El perdón

jueves, 17 de junio de 2010
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Hoy vamos a compartir el evangelio de San Lucas cap 7-36-50 y vamos a ver que pasa en esta situación Invocamos al Espíritu Santo porque no podemos compartir este texto solo con nuestra cabeza y nuestro sentimiento si no que el Espíritu Santo, nuestro señor, nuestro amigo íntimo, el va a ir detrás de cada una de estas expresiones de la palabra, nos va a ir trabajando, viste, quiero poner un ejemplo como el que hace la masa del pan, la amasa, la estira, la soba ese llevarla y traerla, darla vuelta y aprisionarla, apretarla, y doblarla y volverla a estirar hasta que vaya tomando la elasticidad, la forma conveniente para que esté preparada para que se transforme en un buen pan que entrando al horno, en una buena cocción pueda ser algo sabroso y alimenticio para los demás. Entonces vamos a dejar que el Espíritu Santo amase nuestro corazón y nos amase en esta comunión con la palabra, que El sea el que nos va dando la forma y la elasticidad para vivir el proyecto de Dios desde la fuerza de Dios

“Un fariseo invitó a Jesús a comer con el. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora, que vivía en la ciudad al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo se presentó con un frasco de perfume y colocándose detrás de El se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlo con sus lágrimas, los secaba con sus cabellos, lo cubría de besos y los ungía con perfume. Al ver esto el fariseo que lo había invitado pensó, “si este hombre fuera profeta sabría quien es la mujer que lo toca y lo que ella es, una pecadora”. Pero Jesús le dijo, “Simón tengo algo que decirte” di maestro, respondió el. “Un prestamista tenía dos deudores uno le debía 500 denarios y el otro 50. Como no tenían con que pagar perdonó a ambos la deuda ¿Cuál de los dos lo amará más?” Simón contestó “pienso que aquel a quien perdonó más” Jesús le dijo “has juzgado bien” y volviéndose hacia la mujer dijo a Simón “¿ves a esta mujer? Entré a tu casa y tu no derramaste agua sobre mis pies en cambio ella los bañó con sus lágrimas, los seco con sus cabellos

Tu no me besaste ella en cambio desde que entré no ceso de besar mis pies, tu no ungiste mi cabeza, ella en cambio derramó perfume sobre mis pies por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados le han sido perdonados porque a demostrado mucho amor pero aquel a quien solo se le perdona poco demuestra poco amor” Después dijo a la mujer “tus pecados te son perdonados” y los invitados pensaron ¿Quién es este hombre que llega hasta a perdonar los pecados? Pero Jesús dijo a la mujer “tu fe te ha salvado, vete en paz”
Este fue un momento muy particular, imagínense ustedes esta situación para el pobre Simón. Yo me imagino que nadie podría ir allí y menos una pecadora pública ya que nadie va a un lugar donde es mal visto o no va a ser bien recibido. Que feo sentir el juicio, el rechazo y ¿Cuál fue la situación en la que llega esta mujer considerada pecadora pública a la casa de Simón? Yo creo que lo que pasó allí es que para sorpresa de Simón y de muchos, en esa casa se abrió una nueva puerta, una nueva posibilidad y esperanza

A mi me da la impresión de que como de golpe una nueva puerta, nueva ventana, espacio para entrar se abrió y no por desición del dueño de la casa si no que de golpe apareció no se como esta situación. Pero nosotros sabemos porque y como, hoy lo vamos a ir descubriendo a lo largo de este evangelio. Un fariseo invitó a Jesús a comer, ahí está la razón, ahí está la puerta que se abre para muchos que no están invitados por los que tienen un juicio sin perdón, si no que están invitados por aquel que simplemente viene a rescatarlos, Jesús que es la clave de la reconciliación, es la palabra que trae luz, la puerta que se abre “Yo soy la puerta en el corral de mis ovejas, mis ovejas pueden entrar y salir” Cada palabra del evangelio es como algo que le sale la misericordia, chorrea la misericordia de Dios. En cada pincelada de la palabra de Dios. Es lo que conmueve de este evangelio, las entrañas de Jesús, lo que provoca Jesús, la esperanza que genera el Señor. Que concepto de la persona que tiene Jesús, que mirada sobre la persona y que fuerza genera, que acercamiento, que enseñanza, que sabiduría nos deja el Señor en la palabra

