De Suegras y Nueras

jueves, 5 de marzo de 2009
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En una ciudad de Inglaterra se ha hecho un estudio de familias durante 20 años, y la conclusión en el seguimiento de estas cientos de familias, más del 60% de las mujeres reconoció que la relación con su “pariente política” le causaba infelicidad y stress. La investigación reveló un alto índice de familias con conflicto entre suegra y nuera –en distintas intensidades-, y que en general la más vulnerable era la nuera. Parece que hubiera una suerte de matriarcado subterráneo, sobre todo que se ejerce sobre los hijos varones. Parece que a pesar de que la familia está muy en crisis, en este punto que tiene que ver con las dependencias afectivas que tiene que ver con esta y otras cuestiones, todavía eso sigue vigente. La psicóloga de la universidad de esa ciudad que lideró el proyecto, realizó una investigación para su libro “¿qué quieres de mí?”, y observó que dos tercios de las nueras que ella investigó pensaban que la mamá de su marido a menudo mostraba un amor maternal celoso.

El comportamiento oscilaba entre aquel que experimentaba una nuera del norte de Londres de 26 años, cuya suegra, dos meses antes de la boda, comenzó a enviarle mensajes por correo electrónico donde le decía “¿no te das cuenta de que mi hijo piensa en mí todos los días, cada minuto del día, cada segundo de cada minuto del día?” (en boca de otra psicóloga argentina esto sería lo que se llama ‘suegra pulpo’, que va como extendiendo sus tentáculos despacito y silenciosamente hasta ahogar por completo)

En la otra punta encontraba aquellas suegras cuyas estrategias eran inspirar lástima, ser demandantes, criticonas, entrometidas, de poner cara de ofendidas.

Obviamente, estamos hablando de relaciones que andan mal. Porque hay otras que hablan muy bien.

Hay un libro bíblico entero, el de Rut, atravesado por la relación entre la suegra y la nueras

 

Hay un porcentaje de suegras que se quejaron también de ser excluidas y aisladas. “Mi nuera es muy fría conmigo-dice Annie que vive en el norte de Inglaterra-. Toma a mal toda atención que le dedico a mi hijo y no deja pasar la oportunidad de minimizar la importancia de la profundidad del lazo que tenemos.”

Quizá justamente porque las más vulnerables son las nueras, se dice que en general la que pierde es la nuera. En esta mala relación, muchas jóvenes levantan una defensa tan alta en contra de la suegra que realmente no se puede ni opinar. La cosa comienza ya cuando están preparando la boda, o el viaje, o la mudanza. La suegra hace alguna sugerencia o da alguna opinión, o da algún consejo, o cuenta alguna vivencia, y de pronto la nuera piensa “esa es su historia, esta es la mía”. Es el extremo, donde ya de antemano se deja a la suegra sin posibilidad siquiera de emitir opinión, siendo que muchas veces son las que “ponen toda la platita”. Cualquier opinión es tomada como intromisión o invasión. También la otra campana, la de esta suegra que se va metiendo con mensajes subliminales, -“¿te arreglás…?, “…podés…?”. O la que hace el papel de víctima: cuando uno le cuenta algo, ella siempre

pasó por algo peor.

Eva Roptemberg ha desarrollado una especie de “catálogo de suegras enfermas” (enfermas de celos o de posesividad) que sirve para detectar en nosotras mismas como suegras o como nueras, o como hijos maridos, por dónde van a veces estos manejos emocionales, muchas veces inconcientes.

Decíamos que uno de los tipos de suegra es la “madre pulpo

”: la que va moviendo sus tentáculos disimuladamente hasta que termina ahogándote. Ejerce su poder anónimamente, sin que nadie se de cuenta.

