Discernir para encontrar la voluntad de Dios

martes, 24 de enero de 2023
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24/01/2023 – El  Evangelio de hoy nos deja mucho para rezar y pensar. La palabra clave  es el discernimiento , ¿qué es? De todo lo que la vida va presentando, poder buscar qué viene de Dios y qué no para poder ir caminando por el sendero de la santidad.

 

Entonces llegaron su madre y sus hermanos y, quedándose afuera, lo mandaron llamar. La multitud estaba sentada alrededor de Jesús, y le dijeron: “Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera”. El les respondió: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?”. Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de él, dijo: “Estos son mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”.

San Marcos 3,31-35

Nos detenemos en una escena familiar de la vida de Jesús, María y los discípulos ,desde la cual comprendemos que todos somos discípulos y que lo distintivo de los discípulos es escuchar y poner en práctica la palabra de Dios. Los vínculos que plantea Jesús estan refundados en el descubrir el querer del Padre en el Espíritu y en la verdad. Es tiempo de buscar y hallar la voluntad de Dios, que se reconoce cuando en nuestro corazón hay paz y gozo.

Abrite al Espíritu Santo que nos muestra el querer de Dios para que tu vida se llene de paz y gozo.

 

Discernir

¿Por qué hacemos las cosas? ¿Por qué dejamos de hacerlas? ¿Qué hace que nos pongamos en camino o dejemos de caminar? De revisar las motivaciones, de eso se trata.

Llega esta época del año y pienso que es una buena oportunidad para empezar a desacelerar, a bajar las revoluciones y a ver cómo andamos. De revisar las motivaciones, de eso se trata.

Hacer balances, buscar puntos positivos, cosas a mejorar. Relaciones que están, otras que no. Buscar y ver qué hice y qué dejé de hacer. De revisar las motivaciones, de eso se trata.

Mirar mi relación con Dios, mis caídas y tropiezos, mis virtudes y esperanzas. Mi vida de fe a la luz de su misericordia. De revisar las motivaciones, de eso se trata.

Tenerse paciencia, a uno y a los demás. Respetar los tiempos y los procesos propios y ajenos. De revisar las motivaciones, de eso se trata.

Anhelar ser mejor cada día, que la gracia de Jesús me transforme. Preocuparme y ocuparme en amistad con Dios. De revisar las motivaciones, de eso se trata.

Que Dios tenga que ver con mi vida, con lo que hago, con lo que soy. Hacerle buenas preguntas y animarse a escuchar. De revisar las motivaciones, de eso se trata.

Saber discernir, abrirse al misterio, comprender y atender. Poner todo en manos de Dios y seguir andando. De revisar las motivaciones, de eso se trata.

¿Cómo me miro? ¿Bajo qué lupa pongo mis actos? ¿Tengo razones adecuadas o excusas inventadas? De revisar las motivaciones, de eso se trata.

Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”.

 

Relacionarme con Dios

En este día martes, el evangelio nos propone contemplar al señor que estaba predicando y al que se le acercan a decirle, “Ahí están tu madre y tus hermanos que te buscan” entonces Jesús contesta de una manera que al principio nos puede parecer desconcertante pero que en definitiva en el fondo quiere trasmitir una enseñanza muy grande: mi madre y mis hermanos son los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Yo creo que esto nos puede ayudar a pensar si de verdad estamos buscando la voluntad de Dios en nuestro andar cotidiano, en nuestro día a día, porque buscar lleva a conocer y amar la voluntad del Padre. Por eso es bueno preguntarnos de verdad: ¿Qué es lo que Dios quiere? ¿Qué es lo que Dios espera de nosotros? Lo que Dios fue soñando para cada momento de mi vida, ese plan, ese deseo, que en definitiva tiene que ver con la plenitud y el anhelo de mi corazón. De eso se trata la vida cristiana también, de saber buscar con decisión y docilidad cual es la voluntad de Dios. Por eso, vos acordate que la fe, más que darte respuestas a todo, te da buenas preguntas, preguntas esenciales que el tiempo y Dios se van a encargar de ir contestando en tu vida. Vos fijate que cada vez que vas a misa, pedís esta gracia de la voluntad de Dios, cuando rezas el Padre Nuestro decís, hágase tu voluntad, pero a veces no queremos que se haga la voluntad de Dios, porque la realidad es que muchas veces seguir esa voluntad del Padre es difícil, cuesta, tiene que ver con la cruz. Muchas veces no nos gusta la voluntad de Dios y se nos ocurre que lo mejor es lo que nosotros pensamos, lo que nosotros nos imaginamos y caemos en un subjetivismo, sobre la base de que lo único que vale es lo que yo pienso. Cuantas veces pedimos al señor que se haga su voluntad, pero que su voluntad sea la que nosotros queremos y si no nos gusta, terminamos por hacernos los distraídos, miramos para otro lado, o incluso hasta nos enojamos con Dios o nos alejamos de Él. Por eso, que actitud humilde es esta que nos presenta el Señor en el evangelio: Querer lo que Dios quiera. Que lindo poder rezar con esta oración, no? Señor, que sea tu voluntad. Que se haga lo que vos quieras. Cumplir la voluntad de Dios entonces implica vivir cercanos a Jesús y de ahí viene la gran alegría del evangelio. Por eso también miramos a María como modelo. Fue ella la que dijo: “Hágase en mi según tu palabra” y de ahí vino la gran alegría, la plenitud que da seguir la voluntad del Padre. Ojala que vos también puedas vivir esto en tu vida y pedile al Señor la gracia de seguir lo que El soñó para tu vida.

