¿Es posible perdonar siempre a los enemigos?

viernes, 14 de agosto de 2009
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¿Es posible perdonar siempre a los enemigos?[1]

  1. Setenta veces siete
 
Pero Jesús le respondió a Pedro de uno modo inesperado y sorprendente: “No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete” (Mt 18,22).

La expresión “setenta veces siete” no significa 490 veces, como puede parecer si la tomamos literalmente (70 x 7 = 490). Incluso la versión del evangelio de Lucas, tomada textualmente, es aún más extrema: “Si tu hermano peca contra ti siete veces al día, y las siete veces te dice: «Me arrepiento», debes perdonarlo” (Lc 17,4). Siete veces al día, equivalen a ¡2.555 perdones al año!

Lo que Jesús quiso decir con esta frase simbólica es que debemos perdonar “siempre”, sin poner límites. Que el perdón no debe ser una excepción, o un favor que le hacemos a alguien, sino un modo habitual de nuestra vida.

¿Por qué usó Jesús la expresión “setenta veces siete”? Por la historia de Caín y Abel narrada en el Génesis. Allí se cuenta que Caín era tan malvado que cuando alguien le hacía un daño, él no se vengaba una vez sino siete veces (Gn 4,15). Este resentimiento se fue transmitiendo a sus descendientes de tal manera, que uno de sus nietos llamado Lámek adquirió el hábito de vengarse, por cada ofensa que le hacían, setenta veces siete (Gn 4,17-24). Y fue esa violencia creciente la que provocó la ruina de la sociedad de aquel tiempo, con el diluvio universal.

Recordando esta vieja historia, Jesús quiso enseñar que a las ansias de venganza, los cristianos debemos oponer el perdón fraterno. Únicamente con el perdón es posible salvar del desastre a la nueva sociedad de los cristianos. Y para resaltar esta contraposición, utilizó la misma expresión de la historia de Caín.

 
  1. Qué no es el perdón
 
Varias veces enseñó Jesús a sus discípulos que debían perdonar. Y para que no olvidaran esta obligación la dejó inmortalizada en el Padrenuestro, cuando enseñó a pedirle a Dios: “Perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden” (Lc 11,4). “Porque si ustedes perdonan a los hombres sus ofensas, también el Padre celestial los perdonará a ustedes; pero si no perdonan a los hombres, tampoco el Padre perdonará las ofensas de ustedes” (Mt 6,14-15).

Sin embargo, y a pesar del énfasis que Jesús puso en este mandato, pocas cosas hay que le cuesten tanto a los cristianos como perdonar. Y eso se debe a que tienen una idea equivocada sobre el perdón.

El primer error consiste en creer que, cuando uno perdona, le hace un favor a su enemigo. En realidad cuando uno perdona, se hace un favor a sí mismo. La misma experiencia nos enseña que cuando guardamos rencor a alguien, o tenemos un resentimiento hacia otra persona, somos nosotros los únicos perjudicados, los únicos que sufrimos, los únicos lastimados; y nos causamos daño, pasando noches sin dormir, masticando odios, envenenando nuestra mente y atormentándonos con ideas de venganzas. Mientras tanto, nuestro enemigo está en paz y no se entera de nada.

Es llamativo cómo la medicina