El Perdón

viernes, 18 de diciembre de 2009
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LA OTRA ORILLA Rosana
Antes de empezar yo te perdono, en brazos de este amor me estaba haciendo lodo
Antes de empezar me gustaría saber por qué este amor se hizo pesadilla
… y si tus besos no son mi orilla naufragaremos toda la vida

Antes de seguir con esta historia de todo lo mejor lo guardo en la memoria
Antes de seguir y castigarnos, prefiero el corazón de pie que arrodillado
… y si tus besos no son mi orilla naufragaremos toda la vida

Antes de acabar de despedirme tienes que saber que no me marcho triste
que no quiero herirte aunque me pierdas, ni que me hagas daño aunque me quieras
Y antes de seguir con desengaños, te dejo esta canción como único legado
… que si tus besos no son mi vida navegaremos en otra orilla
y si tus besos no son mi orilla naufragaremos toda la vida

…las complejidades del amor …hasta acá, lo más honesto, transparente, sincero, prudente, claro de la naturaleza humana. A partir de acá se abre otra dimensión: la de Dios.
Es posible no naufragar toda la vida. Es posible contar con esa fuerza que viene realmente de lo alto y que necesita de nosotros una puerta abierta en nuestro corazón para limpiar, sanar resentimientos, rencores.
Sería bueno llegar a la navidad reconciliados, o al menos, en camino de…
El camino del perdón es un largo proceso. No es algo mágico. No es algo placentero. Es un camino arduo por los recovecos del alma. Es un camino de mucho descubrimiento, de mucha sabiduría respecto de lo que somos como seres humanos, de cuan necesitados estamos los unos de los otros, de lo vulnerable que es nuestro corazón y de cuánto amor necesita.

