El Sacramento del Orden Sagrado (II)

martes, 15 de noviembre de 2011
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 Cuales son los sacerdotes que reflejaron un aspecto de la vida de Jesús que me hizo entrar en contacto con El. Su bondad, su misericordia, su paciencia, su escucha, su consejo, su acompasñamiento, su pastoralidad, su capacidad de visionar, su profetismo, su compromiso en el amor para con los más débiles y los más pobres, su accionar incansable, su peregrinar. Razgos sacerdotales que hablan de la presencia de Cristo en hermanos nuestros que consagraron toda su vida a favor de Dios en el servicio a las hermanos

El ministerio del orden ha sido instituido por Dios dice el Catecismo está ejercido en diversos órdenes por aquellos que ya desde antiguo reciben los nombres de obispos, sacerdotes y diáconos. Esto lo dice el catecismo citando Lumen Gentiun 18. La enseñanza católica expresada en la liturgia, el magisterio y la práctica constante de la comunidad eclesial reconoce que existen 2 grados de participación ministerial en el sacerdocio de Cristo: el episcopado y el presbiterado. El diaconado dice el catecismo está destinado a ayudarles y a servirles y por eso estrictamente da a entender el catecismo no se podría hablar de 3 grados por eso el término sacerdos designa en el uso actual a los obispos y a los presbíteros pero no a los diáconos. Sin embargo la enseñanza de la Iglesia hace de los grados de participación presbiteral y episcopado el grado del servicio diaconal. Hablamos de grado sacerdotal y grado de servicio. Son 3 órdenes conferidas por el óeder sacerdotal que ayer lo decíamos se llama ordenación porque incorpora un cuerpo que es el cuerpo episcopal, junto con el obispo el cuerpo es el diaconal. Que todos, recuerda el catecismo, a los Diáconos como a Jesucristo como también el obispo, imágen del Padre y a los presbíteros como el senado de Dios tomando la imagen del consejo en la figura romana como la asamblea de los Apóstoles. Sin ellos no se puede hablar de Iglesia. Es una expresión que el catecismo toma de San Ignacio de Antioquía. Es verdad que el ministerio laical en su reverdecer a partir del Concilio Vaticano II como hito magisterial que desarrolla el don y la Gracia del Bautismo en el sacerdocio común de los fieles es el gran bien que la Iglesia ha recuperado desde lo más profundo de su ser y ha liberado las fuerzas de servicio que es la gran vocación de la Iglesia por cualquier otro modo de ordenarnos en torno a modos no evangélicos de poder. Pero también es cierto que esto en un proceso histórico puede haber dibujado particularmente en el último tiempo la figura del sacerdote, el obispo y el diácono y no hablo en términos de construcción social sino en términos teológicos pastorales donde evidentemente la condición común es la que nos permite fraternalmente que todos y cada uno somos del mismo valor y significado cuando lo que asumimos desde el estado de vida donde Dios nos puso en la Iglesia lo hacemos en clave de servicio. En el modo de construcción social con el que a veces nosotros hemos configurado el ser Iglesia evidentemente ha habido históricamente un clericalismo. Esto es una centralidad exagerada del ministro pero el tiempo en esa necesaria modificación nos está pidiendo ahora valorar en términos teológicos pastorales el lugar único que tiene el sacerdote como presencia en el cuerpo eclesial de su conjunto csacramento de Jesús de ser guía maestro de otros que coparticipan con el de ese ejercicio

