? ¿puede una pareja transitar con este balance?

Ir: El ser el ‘aguantador’ no siempre es signo de mayor madurez. A veces es signo de inseguridades, de miedo a perder al otro, ser ‘tolerante’ es un rol que le han enseñado. Pero creo que todos los roles en la pareja tienen que intercambiarse. No puede haber siempre un aguantador, porque esto desgasta. Mas cuando llegada cierta edad, en la menopausia, andropausia, nos volvemos menos tolerantes. La tolerancia de otros años ya no es la misma y tarde o temprano terminan ‘reventando’. Si el aguantador es realmente maduro, creo que puede enseñarle al otro qué es lo que puede y debe tolerar. Si no, queda como bastante cómodo, hasta una cuestión narcisista.

 

GL: si hay conductas narcisistas sostenidas en el sentido de ‘me acostumbré a que el otro me amortigüe, me tolere’, ni siquiera lo tengo consciente: es un molde que se fue esculpiendo durante muchos años ¿se pueden cambiar?

IR: si es un ‘momento’, una ‘conducta’ narcisista, se puede cambiar. Todos tenemos momentos así. Ahora si es una personalidad narcisista, se puede modificar de acuerdo al interés que tenga la otra persona. Las mujeres sabemos de nuestra renuncia al narcicismo cuando nace un hijo: sabemos que a partir de ahí ya no dormimos una noche entera. Entonces, todo está en lo que uno quiera poner de interés en esta cuestión. Algunos dicen ‘ya me conociste así, ya soy así ¿qué le vamos a hacer?’. Así, en el fondo, está cerrando toda posibilidad de cambio. Si uno en cambio dice ‘sé que tengo este defecto, ayudame a cambiarlo’ es evidente que hay posibilidad de cambio.

 

GL: Hacías una distinción entre una ‘conducta’ narcisista y un ‘narcicismo’. Pero para Dios nada es imposible, aunque le resulta más fácil ‘resucitar a un muerto’ que ‘cambiar un alma’. La fuerza que tiene la libertad de un alma humana es impresionante. Gracias Inés.