El auténtico profeta

miércoles, 21 de octubre de 2009
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Catequesis del 15-10-09

 

Evangelio según San Lucas 11,47-54.

¡ Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos padres han matado!
Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros.
Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos.
Así se pedirá cuanta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo:
desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto.
¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden".
Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas

 

Los escribas creen honrar a los profetas asesinados haciéndoles esplendidos sepulcros, va a condenar hoy Jesús. En realidad y en ésta actitud profunda están comulgando con la idea de los asesinos, de aquellos que acabaron con su vida porque molestaba. Es que ellos prefieren sus propias interpretaciones de la ley a aceptar una nueva Palabra de Dios renovada con la perfección del amor como va insistir tantas veces el mismo Jesús, como San Pablo lo va a expresar también. Esa perfección de la ley que está en el amor y que a los hombres y mujeres de la época de Jesús en su gran mayoría les costó asumir y aceptar. Prefieren llevar a Jesús a la muerte por mantener su forma de interpretar la Palabra de Dios. Poseedores de la ciencia cierran el camino de la salvación a los que ponen en ella su confianza. Sin duda que Jesús está advirtiendo en estos hombres no es solamente el pecado personal sino también el pecado consecuencia de un mal desempeño de su misión. La doble realidad de la que todos estamos expuestos sino estamos atentos sino nos dejamos conducir por la vida de Dios. El pecado personal y el pecado que también se convierte en social porque no cumplimos bien nuestra misión porque afectamos la vida del hermano. La sabiduría humana se revela contra la sabiduría de Dios. El hombre prefiere sus caminos al camino de Dios. En nuestra persecución, dice Jesús en el Evangelio, de todo lo que es Palabra de Dios, de todo lo que es anuncio de conversión por parte de la sabiduría humana no queda en el olvido. Vendrá el día menos pensado pero vendrá seguro y pedirá cuenta de la sangre de todos los profetas, de todos los inocentes sacrificados a los intereses humanos. Solamente en virtud de la inteligencia y en defensa de una ley que por nacer de un corazón errado, lleno de pecado justamente no hace más que llevar al error.