Sería bueno llegar a la Navidad diciéndole ¡gracias! A Dios por la gracia y por el don del perdón. Porque creen en Dios significa entre otras cosas, haber experimentado de una u otra manera su perdón redentor. Y sentirnos reconciliados con el Dios de la cruz que es al mismo tiempo débil y amante. Y es la experiencia de su amor poderosamente misericordioso lo que produce en nosotros la fe.
Creo que muchas veces los caminos psicológicos para el perdón, encuentran muchas veces un techo, un límite, o un abismo si se quiere: el abismo del im-perdón, donde naufraga el corazón con sus propias debilidades para perdonar. Y naufraga en una serie de argumentaciones, de pensamientos, de sentimientos que nos van diciendo claramente que el perdón es algo imposible.
Muchos profesionales lo han dicho: el amor desde el punto de vista humano es imposible. Aunque hay quienes pueden perdonar con las puras fuerzas humanas porque se dan cuenta de lo contaminante y envenenante que es el resentimiento –que es volver a sentir el drama de esa ofensa o de esa omisión que nos arruinó una parte de la vida o una parte del corazón-. Y entonces sentimos que, la verdad, no hay por qué seguir viviendo con ese veneno en el alma que lo único que hace es anclarnos en lo más oscuro, lo más tenebroso, lo mas triste, lo más dramático de algún pasado, y no permitirnos seguir adelante.
Desde la pura experiencia humana, entonces, muchas personas recorren el camino del perdón a través del olvido, tratando de sacarse de encima ese sentimiento que produce malignidad. Pero también es cierto que cuando se abre la puerta a la trascendencia, resulta más sencillo perdonar. Se encuentra nuevos motivos para perdonar, y al mismo tiempo se siente que el perdón es el propio camino de salvación y de encuentro con Dios.
Hay en nuestra psiquis una tendencia muy fuerte a la bipolaridad amor-odio, justamente porque nuestro amor tiende a ser posesivo y dependiente, es por lo que somos tan vulnerables a la agresión o a la carencia de ese amor oque tanto necesitamos para vivir. De pequeños, nuestra vida depende de la vida de los demás, y el desarrollo de nuestra personalidad y de nuestro yo depende de la atención de los demás, valoración de los demás, del afecto de los demás. Y es por eso que cuanto más primitiva en el tiempo es la herida, tanto más difícil es trabajarla después, y sobre todo de reemplazar ese amor o esa atención o ese cobijo o ese cuidado que no tuvimos cuando éramos pequeños.
Sin embargo se cuentan por miles los testimonios de personas que han logrado superar los grandes obstáculos de heridas muy profundas, de trabas muy profundas, donde se habían levantado verdaderos murallones.
Sutil, y a menudo inconcientemente, somos atraídos por Dios a esa forma de redención que llamamos perdón. Una vocecita nos dice en nuestro corazón lo conveniente de elegir ese camino aún cuando tengamos por cierto que rebatir muchísimos argumentos y muchísimas rabias, impulsos que nos plantean desde la sed de venganza.
A veces para pedir perdón, es necesario primero perdonarse a sí mismo los errores u omisiones. Y la persona ofendida, muchas veces necesita hacer catarsis de sus enojos para poder perdonar. Y a veces ni así se termina de comprender el por qué de la falta del otro, o de lógica en la acción que provocó la herida (por ejemplo, en un hijo abandonado por su padre) y posiblemente la herida no cicatrice nunca.
Pero es bueno tratar de ver que todos somos humanos, débiles, que todos nos equivocamos. Y que también, después de equivocarnos, podemos tener el firme propósito de cambiar. Y esta capacidad para el cambio, que tiene mucho que ver con la esperanza
Por eso, también es bueno ver lo valioso de encarar, dar el primer paso hacia la reconciliación.
El mundo del perdón suele ser un mundo desconocido, pero donde seguramente se encuentra sosiego.
Este es testimonio de una hija que fue abandonada por su padre de pequeña y que después de 10 años toma la iniciativa de buscar la reconciliación. Ojalá sea gatillo disparador de muchas actitudes.
Cuando le preguntaron “¿perdonaste a tu papá? La respuesta fue el silencio. Luego dijo “empecé a aceptarlo como es, y sobre todo, a valorar al nuevo hombre que vi desde que nos reencontramos. Hoy se hace cargo de sus hijos, nos cuida, nos protege, nos acompaña. Claro. Siempre queda ese hueco, ese recuerdo imborrable que empaña la realidad por mas buena que sea hoy. Pero la vida es corta y las oportunidades pasan. Y hay que tomarlas”
Esto muestra que el perdón es un proceso que no significa olvido. El perdón es un acto de la voluntad, es una decisión. Obviamente, la voluntad no alcanza a la memoria, no puede borrar la experiencia negativa, el trauma, la herida, lo que faltó. Pero sí muy bien puede decidirse a que la vida continúe y a tomar las nuevas oportunidades que la vida trae. Recién cuando se van tomando esas oportunidades, cuando se es capaz de construir algo nuevo, muchas veces lo nuevo va reemplazando lo viejo, lo nuevo va dando como un nuevo territorio donde pararse. Y desde ahí entonces, es mucho más fácil poder perdonar lo que faltó, o aquello que me dañó. Ojalá este testimonio nos motive también a nosotros a pensar qué cosas nuevas, que nuevas actitudes podemos generar, podemos buscar como ayuda también para que al mirar hacia atrás no solamente nos quede la sensación de vacío

Llega a mi vida y se abre una página nueva en la noche incesante de la humanidad
busco ya entre la oscuridad esa luz que me de libertad mi llanto se deja escuchar hoy es mi primer despertar.

Todo es tan grande y pequeño descubro que hay sueños descubro miradas que enfrían mi piel
veo del mundo lo bello y lo cruel hay palabras que rompen mi hiel
pero donde existe el dolor siempre hay una semilla de amor.

Amor en silencio es vivir un momento a tiempo
amor en silencio es un beso amar o dar perdón sin explicar
solo un alma desnuda esa dicha puede lograr.

Amor en silencio es andar a favor del viento
amor en silencio es de Dios la manera de enseñarnos la verdad
es ganar en la vida el amor con voluntad.

Y aprendí a callar porque creo que es mejor pero hablan mis ojos en nombre del amor
hay palabras que muerden y hieren sin razón pues lo mas grande y puro lo dice el corazón.
Marco Antonio Solís
SOLO EL AMOR
Debes amar la arcilla que va en tus manos debes amar su arena hasta la locura
y si no, no la emprendas que será en vano sólo el amor alumbra lo que perdura
sólo el amor convierte en milagro el barro sólo el amor alumbra lo que perdura

Debes amar el tiempo de los intentos debes amar la hora que nunca brilla
y si no, no pretendas tocar los yertos, sólo el amor engendra la maravilla
sólo el amor consigue encender lo muerto, sólo el amor engendra la maravilla
Silvio Rodriguez

