18/04/2023 – Mónica Laporta y Mariela Ziraldo, voluntarias en Grávida e integrantes del equipo nacional del programa de sanación Raquel, hablarron da herida social que generan las pérdidas gestacionales y su impacto en los varones. “El hombre inicia un vínculo con su hijo desde lo cognitivo, desde el conocimiento de la existencia de su hijo, por referencia de la mamá y lo que puede ver o escuchar, como movimientos, pataditas, o a través de una ecografía chuparse el dedo, el latido de su corazón … es decir, la mujer se vincula desde los cambios en su cuerpo y que le mueven la parte afectiva emocional sumada al conocimiento. El varón, desde el conocimiento. Es decir, el vínculo madre-hijo se establece antes de nacer, surge una unión biológica que se desarrolla hasta convertirse en una unión simbiótica, que será referente para vínculos posteriores. Y cuanto más se involucre el padre con su hijo será igual. Este vínculo es único e indestructible, ni siquiera la muerte lo puede romper. Tampoco depende del tipo de pérdida que se tuvo, ni de qué tan traumática fue esa pérdida. Este vínculo indestructible es la identidad de padres e hijos”, aseveró Laporta.
“Hoy te venimos a hablar a vos papá. Es posible que hayas guiado a tu pareja a abortar, que la hayas abandonado, que tu reacción fuera demasiado pasiva, o que hayas descubierto que ella se sometió a un aborto sin decirte nada con anterioridad. Lo que sea que haya sucedido, puedes sanar la vergüenza que has cargado por años a través de un mejor entendimiento de la gracia y de cómo te ve Dios. Nuestra cultura tiende a ignorar que los varones también sufren mucho a causa de una pérdida gestacional. Es importante validar su dolor, su participación y responsabilidad en las decisiones y favorecer que viva su duelo para que su paternidad lastimada sane y logre realizarla a futuro plenamente. El papá debe darse permiso para procesar su duelo, único y persona”, destacó Ziraldo.
¿Cuáles son los síntomas o manifestaciones más observadas en los varones? “El más consistente y evidente es la ira. Un alto nivel de enojo que puede ser perjudicial para sí mismo o para otra persona, como una bomba de tiempo a punto de explotar. La ira y la frustración de no poder proteger y proveer para su bebé nonato. Adicciones como al alcohol y a sustancias para disfrazar el dolor. Otros se convierten en adictos al trabajo para evitar el contacto con otras personas o en un esfuerzo desesperado por tener éxito en un aspecto de su vida. También se nota resentimiento y desconfianza hacia las mujeres. La relación de pareja frecuentemente falla, las relaciones futuras son difíciles o imposibles”, sostuvo Mónica.
“Al varón se lo acompaña abordando la experiencia del aborto desde lo que significa para él, según sus valores, creencias o historias de fe y entorno. Brindar confianza, validando sus emociones para que puedan expresar la tristeza (llorando) y el enojo de una manera sana. Buscando que no reprima, que encuentre la razón de su ira y trabaje la causa para que aprenda a manejar sus emociones. Dejarlo llorar, decirle que “está bien llorar”, él tiene que llorar la pérdida y la vergüenza, desahogar la opresión interior y sentir el alivio que solo Dios nos da. En los distintos procesos de sanación tenemos la gracia de ser testigos de cómo a partir de que el varón empieza un camino de restauración, sus vínculos, su familia, sus relaciones laborales se van transformando. La virilidad se restaura y la vida empieza a cambiar”, indicó Mariela.