La otra es “la víctima

”: la que siempre pasó algo peor (eso también hay que pensarlo un ratito, porque suegras grandes, realmente a veces han vivido verdaderas odiseas o porque eran hijos de inmigrantes. O porque vivían en el campo, porque tuvieron que soportar vivencias de lucha, de pobreza extrema. Y frente a esta generación de jóvenes que somos bastante quejosos, enclenques, con poca voluntad, poco amigos del esfuerzo, de los tiempos largos –todo lo queremos ya-, a veces en el diálogo, cuando estas dos generaciones se juntan hay roces. Pero es natural que los haya al comparar la vivencia de una muchachita que se queja porque se le rompe el lavarropas cuando tal vez su suegra crió 7 hijos lavando a mano porque no tenía luz. Entonces lo más normal es que surja el comentario de decirle a su nuera: “no es para tanto, podés lavar a mano”.

La suegra víctima en realidad no es esa, sino la que muy frecuentemente, casi siempre, “ella es la más sufriente”: a cada comentario de su hijo o su nuera sale con “…no sabés yo…lo que fue en mi época…lo que a mi me pasó fue peor…”

Están también las “suegras banqueras

”, esas que cobran su ayuda demasiado caro. Tal vez han recibido una herencia, o son exitosas económicamente, y prestan dinero o para un negocio, o para una casa…pero después…esa ayuda se paga cara: ante cualquier diferencia, se echa en cara la ayuda que prestó.

Está también la “suegra narcicista

”, que busca vivir a través de su hijo, y suele depender mucho de él porque se cree la legítima merecedora de tal sostén. Siente que su nuera “le va a robar” el hijo. “¡con todo lo que yo hice por él! ¡las noches que me pasé sin dormir!…”. En definitiva, quedan pegadas a esas experiencias que como mamás les resultaron más difíciles o más traumáticas, y no salen de ese embudo. Entonces, de alguna manera, la nuera es esa intrusa que viene a robarle el afecto del hijo, la atención de su hijo “…con todo lo que yo hice por él…!!!” Y esto pasa porque…en realidad el corazón tiende a “facturar”. Es muy difícil que el amor puro salga totalmente gratuito, y es cierto que las madres somos capaces de cualquier cosa por nuestros hijos. A veces de tanto amarlos, duele. Pero también es cierto que a veces elaboramos un pedazo de factura que ¡mama mía! ¡son impagables!!!!

Otro arquetipo es la “suegra descalificadota”

, que está contínuamente “…¿pero vos, vas a poder? ¿a vos te parece que…? ¿no le vas a pedir peridural al médico? Porque a mi me parece que vos no vas a soportar el parto…”. Siempre están con mensajes desvalorizantes, pesimiestas, que suelen resquebrajar mucho la autoestima. La cosa se complica más cuando la nuera tiene aún a su mamá y vuelca en ella toda esa angustia que le produce la descalificación, el desplazamiento o la rivalidad de la suegra, y después las consuegras terminan enojadas, y se arman unos líos de familia que hay que saber frenar a tiempo.

 

Creo que las categorías de nueras, son un poco las mismas. Creo que son características de estrategias femeninas propias de personas que no han desarrollado una identidad propia más allá del varón que tengan al lado (o en el caso de las suegras, del varón que tengan como hijo). Esto es fruto de una larga historia de sociedades machistas y patriarcales que directa o indirectamente presionan sobre la psiquis de la mujer haciéndoles sentir que sin un hombre al lado no sirve para nada, o se subestima, se ve disminuida, o al contrario: se ve desarrollada con un hombre al lado, sea hijo, padre o esposo.

Creo que de alguna manera, estos roles narcicistas o descalificantes, o competitivos, o rivalizantes entre mujeres, son fruto de este mismo mal que lo hemos abordado en distintas oportunidades. Por eso es que la propuesta es asociarse, hacerse de alguna manera amigas –si es que cabe alguna posibilidad de amistad en relaciones de este tipo, porque la amistad no depende de nada que se pueda manejar a voluntad-, pero tratar de desplazar esas rivalidades y competencias, tratar de compartir almuerzos, compras, deportes. Ahora también, una vez que los hijos se han casado, los padres tienen toda una vida por delante y por lo tanto hay muchas cosas por compartir. Una mujer abuela hace muchas cosas que de pronto pueden ser motivo de conversaciones, de chistes, y sería fantástico que suegras y nueras disfruten de una relación que las una y que no tienen por qué ser malas.