Hay muchos argumentos a favor del perdón, humanos y sobrenaturales también. Pero es importante para no confundirse y sobre todo para no creer que no se ha perdonado cuando en realidad lo que ocurre es que no se ha olvidado, diferenciar entre el perdón y el olvido.
Hay quienes perdonan pero no olvidan. Aunque a veces, cuando decimos “yo perdono pero no olvido” es porque en el fondo, muchas veces, no perdoné realmente, ni quiero perdonar. Al poner mucho acento en el ‘no olvido’ es como si se hiciera el esfuerzo de retener el recuerdo negativo. Pero bueno, es totalmente coherente, normal también, que cuando la persona a la que perdonamos no está arrepentida y estamos expuestos a sufrir nuevamente una agresión por parte de esa persona, tomemos los recaudos necesarios para que no vuelva a ocurrir. No se puede perdonar ‘con el cuchillo todavía clavado en la panza’, por usar una imagen elocuente. No es que no voy a poder perdonar nunca. Es que el proceso del perdón a veces exige cierto distanciamiento: primero atender la herida, sacar aquello que me ha herido, ese primer impulso de angustia, de enojo, de venganza, hay que dejarlo que fluya.
Más adelante vamos a ir al perdón de Jesucristo, que cuando lo estaban clavando decía “perdónalos Señor, no saben lo que hacen”. Es esa una dimensión mística, a la que todos por cierto podemos aspirar, pero es otro desarrollo del alma humana.
Lo normal es que cuando uno está sometido a una agresión o a una omisión –que a veces es tan violenta como la agresión-, en ese momento no sale el perdón. Lo que sale es la protección de ese individuo o de esa circunstancia.
El proceso del perdón es sabio para con la naturaleza humana. No pide actos heroicos ni tampoco actos martiriales. Pero sin llegar a esos niveles tan altos de desarrollo del amor, se puede también aún en nuestra pequeñez y nuestra vulnerabilidad, pensar que perdonar no es lo mismo que olvidar. El proceso comienza desde que se inicia la comunicación ofensor-ofendido y se está abierto a algo nuevo. Y reconciliándose, es más fácil perdonar.
En el testimonio que mencionamos, cuando se le pregunta a la protagonista si perdonó, la respuesta es el silencio ¿por qué? Porque no ha olvidado, y el recuerdo trae su caravana de emociones, de angustias, de sentimientos de rabia. Pero sus pasos no van detrás de esa caravana. Reconoce sus sentimientos, los respeta, sabe que tienen su lógica, su razón, sus argumentos. Se respeta a sí misma. Sin embargo inicia el camino de una nueva relación con su papá.
Y de eso se trata. Y para eso en este tiempo de adviento, hoy, Dios está disponiendo su gracia: para que iniciemos el camino nuevo de la reconciliación, de una nueva etapa.
A veces nos quedamos como la rueda empantanada en el barro. Muchas personas dicen “yo no puedo perdonar”. Yo les preguntaría “¿qué estas haciendo para perdonar?” ¿Revolver y revolver a ver si encuentro una llave que me permita abrir la puerta del perdón? Habitualmente, esa llave no aparece porque no hay cosas nuevas. Simplemente hay una rueda empantanada en el barro, que cuanto más gira más profundo se va. Lo mismo que bicicletear en el aire: no hay apoyatura. En esto, tenemos que ser inteligentes también con nuestra propia naturaleza. Perdonar no es olvidar, aunque a veces el olvido va llegando, como un suave y delicado remedio para paliar los recuerdos desagradables y los sentimientos hostiles que a veces ese recuerdo vuelve a retrotraer a nuestro corazón.
Pasado el tiempo, aunque todavía exista el recuerdo, probablemente no estén impregnados de esos sentimientos hostiles, porque va a haber algo nuevo: un nuevo vínculo que va a ir llenando el vacío.