Quienes eran los fariseos y quienes los doctores de la ley? Los fariseos, ésta casta o hasta por allí ésta secta judía que aparentaban ser fieles a la ley, cumplidores de los preceptos pero que en realidad el corazón no estaba allí, estaba lejos de Dios. Solamente quedaban en la apariencia, en el anuncio pero no en el testimonio. Les gustaba hacerse notar, ser vistos y por eso gozaban de autoridad pero no de la autoridad del testimonio sino simplemente del conocer y los doctores de la ley aquellos que en el pueblo más conocían sobre la Palabra de Dios, la Ley y los Profetas por eso son los que iban interpretando día a día lo que en la antigüedad habían dicho los profetas, el mismo Moisés había expresado pero no las cumplían por eso esto de poner pesadas cargas que nos dice Jesús hoy en el Evangelio Ay de ustedes que edifican mausoleos a los profetas después que sus padres los mataron. Por tanto son testigos y están de acuerdo con las obras de sus padres porque ellos lo mataron y ustedes edifican sus tumbas Que fácil es para nosotros hoy referirnos a lo que es del pasado como buena conciencia, como buen recuerdo hasta veces para admirar y no tenemos que ir muy lejos, no tenemos que remontarnos ni siquiera a pensar en lo que hoy nos dice la Palabra de Dios de los fariseos y de los doctores de la ley. Pensemos cuantas veces nosotros en éste tiempo hacemos nuestra propia reflexión y decimos antes nuestros padres, abuelos, si eran buenos cristianos y les reconocemos éste testimonio. Ellos vivían la vida de los Sacramentos. Cuando uno recorre el interior y va por aquellas comunidades rurales el recordar cuantos kilómetros había que ir transitando para llegar a Misa tal vez una vez al mes o en los tiempos de novena porque no había medios, porque era difícil llegar pero sin embargo había una profunda fe que hacía dar una respuesta a tanto amor que Dios tiene. El rezo del rosario en familia. Esta imagen que hoy continúa pero que por allí se va borrando y que en nuestros padres y abuelos lo tenemos muy presente. Que bonito era ir a la Iglesia pero éste bonito era antes. Es como que admiramos lo del pasado pero no nos jugamos por el presente. Admiramos lo que hacían los otros pero no nos animamos a dar una respuesta generosa hoy a quienes nos toca transitar el presente. Con nuevas expresiones, con nuevos métodos decía Juan Pablo II cuando hablaba de la nueva evangelización para nuestra América Latina. Los profetas de antes eran verdaderos profetas, se comprometían y fustigaban el mal pero hoy el Señor sigue suscitando de estos profetas que siguen hablando de la verdad de Dios, que nos siguen mostrando el camino de Dios, que nos siguen dando testimonio esperanzador con su vida de la vida de Dios y nos siguen invitando a nosotros a hacerlo. Por eso sigue siendo actual el llamado de la Palabra de Dios a vivir nuestra fe de manera comprometida y seguimos hoy nosotros interpelados por tantos hermanos y hermanas que alrededor nuestro viven verdaderamente su fe desde la participación activa en los Sacramentos, desde el testimonio alegre de su fe aún en medio de las dificultades. La Iglesia hoy con éste transmitir la Palabra de Dios para nuestro tiempo nos sigue invitando y llamando a la conversión como lo hizo en estos días la Palabra de Dios. Este llamado fuerte que nos hacían nuestros Obispos de América en Aparecida a ser discípulos y misioneros es un anuncio profético. Corremos el riesgo si no nos dejamos tocar el corazón por éste amor de Dios de simplemente, como solemos decir, pedir un aplauso por aquellos que hablan tan bien para nuestros  día, por aquellos que son buenos, pero yo no me comprometo ,pero a mi esa Palabra no me toca y cada vez que veo un testimonio de alguien que vive la vida de fe y vive su vida cristiana. Cada vez que escucho una palabra de aliento y esperanza y de anuncio y de llamado a la conversión pero le hago oído sordo. Estoy matando al profeta por más que lo haga de la manera en que Jesús lo está advirtiendo a los fariseos y a los doctores de la ley, por más que no acabe con la vida física pero cuando pongo oídos sordos al que está al lado mío y con su palabra y testimonio me invita a la conversión también de alguna manera lo estoy matando. Estoy matando el mensaje. Por eso agrega Jesús en el Evangelio de hoy: dijo la sabiduría: enviaré profetas y apóstoles. A unos los matarán, a otros los perseguirán. Es lindo recordar a aquellos profetas cerquita nuestro, mis catequistas, mis padres, mi familia. Aquellos que me ayudaron a vivir la vida cristiana y a tener un oído atento a Dios que un día me invitó a seguirlo más de cerca en la vida sacerdotal. Le pedirán cuenta a ésta generación, dice Jesús, de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo desde la sangre de Abel. Es cierto que ésta advertencia va dirigida muy particularmente a los contemporáneos de Jesús que llevaron a la muerte al justo por excelencia, al mismo Jesús pero desconfiemos una vez más de quedarnos con nuestra buena conciencia porque podría ser el resultado de ésta tendencia que tenemos grabada en el corazón fruto del pecado la de buscar fuera de nosotros la responsabilidad de todos los males de la sociedad y de la Iglesia. Siempre es más fácil echarle la culpa a los otros, es más fácil que el otro sea el responsable de lo que no está bien. El profeta es el que anuncia con esperanza lo bueno, se anima a vivirlo y con esa buena vida llena de esperanza se anima también a ir corrigiendo cuando nos desviamos. Es que cada generación participa en el mal del mundo y cada generación ha condenado a Jesucristo  pero cada acto que quiere justamente torcer éste plan de Dios que está lleno de amor un día tendrá que dar cuenta pero no desde lo tremendo sino justamente de esto sencillo: no haber sido fiel, no haber correspondido a tanto amor de Dios desde Abel hijo del primer hombre hasta hoy corre la sangre de los profetas sobre la tierra. Jesús va a nombrar a dos y en ellos se va a encuadrar toda la vida profética de Israel: Abel sacrificado por su hermano Caín y Zacarías el hijo del sacerdote Yoyadá en Génesis 4 o en 2 Crónicas24 vas a encontrar la historia de cada uno de ellos. Jesús nombra como primero a Abel y como último a Zacarías pero de una serie de profetas que acabaron de la misma manera. Su Palabra y testimonio molestaban. Es lo que van a hacer con Jesús porque presenta una fe y un Dios muy distinto del que ellos están acostumbrados. Es valiente Jesús al desenmascarar las actitudes de las clases dirigentes de su época pero sus palabras nos ponen interrogantes seamos dirigentes o no, tengamos un lugar en la sociedad que nos expone o vivamos de la sencillez y serenidad de nuestra vida familiar Caeremos también nosotros en la trampa honrar a los profetas que fueron reconociendo sus méritos, la injusticia del trato que recibieron peroluelo no hacemos caso de los profetas actuales también le hacemos a ellos la vida imposible porque no estamos dispuestos a escuchar su mensaje que nos es incómodo y esto con cuanto dolor lo tenemos que reconocer en nuestra historia Argentina. Cuantas veces llega el día que recordamos a nuestros próceres la mayoría de ellos con un profundo amor a Jesús y a la Virgen les rendimos honores pero nos olvidamos de cómo testimoniaron el amor a la patria. Esto puede pasar también en nuestro tiempo lo que nos está advirtiendo hoy Jesús. Nos molesta tantas veces la voz de aquel que se escucha denunciando la injusticia, lo que no está bien o anunciando con su testimonio la buena Nueva de Jesús. Nos puede pasar aún en el seno de nuestras comunidades solemos intentar callar a aquellos que nos hablan de Dios con su vida y a lo largo de la historia hasta dentro mismo de nuestra Iglesia hemos tenido testimonios que así lo dicen. Te acordarás de la vida del Padre Pio. Cuanto tuvo que padecer para que sea escuchado y reconocido su voz y su testimonio. A quien hoy celebramos, a Santa Teresa no le fue muy bien en tantos momentos de su vida. Es qu7e con su santidad denunciaban lo que no estaba bien. Lo que puede pasar a nuestro alrededor cuando nos sentimos molestos , criticados o cuando hacemos lo posible por desacreditar. Cuando comenzamos con la crítica, cuando desautorizamos, cuando no nos importa, cuando no le prestamos atención. Nos estorban los profetas vivos de éste tiempo por eso a los muertos es más fácil conseguirles grandes mausoleos. Matar a los profetas con la falta que nos hacen y el Evangelio insiste perseguirán, acosarán, pondrán trampas, derramarán sangre, matarán a los profetas. Cuanto necesitamos hoy de hombres y mujeres que profeticen con su vida y que levanten su voz con la verdad de Jesucristo. A nosotros Jesús nos invita a ser verdaderos profetas. De hecho lo somos desde el bautismo pero lo tenemos que vivir en una hora donde crece ésta sequía de lo trascendente, de lo divino. En un tiempo donde tantos hermanos nuestros hijos de Dios todos están crucificados por el hambre, por la explotación, por la injusticia, por la pena, por la angustia, por la falta de sentido de la vida. Solo la voz del profeta lleno de Dios puede decir algo transparente que sane heridas en el corazón de los hombres y aquí estamos nosotros escuchando la Palabra y animándonos a dar éste paso de conversión y testimonio. Si nos faltaran los profetas el testimonio de los cristianos sería opaco, los cristianos convertiríamos nuestra voz en una rutina, en algo que no expresa nada. Estarías vacías cada una de nuestras acciones.