En un libro de Cristin Colange, “nosotras, las suegras”, bromea hablando de una especie de “racismo antisuegra” que viene de todo esto que acabamos de escuchar. Dice ella “las nueras solemos aprovecharnos al máximo. Las suegras, aunque estén desbordadas, están dispuestas para ocuparse de sus nietos. Entonces a nosotras nos corresponde respetarlas y tolerarlas más y a ustedes, tratar de conocernos mejor”. Porque también esta es la típica: la nuera que dispone de la suegra para que le cuide los hijos, y no obstante eso en general se escucha de ella nada más que críticas. Y ahí, si mi suegra es tan distinta a mi en los criterios para educar a mis hijos, entonces por qué les entrego a mis hijos durante gran parte del día. Y la suegra, por supuesto, se siente “usada”. Y otro caso: si la abuela cuida a los nietos, hace algo más que cumplir el rol de abuela, y por lo tanto, y de hecho por la cotidianeidad del cuidado, se siente en el derecho de opinar sobre la educación de sus nietos. En este sentido, hay que tener mucho equilibrio y hablar y pactar muy bien las cosas para que la suegra, que le pone el cuerpo todos los días a veces con mucho cansancio por su edad, no se sienta usada, porque es ella la que muchas veces aborda la parte más pesada de la crianza (cuidar que no se golpeen, darles de comer, etc) con toda la responsabilidad de que no son sus propios hijos y por lo tanto es como que tiene una doble responsabilidad porque tiene que dar cuentas a otro de lo que dice y hace, y muchas veces no obstante eso reciben de sus hijos o nueras un no reconocimiento, una desvalorización o críticas fuertes.

Todas estas cosas tienen que ser habladas entre los adultos, ponerse de acuerdo en un marco de comprensión, de tolerancia, y lo que es mejor: de cariño.

 

Los innumerables chistes macabros sobre las suegras nos hablan del monto de agresividad que puede haber a veces en esta relación

 

Un señor recibió una carta de unos secuestradores que decía: “señor Gutierrez: si para las 24 hs del día de hoy ud. no ha depositados los dólares solicitados en nuestra anterior nota en el lugar prefijado, nos vamos a ver en la lamentable obligación de soltar a su suegra”

 

