De los sentimientos a los valores (primera parte)

jueves, 13 de enero de 2011
image_pdfimage_print
            Hoy vamos a hablar de los sentimientos, de su incidencia en nuestras acciones, en nuestras elecciones, en nuestra vida, y cómo hacer para que esos sentimientos fluyan hacia un mundo de valores que nos traigan paz.

 

PF: Yo he tratado de observar en mi mismo, escribir diariamente algo sobre el sentimiento más fuerte que he tenido, de dónde viene y qué debo hacer para canalizar esta situación que me pone triste, o me enoja, o me da miedo, o me llena de entusiasmo, etc

GL: Un Documento se publica en la Diócesis de Córdoba como “Diagnóstico Pastoral”, y me llama positivamente la atención el descubrir en él un lenguaje nuevo, diferente, que tiene que ver con los sentimientos. No es frecuente que la Iglesia, cuando se pronuncia, hable de sentimientos. Más bien habla de verdades o de ideales. No me refiero a la práctica pastoral. Yo creo que esto no ocurre así ni en la vida de las comunidades, ni en un confesionario, ni en la vida espiritual, donde se da mucha importancia a los sentimientos, pero en el lenguaje ‘oficial’ a veces hay una ausencia total de referencia a los sentimientos.

            El Padre en su librito, hace una introducción sobre los sentimiento, las verdades y los ideales, y caracteriza distintas etapas de la historia en las que se ha priorizado uno y otro.

            ¿Podrías contarnos sobre la reflexión que has hecho acerca de sentimientos, verdades e ideales?

 PF: Para llegar a fundamentar por qué darle importancia a esto, fui observando que la gente se mueve mucho por lo que siente, y dice ‘no lo siento’, y a veces se queda ahí, ya frenada. Pienso ¿qué hay detrás de esto? El lenguaje de los adolescentes a uno le ilumina para ver por dónde va la sociedad. Por ejemplo: en el colegio, una adolescente está formada a la mañana para izar la bandera, y el profe de catequesis –que tiene ‘buena onda’ con los adolescentes-, se acerca y le dice ‘por favor, señorita, pase a la bandera’. La chica, muy resuelta, le dice: ‘no lo siento’, y no se movió. Y el profesor no supo qué hacer. En el momento buscó otra persona, después me lo compartió. Entonces, hay que ver qué fuerza tiene esta palabra “siento”. Entonces yo digo: hoy se maneja este tema de los sentimientos. En este ejemplo, uno ve que lo que dice esta chica no es ‘no siento’, está diciendo ‘no quiero’. Pero si dice no quiero, la mandan a la dirección. En cambio si dice ‘no siento’, ahí ya no se sabe tan fácilmente qué hacer.

GL: Es cierto: entramos en un ámbito difuso de honestidad, de autenticidad

 

PF: Así como en otra época –la medievalse manejaba el tema de las verdades, y el que estaba en un error, era un peligro social, y trataban por todos los medios de que entrara por el camino de la verdad, y si no, hasta venía la Inquisición y lo hacía a un lado. Y no es que fuera gente mala: es que se consideraba que estar en el error, era un mal.

Y estaba aquel dicho que aún hoy se suele escuchar, de que “una manzana podrida pudre al resto”. Y en las manzanas es verdad, pero en las personas no, porque si no, le estamos dando más poder al mal que al bien. Solo tiene poder lo destructivo. Y eso no es evangélico. Nunca se dice, por ejemplo, que una manzana sana puede sanar a las otras.

GL: Y esa ‘podredumbre’ era el error: una verdad distorsionada o una ‘no verdad’, y entonces había que sacarla.

 

PF: en otra época más cercana, en la que yo he vivido, era fundamental el tema de los ideales. Tener un ideal grande. ¿Por qué muchos optaban por querer cambiar el mundo? Yo he trabajado con adolescentes, que por ahí andaban en grupos extremistas, y me decían: “estamos en lo mismo que vos, solo que por distintos caminos. Nosotros también queremos cambiar el mundo”

GL: Así me dijo una vez un montonero “vos seguí anunciando el Evangelio del Reino, que yo lo conquisto”

 

PF: creían en esos ideales, y se jugaban la vida. Hoy día, yo diría mas o menos a partir de la caída del muro de Berlín, la juventud no busca luchar por ideales. Pero hoy también se juegan la vida –equivocadamente como aquellos también- por sentirse bien. Se la juegan dándose a la droga, pero saben que aunque sea por un rato, se sienten bien. Entonces digo: éste es el lenguaje de hoy. Hay que entender este lenguaje de nuestro tiempo, para poder hablar ese lenguaje: ¿cómo ayudar para que la gente se sienta realmente bien? Y Jesús nos ayuda con su mensaje a sentirnos bien.