“El amor no lleva cuentas del mal” (1 Cor 5). Una forma de empezar a perdonar es justamente dejar un poquito de lado la libreta de las deudas, porque de lo que se trata justamente es de cancelar la deuda –real o imaginaria- con el que me debe y librar también al otro de esa deuda con la renuncia al resentimiento, y al mismo tiempo recuperar la felicidad que he puesto en las manos de esa persona. Porque cuando una persona está resentida, deposita su felicidad y a veces su vida en esa persona que le hirió. Y obviamente, no se puede esperar gran cosa de eso. Porque se le ha conferido un poder. Es cierto que muchas veces, vaya a saber por qué recovecos del alma, ciertas personas se adhieren a la pena. La pena muchas veces es como un hijo. Ciertamente un hijo doloroso, frustrante, pero un hijo al fin. Y es increíble, pero parece que el miedo al vacío que tiene el corazón hace que muchas veces elijamos la pena y el dolor con tal de no abrirnos a cosas nuevas. Y si este sentimiento de resentimiento, angustia, dolor, victimidad es ya conocido, y bueno…mas vale me cristalizo en este sentimiento conocido por muy infeliz que sea antes que abrirme a algo desconocido y nuevo.
Hay que tener coraje para pasar por encima de todo el dolor y de todas las cuentas que llevamos encima.

Borges en “leyenda de Elogio de las sombras” narra el reencuentro de Caín y Abel tiempo después del asesinato, imaginando que Abel revive y se reencuentra con Caín:
“Abel y Caín se encontraron después de la muerte de Abel. Caminaban por el desierto y se reconocieron desde lejos, porque los dos eran muy altos. Los hermanos se sentaron en la tierra, hicieron un fuego y comieron. Guardaban silencio, a la manera de la gente cansada cuando declina el día. En el cielo asomaba alguna estrella, que aún no había recibido su nombre. A la luz de las llamas, Caín advirtió en la frente de Abel la marca de la piedra, dejó caer el pan que estaba por llevarse a la boca y pidió que le fuera perdonado su crimen.Abelcontestó:
—¿Tú me has matado o yo te he matado?
-Ya no recuerdo; aquí estamos juntos como antes.
– Ahora sé que en verdad me has perdonado –dijo Caín- porque olvidar es perdonar. Yo también trataré de olvidar”

¡Qué hermoso relato! Muchos de nosotros podemos ser Caín y Abel. Cuando pasa el tiempo, cuando la herida cierra, cuando se va adquiriendo una nueva sabiduría, cuando se camina por el desierto, cuando se guarda silencio, cuando volvemos a encender el fuego, cuando nos volvemos a encontrar, cuando conjugamos varios verbos, uno puede preguntarse ‘¿tú me has matado a mí o yo te he matado a ti? Ya no recuerdo. Aquí estamos juntos otra vez’
CORAZON (Silvio Rodríguez)
Estoy buscando una palabra en el umbral de tu misterio
quién fuera Alí BaBa, quién fuera el mítico Simbad,
quién fuera un poderoso sortilegio, quién fuera encantador.
Estoy buscando una escafandra, al pie del mar de los delirios
quién fuera Jack Cousteau, quien fuera Nemo el capitán
quien fuera el batiscafo de tu abismo, quien fuera explorador.
Corazón, corazón oscuro, corazón, corazón con muros,
corazón que se esconde, corazon que esta dónde,
corazón, corazon en fuga herido de dudas de amor.
Estoy buscando melodías para tener como llamarte
quién fuera ruiseñor, quién fuera Lenon y Mackarnei
sin dogara con ecachicoguarque quién fuera tu trobador.
Corazón, corazón oscuro corazón, corazón con muros
corazón que se rompe corazón que está dónde
corazón, corazón en fuga herido de dudas de amor.

Esta la puerta abierta, la vida esta esperando, con su eterno presente, con lluvia o bajo el sol
Esta la puerta abierta, juntemos nuestros sueños Para vencer al miedo, que nos empobreció

La vida es encontrarnos, para eso nacemos Porque el punto mas alto, es llegar al amor
Y no hay amor de uno, solo hay amor de todos Y por ese motivo, estamos hoy aquí

Esta la puerta abierta, La vida esta esperando, con su eterno presente, con lluvia o bajo el sol
Esta la puerta abierta, juntemos nuestros sueños para espantar al miedo, que nos empobreció

Iremos de uno en uno, después de pueblo en pueblo hasta rodear al mundo, con la misma canción
Todas las cosas bellas, comenzaron cantando. No olvides que tu madre, cantando te acuno
Alberto Cortez