Ustedes dirán ¿a qué viene esto? Tienen razón: urgando en los por qué del humor ciudadano a través de los tiempos, me encuentro que a través de los siglos en el humor universal los dos elementos usados para generar el humor han sido la presunta mala relación entre la suegra con el yerno y del matrimonio de más de 15 años de pareja., y, oh casualidad, ud,. compra hoy una revista de humor              y siguen los mismos argumentos: cuando hay un dibujante humorista gráfico, si tiene que dibujar una pareja de matrimonio de más de 15 años, a la mujer nunca la hace linda. La que pasa “al lado del tipo” es la linda. Pero la mujer es un escracho. Y la suegra parece un sargento de caballería del año 20: la hacen con ruleros, pelos en las piernas, bigotes, siempre con un palo de amasar en la mano. Y opinión muy personal: yo creo que es mucho más engorrosa la relación de la nuera con la suegra que del yerno con la suegra, por razones elementales: el yerno no se lleva bien con la suegra durante la etapa de noviazgo, que es cuando la suegra “mezquina la mercadería”, porque ella quiere que llegue a destino, y entrega en destino. Entre uds. debe haber algún frutero, y ¿qué le dicen a los clientes? “no me toque la fruta si no la va a llevar!” Esto es un poco lo mismo. Y entonces el yerno se pone un poco cosquilloso y se pira, y dice que es exagerada… No, no…un momento: hay que respetar a la suegra en ese aspecto, porque también quiere que la cosa venga bien. Pero después de casado, ya no, porque una vez que la mujer ha colocado la mercadería, la cosa ya es sobre rieles. Pero la nuera con la suegra es antes y después del matrimonio, porque tienen una cosa a compartir, hasta que se mueren las dos. Y como las dos lo quieren bien y el amor suele ser egoísta, cada una lo tira del brazo para su lado, y hay como una competencia no confesada, pero que está ahí, permanente, porque no lo dicen pero lo piensan “…tanto trabajo para criarlo, para que después lo lleve cualquiera…”. (.)Debe creer que el único hijo para casarse es el de ella. Y las dos tienen razón. Y cuando se concreta el asunto que una se convierte en nuera y la otra en suegra, la suegra de nuera, nunca dice “me voy a lo de mi nuera”. Dice “me voy a lo de mi hijo”, es decir, la borra del mapa. Y al primer tiempo va a la hora de comer para ver “qué le cocina la cosa esa”, y cae como al descuido, de paso. La otra se sorprende, y como son las dos falsas para el trato…¡pero qué sorpresa! ¡Justo estábamos por comer! ¡pase, pase, pongo otro plato en la mesa!”…y la suegra “…no, que voy a estar molestando, es un ratito no mas,. Les doy un beso y me voy”…y , la nuera “no no no, no se va a ir…” Pero se queda ahí, porque vino a eso: a pizpear, hasta que le manda la puñalada por debajo, cuando puede: “cuando el Alberto era soltero yo le hacía los bifes más jugosos a él y con cebolla ¿te acordás cómo te gustaban?…” Y la nuera se aguanta uno, dos, tres comentarios de esos, pero al cuarto, lo llama al marido para adentro y le dice: “la próxima vez que tu madre abra la boca le encajo la cacerola en la cabeza.

Pero así como hay suegras bravas, hay yernos bravos: La vez pasada había sonado el teléfono. “La casa del Sr. Baigorria, buen día”…”Habla la compañía de seguros para comunicarle, no sé si ud. está enterado del fallecimiento de su sra. Suegra”…”Mi amigo, ¡cómo no voy a estar enterado! Recién vengo del sanatorio.”…”bueno, no sé si está enterado que hay una póliza de seguro de vida contratado por su extinta suegra, que los hace beneficiarios a ud y su esposa de este seguro, y como este seguro comprende gastos de sepelio, queremos que uds. decidan que vamos a hacer con el cuerpo de su sra. Suegra, porque tenemos que encargarnos de todo. Necesitamos saber si quieren sepultura común, embalsamamiento o crematorio”. ..”No!, no corran riesgo! ¡Hagan las tres cosas che!”

 

 

En la relación suegra-nuera hay algo muy claro: la mayoría de las mamás, no quieren dejar libres a sus hijos “de adentro”. En la superficie sí: se alegran de que se casen… pero de adentro…tienen cierto resentimiento porque “la otra” se apodera de su bebé”. Creo que la mayoría de las mamás sentimos cierto temor por entregar a nuestros hijos en manos de una pareja que sentimos no es la óptima, la conveniente. En este sentido tenemos que hacer un trabajo de interioridad profundo. En primer lugar, de entrega de nuestros hijos a Dios. Soltarlos, saber que en la vida ha habido un tiempo para parirlos, un tiempo para cuidarlos, para protegerlos, para compartir la educación con el papá, con la maestra, y un tiempo para despedirlos y darles la libertad.

 

Facundo Cabral tiene una experiencia con su mamá a la que quiere entrañablemente, y cuenta una anécdota: cuando ellos eran pequeños, no tenían casa y andaban girando de un lado a otro y más de una vez dormían en la calle. Un día pasaban por un pueblo, y él le dice “mamá ¿por qué nosotros no tenemos una casa como tienen los otros chicos, un lugar para llega, dormir, descansar…? Y la madre le responde: “hijo, porque a ellos se les ha regalado un territorio, una casa. A nosotros, Dios nos regaló los caminos del mundo”. Esto podrá parecer muy lírico, pero sin embargo en la realidad esto marcó la vocación de Facundo, que es un trotamundos, un viajero que descubre en cada cultura, en cada civilización, en cada lugar, un nuevo modo de amar la vida.

