El valor de los defectos ajenos

lunes, 9 de julio de 2012
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No juzguen y para no ser juzgados, porque con el criterio que ustedes juzguen se los juzgará y la medida con que midan se usará para ustedes… ¿por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo? ¿Puedes decirle a tu hermano ‘deja que saque la paja de tu ojo’ si hay una viga en el tuyo? Hipócrita. Saca primero la viga de tu ojo y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.”
Entrevista de Verónica La Forgia a Raquel Samanón, Lic. en Psicología, mediadora.

LF: ¿a qué llamamos defectos? Porque para muchos, algunas cosas que llamamos defectos para otros no lo son

RS: La palabra defecto tiene su raíz en el vocablo latino “deficere” que significa “hacer falta” o “faltar algo”. Y siempre en el área psíquica, que consta de 3 áreas diferentes, nos está faltando algo, o sea, significa que algo tenemos que arreglar durante el transcurso de la vida.    Defectos tenemos todos, y tenemos toda una vida para ir reparándolos
LF: Según un dicho, no nos molestan aquellos defectos que nosotros no tenemos, o aquel otro que dice “mil veces al día nos burlamos de nuestros defectos al considerarlos en los demás”. ¿tiene que ver con lo que nosotros’ no queremos ver’ en nosotros

RS: nuestro aparato psíquico trabaja con 3 imágenes. Una , la que nosotros tenemos de nosotros mismos, la segunda, la que nosotros queremos darle a los demás (algo así como una ‘venta’ de nuestra persona, lo que queremos ofrecer, lo que queremos que el otro vea en nosotros), y la tercera, la que el otro tiene de nosotros de acuerdo a su mirada, a su historia, a sus experiencias. Estas tres imágenes tienen que ayudarnos porque en algún momento tienen que converger para que nosotros podamos re-aprender hábitos, costumbres, que nos están molestando en el otro. Hay dos aristas aquí, uno es reconocer en el otro lo que yo no tengo reconocido en mi, por ejemplo algo que me gusta, que lo veo en el otro, me encanta y lo entiendo –esa sería una virtud-, y la otra arista donde a mi me molesta lo que el otro hace, dice, o lo que provoca en el resto de la gente o simplemente lo que manifiesta. Sería conveniente hacer una lista de las cosas que me van molestando en las diferentes personas que voy conociendo o con quienes tengo relación, sobre todo con las que tenemos una relación afectiva más profunda, comenzando por la familia. Cuando escribo un defecto es porque lo reconozco, y ¿cómo lo voy a reconocer si no lo tengo yo? A esa lista, escribirle al lado “yo” y poner la misma dificultad que estoy viendo en el otro. Porque en mayor o menor medida lo que del otro me molesta y me impide realizar ciertas actividades de una manera como mas ‘limpia’ o ‘sana’ en el vínculo con el otro es algo que yo mismo tengo. Y al lado, una tercer lista donde diga ¿cómo reparo esto, que es mío? Es largo procesar que esto que yo veo en el otro y me incomoda tanto, es propio. Y mas largo aún es el proceso de re-aprendizaje de esa falta. Es un camino de introspección, por el cual llegamos a nuestra propia esencia. ¿De dónde viene? Ya es una tarea terapéutica. En realidad, esto es para los papás y esto es para los hijos y para todos en general. Los papás son los responsables de generar en los hijos ciertos hábitos o conductas, ciertos hábitos o modos de ser, hasta una edad determinada. Luego ellos los seguirán repitiendo inconscientemente porque ya se ha hecho hábito. Muchas veces los defectos que vemos y nos molestan de nuestros hijos es justamente porque nosotros los tenemos. No los enseñamos de un modo consciente, porque nadie va a querer imprimir en su hijo un mal hábito o una forma inadecuada de comunicarse. Siempre estamos tratando de alentar a nuestros hijos a que nos superen en sus aspectos más sanos. Cuando hacemos una lista de nuestros defectos, ya lo hacemos de manera consciente y tenemos que tomar la rienda de nuestra propia vida. La idea es poder complementar lo que nuestros padres nos han dado con la mejor buena voluntad y agradecerlo, pero poder cambiarlo por nuestro propio trabajo. Es un mérito que va a ayudar a una mejor convivencia.