            Entonces, si en una época se habló mas de Jesús Verdad, en otra época de Jesús Camino, yo creo que hoy hay que hablar más de Jesús Vida. Y no es que vamos a descartar: Jesús es todo eso. Pero tenemos que poner más el énfasis, descubrir cómo se siente cada persona en cada momento, para que no haya equivocaciones y distorsiones (como hubo gente con idealismos , que se equivocaron, como Hitler. Hubo otros que por ideales entregaron su vida). Y creo que hoy, con el tema de los sentimientos, también se cometen errores. El “haz lo que sientas si eso te hace sentir bien” no es tan así. Y es una responsabilidad nuestra ayudar desde la fe a que cada uno pueda experimentar lo mejor de sí mismo y canalizar positivamente los sentimientos para que le den paz, para que e4ncuentren un equilibrio en su vida y no se deteriore, como estamos viendo en tantos jóvenes.

 

GL: Se me hace que es hasta más claro y distinto lidiar con las verdades y con los ideales que con los sentimientos. Vamos a ver cómo podemos transitar este camino.

Libertad
Cuando cantas yo canto con tu libertad . Cuando lloras también lloro tu pena
Cuando tiemblas yo rezo por tu libertad. En la dicha o el llanto yo te amo
Recordar días sin luz de tu miseria. Mi país olvidó por un tiempo quién eras
Cuando cantas yo canto con tu libertad. Cuando tú estás ausente yo espero
Es tu religión o quizás realidad
Una idea revolucionaria
Creo yo que eres tú la única verdad La nobleza de nuestra humanidad
Por salvarte se puede luchar Esperarte sin desfallecer
Cuando cantas yo canto por tu libertad En la dicha o el llanto yo te amo
La canción de esperanza Es tu nombre y tu voz
Y la historia nos lleva Hacia tu eternidad
Libertad libertad

 

GL: Los sentimientos buenos, lindos, son más sencillos, pero cuando nos invade por ejemplo un sentimiento de ira, de enojo, ¿qué hacemos con esos sentimientos?

PF: Primero: no hay sentimientos ni buenos ni malos. Los sentimientos son. Lo que es bueno o malo es lo que yo haga con los sentimientos. Y esto es importante comprenderlo. Los sentimientos son reacciones internas y espontáneas que se experimentan o se piensan ante personas, lugares o situaciones. Esa reacción espontánea ante lo que veo, pienso, oigo o lo que me inclino es lo que definimos como sentimiento. Y eso no es ni bueno ni malo: Jesús se enojó, estuvo triste y lloró, tuvo miedo. Pasó por sentimientos fuertes, vividos con mucha intensidad. También desbordó de gozo y alegría. Que haya cosas que me ponen triste, por supuesto, pero si estoy triste y ‘me doy manija’ con la tristeza, la realimento. Hay gente que no la acepta (conocí a una sra. que decía: yo con mi marido no puedo ir a los velorios, porque como él no soporta la tristeza, se pone a contar chistes)

 

            Respecto a lo que hacemos con los sentimientos: primero reconocerlos y clarificarlos, porque a veces empleamos la palabra sentimiento para cualquier cosa. Muchas veces, por ejemplo, vemos propagandas en las que usan la palabra ‘siento’ porque saben que con eso venden. Nosotros deberíamos saber eso: si esa palabra vende, cómo usarla para anunciar a Jesús.

Por eso repito: hay que clarificarlos, no tener esas confusiones. A veces no es fácil ponerle nombre a los sentimientos. Y muchas veces se confunde con juicios. “Siento que no me quieres”: eso no es un sentimiento, es un juicio. Los juicios se pueden discutir, un sentimiento no se discute. Por eso usamos la palabra ‘siento’ para que nadie se meta en mi opinión o en mi afirmación.