Pensar que todo esto sucede porque El aceptó ir a comer a la casa de Simón. Esta pieza del evangelio sin desperdicio es para que nos sentemos hoy cada uno y nos pongamos en el lugar de Jesús o en el de Simón o nos pongamos en el lugar de la mujer pecadora. Lo importante es que nos pongamos aquí adentro y así descubramos como es el amor del Señor. Vemos como es la situación y los gestos de la conversión de esta mujer, el lenguaje de alguien que está conmocionado interiormente. Quiero compartirles como lo percibo yo, por un lado ver que la mujer se anima a ir al encuentro de Jesús, una de las cosas que me ayuda mucho, ver a Jesús como alguien al que se puede acceder, verlo al Señor como posible pero no verlo simplemente deseado si no comprenderlo en este texto. Me animo hoy a ir al encuentro de Jesús. Cuantas cosas nos pasan que nos postergamos y hasta nos negamos la posibilidad del encuentro con Dios. Que uno no es digno, que no tiene derecho, que aunque se confiese le pide a Dios el perdón que el mismo no se da a si mismo.

No es poca cosa lo que estamos diciendo está en el centro de entender bien este tema del perdón, de la misericordia. También nosotros tenemos que ser misericordiosos con nosotros mismos. Esa es una de las cosas que me llaman la atención, que percibo en esta situación, que la mujer no solo reconoce que está mal en su vida y que necesita un cambio si no que se siente profundamente atraída, se deja conducir. En la escritura dice “Tu me venciste Señor, yo me dejé vencer” o esta otra traducción “Tu me sedujiste y yo me dejé seducir” Me parece ver a esta mujer vencida y aparte la veo fiel, una mujer infiel pero que tiene como esta experiencia íntima, fidelidad quizás a si misma, quizás dándose la oportunidad porque ya que existe una oportunidad para alguien que no tiene elementos ni recursos para rehabilitarse pero siente que tiene una oportunidad y se la da a si misma, se permite la gracia de aprovechar este ofrecimiento. Estemos atentos, no vaya a ser que el Señor nos esté llamando y nosotros tengamos demasiado miedo, juicio, demasiado afirmado a nuestros propios pecados.

Cuantas veces no nos perdonamos a nosotros mismos y por tanto que difícil es darse la oportunidad a uno mismo si uno no acepta su condición, su pobreza, su pecado uno de los elementos que hace que la gente se frene en la autenticidad con uno mismo, en la sinceridad para poder abordar hacer un cambio de vida y aceptar las cosas como son. La vergüenza por ejemplo. Hay algunos pecados o situaciones de vida que son bochornosos. A mi me a pasado en lo personal el sentir envidia y era bochornoso tener que ir a decirle a otro cura y pedirle perdón a la iglesia diciendo fui envidioso y reconocer que este vicio que es capital estaba radicándose en mi corazón. Di muchas vueltas hasta que pude decir lo que tenía que decir y que libertad, que paz porque me sentí tan amado, abrazado por la misericordia del sacerdote, de la iglesia. Fue una sola vez que me pasó esto y fue una lección de vida para mí. Hay pecados que producen una humillación particular aunque a veces no sean tan graves como pensamos y encima nuestro amiguito del mal que es el coludo se encarga de hacernos ver que realmente estamos jodidos, que no estamos para Dios

Como vas a ir al encuentro de Dios así. En el fondo el demonio lo único que hace es ayudarte a creer que lo que realmente vos le estás dando tanta importancia que es tu pobreza, que no pudiste perdonarte ni aceptarte vos mismo y que en el fondo es un acto de soberbia de autosuficiencia. Yo me pongo en juez de mi mismo y entonces el demonio aprovecha y te dice, “es realmente así, diste en la justa, una palabra certera, sos una porquería, no servís, no tenes perdón de Dios en definitiva” Darte la oportunidad de empezar, de ser honesto, reconocer mi pecado con nombre y apellido, dejar de dar vueltas. Hoy te hablé de lo mío para alentarte, quizás lo que me pasó a mí puede pasarte a vos en otros pecados, en otras situaciones. A veces los pecados sexuales de determinada situaciones, formas de vida, posicionamiento social también son terribles ir a confesarlos, a veces las personas tienen situaciones tremendas en su vida. Reconocer la verdad. Estoy maravillado de este texto de la palabra, esta mujer viene serena, despacito a los pies del Señor porque en la casa del fariseo hay alguien que es como una puerta abierta y ese alguien es Jesús

