Con Maria reconocemos al salvador en lo simple y en lo pequeño

jueves, 29 de diciembre de 2011
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CATEQUESIS DEL DÍA 26-12-11

 

              Con María reconocemos al Salvador en lo simple y en lo pequeño

 

“Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser Madre. Y María dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue. En esa región acampaban unos pastores que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto se les apareció el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: No teman porque les traigo una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo, hoy en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor, y esto les servirá de señal, encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Y junto con el Ángel apareció de pronto, una multitud del ejercito celestial que alababa a Dios diciendo: ¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres amados por Él!”  

                                                                                                      Lucas  2, 6-14

 

El ángel del Señor, también a nosotros nos anuncia la gran alegría, no tengan miedo, no teman porque les traigo una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo. Hoy en la ciudad de David le ha nacido un Salvador que es el mesías, el Señor. Esto les servirá de señal, dice el ángel “Encontraran a un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre”, esta es la señal de la presencia del Salvador, del Dios con nosotros, es decir que en el pesebre, en algo tan simple, tan pequeño, en algo tan pobre, Dios se manifiesta a la humanidad, nadie se lo imaginó, nadie se imagino que de esta manera, Jesús, el Salvador se iba a hacer presente en medio de la humanidad.

La consigna, para que compartas con nosotros, para que nos transmitas tu experiencia en esta catequesis, queremos ayudarnos entre todos a descubrir a Dios en lo simple: ¿Cómo descubrimos? ¿Qué cosas simples? ¿En qué cosas simples contemplas la presencia de Dios que te ama? ¿Cuáles son los pesebres de tu vida en los que Dios te está amando? ¿Cuáles son los pesebres? ¿Cuáles son las cosas simples que descubrís en tu vida, las cosas pobres, pequeñas, cotidianas en las que Dios se te manifiesta de una manera tan cercana y tan profunda?. Te pedimos que nos compartas tu experiencia, siempre que uno comparte su experiencia de Dios, ilumina las otras experiencias.

Entonces al ir contemplando la presencia de Jesús, desde lo pequeño, desde lo simple, la vida se nos tiene que llenar de esperanzas porque Dios ha elegido para llegar a nosotros el camino de lo simple, de lo pequeño, el camino de la humildad. Él que es todo poderoso y eterno se abaja, Él baja a lo profundo de nuestra miseria, a lo profundo de nuestra condición humana y comparte todo con nosotros, excepto el pecado. Por eso el ángel también nos dice a nosotros: no teman porque les traigo una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo. Les ha nacido el Salvador, el Mesías, el Señor y cuál es la señal de que Dios esté con nosotros, un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Si Dios elige el camino de la humildad y de la sencillez para llegar a nosotros es muy importante que nosotros también recorramos el mismo camino. No olvidemos que Jesús nos dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no caminara en las tinieblas”. Por eso en el catecismo de la Iglesia Católica, en el número 525, podemos contemplar la enseñanza de la Iglesia respecto al misterio de la navidad. Dice el número 525: “Jesús nació en la humildad de un establo, de una familia pobre, unos sencillos pastores son los primeros testigos del acontecimiento. En esta pobreza se manifiesta la gloria del cielo. La Iglesia no se cansa de cantar la gloria de esta noche y aquí vamos a compartir, con ustedes, un pequeño fragmento: “La virgen da hoy a luz al eterno y la tierra ofrece una gruta al inaccesible, los ángeles y los pastores le alaban y los magos avanzan con la estrella porque tú has nacido para nosotros, niño pequeño, Dios eterno”.