Cuando un niño es pequeño, esa capacidad que tiene la mamá de ver el lado positivo, abre mucho significados, muchos sentidos, muchos mundos en el corazón de un niño. Muy frecuentemente las mamás solemos achicarnos y achicarle también el mundo a nuestros hijos con nuestra sobreprotección, con nuestros miedos , con nuestros controles.

Cuando Facundo decide “embarcarse” por los caminos del mundo, su mamá le dice: “un día te di la vida. Ahora te hago el regalo más grande que puedo hacerte: te regalo la libertad”.

Esta es una frase muy dura: “si amas a alguien, déjalo libre: si vuelve a vos, es tuyo, si no, nunca lo fue”. Y es dura porque nos hace ver que a veces no somos capaces de tejer vínculos lo suficientemente sólidos como para que se mantengan por sí mismos sin la chicana del control, sin la presión de la obligación, sin tener que desempeñar el papel de víctima, o de manipulación para que nuestros hijos mantengan los afectos por nosotros. Lo cierto es que, para la madre, el “soltar” los hijos es un trabajo que no surge espontáneamente. Es un trabajo casi espiritual, que tiene que ver muchas veces con los aspectos más sombríos de la propia maternidad.

Yo te quiero libre, libre y con amor
libre de la sombra, pero no del sol.
Yo te quiero libre, como te viví
libre de otras penas, y libre de mí.

La libertad tiene alma clara
y sólo canta cuando va batiendo alas,
vuela y canta… libertad.
La libertad nació sin dueño
y yo quién soy para colmarle cada sueño.

Yo te quiero libre y con buena fe
para que conduzcas tu preciosa sed.
Yo te quiero libre, libre de verdad,
libre como el sueño de la libertad. (Silvio Rodríguez)

Comentan los oyentes:

Quiero decirte que si esas son las categorías de suegras, la mía ya se llevó todos los “Martín Fierro”

– No es fácil ni ser nuera ni ser suegra. Creo que mi nuera es lo mejor que le pudo pasar a mi hijo. El siempre fue muy madrero, sin embargo nunca sentí que ella me quitara el cariño de él. Ahora tengo nietos adolescentes, y se me hace difícil cuando ellos piden que los abuelos tomen parte por ellos cuando hay discrepancias con los padres. Generalmente uno tiende a dar razones al matrimonio, pero a veces se siente que son los chicos los que tienen la razón.

GL: Creo que la cosa se resuelve no poniéndose como árbitro de quién tiene la razón. Primero porque “el corazón tiene razones que la razón desconoce”, y las razones no son lo más importante en la vida de las relaciones, y todos lo sabemos. Y segundo: cuando los nietos piden tomas de postura a los abuelos, no se trata de tomar posturas. Todo lo que tiene que hacer crítica a la educación de los padres tiene que ser hablado entre adultos, sin involucrar a los nietos. Sí a los niños: escucharlos, decirles ‘te comprendo’, acompañarlos, quererlos, buscar consolarlos de las penas que pueden deriva de algunas decisiones tomadas por los padres, pero nunca armar un “tribunal” respecto de quién tiene la razón, porque no es eso lo que queda al final de la vida.

¿Saben por qué el “Paraíso” fue el paraíso? Porque Adán no tenía suegra.

– Yo les enseño a mis hijas lo siguiente: “respeten a la madre de sus esposos si quieren que sus esposos respeten a su madre”

GL: quiero decir que ese respeto incluye también la intimidad del hogar, porque a veces las nueras descargan toda su rabia, sus razones, sus rivalidades, con el esposo. Distinto es hablar para solucionar un problema, para decir “quiero dejar claro esto”, y otra cosa es estar cosa es estar todo el día llenándole la cabeza al marido sobre las cosas malas que hace la suegra. Por ahí también pasa el respeto: hay que saber ubicarse. Si soy nuera, mi marido es el hijo y tengo que ponerme también desde el punto de vista de comprender que la suegra es su mamá. Entonces el respeto incluye también las conversaciones cotidianas en la vida privada.

