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María nos educa en la pobreza y en la austeridad
miércoles, 22 de agosto de 2007
María guardaba estas cosas en su corazón.
Lucas 2; 51
Su gran riqueza. Esto es lo que colma su corazón. Es la presencia de su hijo, lo que de El se dice y lo que ocurre detrás de su sollozo, detrás de su jadeo, en sus lagrimitas que despiertan la vida. María guarda esto en el corazón.
Los secretos que Dios va sembrando en ella de la riqueza que le ha confiado hace que todo valor, todo bien quede como puesto al margen o como bajo la sombra de semejante regalo que Dios le ha hecho.
La pobreza en términos evangélicos no es un valor en si mismo y María en éste sentido nos da ejemplo, testimonio. Ella a la que descubrimos en Nazarét dedicada a las cosas de la casa, sujeta a su marido trabajador, a su hijo a quien educa vive como una vecina más, se entremezcla con las cosas de su barrio, de su pueblo y en la sencillez de ese convivir cotidiano esconde el secreto que Dios ha puesto en su corazón desde el momento de la Anunciación.
Es la madre del Redentor, la madre del Salvador. Semejante presencia en su vida por regalo de Dios en la persona del Angel cuando el Espíritu toma su corazón y su vientre hace que todo lo demás quede como en otro plano, como bajo una cierta sombra. El hacer una opción por vivir austeramente está determinado a poder vivir de la riqueza verdadera con la que Dios colma nuestro corazón. La pobreza, la austeridad no es un valor rescatable en si mismo. Está evangélicamente ordenado en términos de la riqueza que se esconde mucho más allá de la posesión de un bien material, espiritual, afectivo.
En este sentido María viene a educarnos. Nos educa para abrirnos al misterio de la presencia de su hijo y a partir de allí a administrar todo lo que tiene que ver con los recursos para vivir dignamente en relación a ese bien, el mayor, el más grande, el más rico de todos, Jesús en medio nuestro.
Podríamos decir nosotros que ella nació pobre, vivió pobre y dejó éste mundo siendo pobre. Desde la categoría social podríamos decir que si y que ha sido éste modo y un estilo que se ha encarnado en el Israel de su tiempo en un grupo que Dios se recogió para si como un resto fiel al que se reconoce bajo la espiritualidad de los pobres de Yahvé, los anawin Esto Dios lo previó para que pudiera manifestarse toda su riqueza, la que le hace cantar a María las grandezas del Señor porque ha mirado ésta pequeñez, ésta pobreza, ésta austeridad en su vida. Todos alaban y bendicen a María a partir de ésta riqueza de la presencia de Dios en su corazón.
Marías nos enseña que el camino que conduce a Dios es el camino del desprendimiento, del abandono, de la entrega, del desapego. No del desinterés, no el de la apatía, el de todo es igual, es lo mismo tener que no tener. No se trata de esa desaprensión de los bienes, de personas, de determinadas situaciones, sino de la ubicación que corresponde a lo que somos y a lo que tenemos en relación al misterio que es el que le da verdadera razón de ser a nuestra existencia.
Es por allí por donde Dios nos educa en la persona de María a vivir como Dios quiere que vivamos con lo que tenemos y nos hace falta ni menos ni más y para lo que Dios nos pone al servicio de El. En estos días que se abrió la nueva casa para muchos fue como un descubrir las cosas arregladas y puestas en su lugar bellamente y estéticamente muy ordenadas como decir aquello era más pobre.
¿En relación a que? Uno se pregunta. Cuando uno ve lo que gastamos en relación a la misión que nos toca. Uno lo compara con relación a otras obras de iglesia y dice cuanto se gasta en ésta obra, cuanto se pide para esta obra. Pero lo que se administra te lo aseguro con absoluta austeridad hace que lleguemos al final de cada mes sin más que el resto que nos hace falta para dar un paso en el camino que nos queda por delante. Es impresionante como la madre de ésta casa nos permite ubicarnos viviendo dignamente con las cosas puestas en su lugar.