VLF: Si hago una lista: el otro, yo, y cómo reparo, entonces un defecto se puede transformar en un valor para nosotros. 

S: incluso un valor que podemos difundir a través de una enseñanza que tiene que ver con la práctica. Desde la práctica de la psicología clínica, cuando un paciente llega es como un rompecabezas que está desordenado. El paciente o sea, el polo motor que va a transformar si desea o no, si puede o no, en el tiempo que pueda –en realidad el que tiene que ser ‘paciente’ es el terapeuta, que va a acompañar ese proceso-. Ese paciente tiene una historia en la que tiene sus padres, su familia, el medio en el que se mueve. El puede tanto recibir como dar. Pero para dar tiene que haber una coherencia entre lo que piensa, lo que siente y lo que hace, o sea que tiene que ser un ejemplo para su comunidad. Este rompecabezas que viene desordenado va a comenzar a ordenarse justamente a través de las diferentes áreas en esto de poder sintetizar una conducta, reparar una falencia, a través de una acción coherente. A veces nosotros pensamos algo pero no lo podemos bajar al sentimiento. A veces pensamos algo con toda honestidad. Lo importante es no bajar el concepto como una ley, y aplicársela al otro como ley. Cuando yo digo: “porque vos sos tal cosa”, y es algo que evidentemente me está enojando, es que el otro no ‘es’. El otro ‘se está conduciendo’ de esa manera, el otro ‘me está manifestando’ algo, y lo está haciendo desde lo mejor de su ser. Nosotros tenemos una esencia, y desde ella vamos desarrollando lo que nosotros somos en conjunto. Nosotros somos con el otro: en el momento en que me comunico, soy una unidad con el otro. Cuando me comunico sanamente estamos en un medio donde tengo que pensar que el otro es diferente pero a su vez es igual a mi en su humanidad, en su esencia. Hay que reconocer desde la humildad que todos tenemos virtudes y defectos, y que podemos tocar al otro a través de una palabra, un gesto, una acción. Permanentemente estamos haciendo una complementariedad a través del poder comunicarnos.

VLF: ¿podemos conocer nuestros defectos sin fijarnos en los demás? ¿siempre necesitamos el ‘espejo’ que es el otro, o podemos hacer introspección solos?

RS: si estamos dentro de un espacio terapéutico esto se puede lograr estando solo porque se hace el trabajo de introspección guiada y acompañada por el terapeuta. En la vida cotidiana, normalmente tenemos una tendencia a fijarnos hacia el afuera. Nuestro objetivo es mostrarnos al otro y que el otro tenga o no la capacidad de hacernos dar cuenta es algo que puede darse. Pero solo, lo que se dice ‘solo’, solo con un acompañamiento espiritual, o con mucha lectura, o con mucha reflexión. Hay cuentos que conllevan a que uno pueda pensar acerca de uno mismo. Pero de pensar a hacer el proceso, tiene que existir un ‘clic’, que es como un llamado interior: qué me pasa a mí, qué me pasa a mi con el otro. Y por ahí, son las últimas preguntas que nos hacemos. De acuerdo a nuestra naturaleza humana generalmente primero va siempre la mirada del otro, porque somos seres sociales. También nos adecuamos a las conductas sociales. Hay códigos y valores que nos devienen desde una macro-mirada, entonces es muy difícil ‘remar contra la corriente’. Un ejemplo de lenguaje que nos deviene desde lo macro: en el tema de las nuevas tecnologías, la gente de mi generación –tengo 62 años- somos casi analfabetos, y muchas veces recibimos críticas de parte de nuestros hijos o nietos. Pero no debemos verlo como crítica sino como algo a lo que nos tenemos que adecuar, integrarnos en una era que tiene otros códigos. Esto es una muestra mas de la complejidad de la comunicación: se deben considerar muchísimas aristas.