Hermanos realmente es una belleza y es un signo de mucha esperanza para nosotros que somos pecadores, que somos débiles, que por nuestras propias fuerzas no podemos llegar a Dios. Él se hace pequeño, humilde, tomemos conciencia de esto, que hacerse niño con relación a Dios es la condición para entrar en el reino, para eso es necesario abajarse, hacerse pequeño, más todavía, es necesario nacer de lo alto, nacer de Dios para hacerse hijo de Dios. El misterio de la navidad se realiza en nosotros cuando Jesús toma forma en nosotros, navidad es el misterio de este admirable intercambio. La navidad de Dios, hermanos, se realiza en nosotros cuando Jesús toma forma en nosotros. Queridos hermanos, realmente es muy importante tomar conciencia de que el camino que nos conduce al encuentro con Dios es el camino del pesebre y así, Jesús lo llevara adelante a lo largo de su vida aquí en la tierra. El camino de la cruz también nos revela el camino de la humildad. Por eso, si nosotros contemplamos de una manera muy especial algunas citas de la palabra de Dios, por ejemple en Mateo 11, 28-30: “Vengan a mi todos los que están afligidos y agobiados y yo los aliviaré, carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón y así encontraran alivio porque mi yugo es suave y mi carga liviana”. Aprendan de mí dice Jesús porque soy paciente y humilde de corazón, esa paciencia, esa humildad, esa pequeñez que hay en el corazón del todo poderoso, del eterno debe ser el modelo de nuestra vida, de nuestra espiritualidad, de nuestra relación con Dios entonces nosotros tenemos que aprender a descubrir que en la vida también podemos, a modo de comparación encontrar muchos pesebres. El pesebre es el lugar en donde Dios manifiesta su gloria pero su gloria de tal manera que nuestros ojos lo puedan contemplar, que nuestro corazón lo puedan amar, que nuestros sentidos puedan asimilarlo e incluso de una manera muy especial, Jesús a los discípulos continuamente les hablaba de esta pequeñez y de esta humildad porque en aquel momento también leemos en el evangelio de Mateo en el capítulo 8, 1-4 dice: “En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarles: ¿Quién es el más grande en el reino de los cielos? Jesús llamo a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entraran en el reino de los cielos, por tanto el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el reino de los cielos”. Hermanos Jesús nunca nos va a pedir algo que primero no lo haya hecho Él. Él nos enseña cómo hacernos niños, Él nos revela el misterio de la humildad y de la sencillez del pesebre.

Por eso es muy importante que nos compartas esa experiencia, porque mostrándonos, compartiendo con nosotros, ¿Cómo encuentras a Dios en las cosas simples, cómo descubrís las presencia de Dios en los pesebres que se te presentan cotidianamente?, es decir en algo simple, pobre, que puede pasar desapercibido para muchos, pero que para vos es una señal, es un signo en el que Dios, te está amando, te está sanando el corazón, te está impulsando para encontrarte con Él. ¿Cuáles son los pesebres de tu vida? ¿En qué cosas simples contemplas la presencia de Dios que te ama? Nosotros contemplamos también, en el evangelio de Mateo 23, 11-12: “Que el más grande de ustedes, dice Jesús, se haga servidor de los otros, porque el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado”, Pablo nos dice en la carta a los colosenses en el capítulo 3, 12: “Como escogidos que son de Dios, revístanse de entrañas de compasión, de benignidad y de humildad. Hermanos no debemos olvidar que somos cristianos, que seguimos a Cristo y para poder llegar al Padre, porque Cristo es el camino, tenemos que recorrer y entrar en la lógica de Jesús, en su modo de pensar, en su modo de vivir. Por eso contemplamos al niño recién nacido con María, su mamá. Nadie se lo imaginó, quién se iba a imaginar que el Salvador, el Rey del mundo se nos iba a ofrecer en un niño recién nacido, indefenso, pobre. Dios, así, en la simplicidad y en la pequeñez se acerca a tu vida.