Con la belleza que se necesita para vivir en la vida siempre teniendo tiempo con los bienes justos y necesarios para poder prestar un servicio que tenemos que prestar. La pobreza de la que hablamos no tiene que ver con una categoría social aunque también tiene que aparecer en éste sentido, más tiene que ver con las cosas ordenadas según lo que Dios nos pide y quiere de nosotros en la misión que nos confía.
Para llevar por ejemplo adelante ésta casa de María en la tarea de evangelización que llega a cincuenta y dos lugares y que va a llegar a ciento veintiocho lugares más hace falta administrar una serie de recursos humanos y económicos para poder prestar el servicio.
Claro, si yo comparo esos recursos con los que hacen falta para mi casa seguro es una barbaridad. No me sirve, me estorba. Pero si yo comparo estos recursos con los que administran otras empresas otros emprendimientos de comunicación uno descubre allí si que lo nuestro verdaderamente es austero, es pobre, como tiene que ser para que se manifieste la grandeza de Dios, para que se haga presente la obra de Dios en medio nuestro.
En esta casa de María se vive la austeridad y tenemos que vivir aún más austeramente. Y es hermoso encontrarse que en la austeridad en que se vive ha sido fruto de la austeridad de muchas personas que dan de lo suyo para que sea posible. Esta es verdaderamente una casa de María.
Así María nos educa en la pobreza que no es la miseria, que no es una categoría social, que es ordenada según el plan y el proyecto de Dios con lo que hace falta para cumplir la misión. Para tu vida lo mismo. Vivir la pobreza en tu vida es vivir con lo que te hace falta, no ajustados , ni tampoco de manos sueltas, con lo que austeramente hace falta para que uno pueda vivir libre de corazón y la voluntad de Dios pueda manifestarse en su plenitud.
Claro en el tiempo de la cultura que nos toca vivir esto pareciera un antivalor porque en realidad las personas se autodefinen a si mismas y se valoran por lo que tienen y no por lo que son. A la luz del Evangelio y bajo la mirada educadora de María sus hijos y los que nacen del encuentro con su hijo Jesús valen por lo que son y tienen lo que les hace falta para ser lo que están llamados a ser.
María que pertenece a los pobres en Israel. El resto fiel que Dios eligió para que pudiera manifestarse en medio de ellos el don maravilloso de la redención en la persona de Jesús. El pueblo de Nazaret es una aldea simple y sencilla. Tan simple y tan sencilla que los geógrafos del tiempo de Jesús no logran ubicarla en su mapa.
La frase de Natanael muestra ésta condición de pobreza de Nazaret.
Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?
No está en consideración de los importantes, no está en la mirada de los de peso. María pertenecía a ese poblado perdido y que no gozaba de muy buena reputación .
La casa es humilde, es sencilla, es una más del vecindario. Nada especial, a pesar de ser la madre del Creador, se parece mucho a tu casa, tiene mucho que ver con tu pueblo por eso te resulta tan cercana su presencia, tan familiar su figura. Es tan nuestra la Virgen porque el que se hizo uno de nosotros aprendió de ella que era una más del pueblo. Es tan popular su figura, su presencia, porque es simple.
Su corazón sintoniza con el corazón de sus hijos que viven en ese mismo estilo en el que ella vive. No solamente Nazaret, el pueblo al que pertenecía sino Belén donde van con José para que Jesús nazca.
Tu Belén de Judá eres la más pequeña de todas
. Se cumple aquella profecía y no en cualquier lugar sino en una cueva de paja, con animales.
Estos que caminan por la vida confiados en Dios se animan a desprenderse de aquella tierra. María y José con el niño recién nacido y a buscar en Egipto porque así lo determina la circunstancia de la persecución de Herodes un nuevo lugar. Van como inmigrantes, como tantos de los nuestros. Como tantos argentinos tuvieron que partir, tuvieron que irse. Ellos también conocieron esto de inmigrar. Como lo hicieron tanto de los que llegaron a ésta tierra, familiares nuestros, nuestros antepasados, nuestros ancestros que emigraron de lugares tan lejanos, tan distantes. Hicieron esto del desprendimiento también de la propia tierra.