                Por ejemplo ¿cuál es la imagen que nosotros tenemos de nosotros mismos’? Si yo me ubico frente a un espejo, puedo verme como soy, con mi edad, me puedo ver más chica o más grande, o incluso es posible que yo esté viendo una imagen totalmente abstracta. Es todo simbólico. Cada caso es particular. Pero a partir de esa imagen que yo estoy viendo, comienza un proceso de crecimiento maravilloso donde se unen las tres áreas: el sentir, el pensar y lo que puedo hacer. Si yo salgo del espejo, puedo salir y unirme a una persona que está en frente del espejo, que también soy yo. Ya tenemos dos partes. Si yo uno y hago que estas dos personas conversen, van a aportarse cuestiones: defectos, virtudes, sabiduría, anécdotas, que van a enriquecer a su persona mas allá de lo que una y otra pueda ver como defecto.

                Existe una tercera posibilidad: que aparezca otra persona, que también soy yo, que es la tercera instancia y que es la imagen que el otro tiene de nosotros y la cara nuestra hacia la sociedad.

                Entre las tres abordamos lo que nosotros somos en integridad. Si fusionamos las tres imágenes en una sola, adquirimos lo que se llama una buena autoestima. Ese es un proceso que debe hacerse acompañada. Es un ejercicio de introspección muy profundo, y el resultado depende de cada persona: cómo lo tome, el tiempo que le lleve aceptarlo y las herramientas con las que cuente esa persona para pasar de que eso que una de sus partes que ella marca como error o defecto, pase a ser reparatoria: una fortaleza. Un preferiría que el defecto esté afuera, que sea de otro. Nuestras heridas y defectos nos entristecen, pero nos ayudan si los aceptamos y tratamos de repararlos. Tenemos una defensa que se llama proyección: podemos proyectar en el otro las cosas mías: las buenas y las no tan buenas. Cuando tengo que tomar como propio lo que en realidad es propio pero lo estoy proyectando en otro, es difícil y por eso el proceso debe ser guiado.

VLF: dentro del cristianismo tenemos herramientas hermosas: encontrar la misericordia de Dios a través de la oración. Misericordia significa “corazón para la miseria”, y de eso se trata: ahondar en nosotros mismos y con la oración presentárselas a Dios

S:  fundamentalmente vivir en una actitud de conversión, de rectificación continua,  considero que es de un espíritu generoso e íntegro.
Otra cosa a tener en cuenta es que a veces consideramos defectos cosas que no lo son. La ansiedad no es un defecto. Está considerada como una patología, y tampoco corresponde enunciarla así. Es una dificultad, un síntoma de algo que está padeciendo la persona, que no lo está manejando conscientemente, y sale sin que la persona sea responsable de ese síntoma, y hace que muchas veces esta persona se equivoque. Entonces, para esta persona, nuestra comprensión. Hay que tener mucha gimnasia espiritual para poder ponerse en los zapatos del otro. Vuelvo a repetir: no es una dificultad. Es algo que ya viene con la persona o se ha ido estableciendo a través de múltiples coincidencia como son: una múltiple genética, una forma de ser de la familia, mandatos, rótulos, fórmulas de aprendizajes, exigencias, integración en la comunidad, en la escuela. Muchísimas aristas que hacen que uno tenga o no ciertas actitudes frente a ciertas situaciones.

VLF: ¿qué otras cosas como la ansiedad, son consideradas defectos cuando en realidad no lo son?