GL: Ojo con esto, papás! Muchas veces usamos ese ‘siento’ para emitir un juicio descalificativo del otro que el otro no puede refutar. ¿Por qué no se pueden discutir los sentimientos?

PF: porque son reacciones internas y espontáneas. Si algo me pone triste, me pone triste. No se puede rechazar. Sí, buscaré la causa, el por qué, para que, trabajando sobre esto, cuando se repita esa situación no me lleve a ese nivel de tristeza. Si tengo miedo, lo tengo. Pero tengo que clarificarlo, no discutirlo. Ahí a veces también rechazamos los sentimientos del otro, y emitimos un juicio: ‘si tiene miedo es porque no tiene fe’. Y también a veces rechazamos los nuestros. Hay personas muy dramáticas, que no aceptan la alegría: “no quiero alegrarme mucho, no sea que después…”. Hay quienes dicen no tener miedo a nada: son personas con mucha autoridad, mucha capacidad de decisión y no tienen miedo a enfrentar dificultades, pero después tienen ‘miedo a que le muevan el piso’.

 

Hay 4 grandes familias de sentimientos:

  1. La alegría, 2. La tristeza, 3. el enojo, 4 el miedo. A veces cuesta identificar a cuál de estas familias pertenece lo que siento. Entonces yo propongo la imagen del semáforo: este sentimiento ¿es luz verde o roja? Si es verde –alegría- ¡adelante!. Si es roja, ¡detenerse! Porque si no pueden ocurrir accidentes. Es una alarma que Dios mismo ha puesto en la naturaleza y a veces no hacemos caso, y postergamos clarificar, buscar la causa y trabajar para resolverlo. Se nos prende la alarma de la intranquilidad, la angustia, etc, y seguimos, seguimos…¿y después?: buscamos medicamentos para el stress, o tengo un infarto. (Este semáforo no tiene luz amarilla, que nos dice ‘acelerá que pasás’)
GL: A veces hay mezcla, por ejemplo: tristeza con enojo, alegría –euforia- con enojo

 

Que podré decirte en el corto tiempo en que se vive una ilusión
que podré dejarte tan pegado al alma que se quede allí en tu corazón
yo no pretendo enseñarte lo que es el mundo,  me falta también
pero vale la pena disfrutar cada día
porque me has regalado el privilegio de amarte

DI LO QUE SIENTAS, HAZ LO QUE PIENSAS, DA LO QUE TENGAS Y NO TE ARREPIENTAS
Y SI NO LLEGA LO QUE ESPERABAS  NO TE CONFORMES, JAMÁS TE DETENGAS
PERO SOBRE TODAS LAS COSAS, NUNCA TE OLVIDES DE DIOS

Serás del tamaño de tus pensamientos, no te permitas fracasar
lo mas importante son los sentimientos y lo que no puedes comprar
y cuando llega el momento en que tu sola quisieras volar
aunque no estemos juntos estarán los recuerdos que solo quererlo volverás a vivirlos

pero sobre todas las cosas, como te quiero mi amor

 

Participan los oyentes

          Cuando hay un sentimiento por alguien, que la Iglesia no permite?

GL: esta persona pareciera decir que la Iglesia prohíbe sentimientos o tiene la facultad para hacerlo

PF: No es que se prohíban los sentimientos. Las actitudes serán las que estén bien o mal. Si siento atracción por una persona, no lo puedo negar. Ahora, que por eso tenga que formar pareja con ella, es otro tema: es una conducta. El sentimiento no se lo puede ahogar ni prohibir ni uno mismo. Después verá cómo lo manifiesta, qué es más prudente hacer. Por eso es importante valorar los sentimientos, darle importancia, y compartirlos.

            El ser humano está hecho para compartir. Estamos hechos a imagen de Dios, y Dios es compartir, porque el Padre comparte todo su ser en el Hijo, y ese compartir es el Espíritu Santo. Dios es compartir como una forma de la vivencia del amor. Hoy hay una corriente individualista que nos lleva muchas veces a la depresión porque no se está dispuesto a compartir sus sentimientos.

