30/11/2018 – El Padre Ángel Rossi, sacerdote jesuita, reflexionó en torno a la llegada del G20 a la Argentina (la cumbre de los líderes del mundo), diciendo que “Estamos embriagados de imágenes del G20” y en este contexto, nos invitó en este tiempo de Adviento, a abandonar la ideología del conquistador – donde el guerrero cuando volvía a la ciudad era recibido como un Dios- para abrirnos a la ternura del Niño que viene en forma tan sencilla”, resaltó.
“El guerrero de ayer, hoy es la figura del ejecutivo frío, son estas figuras de jefes de estados, estas figuras que pueden también tentarnos dentro de la Iglesia, el guerrero de ayer convirtió al mundo en objeto de conquista, y a los otros en objeto de dominio”.
“Y hoy tiene su correlato bajo esta forma -continuó el sacerdote jesuita- del funcionario, del mandatario, del ejecutivo frío que se mueve por el afán de éxito, deseo de acumulación de poder, de capacidad adquisitiva, de fama individual, de sacralización de su ambición, que equipara el sentido de la vida al éxito, atrapado por la productividad, la eficacia, la ganancia, se cierra a la experiencia de la gratuidad, vive desgastado por la competencia, por lo que su vida está siempre encarada sobre sí mismo”.
“Ambos, el antiguo el guerrero, el funcionario, el ejecutivo frío hoy, ignoran el perpetuo y constante nacimiento de la vida, ambos establecen con la naturaleza y con las personas, una relación puramente funcional”.
“Por lo tanto creo que de alguna manera el Adviento, este que viene, como han venido estas personas, ahora viene el Señor, y viene en esta forma tan sencilla, el Adviento viene torciendo el paso como decía González Vuelta”.
“Frente a esto, está la posibilidad de abrirse a la ecoternura, abrirnos a la dinámica de la ternura que impregna todo, también la política”, indicó el Padre Ángel.
“Somos tiernos cuando abandonamos la ideología de los conquistadores, cuando abandonamos la arrogancia de las certezas, cuando nos sentimos heridos, afectados, vulnerados por el otro, cuando nos abrimos al lenguaje de la sensibilidad, captando en nuestras vísceras el gozo o el dolor del otro”.
Finalmente nos invitó a revisar nuestra llamada a vivir la ternura en este tiempo de Adviento: “Comencemos el Adviento con un corazón dilatado”, concluyó el Padre Ángel Rossi.
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