“Denles de comer ustedes mismos”

miércoles, 8 de enero de 2014
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Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.

Como se había hecho tarde, sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Este es un lugar desierto, y ya es muy tarde. Despide a la gente, para que vaya a las poblaciones cercanas a comprar algo para comer".

El respondió: "Denles de comer ustedes mismos". Ellos le dijeron: "Habría que comprar pan por valor de doscientos denarios para dar de comer a todos".

Jesús preguntó: "¿Cuántos panes tienen ustedes? Vayan a ver". Después de averiguarlo, dijeron: "Cinco panes y dos pescados".

El les ordenó que hicieran sentar a todos en grupos, sobre la hierba verde,y la gente se sentó en grupos de cien y de cincuenta.

Entonces él tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. También repartió los dos pescados entre la gente.Todos comieron hasta saciarse,y se recogieron doce canastas llenas de sobras de pan y de restos de pescado.Los que comieron eran cinco mil hombres.

                                                                                                                              Marcos 6,34-44

 

 

08/01/2014 – Como cada mañana de ésta semana, el padre Roberto Álvarez comenzó la catequesis con una oración que a continuación te compartimos:

 

El pan es para todos como es tu cielo

como es tu sol, amigo Jesús.

Pan para los niños que lloran de hambre,

pan para las madres que no lo tienen para dar,

pan para los ancianos que ya no tienen fuerzas

pan el que trabaja, siempre pan.

vos te has hecho pan de vida Jesús,

tu vida se ha hecho pan a compartir

tu vida pan fresco y sabroso,

tu vida el pan de cada dia en la mesa del altar.

Danos tu pan, danos tu cuerpo

que vos has dicho que

a los pájaros del cielo que ni

siembran ni recogen ni tienen granero

nunca les falte, que tu padre cuide de ellos.

Y nosotros que somos a tus ojos más que los pajarillos

somos hijos sentados a tu mesa

donde no hay blanco ni negro

ni rico ni pobre

ni listo ni torpe

todos somos iguales porque

somos heramnos y en tu mano

el pan se hace para dar.

Jesús cuando alguien tenga hambre

que yo comparta mi pan,

cuando alguien tenga sed

que yo le de mi vaso .

Jesús cuando alguien tenga frio

que yo le comparta mi ropa.

Jesús que cuando alguien este enfermo

le toque mi amistad.

Que cuando alguien este cansado

yo lo ayude a caminar.

Jesús yo quiero ser pan para todos,

pan que tu padre cada día a su mesa nos da.

Amén

 

 

Tomando en cuenta el punto 49 de la exhortación del Papa Francisco, Evangelii Gaudium podemos reflexionar el Evangelio de hoy en su invitación a que salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesuscristo. Acerquemos a todos el alimento de la presencia, la palabra y la vida de Jesús.

 

49. Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo. Repito aquí para toda la Iglesia lo que muchas veces he dicho a los sacerdotes y laicos de Buenos Aires: prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos. Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida. Más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: «¡Dadles vosotros de comer!» (Mc 6,37).

                                                                                           Evangelii Gaudium

 

 

Debemos, al igual que Jesús, dejarnos conmover por la realidad de los hermanos que viven sin “la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad de Jesuscristo”. El mayor desafío es vencer nuestras estructuras para poder ver al otro en su realidad más profunda. Dejarme afectar, mover el alama ante la situación del hermano.

La secuencia sería así: nos acercamos, vemos, nos conmovemos y revisamos nuevos estilos, prejuicios, obstáculospara poder llevarles a Jesús, dales de comer su presencia. Porque, para dar solo un ejemplo, de qué sirve que vos hagas todas tus oraciones cotidianas, vayas a misa todos los días si después, en tu vida, en tu casa, con tu familia nada habla de Dios a los que te rodean.

El objetivo es intentar que nuestro trabajo, nuestras obligaciones, nuestras estructuras no nos alejen de la ternura para que podamos seguir generando hábitos en donde lo común sea hacer sentar a los demás en “verdes praderas”, en lugares afectuosos, conmovidos, agradables y amables

 

Con la siguiente pregunta te invitamos a seguir reflexionando ¿Cómo hacer para que las estructuras no nos encierren y nos impidan salir al encuetro de quienes viven sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo?