21/10/2014 – Jesús dijo a sus discípulos: “Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta. ¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlo.¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!”
San Lucas 12,35-38
♪ No busco gloria, no busco fama, yo no valgo por lo que tengo. Si en el mundo estamos de paso, yo valgo por lo que entrego ♫ @SoyJovita — Radio María Arg (@RadioMariaArg) octubre 21, 2014
♪ No busco gloria, no busco fama, yo no valgo por lo que tengo. Si en el mundo estamos de paso, yo valgo por lo que entrego ♫ @SoyJovita
— Radio María Arg (@RadioMariaArg) octubre 21, 2014
El evangelio de Lucas nos presenta esta dimensión de libertad con la que el Señor nos quiere para aligerar la marcha. El motivo es el tesoro grande que nos promete, de modo que nada de lo que retengamos es comparable con su reino. “No tengan miedo” Él quiere lo mejor para nosotros. No busquemos seguridades en las cosas recibidas o conquistadas sino sólo en lo que Él nos da y con lo que nos bendice.
Den limosna dice Jesús, buscando que no nos apropiemos de nada. ¿Por qué? porque el tesoro está en el cielo y allí todo lo que se acumula no se corroe, sino que dura para siempre. Ahí donde está el objetivo final, el tesoro, allí está el corazón. Se trata de las grandes metas que marcar el rumbo y a partir de lo cual todo el resto se acomoda. Es mucho más ese tesoro que todo lo que tenemos e incluso lo que entreguemos por el reino se nos dará 100 veces más, dirá Jesús. A ustedes que lo dejaron todo casa, padre, madre, bienes, terrenos se les dará el 101% de todo lo que dejaron y el reino, dirá Jesús. Lo que se nos da no es para gozarlo individualmente sino para compartirlo con los demás. Es un tesoro que permanece para siempre. Esto nos da mucha libertad en el peregrinar y facilidad para esta “iglesia en Éxodo” de la que nos habla Francisco.
Por eso compartimos esta misión por la paz con el deseo de crecer mucho más, de ser familia y descubrir que en la presencia del Señor hay un sentido nuevo de las cosas, ese que tanto se necesita en una sociedad que ha creído encontrar la respuesta de sus búsuqedas en el consumir y en el gastar, sacrificándolo todo detrás de un dios que miente, el dinero. El dinero es el que ha venido a ocupar el lugar del Dios verdadero. De ese hay que desprenderse porque hay una riqueza mayor. No supone no tener dinero sino tenerlo y conseguirlo pero de un modo desprendido. La crisis que tenemos no es porque falte, sino porque hay exceso de posesión, de egoísmo y de ambición, entonces los bienes que son para todos está concentrado en pocos lugares: el 20% de la humanidad administra el 80% de los bienes del mundo. La disparidad es tremenda porque gobierna el dios dinero, de ahí que Jesús dice “guarda, abran el ojo”. Jesús nos sale al cruce para advertirnos que en esta crisis en la que estamos se resuelve en el corazón humano que se libera para “pataconear” y para callejear la fe.
Los andariegos, las personas libres que saben disfrutar de la vida callejeando, son los que nos anticipan esta verdad grande que el Señor nos dice de manera tan simple: el tesoro grande está en otro lugar. Y salir en su búsqueda implica salir, compartir, romper con las propias ataduras y salir afuera, como pide el Papa Francisco. Es afuera donde están las búsquedas más profundas de nuestro corazón.
Padre Javier Soteras
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