Uno se imagina por Egipto alquilando una casita linda pidiéndole al patrón que le fíe el primer mes mientras encuentra algo para ganarse bien la vida. En la casa de María aun cuando sea humilde y sencilla vive siempre la dignidad, la limpieza, el arreglo, el decoro, el detalle como yo veo que hacen tantas mujeres cuando esperan a su familia el domingo para compartir la mesa.
Se comparte lo que se tiene pero la mesa está limpia, la casa también y lo que se pone sobre la mesa se lo pone con decoro, con dignidad, con el detalle, una florcita, una frase, aunque más no sea por ser domingo de un vinito distinto que le da un sabor distinto a la familia cuando le toca compartir.
Este es el estilo, éste es el modo, ésta es la forma. Es austeridad con dignidad. La dignidad la da el hecho de que se vive austeramente porque el valor no lo ocupa don mamón, don dinero, la señora riqueza, la posesión de muchos bienes para seguir poseyendo más detrás de la frenética locura de tener por tener como si fuera esto lo que le da a uno razón de ser. Es éste vivir desprendidos y en intimidad de vínculos con Dios sin que nada termine por ocupar. El único que puede ocupar el lugar es Dios. Cuando no es así es como dice Jesús: es muy duro que un rico entienda de que se trata el Reino de los cielos porque hay otras cosas que tiene apegadas al corazón y no puede comprender éste mensaje de totalidad, absoluto y que lleva a la vida toda y te embarga el corazón todo.
La pobreza de María no es dejadez. Nosotros hemos identificado bajo una categoría social la pobreza cuando en realidad estamos en presencia de situaciones que son miserables, miserias humanas no pobreza. María y Jesús son pobres y austeros. Ella es pobre, austera, El es pobre, austero. Esa pobreza y austeridad de manera digna. Que lindo entrar a casa pobres, austeras y encontrarse con las cosas puestas en su lugar, ordenadas, arregladas.
Uno ve la casa de Nazaret y no encuentra las cosas tiradas, no encuentra malos olores, no encuentra las cosas revueltas. Está todo limpio, está todo ordenado, está todo puesto en su lugar, se respira un aroma a flor, esa que María en el detalle de su feminidad ha puesto en el lugar justo para que la casa tenga como un anticipo del paraíso que perdimos.
Pobreza y dignidad, pobreza que no es miseria, pobreza que es austeridad que supone contar con lo que a uno le hace falta para hacer lo que tiene que hacer para cumplir la misión que tiene que cumplir, de esto se trata. No es un valor que se explica en si mismo la pobreza. Es un valor relativo quiere decir está en relación a. No se puede categorizar a las personas o a las circunstancias de más o menos pobres si no se tiene en cuenta éste valor de la presencia de Dios que a cada uno en un momento determinado le pide una determinada misión, un determinado rol en el camino, en el servicio.
Vivir pobremente, vivir austeramente es vivir de cara al misterio de Dios y es El que definitivamente nos enseña con María a vivir en ese Espíritu.
El secreto de la pobreza del corazón de María es Dios. Dios es la razón de su pobreza. Dios solamente Dios, el que está firme en lo más hondo de su corazón, el que le da razón de ser a sus alegrías, a sus consuelos, a sus esperanzas.
Si hay algo que obstaculiza la vida de la familia de Nazaret se produce allí un desapego, se produce allí una partida, se produce allí una ida a un lugar de silencio. Se produce un desapego. Acaso le dice el niño a María que también la educa a ella:
no tenía yo que dedicarme yo a las cosas de mi Padre?
La pobreza es para María un desapego de su hijo el que se le pierde porque está dedicado a las cosas del Padre. Es el Padre el que marca el rumbo y el desapego lo genera el Padre que ocupa el centro de la vida familiar.
Ahí están tu Madre y tus hermanos. Te están buscando
y Jesús que dice:
quién es mi Padre?, quién es mi Madre?, quienes son mis hermanos? Los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica, ese es mi Padre, mi Madre y mis hermanos
.
Ese sentido de trascendencia que María comienza a vivir a partir de éste regalo del reino que la familia de Nazaret lleva de la mano con Jesús. Con el reino bajo el brazo, no con un pan debajo del brazo. Se dice cuando nace un chico que nace con un pan debajo del brazo, éste nació con el Reino, con el orden nuevo bajo el brazo. Desapego pero también desarraigo.