RS: Hay una frase muy clara: “la osadía del necio –el que no sabe que no sabe- es fatal”. Es el colmo de la ignorancia. Yo te podría mencionar algunos defectos que a veces no los genera la misma persona sino que ya vienen de generaciones anteriores y por lo cual no podemos responsabilizar a esa persona de que lo haga conscientemente. Pero no quisiera caer en un error, por eso solo menciono cosas que ‘podrían’ ser defectos: los tacaños, los tercos, los quejosos, los agrandados, los egoístas, los envidiosos, los malhumorados, los susceptibles, los agresivos, los discutidores , los rencorosos, los que se victimizan todo el tiempo, los hirientes, los duros de corazón, los chismosos, los indiferentes ante el sufrimiento ajeno, los individualistas, los lentos, los precipitados, los que siempre quieren tener la razón, los inconstantes, los negligentes, los astutos, los descontentos, los mentirosos, los tramposos, los ingratos, los perezosos, los malpensados, los difamadores, los aduladores, los despreocupados, los irresponsables, los desleales, los desobedientes, los irrespetuosos, los que abusan de la autoridad, los que insultan los que pierden el tiempo y se lo hacen perder a los demás, los hipócritas, los mezquinos, los impacientes, los maleducados, los tímidos –aunque la timidez tiene dos aspectos: uno patológico y otro conductual-, los cobardes, los irascibles, los que se dejan influir por el qué dirán, los arrogantes, los engreídos, los desagradecidos, los vanidosos, los autosuficientes, los desvergonzados, los orgullosos………….en general, todas aquellas personas que plantean dificultades al el momento en que modifican mi estado anímico a mi modo de actuar. O sea de alguna manera están molestando mi hacer.

                Ahora, cuando yo logro revertir esta conducta, no es mía. Entonces yo ya no me molesto y puedo ponerle límites al otro. Esto es muy importante: cuando yo me enojo, no estoy poniendo un límite. Cuando yo no me enojo porque considero que esto no es mío, puedo decirle al otro: ‘es una mirada tuya, es tu opinión, merecería que lo revisaras…’.

VLF: sobre todo cuando viene una agresión de afuera ¿cómo hacemos para no reaccionar descontroladamente?

RS: el enojo viene cuando yo considero que soy portador de la dificultad que me están marcando, con la que están intentando agredirme. Si yo considero que no tengo esa dificultad, le voy a devolver al otro, de modo no agresivo sino para educarlo en la comunicación, para que reflexione acerca de lo que está diciendo. En la medida en que yo le saque al otro el enojo y la angustia, le estoy sacando la posibilidad de que haga un cambio. A veces nosotros nos preocupamos en calmar al otro. Y esa no es responsabilidad nuestra: el otro tiene que hacer un proceso para aprender a calmarse. No puedo, para que el otro se calme, tomar cosas que no son mías. Si yo me enojo y le devuelvo del mismo modo, es una escalada de violencia.

Entonces: la idea es el límite. Y el límite no es el enojo. Es decirle al otro que yo reconozco que lo que me está diciendo es válido pero que tiene que reverlo en él, no en mi.
VLF: una vez que uno identifica un defecto ¿cómo se hace para aprender a cambiarlo?

RS: primero saber si corresponde a un síntoma de algo patológico o si es algo que yo estoy haciendo mal. Tanto una cosa como la otra incomoda al resto. El síntoma no lo maneja la persona, pero la actitud de daño o perjuicio sí. Somos conscientes de que estamos haciendo daño. El primer paso creo que es aceptarnos con humildad. Segundo, ponerse en los zapatos del otro. Tal vez ese otro no sabe cómo hacer para revertir eso, y si yo se lo reitero, se lo marco permanentemente, ese otro no va a achicar esa dificultad o error sino todo lo contrario. Mas bien tengo que acompañarlo a que reconozca (a través de un diálogo coherente, no levantando la voz, no ejerciendo una situación de poder, con ejemplos) para qué le está sirviendo comunicarse de esa manera.

Es importante diferenciar ‘dificultad’ de ‘debilidad’. Una dificultad puede llegar a ser la base fundamental de una fortaleza en tanto yo la reconozca y la trabaje. El momento y el orden en que yo vaya ejecutando la acción de cambiar las cosas, va a ser exclusivamente de la persona que porte esa dificultad, no mía.