 

Y María dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre porque no había lugar para ellos en el albergue. Nuestro corazón se queda sorprendido frente al misterio de la navidad, que en un establo, cuando muchos de nosotros hemos tenido la posibilidad de conocer un establo, de darle de comer a animales, de conocer las condiciones en las que se encuentra un establo, es un lugar donde viven y habitan los animales y en ese lugar el Señor manifiesta su poder, su salvación. Hermanos, el niño que contemplamos y las imágenes de los pesebres que solemos colocar al lado del arbolito de navidad, en nuestros hogares, los pesebres que se hacen en las parroquias, en las capillas, en algunos lugares públicos, incluso en algunos comercios, ese pesebre, hermanos, tiene un significado muy importante, es mucho más que una memoria o un recordar un acontecimiento especial. En el pesebre, como en la cruz, se nos revela el amor infinito de Dios. Si tomáramos conciencia de que el inmortal, el todopoderoso, el eterno, se nos entrega en un niño pequeño, recién nacido, indefenso, fruto de su amor, fruto de su ternura, Jesús nace por nosotros y por nuestra salvación, Él se encarnó de María, la virgen, por nosotros, por nuestra salvación, para llevar adelante la misión que el Padre le ha encomendado, reconciliarnos con Dios. Si tomáramos conciencia de que este niño pequeño, indefenso, viene a vencer a Satanás, viene a liberar a la humanidad de la esclavitud del pecado, nos daríamos cuenta como Dios cotidianamente y de una manera tan simple y sencilla, nos da las herramientas y todos los elementos que necesitamos para vencer al mal en nuestra vida. A veces buscamos la ayuda de Dios o el auxilio de Dios de una manera muy especial, muy sobrenatural, como signos extraordinarios, o sentir grandes consolaciones en nuestra oración, y Dios se manifiesta plenamente en las cosas simples, por ejemplo, hermanos, en la oración, a veces cuando rezamos podemos caer en la tentación de que si no lloramos, o si no nos emocionamos es como si no tuviéramos fe y eso no es así, porque la fe es mucho más que un sentimiento, el amor es mucho más que un sentimiento, el amor es una opción por el bien y la fe es creer sin ver, sin sentir nada. Por eso, el ángel les dice a los pastores que acampaban en aquella región: ¡no teman!, los pastores vieron un signo extraordinario, primero, al ver al ángel y a los ángeles cantando la gloria de Dios, pero el signo de la presencia de Dios en la humanidad es un niño humilde, pequeño, sencillo. Cuando pasemos y cuando atravesemos la puerta de la muerte de esta vida, el Señor nos permitirá contemplar su gloria tal cual es pero eso es por gracia de Dios, pero mientras tanto, nuestros ojos, nuestros sentidos, nuestro corazón no está capacitado para descubrir, para contemplar en su plenitud la gloria de Dios y por eso Dios se queda en algo tan simple, tan pequeño.

Mañana en la catequesis vamos a contemplar la relación que hay, profunda, entre el pesebre y la eucaristía, hoy simplemente mencionar que así como en el pesebre Jesús se nos entrega en un niño tan pequeño, tan indefenso, en la eucaristía Jesús se nos entrega, en su cuerpo y en su sangre, algo tan simple en el pan y en el vino, al alcance de todos para que nadie quede afuera. Por eso, fíjense hermanos, también que nos dice San Pablo, San Pablo nos enseña en la Carta a los Filipenses 2, 5-11: “No hagan nada por espíritu de discordia o de vanidad y que la humildad, los lleve a estimar a los otros como superiores a ustedes mismos, que cada uno busque, no solamente su propio interés, sino también el de los demás, tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús, Él que era de condición divina no considero esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente, al contrario, se anonado así mismo tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres y presentándose con aspecto humano se humilló hasta aceptar con obediencia la muerte y muerte de cruz, por eso Dios lo exaltó y le dio el nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla, en el cielo, en la tierra y en los abismos y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre Jesucristo es el Señor”. Los ángeles nos dicen: “Les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo, les ha nacido el Salvador y la señal es un niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre”.

