Educación Sexual Integral

lunes, 20 de julio de 2009
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Anabel Thanos: Educar es un desafío, y es para todos, cada cual desde el lugar en que está. La información que nos va llegando, muchas veces no nos informa, nos deforma.
 Y casi siempre, cuando tenemos que hablar de estos temas situamos a los jóvenes… Parece que ellos fueran los destinatarios de nuestro análisis y tomamos  a los jóvenes como aquellas personas que no saben manejarse bien, o cometen algunos errores, o tienen una ‘sexualidad mal vivida’ de acuerdo a nuestros conceptos y valores. Quisiéramos ampliar un poquito más la información y la formación, porque este tema no solo nos atraviesa cuando somos jóvenes y estamos haciendo este ‘ensayo’ de aprender a ser personas íntegras también en nuestra sexualidad. A veces arrastramos una mala sexualidad, y hay muchas cosas que como adultos, como personas grandes, no manejamos bien. A veces no tenemos el conocimiento adecuado. Y confiemos en los jóvenes, que aunque nos parezcan muy distintos a lo que nosotros éramos, aunque nos de la impresión de que andan perdidos, son ellos nuestro futuro y quienes tienen la posibilidad de amar, de seguir, de encontrarse. Están buscando vías nuevas, diferentes a las que nosotros usamos y en buena hora.

 Vamos a compartir ahora, como en familia, la visita de la Dra Susana Moisset de Spontón, para que cualquier inquietud de los oyentes pueda ser planteada con todo respeto y todo lo que en este tema nos provoque algún tipo de interrogante para ir construyendo entre todos una aproximación a la sexualidad integral.
 Muchas veces confundimos sexualidad con genitalidad, y a pesar de que en este momento hay tanta cosa por tantos lados, solemos estar desinformados

Dra Susana Moisset de Spontón: Tendremos que aprender de nuestros chicos a hablar con claridad para ir superando nuestra desinformación.

Cuando uno habla de sexo, generalmente comienza a recordar los órganos genitales, lo erótico, el acto sexual, el placer. Hablar de sexo es mucho más que eso. Yo soy mujer desde el mismo momento de la concepción, no desde que vieron que mis órganos genitales correspondían a una mujer.

Según el código genético recibido, ya en la séptima semana después de la concepción comienzan a producirse las hormonas correspondientes a cada sexo, que empiezan a trabajar y en la novena semana de gestación se forman los órganos genitales. Y tiene que haber una coincidencia de esos distintos niveles de sexualidad en lo femenino o en lo masculino, porque si llega a ocurrir por una enfermedad o por un error que mientras una mamá estaba gestando una mujer recibe hormonas de varón, los genitales de la criatura se desarrollan parecidos a los del varón, y al momento del nacimiento esa criatura va a presentar dificultades de identificación de sexo –porque su clítoris será más grande pareciéndose al pene de un varón- y hay que tener cuidado al momento del nacimiento para no confundir.

Al momento del nacimiento, se decide también un nombre de acuerdo al sexo, se lo anota al recién nacido en el registro civil como varón o mujer. Y aquí también tiene que haber esa coincidencia. Por ejemplo, a mí, mujer, si hubiera sido civilmente anotada como varón, en mi tiempo en que se hacía el servicio militar, a los 20 años me hubiera tocado hacerlo, de lo contrario tendría que ir a hacerme examinar para que constataran el error.

Y así vamos desarrollando nuestra psicología según la crianza que recibimos. Hasta en el modo de comunicarnos con nuestros hijos desde chiquititos la voz al dirigirnos a ellos, la cara que ponemos, las propuestas de vesti