Me quedo con esta primer mirada clara, definida, Jesús, una ocasión para no desaprovechar, una presencia, una gracia, un regalo de Dios para el hombre. Jesús viniendo a mi encuentro sin importar lo que haya por fuera, no importa lo exterior. Hay otra parte importante que percibo en este evangelio. Puede haber muchas presiones exteriores, muchas resistencias, muchas contras. Si adentro está clara la cosa lo de afuera no importa. Me hace bien contemplarlo así y compartirlo con vos. A veces no vivimos cosas importantes. Cuando hay paz en el corazón, cuando hay claridad de lo que Dios me pide a mí y estoy dispuesto a hacer lo que Dios me pide el Espíritu actúa en el corazón y da paz. Desde tu paz tenes que enfrentar el mal, tenes que enfrentar y superar la dificultad. No enfrentarte con la dificultad desde tu paz debes ir a brindar tu donación, brindar tu servicio y tu entrega. Aceptar el llamado, no te asustes por el entorno. Mirá que la mujer pecadora tuvo que vencer muchos entornos y tuvo que tener una experiencia tan particular en su corazón que ¿se habrá sentido tan atraída por Jesús? Fíjate como Dios ha obrado en ella

Pero aparte, el juicio que hay del fariseo “si supiera quien es esta mujer, una prostituta” pero en aquel tiempo no era como decir ahora prostituta, era una cosa muy difícil, nosotros ni nos imaginamos como era la cuestión cultural, estamos lejos de aquellas costumbres y esto era tremendo. Por otro lado que enorme respeto le tenían al Señor, como Jesús se hacia respetar y como la enseñanza de Jesús no son palabras. Esta es la distinción del magisterio de Jesús que no es alguien que enseña si no a partir de los hechos. Tan lindo camino que se nos abre, aprender de la vida, aprender de lo que vivimos, Jesús está practicando algo después sobre lo cual hace un anuncio. Como cuando habló de las bienaventuranzas, “bienaventurados los que son misericordiosos porque obtendrán misericordia” claro, si El vivía perdonando, sanando, recuperando a la gente, escuchándolos, lleno de compasión porque tenía compasión de la gente que estaba como ovejas que no tenían pastor. Su compasión no era lástima, era una necesidad de alimentar esa búsqueda profunda de tanta gente

Sobre los hechos, sobre lo que vivía, hablaba desde su vida Jesús y hoy nos está hablando desde su vida. Ser una posibilidad, eso fue lo primero, ver que las cosas, en segundo lugar, están claras y están adentro, están en lo íntimo del corazón. Tener claridad de mi misión, de mi lugar, de mi servicio, una capacidad de fortaleza que se tiene que ir despertando en nosotros cuando Dios nos toca y nos llama. No nos llama a cosas fáciles, no nos llama a cosas lógicas ni a cosas que son fácilmente accesibles, nos llama a confiar, a ir desde la fuerza de El, desde la atracción de El, desde donde voy adonde voy. Es importante que nos lo preguntemos, desde donde voy, ¿desde las posibilidades simplemente o desde un llamado interior? Fíjate que esta mujer no tenía posibilidades de acceder porque era la casa del fariseo, era un ámbito que no era el suyo y además era una pecadora pública, no podía tener acceso allí, además si iba ella ahí los dejaba pegados a varios es decir que aquí hay alguien que le da lugar a esta persona

Ella va porque tiene la atracción, el llamado interior y no hay nada que lo frene cuando el llamado está adentro Señor háblame al corazón, decile hoy a Jesús. Deja de mirar lo que tenes que hacer, la dificultad que conlleva las exigencias, la renuncia, los dolores, deja de atender la dificultad y empezá a mirar adentro y empezá a hablarle al Señor. “Señor, llámame adonde tengo que ir” de alguna manera pedile al Señor que te renueve el llamado, que no me frenen las circunstancias y aunque me sangre la carne porque me rozo contra alambrado de púas, paredes ásperas y aunque me tengo que chocar con circunstancias que me dejan moretones en el cuerpo que no me gusta tenerlos, que me duele, no quiero dejar de ir adelante Señor pero no por mi capricho si no por tu llamado, háblame Señor a lo íntimo del corazón, indícame el camino de vuelta. ¿Te das cuenta de la sugerencia de esta contemplación, de esta palabra, te das cuenta la invitación, te das cuenta que importante que es mi vida? Si nosotros queremos vivir afuera estamos afuera