– ¿Hay receta para perdonar a un violador de tu hija? Yo puedo aceptar la muerte, la enfermedad, pero eso no
GL: Yo no he vivido esta ofensa. De cualquier manera, me parece que no hay receta para nada, ni para esta clase de ofensa o herida, ni para ninguna otra. O en todo caso hay una: aprender a bucear en el fondo de la herida, no para dejar que el resentimiento nos vuelva a inu7ndar, pueble nuestra mente una y otra vez reviviendo las escenas, imaginando sufrimientos propios o ajenos. Eso no sirve de nada. Porque además tenemos que tener en cuenta que es nuestra imaginación la que está proyectando la película. Nadie nos puede afirmar que la película que yo hice en mi cabeza ha sido fiel reflejo de la película real. Es estéril imaginarlo y quedarse en ese regodeo, porque es un camino que no lo hemos tomado nosotros. Y es importante aceptar así como ha sido la realidad. ¿cuál es el destino? Soltar definitivamente ¿Cuál es el riesgo que yo veo en una actitud como ésta? Que tu dolor de madre de una hija violada, supere, inunde, desborde el propio dolor de ella. Tal vez en ella la herida tiene un valor de 20 y en vos de 100, y sin darte cuenta se la agrandás, porque estás afuera del pozo y le podes dar una mano para que ella salga de ese pozo, pero te hundís con ella en ese pozo y hasta lo cavás más profundo. Es el riesgo de un amor materno instintivo, que tiende a no soltar, a sobreproteger, que busca intercambiar los destinos entre los propios y los de nuestros hijos. Y a veces terminamos enredando mas las cosas. Vos decís que aceptás todo lo natural como es la muerte o la enfermedad. Es que la violación es una enfermedad personal, volcada sobre lo social. El pecado es muerte y enfermedad. De manera que aceptar estas cosas ya es un camino inicial. Para reflexionar sobre el pecado, sobre la vida, y también reflexionar sobre la muerte en sus distintos estilos, formas y trajes on los que llega hacia nosotros. A veces también con estas formas trágicas o dramáticas.
El perdón es redención.
Uno puede bucear en la propia herida o en la dificultad para perdonar. Porque muchas veces tiene que ver con la imagen que tenemos de nosotros mismos: si somos muy orgullosos, si tenemos una sobre estima, nos va a costar mucho perdonar todo lo que haya ofendido o calumniado o criticado ese ego. Sobre todo cuando pretendo que mi imagen social no se vea lastimada frente a los demás. Entonces en realidad voy a tener un doble problema: por un lado perdonar a quien me ha lastimado, y por otro averiguar: realmente ¿estoy resentido porque alguien me ha herido en mi persona o porque alguien ha herido o ridiculizado la imagen que yo intenté forjarme frente a mi misma y frente a los demás de lo que yo soy. Es decir, saber que está en juego algo que uno ha construido desde el propio egocentrismo durante mucho tiempo y con mucho esfuerzo, puede hacer muy dificultoso el perdón. Y por esa razón creo que entramos en este camino a entender un poquito cómo Jesús, mientras estaba siendo crucificado exclama “perdónalos Padre porque no saben lo que hacen.” Es que en realidad Jesús no fue lastimado, no fue alcanzado por la ofensa en su ser más íntimo, porque efectivamente era tan grande su comprensión de lo humano, su compasión y su misericordia, que tenía una imagen diáfana y transparente de lo que allí estaba ocurriendo, y sabía perfectamente que los demás no sabían lo que estaban haciendo. Y eso es lo que clama al Padre. Claro, esto ya es vivir en una dimensión de hondura, es habitar la casa del amor, donde todas las puertas y ventanas están abiertas, en la casa del amor no se posee nada con posesividad, de manera que si entra el ladrón a robar en la casa del amor, nadie se siente asaltado.