Hay cosas que dentro de un ámbito son normales, y en otros no. Por ejemplo: en una comunidad o en un pueblo chico hay muchísimas cosas buenas, pero también existe la tendencia a ‘vivir detrás de las cortinas’. A esa gente que toma como parte de su vida el comentario de lo que le pasa a tal o cual, a los chismosos, a los que necesitan completar su vida a través del chisme, debieran preguntarse el ‘para qué’ (No el ‘por qué’: el por qué, es porque viven en una comunidad pequeña, tienen tiempo demás, vienen con la experiencia de otras generaciones, etc). ¿para qué yo hago esto? ¿para qué me sirve hacerlo de esta manera? ¿en qué aporto al otro con lo que estoy diciendo, pensando o haciendo?. El ¿para qué? Es la primer pregunta. Es muy difícil y lleva bastante tiempo. Luego, al otro ¿le sirve de algo que yo le marque este error? Aquí tiene que ver la forma, porque si se lo marco tiene que ser con humildad. Si simplemente le enuncio su dificultad, algo que está haciendo incorrectamente o algo que me molesta, hasta puedo asustarla. Dependerá del tono de voz o de la forma que se lo diga, que el otro comprenda que lo puede cambiar. Todo error se puede cambiar. Lo que no se puede cambiar es la esencia de la persona. Y también en este proceso de cambio tenemos que considerar que no es un cambio lineal ni instantáneo.

Además es más fácil corregir un defecto que de más grande. Porque se hace más difícil cambiar algo que tenemos como hábito y que le hemos dado una connotación de ‘bueno’. Además lo ‘bueno’ tiene su aspecto ‘malo’ y viceversa. Lo fuerte tiene su aspecto débil y viceversa. Caminamos sobre claroscuros. Tenemos que aprender a flexibilizarnos. No podemos enjuiciar ni dejar que nos enjuicien de una manera tajante. Pero es importante darse cuenta que cuanto más flexibles somos, mayores posibilidades hay de mejorar el entorno. Si yo mejoro el otro que está conmigo está obligado a hacer un cambio en esta mejoría de nuestra comunicación. Y si vamos más lejos, vamos a hacer un cambio en nuestra familia, y desde nuestra familia a la comunidad, y de allí a la sociedad.

Pero es fundamental saber aguardar, saber respetar nuestros propios tiempos, saber que no hay nada que sea irreparable. Tenemos temor a la equivocación. Tengamos la prudencia de tratarnos según lo que somos: seres humanos en una tarea de perfeccionamiento constante, que a medida que vamos avanzando en el camino hay cosas que hoy pueden estar mal en este contexto, pero no en otro. Entonces tampoco hay algo que sea absoluto o irreparable.
Participan los oyentes

Soy una persona que tiendo a ver mis defectos o los de los otros, y me hago mal: me lastimo, me veo envuelta en contradicciones, me inhibo, me encierro, y no me integro a la sociedad, y me cuesta mucho salir adelante.

RS: La perfección solo existe en Dios. Nosotros estamos en camino a parecernos a su perfección. Aquí has nombrado varios síntomas que no debieran preocuparte, sino entenderlos y conversarlos con algún especialista
          Cómo hacernos cuando otro nos echa en cara cosas, nos reprocha respecto a algo que pasó y que no es nuestro sino del otro, específicamente en la pareja? Yo busco hablarlo en otro momento y el otro lo toma como que yo vuelvo otra vez con el tema y que ya pasó. Y en realidad no pasó porque quedó dolor en uno de los dos. ¿Cómo hacer para poder hablarlo y la otra persona lo tome bien Y ¿cómo hacer con las historias anteriores que uno tiene para no trasladarlas a la actual?