Pero si nosotros decidimos vivir adentro donde está Dios, en nuestro interior y donde se escucha el llamado, entonces podemos ir afuera pero estando adentro y eso es lo importante, que adentro esté claro, que mi corazón esté pacificado en el designio de Dios, en su voluntad y voy adonde sea y no importa el pecado, importa el llamado, importa el capricho de Dios, la necesidad que el Señor tiene de enviarme a tal lugar, a tal misión, tarea, servicio. Cuando el Señor me hace el llamado a la reconciliación, cuando me llama a modificar mi vida, a dejarme dar vuelta la tierra, no tengas miedo pero eso sí, siempre adentro, lo importante está allí adentro. Esa comunión, esa escucha y esa fidelidad, como lo muestra esta mujer al llamado del Señor y entonces enfrenta y supera la dificultad pero va como va el grande, va como el veraz. Esta mujer está llena de verdad y de luz. Por fuera es una loca, una prostituta, una mala persona, quedás pegado si te juntas con ella. Por fuera está mal vista, huyamos, por dentro luz y verdad

Pero por fuera ¿Qué fuera? Por fuera desde la mirada de los corazones sin perdón, de los juicios sin perdón, de las miradas sin misericordia, de los que se creen justos y señores, de los que creen que pueden decir una palabra certera a partir de lo que se ve por fuera. Grave error de los que se creen dueños de la verdad y pretenden vivir afuera. El que vive el llamado, la verdad de su vida vive adentro, entonces es capaz, como la verdad de estar al servicio, de hacerse pequeño, de hacerse posible. Encontrar a Jesús, ¿Por qué el que encuentra a Jesús se pone a los pies de Jesús? Porque Jesús es la verdad, así de simple “Yo soy el camino, la verdad y la vida” y el camino, la verdad y la vida son algo accesible. Dios vino al encuentro del hombre, el que encuentra a Dios se hace posible, se pone a los pies, se pone a la mano, no es algo inalcanzable, algo sublime, es algo sencillo. Cuanto más grande la verdad más accesible, más a los pies. La mujer va a los pies de Jesús y con el lenguaje del que ha sido tocado por el Espíritu

Quiere decir que Dios estaba haciendo una obra nueva, esa es la gran enseñanza, no tanto las palabras de Jesús si no los acontecimientos, los gestos de aquella persona. Esa mujer estaba expresando lo que Dios estaba realizando en su corazón. Ella podía decir “Tu me sedujiste Señor y yo me dejé seducir”. Ahora yo me pregunto y te pregunto, tú y yo ¿nos hemos dejado seducir? Por un lado la que se encuentra con Dios es una pecadora y me sugiere el texto de la palabra que dice “no he venido a los justos si no a los pecadores. No son los sanos los que tienen necesidad del médico si no los enfermos” Por otro lado me sugiere la palabra, la variedad de enfermedades y las dificultades, sin embargo la universalidad del amor de Jesús y la capacidad de conectar con todas las personas en más allá de las situaciones en que se encuentran Y como queda claro en el evangelio que para el encuentro con el Mesías, tiene que haber un llamado del Señor, es Dios el que llama. No soy yo el que le ofrezco cosas a Dios, hay que entender que es Dios el que llama y que hay que escuchar el llamado

Simón era el que le ofrecía algo a Jesús, el que se ponía a la altura de Jesús pero como caminando hacia arriba en cambio la pecadora es la que camina hacia abajo. Esta mujer no tenía otra oración que sus lágrimas, sus besos y el perfume de su conversión. Porque cuando el Señor obra y yo acepto el llamado y dejo que Dios se encargue de mi se produce un aroma, ese es el testimonio. A veces nos preguntamos que es ser testigo, ser testigo es ser fiel a la gracia, ser fiel a lo que Dios me pide, ir adonde Dios me pide, creerle a El y dejar que El me indique los pasos, que El sea el que me conduzca, no importa lo de afuera importa lo de adentro. Tengo que estar posesionado adentro en la escucha, en la mirada y el oído atento, percibir el paso del Señor por mi corazón. Que el Señor guíe mis pasos, eso es lo importante, después las dificultades que pueda conllevar, eso es secundario, eso no define las cosas y si se definen las cosas es porque no he estado adentro escuchando al Señor o porque he dejado de escucharlo, cuidado.