Los magos le dicen, Herodes anda buscando el niño para matarlo es decir quiere terminar antes de tiempo con el que ha venido a redimir al mundo. Entonces que hacen ellos. No dudan en armar las valijas y sin pegar la vuelta a Nazaret agarran para la otra punta, para Egipto. También en incomprensión, la pobreza se hace incomprensión. En el diálogo de Jesús con María se ve muy claro esto. La pobreza de María es a veces incomprensión.
En el diálogo de Jesús con María se ve muy claro esto. La pobreza de María a veces es incomprensión frente al misterio.
Mujer que tenemos que ver nosotros, mi hora no ha llegado todavía
. A la delicadeza de su mirada femenina, se está por terminar la fiesta, y la intervención suya frente a su hijo , la respuesta es ésta:
que tenemos que ver nosotros mi hora no llegó todavía
. Fe y confianza siempre a lo que el Padre diga y a lo que el hijo muestre como camino.
Hagan lo que El les diga
.
Yo no entiendo, como no entendí cuando el Angel le anunció que iba a ser Madre pero he aprendido que la incomprensión se supera con la confianza. Créanme hagan lo que El les diga y van a encontrar el camino. La pobreza en la incomprensión se hace gesto de confianza en la que educa el corazón del que se hace hijo de María. Esa pobreza de Espíritu nos hace vivir el gozo incomparable de sabernos libres, con esa soberana libertad de quien ha roto las cadenas que aprisionan, esas que el mundo va como queriendo meternos por dentro haciéndole darle más valor a las cosas, a las circunstancias.
María nos enseña a estar firme en lo único que verdaderamente vale la pena esa perla preciosa por la que conviene venderlo todo para quedarse con ella. Nos hace pasar por tierra ligero el equipaje, los peregrinos que tenemos en el cielo nuestra última morada. Ojalá que nosotros también como ella, como hijos de María, pensemos en nuestra vida aquella bienaventuranza,
felices los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Frases que no son máximas que toma la vida del Evangelio. No se las improvisa, se las mama como Jesús mamó la teta de María para alimentarse cuando era bebé, mamó también en su casa la austeridad y por eso
no se puede servir a dos señores a Dios y al dinero
y también aquella otra
es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los Cielos
y
felices los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos
.
Esto que se hace vivencia en Jesús cuando hay que darle de comer a una multitud, que hay para comer? Cinco panes y dos peces, suficiente. Tráiganlo aquí. Esto es mucho para tantos y comienza a repartirse el pan y todos comenzaron a compartir. Cuando hay verdadera pobreza de corazón se comparte y se anticipa el Reino que es eso en el fondo. El Reino de los Cielos será un compartir sin limites, un fluir del vínculo del amor sin límites, sin reservas, sin recelos.
No recuerdo mucho pero trato de decir aquel cuento que habla de un lugar común donde se comía y las cucharas tenían el mango muy largo, yo podía llegar al lugar donde sacar la comida pero cuando intentaba llevármela a la boca es como que era tan largo el mango que como que no me daba, entonces tenía que darle yo de comer al otro, para eso si me alcanzaba y el otro tenía que darme de comer a mi. Es compartir.
El cielo es eso, es compartir y la verdad sea dicha que cuando menos se tiene más fácil se comparte y cuando más se tiene y más se posee es más difícil compartir, es más duro dar porque la lógica del poseer hace que no termine por dar a lo que libremente estoy llamado a dar. Porque el poseer tiene su lógica ambiciosa de ir en más tras más no en Dios sino en tener más y ese mientras más tengo más me aferro a lo que tengo y menos suelte lo que tengo.
En cambio el que tiene lo suficiente para vivir tiene como más libertad para dar, no se ata a lo que tiene. Que me disculpen los que más tienen pero la verdad sea dicha que ésta obra de la que yo doy testimonio que se sostiene con el aporte de los que donan la mayoría es gente que no tiene mucho para dar. Tiene un poquito para dar y lo da de todo corazón.
Padre Javier Soteras
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