Hermanos, que lindo seria que a lo largo del día, le pidamos a nuestra madre, la virgen, que nos regale su mirada, que nos regale, realmente, sus ojos para que podamos descubrir la presencia de Dios en lo simple porque detrás de la soberbia viene la deshonra, pero con la humildad llega a la sabiduría, la humildad de Dios nos trae la sabiduría de Dios, lo que es locura para este mundo, lo que es algo inaceptable para este mundo, para Dios es sabiduría. Y si a vos, querido hermano, te cuesta descubrir la presencia de Dios, quizás por ahí, estas atravesando un momento de oscuridad, de dolor, quizás vas atravesando el frío de la vida que te va paralizando tus sueños, tus proyectos, va congelando tu respiración, va congelando esa posibilidad de mirar hacia adelante. Jesús tiene el poder de transformar tu noche mala, tu noche oscura, tu noche fría en una noche buena. Jesús se te revela y se te manifiesta en las cosas simples de cada día, a veces uno por el dolor, o por la distracción no toma conciencia de la presencia de Dios o de los signos que Dios nos está dejando. Por eso hermano, déjanos tu experiencia, compartí con nosotros tu experiencia para que también nosotros aprendamos a descubrir a Dios en lo simple.

La consigna era entonces: ¿Qué pesebres encuentras en tu vida? ¿Cuáles son los pesebres de tu vida? ¿En qué cosas simples contemplas la presencia de Dios que te ama? Así como en el pesebre, en la pobreza, en el frío, en el desorden de un pesebre, es decir de un establo, Dios se manifiesta con toda su fuerza, a través de un niño pequeño. En tu vida seguramente hay situaciones, elementos, cosas simples que también pueden ser como un pesebre en el que Dios se revela.

 

Nosotros, realmente, al contemplar la historia del pueblo de Israel, podemos descubrir como el mesías es prometido y a la vez es esperado por el pueblo. Había algunos grupos sociales que esperaban al mesías político, liberador, que viniera en gloria, con poder, nadie se iba a imaginar que Dios se iba a hacer hombre, nadie se imaginaba que Dios se iba a hacer presente desde algo tan simple y tan pequeño. Por eso, al centrar nuestra mirada en el pesebre, nosotros también podemos mirar nuestro corazón. El pesebre, el establo, donde Jesús nació es muy parecido a nuestro corazón. Así como en un establo hay suciedad, hay desorden, hay como una especie de clima frío en el invierno y de calor en el verano, un establo no tiene condiciones normales como para que una persona pueda vivir ahí, pueda permanecer ahí, y así como en este establo donde nació Jesús había frío, desorden, suciedad, muchas veces en nuestro corazón también. Nuestro corazón a veces es frío, sucio por el pecado, a veces está desordenado por el pecado, pero más allá de ese desorden, de esa frialdad, de esa suciedad, Dios tiene el poder de transformar lo oscuro en luz, lo frío en cálido, lo sucio en pureza, la oscuridad en luz.

Hoy, realmente, tu corazón puede ser el pesebre que este mundo necesita. Este mundo necesita pesebres que nosotros realmente seamos, pesebres caminantes en medio del mundo, que mas allá de nuestra pobreza, más allá de nuestra indigencia para corresponder al amor de Dios, que Dios se manifieste también en la sencillez y en la pobreza de tu corazón. Si aprendemos a descubrir a Dios, realmente, en las cosas simples de cada día. También nosotros con acciones simples, con actitudes simples, vamos a manifestar a Dios en el mundo. Hermanos, nuestra sociedad, quizás también nuestra familia, nuestros amigos, estén atravesando una noche oscura, una noche fría, por qué no, por qué no pensar y reconocer que nuestra vocación es el amor y que el modo de concretar nuestra vocación en este mundo es ser nosotros, también, un pesebre. Un pesebre en donde Jesús se recueste, un pesebre en donde se pueda encontrar a Jesús. Más allá de la frialdad, más allá del pecado, más allá de la debilidad y de la pobreza, Dios se quiere manifestar al mundo a través de tu corazón y cómo podemos manifestar a Dios al mundo a través de nuestro corazón si somos soberbios, si nos dejamos llevar por el orgullo, por la autosuficiencia, dónde queda nuestro orgullo, nuestra omnipotencia cuando el que es verdaderamente omnipotente se ofrece en algo tan simple y pequeño, dónde queda nuestra autosuficiencia cuando aquel que todo lo puede, se muestra indefenso y dependiente totalmente de su mamá y de San José. La misma palabra de Dios nos sigue educando, Dios mismo mantiene una línea, una pedagogía con nosotros. En el eclesiástico nosotros leemos en el capítulo 3, 17-20: “Hijo mío, realiza tus obras con modestia y serás amado por los que agradan a Dios, cuanto más grande seas, más humilde debes ser y así obtendrás el favor del Señor. Son muchos los hombres altivos y gloriosos, pero el Señor revela sus secretos a los humildes porque el poder del Señor es grande y Él es glorificado por los humildes”.

