Dónde está tu confianza

martes, 28 de noviembre de 2023
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28/11/2023 – Compartimos la catequesis del día junto al padre Javier Soteras reflexionando en torno al evangelio del día:

Como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo:”De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido”.Ellos le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?”.Jesús respondió: “Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: ‘Soy yo’, y también: ‘El tiempo está cerca’. No los sigan.Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin”.Después les dijo: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino.Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo.”

San Lucas 21,5-11

Escuchamos en el Evangelio de hoy el segundo lamento de Jesús sobre su ciudad, su amada Jerusalén. La anuncia Jesús con un lenguaje que lo conocemos como género apocalíptico : guerras y revoluciones, terremotos, epidemias, signos en el cielo, pero Jesús dice el final no vendrá enseguida y también nos dice no hay que hacer caso de los que vayan diciendo yo soy o el momento está cerca, de hecho la ruina de Jerusalén ya sucedió allá por el año 70 después de Cristo cuando las tropas romanas del Espaciano y Tito para aplastar una revuelta de Judíos destruyeron Jerusalén y allí ya se cumplió aquella profecía, porque de su templo no quedó piedra sobre piedra.

Nos hace humildes ver que caducas son las instituciones humanas en las que tantas veces tendemos a depositar nuestra confianza y cuando ponemos demasiada confianza en las instituciones humanas solemos desengañarnos y disgustarnos.

Los judíos estaban orgullosos de la belleza de su capital y de su templo, el construido por el Rey Herodes pero no tiene que haber caído bien que Jesús diga está próximo a su fin.

El otro plano, el del final de los tiempos en el que habla Jesús en el final del Evangelio está por llegar, no es inminente pero sí va a llegar, el mirar hacia ese futuro no significa que comencemos a aguarnos la fiesta de esta vida.

La invitación es mantenernos vigilantes, alertas, esa es la sabiduría del cristiano, cada día es volver a comenzar la historia, cada día es tiempo de salvación si estamos atentos a la cercanía y a la venida de Dios a nuestras vidas, al paso de Dios, a ese susurro de Dios que cada día se nos regala.

Dios, nuestra única seguridad

No es tan importante gastar las energías, no es tan importante el dinero, no eran tan importantes aquellas piedras que de alguna manera construían esta maravilla del Templo.

Cuántos acumulan riqueza, capital, dinero, poder creyendo que con esto está el futuro asegurado mientras a su lado siguen estando la miseria y el hambre.

Nosotros no estamos lejos de caer en esta tentación, cuando no tenemos claro aquello que hoy nos quiere hacer comprender Jesús, el porqué de construir, el porqué de mantener, aun el porqué de hacer lugares hermosos nuestros lugares de culto, no buscar seguridad en esto será fundamental, para los judíos de la época de Jesús un buen templo como el que estaban contemplando con mucho oro y plata aseguraba la bendición y la eterna presencia de Dios, esa era la seguridad, Dios no podía irse de ahí porque creían que lo tenía atrapado entre el oro y la plata, hoy también podemos apegarnos a cosas que terminan esclavizándonos, eso se entiende fácil cuando hablamos del alcohol, de las drogas, de las cosas materiales, del sexo, del poder, pero también tenemos que decir que hasta las cosas sagradas nos pueden esclavizar, de hecho algunos de estos judíos que escuchaban a Jesús estaban atados a las leyes y creían que por cumplirlas al pie de la letra agradaban a Dios pero olvidaban algo, el amor, el servicio humilde a los demás y la justicia.

Lo único eterno es el amor de Dios, podes pedirle a Jesús que te ayude a comprender lo pasajeras y caducas que son las cosas, aunque nos cueste entender también que los afectos si no están bien ordenados en tu vida, también estos nos pueden esclavizar, que puedas recorrer cosas en tu vida que parecía que si te faltarán no podrías seguir viviendo. Que bueno también hacer memoria de aquello que dijiste alguna vez si esto me falta no puedo seguir caminado y cuando faltaron y le dejaste el lugar vacío a Dios, Dios se encargó de llenarlo con creces, te pasó alguna vez? Seguro que sí. O cosas que hoy querés poner en manos de Dios el único eterno porque si no corres el riesgo de hacer eterno lo que querés o lo que tenés y eso no es de Dios.

Que puedas descubrir aquellas cosas que parecían que iban a ser eternas, en aquellas que tal vez hasta habías tirado el ancla para quedarte allí y no moverte porque ahí estabas seguro, como estos Judíos en el Templo, en ese Templo tan hermoso, tan firme, tan eterno como ellos lo veían, lleno de oro, lleno de preciosas esculturas, esto parecía que garantizaba la presencia de Dios y nadie los iba a mover de allí estando dentro del Templo.

Te animas a pensar y te animas a darle gracias a Dios porque seguramente habrás descubierto alguna vez que eso parecía tu seguridad desapareció, se fue, provocó el mismo dolor que provocó en los Judíos cuando escucharon “No quedará piedra sobre piedra” y no solamente cuando lo escuchan a Jesús lo podemos imaginar algunos años después cuando ocurrió. Sin embargo cuando eso que parecía ser nuestra seguridad desapareció hubo dos caminos, o renegamos de Dios y nos alejamos de Él, nos enojamos con Él o abrimos el corazón y ese hueco, ese vació que queda, ese templo destruido, eso hermoso que ya no queda piedra sobre piedra lo llena Dios con su amor. La invitación de la Palabra es a dejar que Dios llene tu corazón, dejar que Dios sea tu única seguridad, que puedas pasar haciendo el bien como un día lo escuchamos que lo hizo Jesús porque la seguridad, el corazón, el pensamiento está puesto en él.