LO SIENTO (Laura Pausini)
Mamá, he soñado que llamabas a mi puerta un poco tensa y con la gafas empañadas,
querías verme bien y fue la vez primera, sentía que sabías como te añoraba.
Y me abrazaste mientras te maravillabas de que aguantara triste y casi sin aliento,
hace ya tanto que no estamos abrazadas y en el silencio me dijiste…¡lo siento!.
Pero ha bastado un ruido para despertarme, para llorar y para hacer que regresara
a aquellos días que de niña me cuidabas donde en verano cielo y playa se juntaban.
Mientras con mi muñeca vieja te escuchaba los cuentos que tú cada noche me contabas
y cuando más pequeña tú me acurrucabas y adormecida en tu regazo yo soñaba.
Pero a los dieciséis sentí como cambiaba, y como soy realmente ahora me veía,
y me sentí tan sola y tan desesperada porque yo no era ya la hija que quería.
Y fue el final así de nuestra confianza de las pequeñas charlas que ayudaban tanto,
yo me escondí tras una gélida impaciencia, y tú deseaste el hijo que se te ha negado.
Y me pasaba el día sin volver a casa, no soportaba tus sermones para nada,
y comencé a volverme yo también celosa, porque eras casi inalcanzable, tan hermosa.
Y abandoné mi sueño a falta de equipaje, mi corazón al mar tiré en una vasija,
perdí hasta la memoria por falta de coraje, porque me avergonzaba tanto ser tu hija.
No, no, no, no, no.
Mas no llamaste tú a mi puerta, inútilmente tuve un sueño que no puede realizarse,
mi pensamiento está tan lleno del presente que mi orgullo no me deja perdonarme.
Mas si llamases a mi puerta en otro sueño, no lograría pronunciar una palabra,
me mirarías con tu gesto tan severo y yo me sentiría cada vez mas sola.
Por eso estoy en esta carta tan confusa, para contar algo de paz en lo que pienso,
no para reclamarte ni pedirte excusas, es solo para decirte, mamá…¡lo siento!.
Y no es verdad que yo me sienta avergonzada, son nuestra almas tan igual, tan parecidas
esperaré pacientemente aquí sentada, te quiero tanto mamá…escríbeme…tu hija.

Si nos detenemos a reflexionar un ratito sobre los argumentos del imperdón –una etapa de ‘limpieza’ a veces necesaria para después poder perdonar-. Es el “no perdonan aún”. Es la parte subjetiva que está herida y que necesita su tiempo. El tiempo es sabio y eficaz remedio y va cerrando las heridas. Es saber vivir.
Muchas personas sienten o piensan respecto de ofensas y heridas, carencias y toda la pléyade de pecados con que nos lastimamos los unos a los otros. Todos los sentimientos de venganza tienen que ver con una sed de justicia. Y entonces muchas veces no se puede perdonar o no se quiere perdonar –porque en realidad el perdón es un acto de voluntad-. Muchas veces la gente dice que perdona, pero que le encomienda a Dios o a la sociedad o al destino la venganza o la justicia que siente profundamente afectada o herida. Tenemos un instinto, un impulso, que tiene que ver con la justicia. Todos tenemos un justiciero adentro, algunos grande y otros no tanto.
Pero en realidad el perdón tiene que ver con la creación, el perdón tiene más que ver con el arte. Y por eso creo que los artistas tienen un poco más de facilidad para perdonar. Este testimonio de la hija que se reencuentra con el padre, es capaz de hacer una nueva creación. El perdón es un acto creador. Y en ese sentido, mas que conectarnos a la parte justiciera de Dios, o incluso a la misericordiosa, nos estamos conectando con la faceta creadora de Dios, porque el perdón es crear algo nuevo. En el lugar donde la fuente está envenenada, poner una fuente de agua limpia. El perdón crea nuevas realidades y cree en un futuro nuevo. Es arremangarse y ponerse a construir con esperanza y fe de que a medida que se va transitando esa nueva creación, se van a ir acomodando también los sentimientos y las desazones.. Moviliza tres virtudes básicas.
El perdón es un estilo de vida mas que un hecho puntual, mas que algo ligado a una transgresión o a una falta o a una carencia. Y en este estilo de vida lo encontramos a Jesús perdonando mientras es lastimado. Es un modo de ponerse frente al otro, de ponerse frente a la vida.
Hay que explorar este modo de ponerse frente a la vida en figuras que han logrado perdonar atravesando circunstancias realmente muy límites. Las situaciones extremas de odios irracionales y perversos como fueron por ejemplo los campos de concentración, han servido para que algunos hombres puedan construir las mas bellas creaciones de la humanidad, y otros las mas espantosas aberraciones.
En la parábola de las vírgenes prudentes (hubo vírgenes previsoras, otras no), hay varias lecturas. Una reflexión posible, entre tantas: la vida no se improvisa. Y en realidad se perdona en la medida en que se va caminando en un estilo de vida, se ama en la medida en que se construye un estilo de vida. Y hay caminos que uno ve que no tienen retorno. Cuando uno elige el camino de la venganza, el odio, el resentimiento, ¡cuidado! Porque si pasan muchos años, puede llegar a ser muy tarde y te puede pasar como a las vírgenes necias, que a último momento quieren manotear ‘el aceite’ de la felicidad, y no se puede transferir, porque es el resultado y el fruto de un largo camino.
Este estilo de vida es el que te invito a recorrer en este adviento. Es un modo de ponerse frente al misterio tanto de la iniquidad como de la redención. Es un gesto gratuito que no busca humillar a nadie, y no humilla, de hecho. Es un gesto discreto. Es tan discreto como aquellos primeros pasos que marcan una diferencia que después puede llegar a ser sustancial entre ir al norte e ir al sur.

