El Sacramento de la Confirmación

lunes, 24 de octubre de 2011
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Te invitamos a iniciar la mañana, con gozo y con alegría, descubriendo en tu corazón las marcas que el Espíritu Santo puso en tu vida, marcas de alegría y de una profunda conversión, marcas de sanidad, marca de fortaleza, marca del gozo en tu interior, el Espíritu cuando pasa deja su marca, nos confirma y el Señor lo hace. Cuáles fueron las huellas que el Espíritu dejó en tu corazón, qué sentís que comenzó a ser nuevo en tu vida a partir que descubriste que Dios estaba vivo, la gracia del Espíritu Santo, la gran promesa de Jesús.

 

Hoy queremos compartir con vos lo que el catecismo de la Iglesia católica del 1285 al 1305 plantea como gracia que nos viene por el camino del sacramento de la confirmación.

En este compendio de la fe que es el catecismo están puestos los rasgos claves y característicos que hacen a todos y cada uno de los artículos que allí se tratan, también la vida sacramental. Es sintético, es concreto, ayuda para refrescar los conceptos, es la evidencia de la vida del Espíritu comunicada en y a través de los sacramentos.

 

La gracia de la redención y la confirmación tienen cosas que desde muy lejos llegan a nosotros. En el antiguo testamento y en el catecismo de la Iglesia Católica anunciaron que el Espíritu Santo reposaría sobre el Mesías, así lo dice el texto del Profeta Isaías en el capítulo 11 del verso 2 en adelante, allí habla del Espíritu que vendría a estar reposando sobre la figura de la persona del Mesías, " Y reposará sobre El Espíritu del SEÑOR, espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor del SEÑOR. Se deleitará en el temor del SEÑOR, y no juzgará por lo que vean sus ojos, ni sentenciará por lo que oigan sus oídos; sino que juzgará al pobre con justicia, y fallará con equidad por los afligidos de la tierra; herirá la tierra con la vara de su boca, y con el soplo de sus labios matará al impío. La justicia será ceñidor de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura." Para realizar su misión salvífica, el Espíritu reposará sobre el Mesías, aquella que en el capítulo 4 de Lucas aparece concretada, esa misma que profetizaba Isaías, en el capítulo 61 del verso 1 en adelante, esta venida de Jesús en el bautismo que Juan le da en el río Jordán es la expresión de aquello preanunciado que Jesús lo hace manifiesto al comienzo de su vida pública.

Habiendo sido concebido por obra del Espíritu Santo, toda su vida y toda su misión se realiza en comunión total con el Espíritu Santo que el Padre le da sin medida, como dice el Evangelio de San Juan en el Capitulo 3 verso 34, esta plenitud de Espíritu no debía permanecer únicamente en el Mesías sino que debía ser comunicada a todo el pueblo mesiánico. En el capítulo 36 verso 25,27  cuando Ezequiel habla de aquella promesa con la que Dios va a hacer el tiempo nuevo. Allí dice el profeta Ezequiel, hablando del pueblo de Dios, "le daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un Espíritu nuevo, arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, infundiré mi Espíritu en ustedes y haré que sigan mis preceptos y conserven y practiquen mis leyes". La vida del Espíritu con la que Jesús se entrega en comunión se expande por gracia de inserción de todo el cuerpo en Cristo y sobre todo el pueblo regenerado en Jesús, esta promesa se realiza primero en la Pascua donde Jesús sopla sobre los discípulos en sus apariciones después de su resurrección y luego de manera manifiesta en Pentecostés, allí María con los doce están en expectativa de oración a la venida del prometido, el Espíritu, lleno del Espíritu Santo los apóstoles empiezan a proclamar las maravillas que Dios ha obrado y Pedro declara que esta fusión del Espíritu es el signo de los tiempos, este don del Espíritu deja una huella, un sello en la gracia de la confirmación y nosotros somos testigos de cómo el Espíritu que se ha manifestado en nuestra vida, ha dejado una marca, ha dejado su paso y lo descubrimos en la paz, en la alegría, en el llamado a la conversión, en la fortaleza, en la determinación que Dios nos puso en el corazón, en la valentía que nos permitió confrontar situaciones adversas.