Convertirnos a la escucha interior de la voz de Dios:

Hay un ritmo muy ajetreado, frenético diría yo, lleno de preocupaciones que mete ruido en nuestro peregrinar cotidiano. Y se hace realmente difícil escuchar en profundidad. Escucharnos entre nosotros y escuchar la voz de Dios que nos habla. Y no captamos entonces, el sentido profundo del andar. Por eso es tan saludable desarrollar un oído sensible, un saber escuchar por dónde. Un saber mirar escuchando, diría yo. O contemplar desde la escucha. Que es justamente el ejercicio al que yo te invito ahora. A desarrollar, cerrando nuestros ojos, (si podés), estando más bien atento a los sonidos que hay alrededor tuyo y hasta llegar a aquellos sonidos que suenan dentro tuyo. De esto se trata de una escucha interior.

Oración:

La oración en comunión con la voluntad de Dios es un proceso hasta llegar, como dice San Pablo, a tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús.

La oración no puede ser evasión, no puede ser búsqueda de una solución mágica a nuestros conflictos. La oración es un camino de disposición para que Dios viva en nosotros y nosotros podamos vivir en él. Cuando oramos con María oramos en la voluntad de Dios que configura el rostro de Jesús en los misterios que con ella contemplamos por la vida del Espíritu en nosotros y así vamos aprendiendo a tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús.

Hoy estamos llamados a recordar que la santidad tiene que ser algo cotidiano en nuestras vidas porque, bueno, justamente esa santidad es la presencia viva de Dios en el día a día, en lo cotidiano, en lo que te toca en tu corazón. Vos y yo estamos llamados a ser santos y a vivir todo en Dios y mirarlo desde Dios. Cosa que a veces nos olvidamos, nos cuesta, pero siempre se puede volver, siempre se puede profundizar en este misterio de Dios caminando con nosotros. Todo el tiempo tenemos que ir profundizando en nuestra relación con Jesús y desde ahí en nuestra relación con los demás y con nosotros mismos. Por eso el Evangelio de hoy es breve, nos muestra este episodio donde Jesús que está con la multitud, se encuentra con este llamado de su madre y de sus parientes, de sus hermanos y cómo a Jesús todo le sirve para dar una enseñanza. Vos fíjate que, lejos de rechazarlos, aprovecha a dejarles algo en claro a sus discípulos y a la multitud, y también a vos y a mí.

Voluntad de Dios

La oración, camino para conocer la voluntad del Padre. En los gemidos de nuestra interioridad, desde lo más profundo de nuestro ser, aprendemos a descubrir cuál es esa voluntad.

“Rezar para querer la voluntad de Dios; rezar para conocer la voluntad de Dios y rezar para ir adelante según esa voluntad”, comparte el Padre Javier en su reflexión del evangelio.

La obediencia a la voluntad de Dios es el camino que nos lleva a la plenitud, conocer en medio de las dificultades que ofrece la visión humana el querer de Dios para vivir según ese querer. Es decir, que se realice su plan, que la salvación se realice en nosotros.

El Señor nos invita a revertir la rebeldía que hay en nosotros, por la fuerza del pecado, en un acto de obediencia a su voluntad. Jesús obra esa obediencia en nosotros, y desde allí quiere llevarnos a la plenitud de vida a la que nos llama, aprendiendo a entrar en sintonía con los gemidos interiores de nuestra existencia y reconociendo en ellos la siembra que Dios puso en nuestra interioridad para vivir según su querer.