En el Evangelio de hoy aparece otra acusación. Esta vez para los doctores de la ley que tienen la llave del saber y de la interpretación de la ley. No han hecho buen uso de esa llave. Es muy duro lo que dice Jesús: no han entrado y han cerrado el paso a los que intentaban entrar. Para eso tantas llaves? Para eso tener entre manos tanta Gracia que se convirtió en un poder que no llevó a ninguna parte. Nosotros queremos también actualizar ésta Palabra y tenemos que hacernos cargo de lo que nos dice Jesús en el Evangelio. Podemos caer en ésta tentación de sentirnos propietarios dueños de la verdad. Guardar sus llaves de manera que los demás tengan que pasar para decirlo de alguna manera por la aduana de nuestra interpretación. Nos creemos los únicos que tenemos razón en toda discusión ya sea en la vida de la Iglesia, de tu comunidad. Cuanto cuesta abrir el corazón para escuchar la verdad de los demás. Sería una verdadera lástima que los que podemos decir una Palabra desde el ámbito de la catequesis, desde el anuncio, desde el trabajo, desde la vida cotidiana en la familia no comuniquemos esperanza y alegría sino angustia y miedo. Seríamos malos guías, malos profetas, malos anunciadores, comunicadores de esperanza y de alegría. Encontrar éstas razones nos va decir éste querido escritor Martín Descalzo en Razones para la esperanza y alegría. En el versículo 52 los doctores de la ley son acusados de haberse transformados en dueños del saber de Dios identificándolo con sus propia perspectiva e intereses. Aquello que tantas veces nos molesta cuando otro pone en sus labios palabras que no son nuestras. También estos doctores de la ley habían puesto en sus labios palabras que no eran de Dios pero las anunciaban en nombre de Dios. El mismo peligro nos amenaza hoy en lo personal, familiar, comunitario. La verdad de Jesús está condicionada a aquellos que lo anuncian y proclaman. La Palabra llega siempre pero nosotros somos factor de mediación. No podemos manejar la Palabra a nuestra conveniencia. Es bueno hacer memoria de aquellos que son nuestros profetas. Estas luces que nos acompañan en el camino para descubrir como en la generosidad y en la disponibilidad a Dios no tenemos que manejar la Palabra a nuestra conveniencia. El peligro de no anunciar la Buena Nueva, el peligro de callar la Palabra para nuestro tiempo. Ser hombres y mujeres desde la esperanza, desde el llamado a la alegría de la conversión porque hoy podemos decir que es un profundo gozo disfrutar de la vida, sentir y vivir el amor de Dios. Cuando anuncio solamente lo que me interesa es cuando mi anuncio se convierte en cizaña. Es cuando comienzo a decir, la Iglesia está equivocada, debería cambiar, debería actualizarse. Es que cuando toca éste anuncio aquello que yo tengo que convertir y no me dejo transformar enseguida comienzo a cuestionar. Cuantas cosas que cuestionamos a diario simplemente porque no nos convence el cambio que nos está invitando a hacer. Poder pensar sopor momentos no me creo yo el único que tiene la razón cuando discuto algunos temas del tiempo presente en la vida de la comunidad, de mi familia, de mis amigos, de toda nuestra querida Argentina. Cuando nos ponemos a hablar y decimos lo vamos a arreglar nosotros. Tenemos que animarnos a dar un paso más y compartir el testimonio de aquellos que en éste tiempo te llenan de esperanza, que te animan a vivir, a ser cristiano, a seguir de cerca de Jesús.

 

                                                            Padre Gabriel Camusso