RS: Este es un problema de pareja, es un problema de modelos, es un problema de rótulos, de mensajes. Debemos ser muy prudentes para no herir susceptibilidades. En cuanto al control, en cuanto a los reproches, en cuanto a las proyecciones, para evitar la confrontación del momento, que no va a llevar a ninguna solución, la respiración nos sirve para oxigenar el cerebro, calmarnos y aclarar las ideas, cambiar la óptica. Además, cuando hay un descontrol, lo que hay que hacer en irse. Es la técnica del teatro: la obra no se inicia hasta que no haya público. Si yo me retiro, el otro no va a tener público. Si yo estoy haciendo de público, lo que tengo que hacer es no entrar al teatro. Esto no es huir, sino retirarse por el momento. En cuanto a los reproches, es muy difícil que yo pueda hacerle entender al otro que me está reprochando algo que él me está haciendo, tengo que darle tiempo a que se desacelere para que pueda verlo. Y cuando logra verlo, no decirle ‘¿viste? ¡si yo te lo dije!’. Eso lo exacerba más. Pero todo esto me está revelando que en la pareja hay un problema de comunicación, que hay que reordenar para que pueda ser más fluida, darse cuenta qué es de cada uno, apropiarse. Además la pareja no se elige porque sí ni para sí. Se elige a partir de experiencias personales que tal vez se traen de ancestros y no se han reparado.

No se aten a una persona, no se aten a una palabra. Hay muchas personas que pueden acompañar las distintas situaciones, comprenderlas, contenerlas. Además es importante el contacto directo. Es difícil poder ayudar a la distancia, cuando no hay visión de la persona, de su mirada, de la postura.

Reflexión del Padre Angel Rosi respecto al tema de los defectos  en Palabras de vida

Creo que hoy, en esta fiesta de los Santos Pedro y Pablo, y relacionando esto con el tema de los defectos, podríamos reflexionar sobre cómo ve Dios nuestros defectos. Cuando Jesús los elige, no hizo una elección ingenua: eligió dos hombres santos y a la vez dos hombres con sus defectos. Pedro, duro de corazón, que no entiende su subida a Jerusalén, y Jesús, a quien hacía unos momentos le había dicho ‘bienaventurado Pedro’ le llega a decir ‘apártate de mí, Satanás’, o según otra traducción ‘Pedro, ponte detrás de mi’, como diciéndole ‘ubicate: vos me seguís a mi y no yo a vos’. Y finalmente ese mismo Pedro que lo traiciona, que lo niega tres veces. Pedro es un apóstol con defectos y el Señor ciertamente lo sabía, pero así, tal cual, lo quería. Y Pablo, con su expresión “cuando soy fuerte entonces soy débil y cuando soy débil, entonces soy fuerte”, este Pablo que dice “le he pedido a Dios que me libere de este defecto’, de esta herida, de esta espina que llevaba clavada en su carne, y Dios que le hace ver que ‘su gracia basta’, que en la vida hay límites, fragilidades, defectos que no se curan mágicamente, que hay que saber llevarlos, tener paciencia con uno mismo. Es bello el episodio del Evangelio de la curación de los leprosos en esa expresión “mientras iban de camino se le fueron curando las heridas”. Hay defectos nuestros que Dios irá curando mientras vamos en este camino de la vida. Y así como debemos tenernos paciencia, debemos respetar los procesos de los demás. A veces queremos que los demás curen sus defectos a la velocidad que a mi se me ocurre o que creo que es la correcta. Hubo quien, teniendo en su mano un gusano que pasaba a mariposa. Cuando estaba saliendo del capullo acelera el proceso echándole su aliento. Un proceso que le correspondía a la naturaleza y al sol, por su apuro reemplaza al sol con su aliento y al ratito tuvo el cadáver de la mariposa en sus manos. El decía: quizá una de las culpas mas grandes que llevo en el corazón es el cadáver de aquella mariposa. Ojalá que a lo largo de la vida aquella mariposilla revolotee ante mi en los momentos en que yo no respeto los procesos. También frente a los defectos ajenos a veces la misericordia pasa por la paciencia de los procesos. El proceso de “pasar de gusano a mariposa” le corresponde a la naturaleza y al sol. Si alguien, por apuro, reemplaza el sol con su aliento, lo va a transformar en un cadáver. También en los procesos de la vida, la misericordia pasa por la paciencia frente a los procesos de cada uno.