 

La vida del Espíritu y sus marcas en nuestras vidas para compartir en la catequesis de hoy en torno a la gracia de la confirmación

 

Decía Paulo VI: en aquel tiempo los apóstoles en cumplimiento con la voluntad de Cristo comunicaban a los neófitos , mediante la imposición de las manos el don del Espíritu Santo destinado a completar la gracia bautismal, esto explica porque en  la carta a los Hebreos se recuerda entre los primeros elementos de la formación cristiana la doctrina del bautismo y de la imposición de las manos. Esto lo muestra Hebreos en el capítulo 6 verso 2. Esta imposición de las manos ha sido considerada por la tradición católica como el primitivo origen y gesto sacramental de la confirmación, el cual perpetúa en la Iglesia la gracia de Pentecostés.

 

Esta presencia del Espíritu bajo este signo deja una marca en el corazón que es indeleble, que permanece para siempre, esa marca tiene rasgos distintos en la vida de cada uno de nosotros. Algunos los conocemos, otros estamos esperando porque están por manifestarse, por eso en el compartir de esta mañana queremos ir reconociendo las marcas que el Espíritu dejó y las que sabemos tiene que ir dejando en el camino de la fe y en el seguimiento de Cristo Jesús. Para mejor significar el don del Espíritu Santo decíamos desde el catecismo, se añadió a la imposición de las manos una unción con el oleo, este es el que deja la marca e ilustra el nombre de cristiano que significa ungido, y que tiene su origen en el nombre de Cristo al que Dios ungió como dice Hebreos 10, 38 en el Espíritu Santo. Este rito de la unción exige hasta nuestros días – tanto en oriente como en occidente – se celebran con unción, quiere decir compenetrados en el misterio de Jesús. En oriente se llama crismasión este gesto, unción con el crisma o mirón, que significa crisma. En occidente es confirmación es el mismo gesto sacramental, unción -confirmación, lo que es cierto es que este crisma que nos hace uno más profundamente en Cristo dejó una marca en nosotros que es la que queremos compartir en esta mañana de la catequesis de este viernes 21 de octubre.

Qué marcas ha dejado la vida de Espíritu Santo en tu vida hasta aquí y cuales percibís que debe seguir dejando como huella la vida del Espíritu en tu corazón y en tu vida?

 

Hoy te invitamos a compartir la gracia con que el Espíritu Santo selló tu corazón, gracia de sanidad, alegría, libertad, decisión, compromiso, entusiasmo, consuelo, en cada uno de nosotros la pluriformidad de expresión del Espíritu Santo tiene un rasgo con el que nos visita y es bueno compartirlo porque en el compartir lo comunicamos también a otros. Que sano que es compartir los dones y riquezas que el Espíritu ha dejado como marca en nuestro corazón.

También podríamos decir cuánto el Espíritu debería alcanzar a la sociedad de hoy con su marca, esa indeleble que no se borra, que deja su presencia mostrando un camino y trayendo don y gracia de lo alto.

 

En el rito de este sacramento hay algunos signos que debemos rescatar, el signo de la unción y el signo de lo que la unción imprime, el sello espiritual, esto que queremos rescatar hoy en la catequesis.

 

La unción en el simbolismo bíblico antiguo, posee distintas significaciones, el aceite es signo de abundancia, de alegría, purifica, la unción antes y después del baño da agilidad, es la unción de los atletas y de los luchadores, es signo de sanidad, suaviza las contusiones y las heridas, el ungido irradia belleza, santidad, fuerza, todo esto hace que la palabra, rescatando el valor y la potencialidad del aceite, nos lo presente como instrumento elegido por Dios para comunicar eso mismo en Dios y desde Él.

Toda esta significación de la unción con aceite se encuentra en la vida sacramental. Antes del bautismo con el oleo significa purificación y fortaleza, la unción de los enfermos expresa curación y consuelo, la unción del santo crisma después del bautismo y en la confirmación y en la ordenación es signo de una consagración. Ser todo de Cristo, pertenecerle, separado para pertenecerle y siendo todo de Dios, pertenecerles a los hombres todos.

