Con la alegría y la esperanza en la RESURRECCION, celebramos la Pascua en CASA DE CAMPO

domingo, 24 de abril de 2011

Hay mucha gente que puede pensar que hoy no tienen motivos para resucitar, pero si miramos nuestra vida, nos daremos cuenta que vivimos constantemente conviviendo con el concepto. No solo hay muerte en nuestra vida, también hay resurrección… muchas veces vamos de la muerte a la vida, muchas veces nos levantamos desde el suelo para hacer realidad la alegría y la vida…te invitamos a compartir la alegría de la pascua en Casa de Campo.

 

Hoy compartimos el relato bíblico en la version gaucha del Padre Amado Anzi.

 

El 22 de abril fue el dia del constructor, compartimos experiencias de casas ecologicas  con Ramon Delvalle, constructor y maestro de obra.

 

Con el chiquerito conocemos como se celebra la Semana Santa y pascua en sus comunidades.

 

Hoy 24 de abril es el dia el matrimonio, con las canciones de nuestro folcklore compartimos mil y una historias de amor…

 

Desde Santiago del Estero cantan para Dios Surcos de Vida

 

El Padre Amado Anzi en su evangelio criollo nos relata la palabra de hoy:

 

LAS MUJERES VAN AL SEPULCRO

Antes de salir el sol,

con el alba medio escura,

las mujeres con presura

iban subiendo la loma,

llevando un frasco de aroma

pa ultimar la sepoltura.

“¿Quién nos correrá la piegra?”

se hablaban las tres Marías;

cuando en eso que venían

llegando a la sopoltura,

devisaron la abertura

sin la piegra que tenía.

LA RESURRECCIÓN

Se produjo un terremoto

bajando un ángel del cielo;

y acercándose hasta el suelo,

apartó la piegra aquella,

tomando asiento sobre ella

después que paró su vuelo.

Su cara era un rejucilo

y como nieve su manto;

los guardianes mientras tanto,

lo mesmo que en una guerra,

cayeron todos a tierra

como muertos del espanto.

Corrió entonces Magalena

con tristeza y con afán,

y maliciando un desmán

al ver el sepulcro abierto,

que habían robado al muerto

les noticio a Pedro y Juan.

Dentraban, pues, las mujeres

a la tumba del Señor,

cuando al punto un resplandor

la llenó toda de luz;

pero el cuerpo de Jesús

no estaba en el interior.

Cuando pasó el primer susto,

se dieron cuenta, sin trabas

que aquellas luces las daban

dos ángeles relucientes,

que llegaron redepente

justo cuando ellas dentraban.

Como estaban asustadas

y con la vista en el suelo,

los dos ángeles del cielo

hablaron con las Marías,

pa aliviarles el recelo

que las pobres aún tenían.

“¡No está aquí, resucitó!

-los ángeles les dijieron-

Güelvan pa casa lijero

y aviselén, sin temor,

a los demás aparceros

que resucitó el Señor”.

Corrieron, pues, las mujeres

cuanto las juerzas les daban,

contando lo que pasaba

a los demás aparceros;

pero ellos sólo creyeron

que las pobres disvariaban.

PEDRO Y JUAN VAN A SEPULCRO

Y con todo Pedro y Juan

salieron corriendo al punto;

a la largada iban juntos,

hasta que Pedro, cansado,

llegó medio rezagado

por viejo, según barrunto.

A la punta llegó Juan

y al sepulcro se asomó;

entonces pasmado vio

en el suelo aquellos lienzos;

sin embargo, como pienso,

por respeto no dentró.

Dentró, pues, Pedro primero

y Juan a distancia escasa;

y en cuanto vieron la traza

con que los lienzos quedaron,

viendo el asunto muy claro

se volvieron pa las casas.

APARICIÓN A MADALENA

La María Madalena

lloraba aquel robo impío,

cuando en bancos atavíos

vio a dos ángeles sentados,

que estaban por ambos lados

de aquel sepulcro vacío.

“¿Y por qué llora, mujer?”,

entonces le preguntaron;

y en su triste desamparo

les dijo ella con dolor:

“Porque se han robado al Señor

y no sé ánde lo llevaron”.

Entre tando se esplicaba

sintiendo como unos pasos,

mirá pa atrás, por si acaso,

y vio a Jesús en el huerto,

sin conocerlo, por cierto,

en ese primer vistazo.

“¿Y por qué llora, mujer?”,

le preguntó el Redentor.

Ella entonces con dolor,

pensando que era el puestero,

le preguntó el paradero

del cuerpo de su Señor.

“¡María!” dijo Jesús

y se le dio a conocer;

entonces al comprender:

“¡Máistro”, le dijo María,

mientras hincada gemia

sin poderse contener.

Jesús habló con María

y luego se despidió;

allí mesmo le ordenó

diciendolé muy humano:

“Vaya y cuente a mis hermanos

todas las cosas que vio”.

María contó al llegar

que lo conoció en la voz;

y al despedirse los dos

dijo que se iba el Maestro

“a su Padre y Padre nuestro,

y a su Dios y nuestro Dios”.