24/04/2019 – Monseñor José Rovai. obispo emérito de Villa María, se autodefinió como “un hijo espiritual de Enrique Angelelli”, a quien conoció a sus 15 años en la parroquia San José de la ciudad de Córdoba donde el mártir fue vicario cooperador, al tiempo que también era capellán del Hospital Clínicas. “Monseñor Angelelli tuvo un gran amor y fidelidad a la Iglesia. La figura del buen pastor atravesó toda su vida. La pastoralidad constituyo para él una manera de vivir su existencia. No fue un profesional ni un activista, fue un hombre tomado completamente por la misión a la que dedica con alegría y gozo toda su existencia. Su vida es inexplicable sin un amor intenso movido por su caridad pastoral que unifica plenamente su vida”, indicó Rovai.
Asimismo, el prelado villamariense sostuvo que “Angelelli tenía un amor profundo por la humanidad. Siguiendo la auténtica tradición cristiana y que fue asumida plenamente en el Concilio Vaticano II, por el episcopado latinoamericano en Medellín, y por los Obispos Argentinos en el Documento de San Miguel,aparece la imagen de Angelelli como un auténtico humanista. Ve en el hombre la imagen de Dios, la dignidad de la persona humana. Busca siempre dignificar al hombre. Todo esto brota de una profunda experiencia teologal. Angelelli miraba a las personas desde ese horizonte fundamental. La vida teologal le dio una experiencia profunda de la humanidad. Siempre anunció la palabra iluminando la vida concreta de las personas con la luz de un Evangelio integral”.
Y agregó monseñor Rovai: “ Siguiendo la más auténtica tradición bíblica y eclesial, sabía que el pastor tiene que interesarse por todas las necesidades de sus fieles, Le interesaba el hombre concreto, situado históricamente y estructuralmente y sabía que la semilla del Evangelio era lo único que podía traerle al hombre la plena libertad en todos sus dimensiones, esto explica muchas actitudes concretas suyas, y la parresía que tenía en su predicación apostólica, no temía a las consecuencias a que se exponía proponiendo de esta forma concreta y valiente la integridad evangélica que ilumina a fondo la vida humana. Amó profundamente a la Iglesia sea particular o universal y esto se lo comunicó a sus fieles”.
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