 

– Veo que de vez en cuando las dos tiramos como burros de una cuerda, del mismo hombre que es su hijo y mi novio: si yo quiero pasear, ella quiere que le cambien las lámparas.

GL: Convengamos que esto es lo propio de la convivencia. En este sentido creo que hay que limitar las interpretaciones que uno hace, porque eso ocurre también en la pareja, en las amistades o en cualquier otro vínculo. Solo que cuando eso ocurre con la suegra, ese vínculo está tan teñido de una interpretación negativa que muchas veces si no nos detenemos a ver que eso es porque somos diferentes personas y no porque haya una guerra o con que una u otra estén intentando serrucharle el piso a los demás.

Lo mismo sucede con los espacios. Una madre extraña a su hijo, y aprovecha cuando la oportunidad se le presenta para verlo y para mimarlo, entonces cuando las visitas se tornan demasiado frecuentes, se suele interpretar exageradamente una necesidad de invasión por parte de la mamá, pero lo primero que habría que leer en estas visitas no es una invasión sino una necesidad de afecto, de cariño. Entonces ahí es el varón es el que tiene que recordarle a la mamá que la casa de él no es solo suya sino de un nuevo matrimonio, de una nueva familia, y que tal vez sea conveniente que no caiga tanto, ni sin avisar. Y lo que corresponde es tal vez un llamado telefónico diciendo “¿puedo ir hoy? Me gustaría visitarlos” Tal vez ni es necesario que estén porque solo quiere ver a los nietos… El articulador de la relación es el “hijo-marido”, que se las tiene que arreglar para dar a cada uno su lugar. Porque si las nueras se cansan o hablan y dicen “basta” se crea un ambiente de resentimiento casi incurable. Hay mucha sensibilidad en el ambiente y por eso conviene que el varón vaya poniendo determinados límites por mucho que le cueste. La nuera también tiene que ver que los afectos no se superponen –al menos en teoría, o en la mayoría de los casos-, y que es muy distinto el afecto de madre e hijo, que el afecto de esposos. En el caso de sentir así, es bueno hacer el ejercicio de ponerse en el lugar del otro. Por ejemplo, la nuera ponerse en el lugar de la suegra y pensar qué sentiría uno si su hijo está formando una nueva pareja, o qué sentiría si su hijo se va de la casa, y dejar que la mamá manifieste el cariño hacia su hijo. El amor que el hijo siente hacia su mamá es muy diferente al que siente hacia su esposa. A veces la nuera de lo que se queja es que su marido le dedica más tiempo a su mamá que a ella. Evidentemente allí hay una distorsión, una desubicación, o un trabajo finito de la suegra por retener al hijo. En este caso es bueno que los varones se pregunten cuál es el lugar de una y cuál el de la otra.

La Biblia marca algunas tendencias. Por ejemplo nos pide “honrar” al padre y a la madre con todo lo que esa palabra significa. Acerca del matrimonio dice “dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su esposa y serán los dos una sola carne”. Y “dejar”, significa muchas cosas…

En el libro de Rut hay un hermoso ejemplo de “alianza” de dos mujeres (en este caso nuera y suegra viudas): un pacto de fidelidad. La nuera –Noemí- no deja a su suegra –Rut- cuando quedan solas. Rut cuando enviuda, despide a sus nueras, les dice que vayan nuevamente a sus casas paternas. En esa sociedad patriarcal no había lugar para las mujeres solas. Por eso en el Evangelio se ve como “tragedia” el episodio que narra la muerte del hijo de la viuda de Nahum: Jesús se conmueve porque esa mujer pierde prácticamente por partida doble –o triple- toda posibilidad de sobrevivencia (pierde al esposo, al hijo, no tiene ya padre).