            Hay un libro muy interesante de John Powel (s.J.): “¿POR QUÉ TEMO DECIRTE QUIÉN SOY?”. Una frase que rescato de él, dice: “o verbalizamos nuestros sentimientos o los somatizamos”. Es decir: o los comparto, o me enfermo. “se ha dicho, con razón, que los sentimientos son como el vapor que se acumula en el interior de una olla. Si se guardan dentro y se permite que acumulen intensidad, pueden acabar haciendo saltar la tapadera humana que los reprime, lo mismo que el vapor puede hacer saltar la tapa de la olla. La medicina psicosomática, sostiene que la represión de las emociones constituye la causa más frecuente del cansancio y de determinadas enfermedades. Ello forma parte del proceso de somatización. Las emociones reprimidas pueden encontrar salida en la somatización de dolores de cabeza, erupciones cutáneas, alergias, asma, resfríos, dolores reumáticos, pero también pueden somatizarse en tensiones musculares, en violentos portazos, en apretar los puños, en el aumento de la presión sanguínea, en el rechinar de dientes, llantos, rabietas, y todo tipo de actos de violencia.”

 

GL: Resumiendo, a los sentimientos hay que: clarificarlos, aceptarlos, compartirlos con alguien adecuado –generalmente pares: amigo, sacerdote, pareja, o con una comunidad (Los padres no pueden compartir determinados sentimientos con los hijos: los niños no pueden contener sentimientos de los adultos)

PF: Si queremos tener un hogar sano y apacible, (que es nuestra propuesta), es importante que se puedan compartir los sentimientos en el hogar. Pero una cosa es que comparta los sentimientos, y otra es que explique todos los pormenores. El chico se da cuenta, por ejemplo, de que su mamá está triste, y está bien que ella se lo diga. Y primero hay que clarificar los sentimientos personalmente, luego en la pareja.

 

GL: Y después de clarificarlos y compartirlos ¿qué hacemos? Porque a veces los sentimientos permanecen y son lindos, pero otras producen dolor, como por ejemplo si los sentimientos son de enojo.

PF: Y sobre todo, si me culpo a mí mismo. A partir de 1978 se empezó a escribir que el sentimiento de culpa no es sentimiento: es un juicio. Evidentemente, sí hay sentimientos fuertes detrás.

            El paso siguiente es descubrir de donde me vienen mis sentimientos. Y aquí está el descubrimiento: MIS SENTIMIENTOS VIENEN DE MIS NECESIDADES. Si mis necesidades están satisfechas, aparecen sentimientos de ‘luz verde’, de alegría, de entusiasmo, paz. Si aparecen sentimientos de ‘luz roja’ –enojo, tristeza, miedo- tengo que sospechar  que alguna de mis necesidades básicas no está debidamente satisfecha: o estoy buscando compensaciones, o me estoy evadiendo y entonces no encuentro la paz.

            En el orden físico tenemos cuatro necesidades básicas: alimento, descanso, techo, vestido. Todas ellas producen variados sentimientos. Bien decimos “panza llena, corazón contento”, pero si comí demasiado o temo que me va a hacer daño, el corazón ya no está contento. Igual con las otras necesidades: el descanso también produce multitud de sentimientos: para dormir tomo esta pastilla, para despertar esta otra… El techo: si tengo que cambiar de casa, si la casa es cómoda…El vestido: si voy a una fiesta con esta ropa, si está manchada, si me queda bien…

            Las necesidades psíquicas son también cuatro: ser amado, autoestima, pertenencia y autonomía.

1. La necesidad de recibir amor ya la tenemos desde el mismo momento de la concepción. Los creyentes sabemos que desde el momento de la concepción, el que nos quiso fue Dios. Aunque nuestra mamá aún no lo sabía, Dios ya se alegró con nuestra vida (aunque la mamá cuando lo supo le haya molestado o haya pensado que no era el momento o haya habido cualquier inconveniente). Tener la certeza de que Dios siempre nos quiso y El quiere llenar nuestra necesidad profunda de ser amado. No había mundo, y yo ya estaba en la mente de Dios que es amor. En cada ser concebido, Dios se pone contento porque su proyecto se hace realidad, y se hace realidad para toda la eternidad: “tengo un lugar preparado en mi Reino…” Esto es una maravilla. Entonces: mi necesidad profunda de ser amado está desde el momento de la concepción, y a veces sufrimos limitaciones. A nivel humano, no siempre recibimos todo el amor que deberíamos recibir y por eso hay falencias que tendremos que ir descubriendo a través de los sentimientos que aparecen en nosotros, para llenar esa necesidad.

