El bien común y la paz social

jueves, 5 de diciembre de 2013
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05/12/2013 – La paz es mucho más que un orden de cementerio, es una realidad honda y profunda que nos invita a la esperaza. No es verdad que hay paz social, al menos en Córdoba y me imagino que en otros muchos lugares de la Argentina. Más de un millón de jóvenes en la Argentina no estudian ni trabajan, lo que es un caldo de cultivo porque genera violencia y luego adicción. Sería falso utilizar la paz como excusa de una organización social que silencie a los más pobres de modo que los de mayores recursos puedan sostener su estilo de vida mientras las mayorías pelean por lo mínimo.

Las escenas de ayer y de antes de ayer, en Córdoba, demostraron la indignidad. ¿De dónde viene eso? Postergación sostenida en el tiempo. Es verdad que en términos “económicos” muchos salieron del hambre, pero eso no quiere decir que ese grupo de personas esté integrada a la sana convivencia social. Hemos tapado la realidad, y no es la salida, solo asumiéndola podremos revertirla. En la Argentina no hay paz. Estamos llamados a trabajar por ella, pero para eso debemos ir al fondo de la cuestión y no con políticas mezquinas en las que mientras los conflictos sociales golpean a gritos los políticos pelean por las próximas elecciones. Y quizás lo mas indigno, es la marginalidad política que pelean por la razón mientras la gente sufre y está en riesgo.

En la cultura del encuentro está la posibilidad de superar las barreras y construír nuevos códigos de convivencia.


Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium
Autor: Papa Francisco

Capítulo 17: III. El bien común y la paz social

217.Hemos hablado mucho sobre la alegría y sobre el amor, pero la Palabra de Dios menciona también el fruto de la paz (cf. Ga 5,22).

218. La paz social no puede entenderse como un irenismo o como una mera ausencia de violencia lograda por la imposición de un sector sobre los otros. También sería una falsa paz aquella que sirva como excusa para justificar una organización social que silencie o tranquilice a los más pobres, de manera que aquellos que gozan de los mayores beneficios puedan sostener su estilo de vida sin sobresaltos mientras los demás sobreviven como pueden. Las reivindicaciones sociales, que tienen que ver con la distribución del ingreso, la inclusión social de los pobres y los derechos humanos, no pueden ser sofocadas con el pretexto de construir un consenso de escritorio o una efímera paz para una minoría feliz. La dignidad de la persona humana y el bien común están por encima de la tranquilidad de algunos que no quieren renunciar a sus privilegios. Cuando estos valores se ven afectados, es necesaria una voz profética.

219. La paz tampoco «se reduce a una ausencia de guerra, fruto del equilibrio siempre precario de las fuerzas. La paz se construye día a día, en la instauración de un orden querido por Dios, que comporta una justicia más perfecta entre los hombres».[179] En definitiva, una paz que no surja como fruto del desarrollo integral de todos, tampoco tendrá futuro y siempre será semilla de nuevos conflictos y de variadas formas de violencia.

220. En cada nación, los habitantes desarrollan la dimensión social de sus vidas configurándose como ciudadanos responsables en el seno de un pueblo, no como masa arrastrada por las fuerzas dominantes. Recordemos que «el ser ciudadano fiel es una virtud y la participación en la vida política es una obligación moral».[180] Pero convertirse en pueblo es todavía más, y requiere un proceso constante en el cual cada nueva generación se ve involucrada. Es un trabajo lento y arduo que exige querer integrarse y aprender a hacerlo hasta desarrollar una cultura del encuentro en una pluriforme armonía.

 

Jorge Mario Bergoglio en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium reflexionado sobre que “para avanzar en esta construcción de un pueblo en paz, justicia y fraternidad, hay cuatro principios relacionados con tensiones bipolares propias de toda realidad social:

El tiempo es superior al espacio

En torno a este principio se articulan las políticas de estado construidas y consensuadas desde los intereses de la ciudadanía, a partir de un diálogo plural y en proyección

“Este principio, dice Francisco, permite trabajar a largo plazo, sin obsesionarse por resultados inmediatos. Ayuda a soportar con paciencia situaciones difíciles y adversas, o los cambios de planes que impone el dinamismo de la realidad.”