Por la gracia de la confirmación los que somos ungidos participamos mas plenamente de la misión de Jesús, y en la plenitud del Espíritu Santo que este Cristo posee, que nos quiere compartir y nos quiere comunicar. El Espíritu que ungió a Jesús nos unge para ser sus testigos.

 

Por medio de la unción del Espíritu el que es confirmado recibe la marca, el sello del Espíritu Santo. El sello es lo que le da sentido de pertenencia a una persona, es signo también de la autoridad, de propiedad sobre un objeto, autentifica un hecho jurídico en cuanto a pertenencia. Cristo mismo se declara marcado con el sello de su Padre, le pertenezco y me pertenece, es uno con el Padre.

El cristiano está marcado con el sello y por eso queremos hoy reconocer el sello con el que Dios marca nuestro camino porque allí Dios nos está diciendo que le pertenecemos.

Si el sello es de alegría, le pertenecemos en alegría, si es la paz, le pertenecemos en paz, tenemos que recibir estos dones y trabajarlos, si el sello es la fortaleza, le pertenecemos a Dios que quiere ser fuerte en medio de las debilidades humanas, si el sello es el consuelo, estamos llamados a vivir en el consuelo de Dios y a consolar a los que están en toda lucha y tribulación con el consuelo con que nosotros fuimos consolados en Dios. Si el sello con el que Dios nos marcó es la gracia de una inteligencia profunda de conocimiento de Dios es para que también lo demos a conocer y puedan nuestros hermanos penetrar inteligentemente en el misterio divino.

 

Hemos sido marcados por los dones del Espíritu, en cada uno de nosotros hay una marca distinta y la diversidad en la comunión nos hace enriquecernos a unos de otros. Esto es muy sano, compartir la riqueza espiritual con la que Dios ha marcado nuestra vida.

 

El catecismo de la Iglesia Católica plantea además los efectos que la confirmación deja en el corazón, dice que es la efusión especial del Espíritu Santo, que deja su marca y su sello como fue concedida en otro tiempo a los apóstoles el día de Pentecostés. Por este hecho la confirmación confiere, crecimiento y profundidad a la gracia bautismal y nos introduce en la filiación divina que nos hace decir Abba, Padre, el Espíritu lo suscita en el corazón. Nos une más firmemente a Cristo, aumenta los dones con los que el Espíritu nos visita, hace más perfecto nuestro vínculo con la comunidad eclesial y nos concede una fuerza especial para difundir y defender la fe mediante las obras como verdaderos testigos de Cristo para confesar valientemente el nombre de Cristo y para no sentir jamás vergüenza de ser miembros de la Pascua de Jesús.

 

Decía San Ambrosio, recuerda que has recibido el signo espiritual, el espíritu de sabiduría e inteligencia, el espíritu de consejo y fortaleza, el espíritu de conocimiento y de piedad, el espíritu de temor santo y guarda en el corazón lo que has recibido, Dios Padre te ha marcado con su signo, Cristo Señor te ha confirmado y ha puesto en tu corazón la prenda del Espíritu Santo.

La confirmación como la gracia bautismal solo se da una vez, la confirmación imprime en el alma una marca espiritual por eso el paso que el Espíritu hace en nosotros y las marcas que vamos reconociendo de sus pasos no son efímeros, permanecen, y queremos reconocerlos para aprender a vivir como quien tiene allí su propia casa, su propio hábitat.

 

Se decía de los discípulos que parecía que estaban borrachos después de haber recibido la gracia del Espíritu Santo, algo de eso pasa a la mañana por aquí, y no es que hemos tomado vino, sino que el Espíritu nos pone en esa sintonía de un cierto desvarío que tiene sentido, por supuesto, nos hace bailar nos hace reír y también nos hace llorar con los que lloran y sobre todas las cosas sentimos la gracia de poder acompañar el camino de todos los que se van sumando a nuestro ser Radio María en Argentina.

 

Nos encontramos el lunes con el Despertar con María.