12/03/2021 – En el ciclo “Aire fresco y brisa suave”, fray Pepe Guirado se refirió a la espiritualidad que emana de un Dios embarrado. “La vida, la espiritualidad y la fe también estamos llamados a vivirla desde el barro. La dimensión simbólica del barro es tu fragilidad, tu cotidianeidad, tu plena humanidad. Tenemos que dejar algunas creencias primitivas que quieren eliminar al barro por considerarlo feo, desagradable, poco útil. Esto ocurre, en realidad, cuando no incluimos la dimensión de barro que hay en nosotros. Tengo que irme al barro de mi vida porque allí está Dios que me está esperando. Dios se hizo barro. Jesús es Dios habitando la tierra, es un Dios que moldea el barro”, indicó el religioso sanjuanino que tiene su ermita en los Valles Calchaquíes, en Tucumán.
“Por eso preguntate: ¿a qué le llamás barro en tu vida? ¿Cuándo te sentís embarrado? Tal vez sentís que eso que te está pasando, que te embarra, es algo que no te gusta. Sin embargo, es una oportunidad de encuentro con el Señor. Con el barro se puede cocinar, en el campo se lo utiliza mucho. Una verdura embarrada se pone a las brasas y quedan riquísima. El barro sirve también para hacer arte. Tenemos que pasar del barro como problema, del barro como lo que me afea, a tomar el barro para crear una vida nueva. El barro es una posibilidad de maravillarnos, de ser reflejo de Dios. Cuando más abrazado estoy a mi barro, más puedo mirar los barros ajenos”, dijo fray José Luis.
“Dentro tuyo tenés una posibilidad de creación permanente, y esto sucede cuando dejás de pelear con tu barro, cuando dejás de sentirte incómodo con él. Las heridas son barro y asumirlas es una forma de crear. Asumir el barro es descubrir sus propiedades sanadoras. La espiritualidad del barro es una espiritualidad holística, encarnada y cristiana. Por eso te invito a que salgas del charco y dejes de lado el victimismo para que no patines en el barro. Herida, fragilidad y humanidad son sinónimos de nuestro barro. Llevamos un tesoro en vasijas de barro, dice san Pablo”, afirmó el franciscano.
“En nuestra Iglesia a veces vemos a algunos líderes que no terminaron de comprender esta dimensión espiritual que tiene el barro y luego esa situación les termina saliendo caro hasta en lo personal. Son espiritualidades que niegan lo barreado de la vida, que les falta encarnación. El que no se conoce a si mismo está destinado a repetirse en los errores. La espiritualidad se nutre de la humanidad y de la fragilidad que somos. Una espiritualidad sin barro es la espiritualidad de elite, de los 99 justos que no quieren convertirse. Debemos comprender que la humanidad es la carne de Dios”, completó.
Guirado también habló de Dorothy Day, quien fue una periodista de Estados Unidos, activista social, anarquista que luego de un fuerte proceso personal se convirtió al cristianismo. Es conocida gracias a sus campañas por la justicia social en defensa de los pobres de su país. Junto con Peter Maurin, fundaron el Movimiento del Trabajador Católico en 1933. “La fuerza de un ángel” es una película de 1996 que relata la vida de Day y su conversión.
“Donde vos ves barro, Dios ve belleza. Abrazar el barro que somos es no deshacernos de nosotros mismos, de nuestra naturaleza. Pensá en lo peor que te pasó en tu vida, lo más embarroso que te pasó. Eso es lo que tenés que asumir, allí hay un tesoro por descubrir, para trabajarla desde el templo de la verdad y la lámpara de la ternura. El barro nos ayuda a trabajar con imágenes y esto nos ayuda a trabajar nuestra espiritualidad. La palabra barrio viene del árabe “barrí”, que significa campo, selva. En definitiva, tiene que ver con el barro”, cerró fray Guirado.
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