                Dios buscó dos defectuosos: dos Santos, con sus límites, nada menos que para fundar la Iglesia: “Pedro, roca, Pablo, espada. Pedro, la red en las manos, Pablo, tajante palabra. Pedro llave. Pablo andanzas, y un trotar por los caminos con cansancio en las pisadas. Cristo tras los dos andaba. A uno lo tumbó en Damasco y a otro lo hirió con lágrimas. Roma se vistió de gracia crucificada la ‘roca’ y ‘la espada’ muerta a espada”.

                Siguiendo con el tema de los defectos, veo que muchas bellezas de la naturaleza son producto de sus defectos: las Cataratas. El Cañón del Colorado es un gran defecto en la geografía, y sin embargo esa herida, ese quiebre en lugar del río seguir derechito, se constituye en una gran belleza misteriosamente.

                El cuento del cántaro roto: “un cargador de agua en la India tenía dos grandes cántaros que colocaba en las extremidades de una vara que él llevaba al hombro. Uno de los cántaros tenía una rajadura, mientras que el otro era perfecto y entregaba toda el agua en la casa de su patrono. El cántaro defectuoso, en cambio, cuando llegaba solo tenía la mitad del agua. Por dos años completos sucedió esto diariamente. El cántaro perfecto estaba muy orgulloso de su éxito. Era perfecto para los fines para los cuales había sido creado. Estaba demasiado arrogante, mientras que el pobre cántaro rajado estaba muy avergonzado de su propia imperfección y se sentía miserable porque solo podía lograr la mitad de lo que debía hacer. Después de dos años, él mismo le dijo al cargador de agua : ‘estoy avergonzado de mi mismo y quiero disculparme contigo’, ¿por qué? Le preguntó el cargador. ‘Debido a mi rajadura solo puedo entregar la mitad del agua, solo tengo la mitad del valor que debería tener. El cargador de agua se sintió muy entristecido por el cántaro, y con una gran compasión dijo: cuando regresemos a casa del patrón, quiero que mires las bellísimas flores que crecen a la orilla del camino. Así lo hizo, y de hecho vio muchísimas bellas flores a la orilla, pero al final todavía estaba triste porque solo había logrado llevar la mitad del agua. El cargador le dijo: ¿no te diste cuenta que las flores solo crecen de tu lado? Siempre supe de tus rajaduras y quise sacar ventaja de ellas. Sembré flores a lo largo de todo el camino, y por donde tú pasabas todos los días las regabas. Por dos años yo pude recoger estas flores para adornar la casa de mi maestra. Si no fueras exactamente como eres, ella no tendría esas bellezas sobre su mesa. Cada uno de nosotros tiene sus propias rajaduras. Somos cántaros que aún con defectos. Podemos adornar el camino por donde vamos. A su tiempo, seremos transformados, pero mientras eso no suceda, ningún cántaro será desperdiciado ni rechazado pues Dios hace los cántaros y también sabe cómo repararlos y solamente El lleva a cabo este trabajo

                Este relato nos lleva no a fomentar los defectos, pero sí a aceptarlos y a saber que paradógicamente muchas veces a través de nuestros defectos, de nuestras heridas, Dios es capaz de sacar fecundidades donde uno supone que hay solo esterilidad. Dios no anda mirando la parte fea del corazón sino que es capaz de rescatar aún de esas partes cosas lindas.

                Que a través de las imágenes de estos dos grandes santos, con sus cualidades y defectos, ellos nos ayuden a ser muy fieles, para que nuestros límites y defectos no se constituyan en un pretexto para no servir al Señor.

Somos  peregrinos que caminamos junto a El con nuestros defectos. Si no los tuviéramos, tal vez en lugar de seguirlo a El, estaríamos intentando que nos sigan.

Frente a las heridas de la Iglesia que por estos tiempos están tan a la luz, que podamos decir ‘me duele la Iglesia en mi’ (no en la vereda de enfrente). Cruzar al frente y tirar piedras no es signo de grandeza sino de mediocridad, la mediocridad de los ‘jueces’ que, aún siendo parte de la iglesia institución, cruzan al frente a criticar. Tenemos que purificar en nosotros nuestras fragilidades de la ‘iglesia’ que somos cada uno. Que Dios nos de mucha fuerza para eso.