La mujer va a los pies del Señor donde está Dios. Dios está abajo no está arriba está abajo donde está tu pecado, tu miedo, tu impotencia, tu dolor, tu quebranto, lo que no podés, aquello que hace que te revuelques, que tengas retorcijones en tu estómago, que no lo puedes resolver, aquello que te humilla, que te doblega, donde está tu pobreza, tu impotencia, ciertamente allí está el llamado del Señor. Donde está el pecado está el Señor y para que veas que no es mío si no que está en la palabra, te digo lo que dijo Pablo “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” Muchos pecados había en la vida de esta persona pero donde hay mucha capacidad de pecado hay también mucha capacidad de amor. Donde hay mucha capacidad de hacer cosas profundamente erróneas, equivocadas también hay una misma virtualidad para el amor. Si pecó mucho puede amar mucho Bendito seas vos si te sentís con terribles heridas y pecados, date cuenta que tenés una capacidad y de que ello está llamado al amor no a la postración

Yo no tengo dudas de que esta mujer, después de haber sentido el llamado, en vez de mirar la grandeza de su pecado y descubrir la grandeza del amor del Señor, dejarse seducir por el, entonces ella se levante, después de allí y salga para ser perfume es decir para ser testigo, para ser alguien que anuncie, que genere algo diferente. Ya no va a estar parada esperando el pecado, va a estar caminando llamando a la vida a otros. Ella se transforma en una evangelizadora y su experiencia del pecado es ahora lo que le permite ser un testigo determinado, un claro testigo de la misericordia de Dios. Yo no tengo dudas de que va a hablar de la misericordia de Jesús. ¿De que va a hablar después de su experiencia con Jesús si no de lo que le pasó con Jesús? Le cambió la vida, lo que hizo el perdón ¿Quién puede explicar el perdón estudiando teología? ¿Quién puede explicar el perdón leyendo la Biblia si no el que ha sido perdonado? Por eso este encuentro mío con Jesús tiene que ser un encuentro en la misericordia

Donde yo no tenga miedo y escuche el llamado del Señor y el que sienta el llamado por favor, no pierda tiempo. Abrazarme al amor de Dios. El amor de Dios es más grande que el pecado, infinitamente más grande. Si bien el pecado ofende la dignidad del Señor, el pecado, sobre todo, destruye la dignidad del hombre y si bien el amor humano no alcanza para amar a Dios, el amor de Dios alcanza para redimir, recuperar y santificar al hombre. Entonces, abramos nuestro corazón y dejemos las excusas del pecado y de los miedos o la vergüenza de lado porque el Señor viene a amar mi persona. Maravilloso Señor, que ves la persona, que la descubres como algo que hay que amar, soñar, querer, sanar, restaurar y enviar, que la ves como algo que está hecho para el amor. Así mira Dios al hombre, lo mira como alguien que necesita ser amado y el Señor no puede si no amarlo y aunque la locura del pecado hiera y deforme nuestra vida, la locura del amor de Dios es tan grande que llegó a encarnarse y morir en la cruz, no hay amor más grande que este.

Nos dijo claramente que nos ama y no puede no amarnos. No vino para condenarnos, vino para salvarnos. Aléjame Señor del pecado, rescátame Señor, abrázame a tu amor, abrime hoy a la misericordia a la luz de esta palabra. Esta pieza del evangelio es una pieza que en definitiva nos muestra otro rostro más de todo lo que es la revelación, todo el obrar de Dios en la historia y todo lo que es la experiencia de Dios en el encuentro con el hombre y la experiencia del hombre en el encuentro con Dios. Yo quisiera ponerme en el corazón de Jesús y ver que siente Jesús frente al pecador porque en mi experiencia, yo se lo que siento del pecador, frente al otro que es pecador y desde mí que soy pecador, me encantaría poder tener los sentimientos de Jesús. Como no desearlos, como no tenerlos si yo empiezo a aceptarme pecador. La carta a los Romanos lo enseña tan bien, Dios a querido someter a todos a la desobediencia para tener misericordia de todos. Esta es la nivelación que hace el amor de Dios.

No anulando las diferencias si no nivelándonos en el amor, lo que nivela es el amor y el amor eleva no juzga, no condena. Juzga para saber pero no para condenar. El amor siempre nivela, siempre restaura, siempre recapacita, siempre abre la puerta y Jesús es el amor porque El es la verdad y es el camino por eso El es la vida el amor, como dirá Juan, “Dios es amor”

 

                                                                                                Padre Mario José Taborda