“No hagan nada por rivalidad o vanagloria, y que la humildad los lleve a estimar a los otros como superiores a ustedes mismos. Que cada uno busque no solo su propio interés sino también el de los demás. Tengan entre ustedes los mismos sentimientos que Jesús, El, que era de condición divina, no consideró su igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente y se anonadó a si mismo tomando la condición de servidor y haciendose semejante a los hombres.,..”

me viste a mi, cuando nadie me vio, me amaste a mi, cuando nadie me amo
y me diste nombre, yo soy tu niña la niña de tus ojos
porque me amaste a mi
y me diste nombre, yo soy tu niña la niña de tus ojos
porque me amaste a mi , te amo mas que a mi vida
Jesús Adrian Romero

¡Como cambian los recursos para poder perdonar con un amor así! No es lo mismo perdonar que nadie me haya visto, cuando nadie sigue viéndome, que cuando se tiene fe en que Alguien me ve. No es lo mismo perdonar a quienes no me han amado cuando nadie me ama que cuando se tiene la experiencia de ser elegido como predilecto en el amor. Por eso, hay que hacer la experiencia de integrar la fe a nuestras heridas. Mas que perdonar, sentirse perdonado. Mas que disculpar sentirse disculpado. Antes de dar, recibir su gran amor: amor de predilección, personal, creador, siempre presente. Lleva nuestro nombre. Desde ese lugar, sí podemos decir “Padre, perdónalos, no saben lo que hacen”
GL: Hay aquí varios oyentes que preguntan sobre experiencias que yo no he vivido, por tanto lo que puedo responder es desde la mirada que tengo de la vida, que he recibido de Dios, de mis lecturas o de mi propia experiencia. No tuve la experiencia, por ejemplo, de ser abusada por una persona que tiene el deber de cuidarte. Lo plantean como una herida que no se puede superar. Yo diría lo siguiente:
Hay como distintos ‘baúles’ donde se van guardando los dolores. El más inaccesible es el inconciente o el cuerpo –es lo que se llama somatización-. En esos casos en que las heridas se producen en momentos en que no se lo puede procesar porque uno es pequeño, el niño ¿qué siente? Siente que él es el culpable, porque como depende de sus padres tampoco puede inculparlos y los excusa. Es como un mecanismo sabio de sobrevivencia del corazón: no puede odiar a los padres porque depende de ellos. Sería como odiar la propia vida. Ese dolor que carga, a través de los años se va a expresar a través de un síntoma que de alguna manera le dice “necesito que saques esto de aquí dentro”. Y se inicia entonces el proceso de conocimiento, de reconocimiento de esa herida y del saldo, ese vestigio que ha quedado allí en algún lugar del cuerpo o en algún lugar del inconciente.
Cuando alguien dice “yo no puedo perdonar”, yo no sé en qué estadio está. Si recién está descubriendo todos los efectos que esa carga negativa tiene en su propio corazón, o si ya lo ha analizado –porque hace falta una actitud reflexiva, horas de silencio, caminar en la naturaleza, dejar que el tiempo vaya lavando-. No es de un día para el otro.
Cuando se dice “no se puede perdonar porque esa persona solo sabe lastimar” yo entiendo que todavía está expuesta a los efectos de esta herida. Todavía no ha habido un distanciamiento, entonces, hay que esperar un poco más, y mientras tanto tratar de seguir transitando por el camino del perdón, con estos sentimientos a cuestas como esta cruz que nos ha tocado vivir.
Y si ya se ha hecho este recorrido, propongo como una imagen: cada vez que aparezca esta escena, como los invito a crear, los invito a pintar sobre esta escena con una brocha, todo de blanco. Blanquear el lienzo y volver a pintar sobre ese mismo cuadro otra cosa, otra escena, otro paisaje, otro futuro. Pintarse uno mismo sin los rasgos tal vez monstruosos que nos ha dejado esa situación.

