EL ABURRIMIENTO ES MAS BIEN UNA MOLESTIA QUE NUNCA LLEVA A LA ACCIÓN,
UN AGUJERO NEGRO DE ENERGÍA, UN ASPIRADOR DE CEREBROS,
EL MOTOR DEL CONSUMISMO QUE NOS IMPULSA.
Cuando los chicos dicen “mami, estoy aburrido”, hay que tomárselo en serio. Muchas veces, el aburrimiento es una máscara que se pone la rabia. Es una desvitalización: un niño aburrido está diciendo ‘pierdo la vitalidad del juego, de la alegría’. No es malo estar aburrido en algunos momentos. Pero una cosa es pasar momentos de aburrimiento, en los que uno se contacta con el tedio, con el vacío, con no encontrarle el gusto a la vida, y otra cosa es ‘vivir aburrido’. A veces un período de aburrimiento nos dice que Dios nos está purificando, que estamos asumiendo que no valía la pena obsesionarnos por algunas cosas, que se nos han caído algunas idealidades o ensueños: cuando nos liberamos de estos falsos ideales, posiblemente quedamos sin estímulos. Es este momento de desencanto en que pasamos a vivir con falta de incentivos y de entusiasmo. En esas ocasiones, el aburrimiento nos lleva a reconocer que Dios es lo único Absoluto y Necesario, que “Solo Dios basta”. Pero es necesario asumir el desafío de encontrar nuevos estímulos para no caer en una depresión. Hay que descubrir algo, que quizá ya estaba pero que no habíamos sabido valorar, algo que vale la pena pero quizá no nos dimos cuenta a tiempo