Y LAS NECESIDADES SE LLENAN CON VALORES.

            Solo los valores satisfacen nuestras necesidades. No es con compensaciones, con evasiones que vamos a ser felices. En todo, para ser felices debemos asumir valores. Aún para las necesidades físicas: si la necesidad es de alimento, tengo que alimentarme adecuadamente. Y eso es un valor. Si necesito descansar, debo descansar como es debido y no exigirme más de la cuenta, y eso es un valor.

            La necesidad de ser amado, se satisface con amor, que yo lo pongo en tres vertientes: dar amor, dejarse querer, y perdonar. Son tres manifestaciones de la vivencia del amor como valor. Y por eso decimos que el amor no es un sentimiento: es un valor. Los sentimientos son cambiantes. Los valores no.

Cuando estoy triste, es que mi necesidad de ser amado no está satisfecha.

 

  1. La necesidad de autoestima: a veces la baja autoestima viene desde el seno materno. No es lo mismo si la mamá se alegró con nuestra presencia que si se molestó, si fui un estorbo para ella. Ahí ya hay una marca muy fuerte. Y después hay muchas marcas en la vida, sobre todo antes de los 8 años (antes del uso de razón): ¡qué importante es la valoración que hayamos recibido! –si valíamos por nosotros mismos-: Si yo vine ‘para hacerle compañía a mi hermano’, si ya nací con ese mandato, el que valía era mi hermano: como no querían que él se quedara solo, me buscaron a mi. Entonces, yo valgo en la medida que acompaño bien a mi hermano, y si no, parece que fracaso como persona.
Cuando me enojo, es que ni necesidad de autoestima no está satisfecha

 

  1. La necesidad de pertenencia: es ‘ser alguien para los demás’: es con los demás: mi familia, mi pueblo, mis amigos, mi club…algo que indica pertenencia. Generalmente lo usamos con la palabra “mi”. Si decimos ‘yo no le importo a nadie’ es señal de un vacío impresionante, no se puede vivir así
 

  1. La necesidad de autonomía: es la seguridad en uno mismo. Lo contrario a la autonomía es la inseguridad: ¿qué hago? ¿qué digo? ¿qué me pongo? ¿estuve bien? Nunca termina de estar conforme consigo mismo. Autonomía no es independencia.
Cuando tengo miedos, es que mi necesidad de autonomía no está satisfecha.

 

AQUELLAS PEQUEÑAS COSAS

Uno se cree que las mató el tiempo y la ausencia.
Pero su tren vendió boleto de ida y vuelta.
Son aquellas pequeñas cosas, que nos dejó un tiempo de rosas
en un rincón, en un papel o en un cajón.

Como un ladrón te acechan detrás de la puerta.
Te tienen tan a su merced como hojas muertas
que el viento arrastra allá o aquí, que te sonríen tristes y
nos hacen que lloremos cuando nadie nos ve.

 

GL: Hay una dificultad en el diálogo intergeneracional, entra una generación que vivió fundamentalmente en torno al ideal, y juzgaba la realidad como buena o mala de acuerdo a los ideales por los cuales vivía, a una generación como la actual que juzga las cosas buenas o malas según los sentimientos que produce. Necesitamos hacer un ajuste de códigos para poder entendernos.

 

Participan los oyentes

          quiero trabajar mis sentimientos porque estoy grande y me banco poco ¿hay bibliografía?

GL: “Por qué temo decirte quien soy” de Jhon Powel, ed. Salterra

          ¿Qué pasa cuando uno cambia de un sentimiento a otro de la nada? ¿es una falta de equilibrio emocional?

PF: De la nada no es ‘de la nada’. Todo sentimiento es una reacción ante un pensamiento, ante una actitud que uno experimenta dentro suyo. Tal vez tenga esa sensación de que ‘de la nada pasó de uno a otro’, pero si analiza, descubrirá que hay un pensamiento que la llevó a que se produjera otro sentimiento distinto. Ej: estoy contento, de pronto entra en la fiesta una persona que no me agrada, se me fue la alegría. Entonces ¿de la nada? No. Vi algo, pensé que esa persona me puede afectar, y eso me hizo pasar de un sentimiento a otro. Es totalmente normal.

