De la “audacia” para evangelizar hasta cómo rezar cuando se está cansado

martes, 17 de julio de 2018

Un signo de audacia evangélica que nos pide el papa Francisco es “salir hacia las periferias existenciales con alegría”.

Al reflexionar sobre las “notas de santidad” que propone el Papa, el padre Diego Fares señaló que la lógica del Evangelio “no es la lógica de los mínimos, sino la del bien máximo posible, la lógica de la misericordia, la de hablar con todos, la de salvar a todos”. Eso no lo logran los cristianos “agrios” o los que no rezan. Y da consejos prácticos importantes.

13/07/2018 – Para ser santos en el mundo actual, señala el papa Francisco en la exhortación Gaudete et exsultate (“Alégrense y regocíjense”), hacen falta, entre otras cosas que ya repasamos, audacia y fervor, compartir la vida y la fe en comunidad, y oración constante.

Entrevistado en el programa Diálogos de Actualidad, Fares dijo que la audacia “es el arrojo evangélico que deja huella en esta vida (como dice en el punto 129 de la exhortación). El Papa propone la audacia y el fervor como dos respuestas que están a la altura del evangelio, a la altura de la audacia de Dios, que se animó a hacerse hombre para hablarnos de igual a igual, y de su pasión por dialogar con todos, por salvar a todos y que no se le pierda ninguno. Jesús nos predicó una buena noticia encendida de alegría. El que tiene oídos y escucha que la Misericordia de nuestro Padre es infinita, no puede sino salir corriendo a anunciarlo a todos los pueblos. Y lo hace buscando modos audaces, creativos para que el mensaje llegue a cada uno en su cultura y en la situación en que se encuentra”.

El sacerdote jesuita, que fue alumno e “hijo espiritual” de Bergoglio durante su formación, recordó que aquel profesor siempre hablaba de “Parresía”, ese término que significa “audacia, entusiasmo, y que es “hablar con libertad, sin falso respeto humano”. Fares agregó: “Podríamos decir que Parresía es “como la caradurez de un niño en su familia que no tiene vergüenza en decir las verdades y mostrar su amor a sus papás. Es la audacia del que se siente familiar con Dios y con su pueblo para decir cualquier cosa que tenga que decir, sin miedo a pasar vergüenza por ser muy entusiasta con las cosas de Jesús”.

Subrayó, con el texto de Francisco, que la otra característica de la Parresía es una confianza inamovible de que “nada ni nadie nos podrá separar del amor de Jesús”. Y destacó: “Esto da una fuerza increíble en medio de las debilidades. Más aún, a Pablo lo llevaba a gloriarse de sus debilidades, a gloriarse de la cruz de Cristo que transforma en fuente de energía toda debilidad humana”.

 

El pecado que nos hace “agrios”

También ayudó a comprender lo que es la “acedia” este “pecado que nos hace ‘agrios’ como esas personas que no pueden gozar con el bien”, explicó. “Lo terrible de la agriedad -agregó Fares- es que uno se termina quedando ciego para los bienes de Dios y, como no los ve, termina diciendo que Dios es malo, termina odiando a Dios y maldiciendo contra lo que se le pone adelante”.

Acerca del “estilo de vida” al que nos llama el Señor, la vida “en comunidad”, Fares dijo que “no podemos resistir el bombardeo del mundo y del demonio si nos quedamos solos. Ese bombardeo que mete miedo cuando son misiles y que seduce cuando son fuegos artificiales. Estas dos «voces» -la que nos emprolija en lo políticamente correcto y la que nos endulza el oído con propuestas corruptas- se vencen escuchando la voz de la familia, de las personas queridas, de la comunidad eclesial. En la comunidad nos habla el Espíritu, nos habla Jesús”.

Y acerca de la necesidad de “oración constante”, el sacerdote jesuita dio dos consejos prácticos: usar el “criterio del más” (cuando uno está cómodo buscar un paso más, una mejora más en la vida espiritual…dejar de ver un programa de televisión, buscar a una persona no muy querida) para mejorar en la oración; y, en segundo lugar, nunca dejar de pedirle a Jesús que nos enseñe a rezar.

“Cuando uno está cansado para rezar, el Papa recomienda ‘dejarse mirar’ por Jesús, por la Virgen. Cuando uno está muy cansado, rezar es dejarse mirar. Decirle al Señor ‘no tengo ganas de decir nada (a veces se confunde la oración con «decir cosas», pensar, dar vueltas a los sentimientos…) rezame vos. Mirame Vos. No me entiendo, entendeme vos. Estoy cansado, descansame vos. Estoy ansioso, calmame vos”.