Alégrense, el Señor está vivo

martes, 10 de mayo de 2011
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El Evangelio de San Mateo en el capítulo 28 del 8 al 15 dice así:

 

Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos. De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: “Alégrense“. Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él. Y Jesús les dijo: “No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán“. Mientras ellas se alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo que había sucedido. Estos se reunieron con los ancianos y, de común acuerdo, dieron a los soldados una gran cantidad de dinero, con esta consigna: “Digan así: ‘Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos‘. Si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros nos encargaremos de apaciguarlo y de evitarles a ustedes cualquier contratiempo”. Ellos recibieron el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión se ha difundido entre los judíos hasta el día de hoy. Palabra del Señor

 

Una sorpresa tras otra, esto es el misterio de la Pascua. Las mujeres comienzan a peregrinar de madrugada muy temprano, el domingo después de que Jesús a muerto, de haber atravesado todo un sábado en vigilia pensando quién nos va a correr la piedra del sepulcro, la primera sorpresa es que la piedra ya está corrida, la segunda sorpresa es que al entrar al sepulcro el cuerpo de Jesús no está allí – piensan que se lo han llevado – , la tercera sorpresa, el Ángel les dice ¿a quien buscan? Jesús no está aquí, ha resucitado, no busquen entre los muertos al que está vivo, la cuarta sorpresa, salen temerosas de allí con semejante anuncio y en la delicadeza de su amor Jesús se les presenta para llenarlas de gozo y de consuelo. Su temor se disipa, las invita a alegrarse y a apartarse del miedo, la quinta sorpresa pone a las mujeres en camino a ser los primeros apóstoles de los apóstoles: Vayan a decirle a mis hermanos que en Galilea me verán. Galilea es el lugar de la vida- La Pascua es una gran sorpresa de noticias llena de colores a las que somos invitados a abrirnos, saliendo del lugar conocido para ir a aquel lugar desconocido donde Dios nos tiene preparada la gran fiesta.

Algo así como cuando en casa hay uno que cumple años o ha tenido un acontecimiento importante y todos lo sorprende con un festejo, así es la Pascua, los Ángeles de Dios y los Santos, toda la naturaleza, todo habla de cómo Dios nos quiere sorprender.

 

¿Cómo has sido sorprendido por Dios en el camino de tu vida? Donde lo inesperado surgió para darte una gran alegría, a la cual le siguió otra, y otra, y otra, vos sos testigo de sorpresas que la vida te ha ido regalando con gozo y alegrías. Recogerlos en el corazón, disfrutarlos, vivirlos en plenitud y anunciarlos, proclamarlos, el Señor está vivo.

 

El sentido que tiene este ir de sorpresa tras sorpresa es la capacidad de habituarnos al cambio, a lo nuevo. Uno cuando habla de habituarse a algo piensa en la rutina, en lo que se reitera, se repite y a eso nos hemos acostumbrado. En lo que hace al camino que Dios nos quiere hacer transitar, como buenos peregrinos Dios nos quiere siempre habituándonos a lo nuevo, aunque parezca una contradicción con lo anterior, es una verdad grande propia de la vida de la Pascua.  En la vida Pascual en gracia de Resurrección con Jesús, uno tiene que aprender a habituarse a lo que vendrá, a lo nuevo, a lo sorpresivo a lo que todavía no descubrió, a lo no entendido y a lo no vivido todavía. La vida se hace una bellísima aventura que nos pone en marcha permanentemente saliendo de lo que tenemos bien masticado a lo que todavía no hemos aprendido a gustar y así se va peregrinando con rumbo definido hacia lo que es estable, permanente, el Dios vivo. Eso sí que no cambia aunque esa experiencia es lo que lo cambia todo, la que va haciendo crecer todo en nosotros sacándonos de lo habitual, de lo rutinario, de lo ya sabido. Dios nos quiere viviendo en libertad y por eso nos regala el don sorpresivo de la Pascua por donde siempre hay un algo nuevo donde nos invita a peregrinar y a caminar.

El ser peregrinos, el ser misioneros, el ser gente que avanza por el mundo con un mensaje lleno de vida está directamente vinculado a lo que nosotros vemos y oímos tocamos y experimentamos respecto del misterio de la Pascua en la propia existencia. Solo cuando vivimos en esa clave de constante renovación de adentro de nuestro ser nos hacemos testigos del misterio. La vida nueva de la Pascua no es vida ya sabida es vida que hay que aprender a reconocer. Dios nos va llevando de una alegría a otra con serenidad y con confianza, somos invitados a sorpresas Pascuales, como las mujeres, dejate llevar por la Pascua de Jesús.

 

En medio de tantas sorpresas hay una gran noticia por parte de Jesús, Alégrense! Y en esa expresión está todo dicho para que el andar y el peregrinar de novedad en novedad tenga una estabilidad de base donde todo va creciendo en relación a un cimiento que es la alegría en Cristo.