Hermanos estamos llamados a reflejar con nuestra vida la sencillez y la pobreza de un pesebre, de un establo de Belén.

Si nosotros tomáramos conciencia de que es tan simple lo que Dios nos pide porque no es tan complicado, a veces nosotros nos complicamos, a veces quisiéramos responder a Dios con grandes cosas, con grandes proyectos y a Dios le interesa tu corazón, le interesa tu vida, le interesas vos. Dios nos demuestra que Él se acerca a lo pequeño, a lo simple, para quedarse con nosotros el mismo Jesús nos dice cuando va a ser elevado al cielo: “Yo estaré siempre con ustedes, vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, haciéndolos hijos de Dios, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y yo estaré siempre con ustedes, todos los días, hasta el fin del mundo”, Jesús ha nacido para entregar su vida en la cruz, el Emanuel, el Dios con nosotros, nunca se va, nunca se fue, siempre estará, por eso también, no debemos olvidar que nosotros hoy debemos reflejar la presencia de Dios en medio de la historia de nuestro pueblo. Cuánta gente hoy podríamos, realmente comparar, por ejemplo con los pastores que necesitan una Buena Noticia que necesitan realmente descubrir la presencia de Dios en su vida, cuánta gente nos rodeará que necesita de esa luz, de esa presencia de Dios y no te parece que Dios está llamando a hacer un pesebre para ellos. Por eso, al descubrir a Dios en lo simple y en lo pequeño también podemos enseñarle a los demás, compartir con los demás, cómo encontrarlos. Hermanos, que el Señor nos revele su presencia a través de la simplicidad de la vida. Por eso, con María queremos reconocer al Salvador en lo simple y en lo pequeño, hay que meterse en el corazón de la Virgen, hay que meterse en el alma de la Virgen para que ella nos transforme en verdaderos testigos de este gran acontecimiento de Dios, que se hace presente en medio de nuestra historia.

 

Y María dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre. Los pastores que acampaban en esa región, cuando ven la gloria del Señor, se asustan, les da miedo, pero el ángel les dice que no teman porque les trae una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo. Qué hermoso seria, realmente al contemplar y al vivir este tiempo de navidad, más allá de las tristezas que en el camino se nos presentan, poder decir que hoy ha nacido, en mi corazón, Jesús. Qué hermoso seria, realmente poder tomar conciencia de que no a través de cosas extraordinarias, sino a través de una oración, de una confesión, de una participación de la misa, de alguna oración del rosario, por el hecho de contemplar la palabra de Dios, Jesús nace, se forma, sigue creciendo en nosotros. Por eso, a este niño que llevamos dentro porque realmente Dios quiere habitar en nuestro corazón, en el pesebre de nuestro corazón, necesitamos alimentarlo, no olvidemos de que el niño Jesús, nace y asume toda la condición humana, Él es verdaderamente hombre y verdaderamente Dios y por ser verdaderamente hombre, va haciendo el proceso humano que todos hacemos, cuando recién nacemos, si no nos cuidan, si no nos cambian, si no nos alimentan, nosotros no lo podemos hacer por nuestros propios medios. Muchos autores y muchos maestros de la vida espiritual, al contemplar este misterio nos ayudan a reconocer lo siguiente, que Dios nos está pidiendo y nos está revelando cómo debemos abandonarnos nosotros en sus manos. Primero Él se abandonó en nuestras manos, en las manos de la Virgen, en ella la humanidad sostiene, abraza, acuna al Salvador del mundo. María es el modelo de la Iglesia, el modelo de la humanidad que le responde a Dios, que acoge en su corazón al verbo hecho carne, al hijo de Dios. En María, nosotros realmente descubrimos cómo recibir a Dios, cómo acunarlo, cómo cuidarlo, cómo alimentarnos en nosotros, pero esto es para que al hacer la experiencia de ver cómo Dios se hizo pequeño y se confió totalmente en nosotros, sus creaturas, Él nos pide que también nosotros hagamos lo mismo, que nos hagamos como niños para entrar en el reino de los cielos, para dejarnos cuidar por Él, para dejarnos sostener, para que Él nos alimente, para que Él nos cuide, nos ame.