Cuando prevalece el tiempo sobre el espacio nos ocupamos de iniciar procesos más que de poseer espacios. El tiempo rige los espacios, los ilumina y los transforma en eslabones de una cadena en constante crecimiento, sin caminos de retorno, afirma el Papa y agrega: “Se trata de privilegiar las acciones que generan dinamismos nuevos en la sociedad e involucran a otras personas y grupos que las desarrollarán, hasta que fructifiquen en importantes acontecimientos históricos. Nada de ansiedad, pero sí convicciones claras y tenacidad”

Estamos en un serio problema , si los que tienen delegado el poder en la gestión de lo público están mas ocupados en el 2015 que en el bien del presente con proyección de futuro,

 

La unidad prevalece sobre el conflicto

En este principio afirma nuestro Papa argentino:“el conflicto no puede ser ignorado o disimulado. Ha de ser asumido. Pero si quedamos atrapados en él, perdemos perspectivas, los horizontes se limitan y la realidad misma queda fragmentada. Cuando nos detenemos en la coyuntura conflictiva, perdemos el sentido de la unidad profunda de la realidad.

Ante el conflicto, algunos simplemente lo miran y siguen adelante como si nada pasara, se lavan las manos para poder continuar con su vida. Otros entran de tal manera en el conflicto que quedan prisioneros, pierden horizontes, proyectan en las instituciones las propias confusiones e insatisfacciones y así la unidad se vuelve imposible. Pero hay una tercera manera, la más adecuada, de situarse ante el conflicto. Es aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso. «¡Felices los que trabajan por la paz!» (Mt 5,9).”

Esto nos invita a salir de las estigmatizaciones sociales que a la larga solo funcionan como limitantes de una mirada mas honda y de activo compromiso. No sirve decir: que los maten a todos, que todos vayan presos o, son unos tal por cual. Estas expresiones simplistas solo se entiende como una reacción primaria que no nos permite por miedo ir al fondo de lo que nos pasa como sociedad.

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La realidad es más importante que la idea

Como sociedad podemos tener un relato tal o cual de lo que pasa. Hasta que pasa lo que pasa. En ese sentido Su Santidad postula este principio indispensable para la paz social afirmando: “la realidad simplemente es, la idea se elabora. Entre las dos se debe instaurar un diálogo constante, evitando que la idea termine separándose de la realidad. …la realidad es superior a la idea. Esto supone evitar diversas formas de ocultar la realidad: los purismos angélicos, los totalitarismos de lo relativo, los nominalismos declaracionistas, los proyectos más formales que reales, los fundamentalismos ahistóricos, los eticismos sin bondad, los intelectualismos sin sabiduría.” La solución a nuestros graves conflictos sociales nacen de un mirar las cosas como son no solo pensando en como quisiéramos que fueran Para este baño de realidad el camino es la cultura del encuentro y el dialogo a 360 grados

 

El todo es superior a la parte

Afirma Francisco: “Siempre hay que ampliar la mirada para reconocer un bien mayor que nos beneficiará a todos. Pero hay que hacerlo sin evadirse, sin desarraigos. Es necesario hundir las raíces en la tierra fértil y en la historia del propio lugar, que es un don de Dios. Se trabaja en lo pequeño, en lo cercano, pero con una perspectiva más amplia.” En estos días en Radio María me sorprendió en este mismo sentido la mirada del psicólogo social Sebastian Betuccelli, cuando hablando de la crisis social de Córdoba y su abordaje de sanidad en la raíz insistió en la necesidad de ir al encuentro de las periferias existenciales y ahí encontrarnos con la riqueza de los referentes ocultos sanos que puedan liderar el cambio desde los mismos espacios conflictivos, ellos tienen el pulso encarnado de lo que pasa. La política social esta llamada a revertirse desde el lugar donde conviven los conflictos nos de arriba o desde afuera

 

Padre Javier Soteras