El don del perdón viene de lo alto. Y cuando uno se abre a ese don y a la nueva creación, además irradia calor y luz a los demás.-
Recordemos que el perdón es un proceso, un camino. No una estación. Creo que si hay una estación final, sería olvidar. Pero no siempre tiene por qué desembocar ahí. Yo diría: el perdón es la primera estación que uno elige recorrer. Ya a partir de ahí, el camino puede ser mas largo o mas corto, pero uno ya está trabajando en eso. Cuando uno toma el tren ya ha hecha la opción de perdonar desde el plano de la virtud.

En un plano inconciente, todos tenemos un instinto asesino por el cual quisiéramos eliminar al que nos ha herido. Cuando uno se da cuenta de que tiene que perdonarse a uno mismo, en lugar de sentir odio comienza a sentir dolor. Y tal vez ahí comienza a transitar el camino del perdón

Refiriéndose nuevamente del abuso de un padre hacia su hija, alguien pregunta ¿cómo poder perdonar semejante atrocidad? Eso no es ser padre. Esta pregunta es muy frecuente cuando nos acercamos al mal. Requiere mucha espiritualidad poder acercarse al misterio del mal en el hombre, de la malignidad extrema. Hay mucha gente que se ha dedicado a estudiar esta malignidad extrema. El perdón es básicamente una obra de creación que tiene como base la fe en que hay algo de bondadoso en el otro. Pero también es cierto que la malignidad extrema plantea desafíos existenciales muy grandes.
Yo me hice esta imagen: la posibilidad del mal en el hombre, y su concreción, es como una pelota incendiada. Imaginemos que miramos el mundo desde arriba y cada vez que alguien hace algo malo con otro es como si le arrojara la pelota incendiada que a su vez él recibió seguramente –porque de alguna manera estamos involucrados en una especie de herencia de pecado. Nos vamos transmitiendo ese pecado los unos a los otros. ¿Cuántos pases de pelota incendiada creés que verías desde la atmósfera si pudieras visualizar cada herida, cada omisión, cada falta, cada acto de infidelidad, de corrupción, cada mentira, cada lujuria…? Probablemente casi imaginaríamos al mundo medio incendiado de tantas pelotas incendiadas que nos tiramos los unos a los otros, a veces intencionalmente, otras veces sin darnos cuenta. Cuando nos toca la pelota incendiada a nosotros, nos enojamos muchísimo, porque nos quema las manos, y nos preguntamos ¿por qué a mi? Y yo te diría: sobrevolá un poquito la humanidad, mirala desde lo alto, y te vas a dar cuenta de que estamos contínuamente transfiriéndonos ese pecado que llevamos dentro.
Ruego por aquel que llora sin consuelo. Por quien ha experimentado más el infierno que el cielo
Por quien siempre ha tenido de mejores amigos al temor y la depresión Y que vive buscando respuesta a tal situación

Ruego por aquel que vino a este mundo sin padres, por el recién nacido que abandonó en la calle una madre
Por aquel que es golpeado desde que está en el vientre por un padre sin corazón y que no tiene derecho al voto pues carece de voz

Ruego por aquel que tiene como hogar el vicio y que no puede dejarlo pues se ha convertido en su oficio
Por quien deja familia y amigos por un momento de placer que como herido de bala va hiriendo por doquier

Ruego por aquel matrimonio que se ha deshecho Y por el hijo que grita angustiado a los dos tengo derecho
Cuando una sola carne es dividida tiene que sangrar esa sangre que corre es testigo de una gran soledad

Ellos necesitan de ti Jesús, ellos necesitan de ti Porque aun viviendo no saben lo que es vivir
Ellos necesitan de ti Jesús, ellos necesitan de ti Porque aun viviendo no saben lo que es vivir

Por la mujer y la niña que venden su cuerpo en la noche y que después de día tiran su dinero en derroches
Sueño a esa mujer y esa niña teniendo familia con quien reír y a las diez después de cenar yéndose a dormir

Por aquellas criaturas que jamás han tenido un juguete Y por los ricos que fabrican barquillos con los billetes
Por los enfermos que están en prisiones de nombre hospitales Y por los presos que enferman detrás de los fríos metales

Jesús yo sé que tú sigues siendo la única alternativa Y que brindas descanso gratuito y sin cobrar el IVA
Y a quienes ya te hemos conocido ayúdanos a entender Que debemos cubrir al desnudo, dar pan al hambriento
Y aunque no nos guste orar por el gobierno Necesitan de ti Jesús y de mi