En el caso de Rut y Noemí, frente a esa adversidad, frente a los embates de la vida, se unen en vez de confrontarse. Bueno, de lo que se trata es de proponer esta “ayuda mutua” entre mujeres, no enfrentarnos sino aliarnos, como dice este mensaje de una oyente “mi suegra fue más madre que mi madre

”.

 

Es cierto que el varón tiene que hacer el corte de su “cordón umbilical”, pero al mismo tiempo tiene que favorecer la alianza, la solidaridad, si es posible, la amistad entre estas dos mujeres, y no entorpecerla, ni hacerse el desentendido y borrarse del rol que les corresponde a ellos poniendo a cada uno en su propio rol, en su propio corazón, poniendo como excusa que esos son “líos de mujeres”. Si fantasean con que esas dos mujeres se disputan su afecto, complican más las cosas, porque en realidad es él el que está faltando a su rol de poner a cada una en el lugar que les corresponde.

 

QUE EL SEÑOR SANE ESTOS VÍNCULOS FAMILIARES, ESPECIALMENTE ESTOS QUE HOY ESTAMOS REVISANDO. QUE NOS DE LA GRACIA DE LA UNIDAD, DE LA COMPRENSION Y DEL AMOR MUTUO

 

CONSEJOS PARA LAS SUEGRAS:

-Conservar la vida propia. No somos solamente madres: también somos mujeres, somos personas, somos profesionales, o somos artistas o…podemos llegar a serlo.

-Hacer lo que sentís y te gusta, sin estar pendiente de lo que digan tus hijos o tus nueras.

-Hacer actividades personales independientes del círculo familiar. Cultivar amistades

-Tener en cuenta que la casa del hijo, ya no es solamente la casa del hijo sino la casa de un nuevo matrimonio, de una nueva familia. Por lo tanto, hay que pedir permiso para entrar o esperar que se nos invite para ir

-Cuando llames a tu hijo, no olvides preguntar por tu nuera.

-Tu nuera, no es tu hija aunque en buena hora haya afectos, no todos los vínculos tienen por qué ser así. Ni tampoco toda nuera tiene por qué sentir a su suegra como una segunda madre. Esto también es una presión que muchas veces la sociedad impone. No hay por qué tener segunda madre. Ya tuvimos una, y para muchos, más que suficiente. A otras les ha resultado insuficiente y de pronto, por esos milagros de la vida, encontramos eso que no tuvimos. Pero no hay que forzar las cosas para que así sea. Sobre todo no poner frases rimbombantes como “bienvenida, hija a mi familia” porque no es tu hija, es tu nuera y es bueno llamarla por su nombre

-Hacele regalos personalizados para ayudar a esa transición que a veces a las mujeres jóvenes les cuesta mucho

-Poné atención a lo que se dice, porque a veces hasta los halagos pueden ser mal interpretados en esta sensibilidad bastante desarrollada a nivel social

-No obligues nunca a tu hijo a tomar partido o a actuar como intermediario en caso de conflicto entre ustedes dos (suegra-nuera) Resuélvanlo independientemente del varón

-Explíquense sin vueltas. Aunque es una etapa al principio difícil de atravesar, es peor que ir tragando resentimientos, murmuraciones, chismes, comentarios. Todo eso a la larga trae más maleficios que beneficios.

-Y si el entendimiento no es posible, hay que tomar una respetuosa distancia. Se puede retomar la relación en otras ocasiones. A veces el tiempo enseña cosas que un mundo de palabras no podría transmitir.

-Sean flexibles, y SEPAN ADAPTARSE AL MODO DE VIDA QUE HAN ELEGIDO SUS HIJOS

 

Hay un libro muy interesante para las suegras: “mi hijo se separó, y ahora ¿qué hago”. Es muy difícil para la suegra mantener la relación con la nuera, porque después a veces suelen tener otra. Pero se puede. Todo se trata de pensar un poquito y darle a cada vínculo su lugar.