Cuando uno es sorprendido por una noticia dice: no sé que decir… eso se traduce también por un no saber que hacer, no saber que contestar, no saber como agradecer, es más,  hasta corporalmente uno está incómodo, Jesús conoce la incomodidad que genera lo que está sucediendo, la gran sorpresa que incomoda, el no saber qué hacer ante la noticia de que el cuerpo ya no está ahí, la falta del orden establecido, la sorpresa es lo nuevo que nos saca de lo viejo, la alegría es la que marca el rumbo de la estabilidad. La mejor manera de responder al hecho de ser sorprendidos y desacomodados por la sorpresa es alegrarse, y por eso Jesús sale al encuentro y les dice: alégrense. Con la Pascua y por cincuenta días vamos haciendo un camino discipular de alegría ¿Cómo se descubren las sorpresas con que se ha visto ganar el corazón en tu vida? Se descubren a través de esta presencia gozosa y alegre con la que el Señor te bendice.

 

Alégrate, el Señor esta vivo

 

Alégrense es la palabra de Jesús y mas que un mandato es una palabra creadora, no es un imperativo, es un mensaje que recrea la vida. Dejemos que esta palabra nos vaya ganando el corazón, vaya calando hondo dejando que el Señor la pronuncie de muchas maneras en aquellos lugares donde necesitamos que resuene como palabra llena de esperanza, de fortaleza, como palabra que nos invita a la lucha en la confianza de saber que el triunfo está asegurado, como palabra que suena en el dolor, como palabra que se hace mensaje para los hermanos que nos necesitan, alégrate dejate ganar por esta palabra que el Señor hoy te trae.

 

El fue el que llegó a tu vida y te trajo este mensaje,  mas que un mandato es una palabra que viene a pacificar pone en macha el movimiento: Vayan a decirle a mis hermanos que en Galilea me van a encontrar. La vida de la Pascua es la vida que pacifica y moviliza. La Pascua trae paz por una sola razón, la muerte como la mas inquietante de todas las realidades de la vida ha sido vencida y esto merece ser anunciado.

Esto no puede callarse por eso la Pascua se hace movilidad en el anuncio, no hay lugar para la tristeza, no hay lugar para la angustia, no hay lugar para la oscuridad, ha desaparecido la sombra, todo es nuevo en la Pascua de Jesús.

 

No busquemos entre los muertos al que está vivo, no busquemos mas desde la tristeza, desde la angustia, es abrirnos a la alegría de la Pascua donde Dios nos invita a ser peregrinos buscadores de novedades permanentes o sorpresas con las que Dios está dispuesto a incomodarnos saludablemente sin dejarnos desestabilizados sino sosteniéndonos en el rumbo del gozo. Dejemos que su alegría resucitada colme en el corazón y vayamos ganando en el camino de discípulos nuestro corazón de resucitados. Hagamos un aprendizaje sereno pero constante discipular, vayamos desaprendiendo lo que no es alegría y dejemos que solo la alegría sea nuestro gran mensaje, ese es el mensaje de Jesús, alégrense, no se inquieten, no tengan miedo, ellas iban temblorosas ante el anuncio que habían recibido dice la palabra, no busquen entre los muertos al que está vivo, ahora la muerte ha sido vencida y la única manera de ubicarse frente a Jesús es con alegría, por eso Jesús les da la clave para el nuevo vínculo, alégrense, mas que un mandato una palabra creadora.

 

No muy lejos está la Galilea que nos espera con el gozo, Galilea es el lugar de la Pascua, Galilea es el lugar de la sorpresa alegre de Jesús.

Galilea y el lugar de los muertos como dos contrapuntos. El lugar de los muertos es el sepulcro, Galilea es el lugar del gozo y de la alegría.

No busquemos mas donde buscábamos siempre, busquemos donde nos dicen que tenemos que buscar. Busquemos al que está vivo entre los vivos en Galilea, Galilea es el lugar de lo habitual de lo cotidiano, de lo de todos los días, busquemos entonces al que está vivo entre los amigos, los compañeros de oficina, entre los vecinos, entre los familiares, Cristo vive, en cada acontecimiento cotidiano hay presencia de resurrección aún en los lugares de mas dolor y de mas sufrimiento.

Cristo ha resucitado, no hay lugar para la muerte, es decir no hay lugar para todo aquello que trae mensaje de muerte, la queja, un recuerdo desagradable, la melancolía de un tiempo que pasó y ya no está, la poca esperanza frente al tiempo nuevo que vendrá, no hay lugar, Galilea es el lugar de la vida porque representa lo cotidiano, es el hábitat primero de la comunidad. Galilea es el lugar donde Jesús compartió con ellos, que vayan allí donde nos encontramos y nos seguiremos encontrando. Yo me voy, dice Jesús, pero al mismo tiempo me quedo para siempre con ustedes, vuelvo al Padre y me quedo con ustedes, ustedes vienen conmigo donde yo esté estarán también mis discípulos. Ahora todo lugar cotidiano, toda experiencia, toda vivencia tiene sabor a eternidad. Galilea, tu Galilea, tu lugar sencillo, no busquemos en otro lugar sino cerca, Jesús está resucitado.

El gozo y la alegría es el nuevo modo de vivir de la humanidad.