¿Cómo es el Reino de los Cielos?

domingo, 10 de agosto de 2008
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También sucede con el Reino de los Cielos lo mismo que con una red que echan al mar; y recoge toda clase de peces. Una vez llena, los pescadores la sacan a la playa, se sientan, seleccionan los buenos en canastas, y tiran los malos.

Así será cuando llegue el fin del mundo, saldrán los ángeles, a separar a los malos de los buenos. Y echarán a los malos al horno de fuego. Allí llorarán y le rechinarán los dientes.

Jesús preguntó a sus discípulos:  “¿Han entendido todo esto?.  Ellos le contestaron:  “Si”.  Y Jesús les dijo:  “Todo maestro de la ley que sea hecho discípulo del Reino de los Cielos, es como un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas, y viejas”.

Mateo 13; 47 – 52

Cada día que me enfrento con la Palabra de Dios, me impacta enormemente la Palabra.  Como el Señor nos enseña tanta sabiduría.  Y como eso es tan concreto. Tan de la vida. Sabes que siempre el camino de la falsa vida de fe, es un camino de escapismo. En cambio el encuentro real con Jesús hace que uno se transforme en la vida. Que haya cambios concretos; acciones concretas. Que haya necesidades, opciones, dedicaciones, muy concretas.

Siempre me gusta decir, tal vez por la misma experiencia personal, y que veo en tantos hermanos, que la fe pasa por el canal de la carne. Por nuestra carne, por nuestra temporalidad. Por nuestra inteligencia, por nuestra libertad, por nuestras opciones y sentimientos.

Que lindo sentir cada día de nuevo que el Señor tiró la red, uno siente que el Señor lo ha enredado. Que el Señor ha sido generoso y que le Señor lo ha tenido en cuenta.

Ahora viene una buena pregunta. Llega la hora en que el Señor tiene que poner los buenos peces en su batea, y los que no sirven los va a tirar. Porque no están preparados para el Reino. ¿De cuáles seré yo? ¿De cuáles seré yo?

¿Estaré animándome a vivir como digno hijo del reino? ¿Estaré siendo partícipe del Reino con mi proceder, con mi sentir, con mi actitud frente a la vida, frente a las personas; frente a Dios?

¿Estaré siendo de los peces que podrá el Señor poner en su canasta a la hora de la cosecha?

Estar en la red del Señor. El Señor vivía en un ambiente donde el pescador era un oficio muy desparramado, muy conocido y muy vivido, en los lagos, allí en los mares. Y entonces toma el ejemplo de aquellos, cosa que va a entender la gente.

Una manera de saber decir como debemos estar atentos. Y comprendamos como debemos estar atentos. Y toma la figura del pescador. Que lindo. A Pedro le dijo después, “tú serás pescador de hombres”   Lo envió para el oficio eterno de Pastor, conquistador de almas. Y lo invitó a reconsiderar y valorizar su condición de pescador.

Que linda figura de la vida. Para entender que así es el Reino. Que se tira para recoger todo. Nadie queda fuera del evangelio. Por eso la propuesta de la Palabra es un llamado a mi conversión personal. Que nadie quede fuera de mi corazón. Que nadie quede fuera. Hay veces que hay gente que queda fuera de nosotros.

Y lo peor que no somos signos del Dios vivo cuando alguien queda afuera de nuestro corazón. Yo no digo que nos llevemos bien con todo. Por cuestiones de entendimiento humano, la limitación humana hace esto. Pero ser como esa red, como ese Reino. Mi vida, mi actitud ante la vida, cuestionarme mi condición, mi ser cristiano.

¿Estoy abierto a todos? Quizás hay muchos que quedan afuera. Que no pueden recibir la invitación a recibir una participación en el Reino de Dios como tampoco reciben una participación a participar en mi afecto, en aceptación, en mi respeto.

Ojo, las personas hay veces quedan fuera. No soy como la red que es el Reino de Dios, en la que entran todos los peces. Por supuesto que al final habrá una selección. Pero no soy yo el que debo seleccionar. El Señor me dice que debo tirar mi red. Estar abierto a todos.

Esto sacude fuertemente mi realidad humana. Porque evidentemente experimento una pobreza acá. Me encuentro superado, y me surgen miedos. Entonces yo no puedo ser buen discípulo de Dios, porque no puedo acoger a todos en mi corazón.

Hay personas a las que no las puedo ver, no las quiero. Habrá que ver… no busques a todos, pero no estés cerrado. Como ese Reino que encuentra un ejemplo en la red del pescador que se tira para juntar toda clase de peces. Debe ir siendo mi corazón, de bautizado. Mi condición de discípulo se manifiesta cuando soy capaz de la caridad, que no desprecia al hermano. Que no discrimina.

Cuantos necesitan estar en mi corazón y están esperando que les abra mi puerta.

Querida amiga, amigo, ser signos del Reino. Todo esfuerzo vale la pena. El Señor coronará, llenará de méritos, por los méritos de la Pasión y Muerte de su propio Hijo, a nuestros esfuerzos en el orden de la caridad. Quizás una de las mejores maneras de evangelizar que tenemos es esta actitud concreta de disponibilidad para con la gente. Aunque no nos entendamos. Pero no cerrarse.

Aprender a pensar distinto; discrepar, pero no discordar. No romper la comunión de los corazones. Cuantas veces nos peleamos porque pensamos simplemente diferente, no? Y en eso somos como infantiles. Pero yo diría más que infantiles somos egoístas. Porque tenemos como una prepotencia.

Animarme a estar abierto al Reino.