GL: En realidad, como los pensamientos fluyen muy rápidamente, basta querer parar un poco los pensamientos para darse cuenta de lo difícil que es. Y los pensamientos arrastran sentimientos, provocan vivencias interiores y esto hace que haya fluctuaciones de sentimientos unas veces más intensas que otras.

          ¿Cómo salir cuando uno se siente herido o defraudado por los hermanos?

PF: Es importante primero no culpar a los otros de cómo yo me siento. Los otros pueden influir, pero la principal causa – no la única- de cómo yo me siento está en mí. Generalmente, culpamos a los otros de cómo yo me siento. Si soy bien querido, estoy bien valorado por mi mismo, lo de los demás me va a molestar, pero lo voy a poder canalizar, a no ser que me toque heridas muy profundas de esas que están sin resolver (que generalmente son anteriores a los 8 años, anteriores al uso de razón). Esta es una oportunidad que Dios me da para crecer. Es básico lo de la carta de San Pablo a los Romanos 8,28: “todo lo que Dios permite es para nuestro bien”. Si no, Dios no sería Padre. La paternidad de Dios hace que de las cosas más adversas podamos sacar bien. Ojalá lo saquemos cuanto antes. A veces nos demoramos en descubrir qué nos enseñó una determinada situación o acontecimiento. Si sabemos trabajar bien, por ejemplo, la depresión, un día podremos decir: gracias a mi depresión encontré una forma de vivir mejor, más profunda.

            Entonces, primero, no culpar a los otros, y ver qué ocurre en mí. Si hay enojo, es que mi autoestima no está muy equilibrada: tengo heridas en mi autoestima sin sanar. Y las heridas de la infancia que no se arreglaron …alguien las paga. Las heridas que no se arreglaron con los padres, después las paga el cónyuge. Lo que el sacerdote no arregló con sus padres después lo pagan los feligreses.

            Es importante entonces, cuando algo nos golpea fuerte, buscar ¿qué quiere Dios de mí? ¿qué está pidiéndome Dios que sane en mi para que estas cosas no me desequilibren? Dios me quiere en paz.

– He tenido la experiencia de servir, y me terminé alejando por falta de reconocimiento y compañerismo

PF: creo que vale la respuesta a la pregunta anterior: no culpar a otros y ver qué ocurre en mí

          La falta de alegría y la depresión ¿tienen algo que ver con los apegos?

PF: Si habla de apegos, tal vez no ha trabajado bien sus afectos y por eso se ‘apega’ a las personas. Si me apego a la persona, generalmente es porque me faltó cariño antes. No hay cariño que le alcance porque hay un agujero por donde se va. Alguien me decía en un encuentro matrimonial “yo a mi marido lo quiero como sé quererlo, pero si no le alcanza yo ya no se qué hacer. ¡Que se busque otra!” Y no es cuestión de ‘que se busque otra’ sino de que sane ese agujero por donde se van los afectos para que no se vayan y satisfagan nuestra necesidad más profunda de ser amados.

 

GL: ¿Por qué las personas sufren tanto carencias afectivas, padecen de estos sentimiento que duelen como tristeza, enojo, miedo, durante tanto tiempo, y rezan y rezan, y le piden a Dios, y no salen y sufren…?

 

PF: Creo que es porque no investigan en su infancia o en su vida pre,.natal la causa de esa tristeza. Tengo experiencia de una persona que tenía ideas suicidas, y cuando encontró que su papá era su tío, se le clarificó todo, lloró, y luego encontró una paz muy grande, pudo perdonar y pudo saber el motivo de sus ideas.

 

GL: Esos primeros años de vida son como una ‘caja negra’ donde hay hechos, sucesos, carencias, necesidades no satisfechas no del todo concientes, que producen malestar, sentimientos que nos producen dolor. Nos encontraremos nuevamente para seguir hablando de este tema.

 

PF: Me gusta compartir. Y quisiera decir que este material está en la página. Lo pueden bajar, imprimir…

www.hosa.org.ar (HOSA: hogares sanos y apacibles)