Según la tradición entre los diversos ministerios que se ejercen en la Iglesia desde los primeros tiempos ocupa el primer lugar el ministerio de los obispos que a través de una sucesión que se remonta hasta el principio son los transmisores de la semilla apostólica. Los sucesores de los Apóstoles son nuestros obispos poreso tienen un valor de jerarquía en el orden pero de jerarquía que es servicio siguiendo la enseñanza de Jesús para los Apóstoles en orden a los obispos. Estos en la comunidad el lugar jerárquico que ocupan es el que se arremanga para lavar los pies en el ejercicio de su ministerio. Tal vez la configuración del modo de ser obispo y cura a lo largo del tiempo ha ido como sufriendo características que no siempre han respondido en el modo de estar al Evangelio. Pero desde hace un tiempo para aquí la Iglesia en su búsqueda de renovación genuina hacia los orígenes y bebiendo desde la fuente aspira busca y desarrolla un modo de ser que en lo cultural del tiempo que transcurre exprese de la mejor manera el modo de ser evangélico. Para realizar éste servicio de los Apóstoles estós se vieron enriquecidos por Cristo con la venida del Espíritu Santo que descendió sobre ellos. Ellos comunicaron a sus colaboradores mediante la imposición de manos el don espiritual que se ha transmitido hasta nosotros en la consagración de los obispos Esta es la tradición. Una tradición en la sucesión apostólica que nos remonta en la linea de cada uno de nuestros obispos hacia alguno de los Apóstoles. El Concilio Vaticano II enseña que por la consagración episcopal se recibe la plenitud del sacramento del orden. Sumo sacerdocio o cumbre del ministerio sagrado lo llama Lumen Gentiun 21 La consagración del obispo junto con la función de santificar también tiene la función de enseñar y la capacidad de gobierno. Estas son las 3 características que después el obispo en el ejercicio pleno del ministerio sacerdotal lo coparticipa en el cuerpo presbiteral junto a los sacerdotes. Esto es enseñar, gobernar, santificar por la imposición de las manos y por las palabras en la consagración se confiere ésta Gracia del Espíritu y tenemos que pedirlo para los curas y para los obispos a éste don maravilloso de ser presencia santificante de Jesús en la comunidad partticularmente en la oración litúrgica, en el acompañamiento de los fieles la capacidad de representar la vida de Jesús en la enseñanza de la Iglesia con nuestra enseñanza y la de gobernar en el acompañamiento pastoral con Gracia de discernimiento.

Los obispos junto al Santo Padre constituyen el colegio episcopal y estos en comunión realizan el ministerio jerárquico de ser presencia, cabeza y guía de toda la comunidad como cuerpo apostólico presente en el tiempo. La naturaleza colegial del orden episcopal se manifiesta entre otras cosas en la práctica de la Iglesia que quiere para la consagración de un nuevo obispo participen varios obispos con la autorización, discernimiento del cuerpo episcopal en la figura del primero de los obispos el sucesor de Pedro. Por eso para la ordenación legítima de un obispo se requiere hoy una intervención especial del obispo de Roma popr razón de su calidad de vínculo supremo visibkle de la comunión de las iglesias particulares en la Iglesia una y garante de la libertad de la misma. Cada obispo tiene como vicario de Cristo el servicio pastoral de la Iglesia particular de la porción de pueblo que se le confía pero al mismo tiempo tiene colegialmente con todos sus hermanos en el episcopado la solicitud de todas las iglesias aunque cada obispo nos recuerda Pio XII: aqunque cada obispo es pastor solo de la grey que le ha sido confiada a los pastores de la Iglesia sucesores dse los Apóstoles por institución de Dios y por el mandato de la función apostólica se hace corresponsable de todas las Iglesias junto con los demás obispos. Todo esto explica porqué la Eucaristía celebrada por el obispo tiene como una significación muy especial como expresión de la Iglesia reunida en torno al altar bajo la presidencia de quien representa visiblemente a Cristo Buen Pastor y cabeza de la Iglesia Siempre el obispo está presente en la celebración eucarística. No hay Eucaristía sin obispo y la presencia del obispo en la Eucaristía se la recuerda y se pide la comunión con el en la oración de la plegaria eucarística y si el sacerdote celebra legítimasmente la Eucaristía es porque lo hace en comunión con su obispo y esto como acto creyente, como acto de fe no y mucho más allá de los acuerdos y desacuerdos encuentros y desencuentros que hay en el ámbito de la comunión también de los presbíteros entre si y de los mismos con el obispo. Se aspira a qure la comunión sea plena pero en la fe y las diferencias también son las que colaboran a que en la pluralidad el cuerpo se exprese en la fe con mayor riqueza. Esperamos una comunión que aun afectivamente sea de mucho peso y calibre. Que el amor fraterno realmente sea fundido en un mismo sentido. Aquí está el trabajo de un obispo y un presbiterio, el trabajo por la comunión porque la eficacia del ministerio que Dios nos confía en guiar, acompañar, santificar al pueblo de Dios está fundado en lo que Jesús dejó como gran fundamento de la tarea de evangelización,que sean uno para que el mundo crea.

 

                                  Padre Javier Soteras