Hermanos, Dios siempre nos ha mostrado con su ejemplo lo que quiere que nosotros hagamos. Fíjense cuando en la última cena, Jesús les lava los pies a sus discípulos y Él les dice: “Miren, ustedes dicen que yo soy el Señor y el Maestro y tienen razón, porque lo soy y yo que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, es para darles el ejemplo de lo que ustedes deben hacer, es para que ustedes se laven los pies, unos a otros”.

Cristo con su vida nos demuestra y nos enseña, incluso en el inicio de su vida en esta tierra, nos enseña cómo nosotros confiarnos a Él, cómo caminar, quizás alguno me podría decir pero Padre ¿Cómo hago para, realmente en mi vida cotidiana ser como Jesús, cómo hago para vivir desde las cosas simples?. Mira, cada vez mas tenemos que contemplar y centrar nuestra mirada y nuestro corazón en Él. No nos tenemos que quedar solamente con un fragmento de su vida, o incluso con un solo texto bíblico, tenemos que mirar la obra, la vida, el misterio de Jesús de Nazaret, tenemos que contemplarlo a Él como verdadero hombre y como verdadero Dios y esto lo vas a conseguir con la oración, con la lectura continua de la palabra de Dios, meditando el evangelio, con la oración del rosario porque en el rosario vamos contemplando de la mano de María los misterios de la salvación y con ella nos ponemos debajo de la gracia que derrama cada misterio del rosario.

Por eso, el ángel nos invita también a nosotros, no teman, les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo, les ha nacido un Salvador, que es el mesías del Señor y esto les servirá de señal, un niño pequeño, recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Una madre que lo mira, que lo contiene, que lo cuida, San José, su padre electivo, que con mucho esfuerzo y mucha dedicación buscó un lugar, preparó un lugar para que el hijo de Dios nazca al mundo. El creador del universo tiene una mamá, aquel que todo lo puede tiene un papá adoptivo que lo cuida, que lo protege. Para el mundo esto es una locura, hermanos, pero para nosotros es algo tan hermoso, tan lleno de esperanza. Por eso también, no debemos olvidar que Dios quiere revelarse, Dios quiere mostrarse, a través del pesebre de tu corazón para este mundo tan herido, tan frío, tan maltratado.

Que nosotros, realmente, aprendiéramos a meternos en ésta lógica de Jesús, que este mundo abriera cada vez más el corazón a la humildad y a la sencillez. Cuántas cosas realmente hermosas seguirían sucediendo, por supuesto que hay muchas cosas hermosas que contemplar, hay muchas situaciones en la vida que nos llenan de esperanza, pero cuánto más que Jesús es el centro de nuestra vida. Hermanos, la navidad es Jesús, es Jesús que nace para morir en la cruz, la navidad es Jesús, que en la humildad y en la pequeñez, abraza, sostiene y contiene a la humanidad entera.

 No debemos olvidar esto: hoy, vos podes ser un pesebre que manifieste al mundo la presencia y la ternura de Dios.      

                                                                                   Padre Raúl Olguín

                                                                         Nuestra Señora del Socorro

                                                                             Tupungato – Mendoza